Los problemas bancarios son una parte fundamental de esta crisis generalizada y sólo un plan razonable, incluso con defectos en la ejecución, ayudará ya mucho a resolver nuestra situación. Vaya por delante que todos los planes requieren encontrar capital para su financiación, capital que esté dispuesto a absorber pérdidas, más específicamente, la primera pérdida; que sería ideal que el capital fuese extranjero (público o privado) pero que no es realista el pensar que esto pueda suceder y que por tanto esto deja como única alternativa el capital público español, que como intenté demostrar en el anterior post está ya muy comprometido con la crisis bancaria. La cosa es utilizar el escaso capital público de una forma que lleve a una resolución de la crisis, no a la “patada a seguir.” Se da el aval porque no computa como deuda pero el objetivo no debe ser resolver un problema de mercadotecnia, tiene que ser resolver los problemas de España, que son reales y no de imagen. Se puede incluso utilizar el programa de avales de una forma más imaginativa, una que no deje tanto control en manos de la entidad beneficiaria que, tal como están las cosas tiene el “put” perfecto y que por tanto procede a maximizar volatilidad.
En los posts anteriores discutimos alguno de los problemas que aquejan a nuestro sistema financiero. En este quiero proponer ideas, muchas my conocidas. Todo lo que propongo y menciono es injusto: Injusto para el contribuyente, los españoles a los se les ha fallado de forma impresentable, para las entidades bien gestionadas a las que se fuerza a absorber las pérdidas de las entidades irresponsables mediante Esquemas de Proteccion de Activos (EPAs) financiadas por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), y así. sucesivamente. No me gusta escribir nada de lo que sigue. Y una aclaración: Describo abajo el banco malo pero he de confesar que no me parece factible ni probablemente recomendable a estas alturas; demasiado tarde.
Hay tres estrategias encima de la mesa. La primera consiste en la intervención y “troceamiento” de las entidades infracapitalizadas y sin posibilidad de acceso al mercado de capitales. La segunda es no hacer nada y la tercera es el banco malo. Tal como están las cosas no creo que estas dos sean del todo factibles, por eso describo para empezar la primera opción que encuentro ahora más prometedora.
En lo que sigue procedo en cuatro partes. Primero, intento contestar la pregunta fundamental: ¿Tienen nuestros problemas solución? Lo segundo es aclarar lo que cualquier solución que se proponga tiene que tener como principios. Lo tercero consiste en una propuesta concreta que ahonda en algo que se ha hecho pero tímidamente. La cuarta comenta las dos alternativas encima de la mesa.
1. ¿Tienen solución nuestros problemas?
Sí. Hay que recordar que los problemas de nuestro sector financiero, siendo enormes, palidecen en comparación con los de, por ejemplo, Irlanda; nuestros problemas en lo que se refieren al déficit y la deuda pública siendo también importantes, son mucho menos serios que los de Grecia y Portugal. Nuestros problemas de competitividad, si bien un problema agregado, no son tampoco generalizables a toda la economía española; tenemos un sector dinámico y competitivo que puede servir de fundamento y ejemplo a otra España. España tiene mucho bueno sobre lo que construir y es hora de empezar hacerlo. En esta situación crítica estamos metidos sin tener ninguna necesidad de ello, simplemente por el desastre sin paliativos que ha sido y está siendo la gestión de esta crisis. Es hora de salir del estado de shock en el que al parecer se encuentran nuestras autoridades y buena parte de la sociedad y de tener una conversación seria sobre la que empezar a construir una política más racional
2. Objetivos que tiene que cumplir la resolución de la crisis bancaria
2.a Resolver los problemas de información incompleta y asimétrica
El mercado desconfía de la calidad crediticia de nuestras entidades financieras, salvo contadísimas excepciones, y es por ello que hay un problema enorme de refinanciación de pasivos bancarios, que es lo que ha llevado al estrangulamiento de esté sector y a que esté enganchado a la liquidez del BCE. Hay dos motivos para esta desconfianza. El primero es que nadie sabe bien la elasticidad de la demanda en la región relevante (1) dada la enorme oferta inmobiliaria y (2) el novedoso entorno institucional y macroeconómico en el que estamos; esto es, como no hay precedente es difícil utilizar la experiencia histórica para saber el verdadero nivel de las perdidas en las carteras bancarias, porque no sabemos cuan bajo va a ser el precio del suelo en las afueras de Valencia, o esa promoción inmobiliaria en una cañada de la costa malagueña.
Un segundo motivo es que hay dudas de que las perdidas se estén reconociendo y que distintas entidades con distinto grado de gravedad de los problemas refinancian o dejan de reconocer mora a distinto ritmo, confundiendo al inversor y secando la liquidez. Refinanciar es la reacción automática de cualquier banco en presencia de mora; en esto no somos ni mejores ni peores que nadie, ni suecos, ni japoneses, ni estadounidenses, pero nuestro problema es peor porque a diferencia de suecos, japoneses o estadounidenses no tenemos el control de la política monetaria ni fiscal; atacamos esta crisis bancarias con un corsé asfixiante: Era nuestra falta de instrumentos lo que hacia más urgente que nunca la intervención de las entidades infracapitalizadas y la resolución de los problemas bancarios; esto no tiene nada que ver con las crisis bancarias anteriores porque estamos en una unión monetaria.
Para atacar el primero de los problemas es importante vaciar el mercado. Efectivamente, además de la obvia necesidad de desapalancar balances, vaciar mercados tiene el importante beneficio de resolver un problema de incertidumbre (en el sentido de Knight) que tiene asociado a él probablemente una prima enorme. Sepamos de una vez por todas dónde está el precio de las cosas para atraer capital. Algo ya ocurre, todo hay que decirlo, como mostraba Luis en un excelente post sobre las ventas en Seseña.
El segundo sólo se ataca involucrando a una tercera parte que certifique balances y resuelva los problemas de selección adversa que afectan a nuestro sistema financiero, tanto por la parte de los activos como de los pasivos. ¿Qué quiere esto decir? Que ha de ser “definitivo”: Las dudas sobre la mora sin reconocer deben reducirse al mínimo. Para ello, dada la falta de credibilidad de nuestras entidades, las públicas y las privadas, ha de involucrarse a una tercera parte que certifique la calidad de los balances y el valor de los activos a disponer. Más abajo discuto cuál debe ser el papel de esta tercera parte y en qué punto ha de involucrarse.
La estrategia de fusiones es absurda porque en vez de aclarar la situación patrimonial de las entidades bancarias la ofusca innecesariamente. Se mezclan balances y donde había uno bueno y uno malo ahora hay un que no se sabe lo que es, abundando en los problemas de selección adversa. Hay que consolidar un sector sobredimensionado y al que le sobra muchísima capacidad, sin duda, pero no de esta forma, generando un gigantesco problema de información asimétrica que desanima al inversor y dificulta la refinanciación de pasivos “buenos.”
Me contaba el otro día un importante inversor, a quien no cito por no tener el permiso para hacerlo, que ahora mismo sólo hay capital para activos “super” triple A, que hay muy pocos, o para activos con descuentos gigantescos que las entidades no ofrecen pues abrirían agujeros igualmente grandes en sus balances. El capital no existe en ese rango intermedio, que es donde deben estar buena parte de los activos de los balances bancarios. Esto, si es cierto y creo que lo es, sólo se puede entender como un problema de selección adversa y lo que hay que facilitar es la vuelta de capital privado para restablecer transacciones en ese rango intermedio: No todo ha de venderse a precio de saldo pero mientras ese rango intermedio de oferta de capital privado no exista, no saldrá nada al mercado.
2.b El desapalancamiento y la vuelta de crédito
El esquema a seguir ha de facilitar el despalancamiento del sector financiero y provocar el vaciamiento de los mercados. Esto es, ha de acelerarse el desapalancamiento, que ya se está produciendo, justo es decirlo, para facilitar la vuelta rápida del crédito. El capital para absorber pérdidas y los fondos para comprar activos vendidos a precios de saldo existe, pero esos activos y pasivos han de ofrecerse al mercado, cosa que se sigue sin hacer. Y aquí a lo que me refiero no es solo vender activos sino también es recapitalizar. Por eso la estrategia de la EBA de exigir el 9% fue tan contraprudecente: Fuerza el desapalancamiento sin forzar a su vez nuevo capital en las entidades financieras que es lo que se necesita: Hubiera sido mucho más útil exigir que levantasen una cierta cantidad del mercado aunque a lo mejor no era posible a esas alturas.
Tal y como está procediendo la crisis la estrategia a seguir parece una destinada a reducir balances para mejor ratios y recapitalización mediante la generación de recursos propios. Pero, una resolución “tradicional” de nuestra crisis, mediante la lenta recapitalización del sistema financiera a través de la retención de beneficios, condena a nuestro país a quedarse sin intermediación financiera durante años. España es una economía “bancarizada:” Necesita a los bancos, nos guste o no. España no es EE.UU.: Un shock al sistema bancario tienen un impacto muy distinto en España y en EE.UU. Y todo esto es importante porque dada la situación de la economía española, la lenta recapitalización del sistema bancario español mediante la acumulación de recursos propios tiene el coste de que el crédito no va a fluir a las pymes. Dado que son éstas la que van a ser el motor de la generación de empleo ha de hacerse todo lo posible para mantener su financiación (en este sentido es muy acertada la política del gobierno de aliviar la mora administrativa que las afecta gravemente).
Una vez más, esta estrategia condena a nuestro país a una década perdida, “a la japonesa,” pero con varias diferencias : Japón nunca tuvo los problemas de desempleo que tenemos nosotros, ni la deuda externa, con lo que no dependía del crédito exterior para refinanciarse, tuvo el control de la política monetaria y fiscal que ha sido extraordinariamente acomodaticia durante muchos años; lo de Japón está por ver cómo termina (es increíble también, dicho sea de paso) pero sea como fuere, tenía un arsenal de instrumentos de política económica más rico que el nuestro. Esta flexibilidad que tuvo, y tiene, Japón puede que no sea del todo beneficiosa, como atestiguan los enormes niveles de endeudamiento público a los que ha llegado el gran país asiático, pero lo que es cierto es que tenemos que entender mejor lo peculiar de nuestra situación cuando la comparamos con nuestros precedentes históricos u otros países de recientemente afectados por crisis bancarias.
2.c Capital privado, capital público
El mercado de capitales sospecha que hay un problema de solvencia generalizado. Es por ello que el capital privado no está entrando a los niveles necesarios para recapitalizar al sector financiero español. La entrada de algo de capital privada en la ampliación de Sabadell, después de la absorción de CAM es buena noticia pero recuérdese que la protección, mediante EPAs y demás, fue muy beneficiosa para el banco catalán. Esto es una arma de doble filo porque ahora hay cola entre las entidades y los inversores privados para obtener un trato similar al que obtuvo Sabadell.
El capital privado no va a entrar para absorber la “primera” pérdida pero puede entrar para absorber la “segunda” si el rendimiento es suficientemente atractivo. De esto se sigue que por muy duro que sea aceptarlo (y más para mi decirlo después de llevar tronando desde el principio de esta crisis sobre la necesidad de liquidar entidades) va a haber necesidad de capital público y, es más, éste tiene que entrar de una determinada forma.
Un error gravísimo en la crisis de la eurozona es que el capital público se ha provisto de una forma que sustituía al privado: Por ejemplo cuando se rescata a Grecia el capital público entra de forma que en la estructura de capital es la partida más senior de todas, secando la provisión de liquidez por parte del capital privado que sólo podía entrar para absorber la primera pérdida. Es por ello por lo que tan negativa ha sido la actitud del Banco Central Europeo de negarse a aceptar pérdidas en los bonos griegos que adquirió en el contexto de las operaciones de mercado abierto en ayuda del país heleno: Eso sólo podía significar que bonistas privados tenían que absorber la pérdida que el BCE se negaba absorber, aun teniendo el mismo número ISIN en los activos. Con independencia de la fungibilidad de los fondos, esto indicó a los inversionistas privados que las autoridades europeas iban a hacer todo lo posible, incluso la violación de clausulas contractuales, para evitar las perdidas en sus balances.
El diseño que se proponga por tanto para la resolución de nuestra crisis bancaria tiene que ser tal que el capital público que se ponga sea complementario con el privado y nos sustitutivo, que es lo que se ha hecho una y otra vez en esta crisis. Ha de evitarse a toda costa que lo que se haga “seque” la liquidez para la economía española.
El capital privado no va a entrar a absorber las pérdidas sin reconocer de las entidades fusionadas; es por ello que todas las entidades quieren esos EPAs; de otra manera no hay forma de absorber entidades profundamente deterioradas y atraer capital, como van a tener que hacer en su momento.
2.d Capital español, capital extranjero
Hay dudas sobre si el capital español es suficiente para resolver el problema bancario español: Necesitamos capital extranjero que esté dispuesto a absorber pérdidas, al menos de forma contingente. Dada la incertidumbre sobre la situación bancaria española no es razonable que sea el capital privado extranjero el que entre de una forma subordinada; hay que aceptar como posibilidad que sean fondos públicos de la eurozona los que van a tener que entrar de alguna forma en la resolución de la crisis bancaria española.
El problema de España es que sigue sin quitarse de encima la amenaza de que las necesidades de recapitalización del sistema bancario hunda a un estado ya abrumado por el peso de una fuerte depresión económica pero que intenta salvar de forma encubierta a su sistema financiero. A su vez las entidades bancarias españolas han reaccionado a la política de liquidez del BCE incrementando de forma notable su cartera de deuda soberana española (véase la Figura). El riesgo fundamental de todas las propuestas que incluyen capital público español es que ahonda en ese bucle diabólico que es la conexión del balance público con los bancarios. Una recapitalización a costa del estado puede resultar en un incremento del diferencial que a su vez incida de forma negativa en el valor de la cartera de la deuda soberana de los bancos a los que se intenta ayudar. El capital público español es ahora un bien escaso y ha de utilizarse de tal forma que resuelva de una vez por todas la crisis.