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Cuando uno se puede comparar con otros en una situación similar…

(por Ghazala Azmat y Nagore Iriberri)

Cómo incentivar a los individuos para que éstos lleven a cabo una tarea es una pregunta que tiene muchas aplicaciones en la economía. Por ejemplo, los jefes quieren que los trabajadores sean productivos y los padres quieren que sus hijos se esfuercen y obtengan buenos resultados. La respuesta inmediata que muchos quizás tendréis en mente es aumentando incentivos monetarios: cuanto más se les pague más trabajarán. Sin embargo, el aumento de incentivos monetarios tiene sus limitaciones.

El primero y más evidente es su coste. También hay evidencia de que no siempre puede resultar efectivo y que depende del tipo de esfuerzo que requiere la tarea en particular (véase estos trabajos de Uri Gneezy y de Daniel Pink). Por último, en algunos contextos como la educación puede resultar complicado implementar este tipo de política y su efecto depende de si se incentiva el esfuerzo o el resultado (véase aquí en una entrada anterior en este blog y aquí). En esta entrada proponemos una manera alternativa de incentivar a los individuos, no con incentivos monetarios sino con información que facilita la comparación de un individuo con otros en una situación similar.

¿Quién no se ha encontrado a sí mismo comparando el comportamiento de sus hijos con el de los hijos de sus amigos después de una celebración? ¿Quién no ha comparado alguna vez los resultados propios con los de sus colegas en el trabajo? Cualquier información sobre el rendimiento relativo, es decir, el rendimiento de un individuo en comparación al rendimiento de otros individuos, facilita la comparación social, la comparación de uno en referencia a otros en una situación similar. Esta información no tiene por qué ser de conocimiento público y en ese sentido es muy diferente por ejemplo al “mejor empleado del mes”, donde todos pueden ver quién ha sido el mejor. Las situaciones en las que esta información se facilita de una manera privada abundan en entornos laborales y educativos. La pregunta que nos hacemos en esta entrada es si la información sobre el rendimiento relativo que facilita la comparación social tiene algún efecto, es decir, si el comportamiento de los individuos se altera cuando reciben este tipo de información, y por tanto, si se debería utilizar como instrumento para motivar a los individuos.

Tenemos dos trabajos en los que estudiamos el comportamiento de los individuos cuando se facilita la información que hace posible la comparación social. En uno de ellos [aquí] estudiamos un experimento natural que ocurrió a principios de los años noventa en una escuela del País Vasco. Cada año los estudiantes de Bachiller y Curso de Orientación Universitaria recibían las notas que habían obtenido en cada una de las asignaturas. Sin embargo, durante un año académico, la escuela empezó a utilizar un nuevo software para imprimir las notas que permitía dar la nota global de cada estudiante (nota media sobre todas las asignaturas) así como la nota global media de la clase. Con esta información cada uno de los estudiantes podía comparar su rendimiento con el rendimiento medio de la clase, de manera que podían observar si estaban por encima o por debajo de la media. Es destacable que la provisión de esta información no fue premeditada por la escuela ni esperada por los estudiantes. Esta información se facilitó solamente durante un año académico, de manera que la comparación de los resultados de este año con los de los años anteriores y posteriores permite estudiar el efecto que tuvo la información en el rendimiento de los estudiantes.

En comparación con otros años, el rendimiento fue hasta un 5% mayor durante ese año. Este aumento es importante ya que es comparable al resultado obtenido con reducciones del tamaño de las clases o aumento en la formación de los profesores, dos políticas que tienen un alto coste. Además, el efecto fue positivo no solamente en media, sino también para los mejores y peores estudiantes. Sería problemático que algunos estudiantes, por ejemplo, aquellos que rinden por debajo de la media encontraran esta información desmoralizante, resultando en una disminución de sus resultados. No encontramos ninguna evidencia de este tipo. Es más, el efecto fue mayor entre los peores y mejores estudiantes. Por último, cuando la información se dejó de proveer, el efecto positivo desapareció. El experimento duró un año de manera que no se conocen los efectos a más largo plazo.

Alguien estará pensando que el efecto pudo ser fruto de la acción puramente inflacionista de los profesores en vez del resultado de un cambio en el esfuerzo de los estudiantes. Si fuera lo primero, no tendría valor alguno. Para descartar esta posibilidad, se utilizó el resultado de estos estudiantes en el examen de Selectividad, un examen que los profesores de la escuela ni diseñaban ni corregían. Se comprobó que el efecto positivo también se encontraba en los resultados de la Selectividad, descartando que el efecto fuera fruto de la acción inflacionista de los profesores.

Cómo incrementar el rendimiento y los resultados de los estudiantes es un tema que suscita gran interés tanto de los gobiernos, las instituciones educativas, así como de los padres. Los resultados de PISA ponen de manifiesto que hay mucho margen para mejorar la posición que ocupa España en dicho ranking. Aunque el énfasis se haya puesto en los recursos destinados a la educación, estos resultados proponen una vía complementaria para incrementar el resultado de los estudiantes incurriendo en un coste muy bajo.

El experimento natural permitió comprobar que la información sobre el rendimiento relativo tuvo un efecto positivo. Sin embargo, también planteó nuevas preguntas interesantes. Aunque el énfasis de ese estudio estuviera en el rendimiento de los estudiantes hay otro tipo de variables que también resultaban de gran interés. En particular, no se podía comprobar si la provisión de esta información afectaba a la satisfacción y bienestar de los estudiantes, algo que genera gran interés entre los padres y el profesorado. Para responder a esta pregunta así como para ver cómo de firmes eran los efectos que se habían identificado, se diseñó un experimento de laboratorio, cuyos resultados pueden verse en el segundo trabajo [aquí].

En el laboratorio, a los individuos se les pagaba por resolver correctamente sumas y a continuación se les preguntaba por su satisfacción. Esta abstracción del entorno real es una gran desventaja del laboratorio en comparación a datos reales de campo. Sin embargo, la gran ventaja del experimento de laboratorio es que se puede asignar a los individuos aleatoriamente entre el grupo de control (sin información sobre la media del grupo) y el grupo de tratamiento (con información sobre la media del grupo) de manera que la identificación del efecto clara. Además, podíamos medir no sólo el rendimiento de los sujetos sino también su satisfacción. Los individuos que recibieron la información sobre la media resolvieron más sumas correctamente, corroborando el efecto positivo en el rendimiento encontrado anteriormente. También pudimos comprobar que la comparación social también afecta a la satisfacción de los individuos. Aquellos individuos que saben que están por debajo de la media, se declaran menos satisfechos que aquellos que no lo saben, mientras que aquellos que saben que están por encima de la media dicen estar más satisfechos que aquellos que no lo saben.

Estos dos estudios indican que los individuos son motivados por la información que les facilita la comparación social y que su provisión tiene efectos positivos en su rendimiento. Sin embargo también tiene efectos en el bienestar o satisfacción de los individuos, aumentando la desigualdad en el bienestar entre los individuos. Como ocurre con los incentivos monetarios el uso de esta información parece tener sus ventajas y desventajas, que habrá que sopesar en cada uno de los entornos.