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¿Es malo para el contribuyente el banco malo?

Mucho se ha discutido sobre la resolución de nuestra crisis financiera y en particular sobre la oportunidad de constituir un “banco malo” que es por resumirlo brevemente, un esquema que permite sacar del balance de las entidades en dificultades los activos más deteriorados (a qué precio y cómo vuelvo más abajo). Los globos sondas que han salido constantemente en la prensa hacen pensar que, quizás sorprendentemente, el gobierno no tiene nada claro cómo proceder con lo que no es situación novedosa.

El “banco malo,” que describo en el apéndice a este post (así estamos ya en NeG de sesudos), despierta recelos entre aquellas de nuestras entidades que tiene balances más saneados pues creen que con él se permite la supervivencia de las entidades más débiles lo que solo puede ser acosta de mayor competencia y por tanto de menores beneficios para los bancos. Se propone por tanto que se continúe con la estrategia del Banco de España que consiste en fusionar entidades buenas con malas y ofrecer garantías sobre activos dudosos con fondos públicos, lo que se denomina un esquema de protección de activos. Este es el modelo que se siguió cuando Cajastur absorbió CCM, BBK Cajasur y más recientemente Sabadell CAM. Comenté hace tiempo lo que me parecía esta estrategia: Sigo pensando que es mala pero si bien antes proponía la liquidación de las entidades insolventes ya no estoy tan convencido de que dado todas las barbaridades que se han hecho esta sea ya la mejor solución. La creación de un banco malo es una buena solución para nuestra crisis bancaria aunque presenta varios retos de ejecución, el más importante siendo, por supuesto, el que se refiere a su financiación.

Primero, una aclaración. Es cierto que ha habido entidades más prudentes que otras en la gestión de sus riesgos pero lo que opinen los bancos sobre la estrategia óptima a seguir debe ser irrelevante para el gobierno, que sólo debe pensar en qué es lo que es mejor para los intereses económicos del país. Se ha hecho mucho por rescatar al sistema bancario: Enormes inyecciones de liquidez con fuertes subsidios (o ¿es que de verdad nos creemos que incluso los mejores bancos de Europa pueden endeudarse al 1% por tres años?), avales del estado que se extienden a los bancos pero no, por ejemplo, a las entidades no financieras o el sector de las familias, y ya puestos regalos de última hora para evitar situaciones desagradables… Todas estas medidas, quizás necesarias, han beneficiado al accionariado de los bancos aún en pie, los solventes y los menos solventes, y sobre todo sus tenedores de deuda. No parece por tanto que habiendo favorecido tanto al sector bancario haya también que satisfacer sus intereses en esta encrucijada tan importante para el país.

La estrategia del Banco de España y al parecer del gobierno

La estrategia del Banco de España ha sido la de evitar a toda costa una quiebra de un entidad financiera que resultase en perdidas a los tenedores de la deuda: No hay bonista del sistema financiero español que haya perdido un euro todavía. Este era el objetivo primordial y el secundario la minimización de las perdidas al contribuyente. Como había una situación de insolvencia (en CCM, en Cajasur, en CAM, y en …), contra lo que ha sostenido con tozudez increíble nuestro supervisor, no era posible la fusión sin una transferencia del contribuyente al accionariado de la entidad adquiriente: Como el valor de las entidades intervenidas era negativo la transferencia solo era posible mediante un subsidio. Pregúntese el lector, ¿por qué iba a adquirir un entidad otra que tiene un valor negativo? La respuesta es que lo hacen solo sí se le dan suficientes garantías de que las posibles perdidas serán absorbidas por el estado y este seguro solo puede ser a un precio menor que el riesgo que representan estas pérdidas. Una vez más, para los que al parecer creen que en el sistema bancario español no hay, ni ha habido, problemas de solvencia, hay pérdidas y alguien tiene que absorberlas; como “nada es gratis” tiene que haber una transferencia explícita o implícita. Como explicaré en un próximo post la tardanza en el reconocimiento de la situación de insolvencia de muchas de nuestras entidades ha resultado ya en un cierta socialización de las pérdidas en los balances bancarios.

Se comenta en la prensa que los grandes bancos, léase BBVA y Santander, prefieren una estrategia de fusiones, eso sí que con garantías del estado sobre los activos más deteriorados de los bancos que se adquieren, que esto de la libertad del mercado sólo llega hasta donde llega. Hacen bien en pedirlo porque es beneficioso para sus accionistas pero tiene graves desventajas para nuestra economía y creo que además representa riesgos importantes para los bancos.

Aquí quiero recordar, aunque uno se siente predicado en el desierto a estas alturas, algo que ya hemos comentado en anterior ocasión que es el caso de Bank of America, que con independencia de los problemas que tuviese al inicio de la crisis, pecó de sobreconfianza y “se metió entre pecho y espalda” Countrywide, la más podrida de las agencia hipotecarias estadounidenses, y para no quedarse corto hizo lo propio con Merrill Lynch, que tenía un exposición gigantesca al sector inmobiliario. Bank of America es ahora el peor de los bancos estadounidenses, quizás incluso peor que Citi en lo que, un banco con una larga historia de problemas e incompetencia (cuando esto escribo Goldman Sachs acaba de cambiar su recomendación en lo que a este banco se refiere de “neutral” a “compra”). Pero, recuérdese, esto se hizo en EE.UU. junto a una recapitalización que siguió inmediatamente estas adquisiciones que dotó de algo de estabilidad a esta entidad, al menos de forma transitoria.

En nuestro país se habla de fusiones y no de recapitalizaciones, con lo que uno sospecha que estas fusiones se harán a costa del contribuyente que extenderá la garantía sobre los activos más deteriorados (como se ha hecho en todas las adquisiciones hasta la fecha). Pero es más, casi con toda probabilidad una vez hechas las fusiones empezara el prudente aprovisionamiento por parte de las nuevas entidades para las posibles pérdidas encubiertas. Pero, ¿de dónde salen los recursos propios para estas provisiones en las terribles circunstancias económicas que vive nuestro país? Una vez más esta estrategia sólo resulta en una reducción del crédito, del poquísimo crédito que fluye a nuestra economía.

Sorprende por tanto que desde el gobierno se piense que esta estrategia no compromete los fondos públicos: Lo hace y además de una forma más sibilina, menos transparente para los contribuyente y menos beneficiosa para la economía y de forma más peligrosa para unos bancos que siguen, al parecer, sin internalizar completamente la gravedad de la situación.

¿Es el banco malo, malo para el contribuyente?

No necesariamente. Hagamos un par de supuestos: El primero es que todo el capital para esta operación proviene del contribuyente y que todo se puede hacer sin más impacto que el que se tiene sobre el balance de los bancos afectados por el programa de compra de activos.

Supongamos que la transferencia de los activos se realiza a precio de mercado, que corresponde a un factor de descuento distorsionado por las obvias tensiones de liquidez, o al valor estimado por un modelo creado al efecto para corregir los sesgos en las valoraciones por la falta de liquidez en el mercado (véase más abajo). Este último precio será por tanto algo mayor que el de mercado ya que utilizará un factor de descuento que corrija por estas tensiones que son transitorias.

En este caso el contribuyente adquiere los activos a un precio “justo” en el sentido que es o bien el precio de mercado o uno algo mayor y que, en este último caso, deja al accionariado del banco la prima de liquidez. Es “justo” en que el retorno esperado de estos activos es alto pero es compensación adecuada por el riesgo que se toma. Además el contribuyente entra en el pasivo de los bancos que necesiten de una recapitalización como consecuencia de los agujeros que la transferencia abran, diluyendo al accionariado existente, tomando quizás el control mayoritario de algunas entidades, destituyendo a incompetentes equipos de gestión y beneficiándose de un balance ahora más transparente y con menos activos tóxicos.

El contribuyente pierde claramente si el precio al que se transfieren los activos es el precio de libro neto de provisiones porque nadie se cree que el precio al que los bancos llevan los activos en el balance sea el verdadero ni que las provisiones sean suficientes. En este caso se realiza una transferencia encubierta al accionariado del banco que de producirse seria escandalosa y probablemente ilegal (además Bruselas no nos permitiría hacerlo). Este es el subsidio a evitar por injusto y contraproducente.

Esta claro por tanto que la socialización de las perdidas en el banco malo sólo se produce si hay una transferencia encubierta en el precio de los activos a los que se adquieren los activos.

Y el pasivo del banco malo, ¿de dónde sale?

Este es el gran reto. El estado está en una situación delicada pero es difícil ver como se pueden atraer fondos adicionales al pasivo del banco malo sin que el estado aporte una cantidad considerable para absorber las primeras perdidas si llegaran a producirse. Habiendo dicho esto un diseño claro y transparente del banco malo quizás resulte en una sorpresa en que atraiga más capital privado del previsto. ¿Qué hay que perder? ¿Es que la estrategia que se ha utilizado hasta ahora ha sido un éxito rotundo? Mientras más tiempo pase mayor será la dependencia de nuestro sistema financiero del BCE (ya veremos que ocurre en la subasta a tres años programada para Febrero) y menor será nuestro margen de maniobra.

Pero, ¿no es posible intentar la financiación del banco malo con fondos europeos? ¿Se ha intentado esta posibilidad? Es difícil juzgar las decisiones del gobierno en lo que se refiere la resolución de nuestra crisis bancaria sin saber este extremo. Esta parece un salida obvia: Nuestros problemas siendo graves no son en absoluto inmanejables, aunque la malísima gestión que se ha hecho de todo esto lo ha complicado todo mucho. Una cantidad relativamente modesta, para las cifras que se manejan estos días, para un préstamo al estado español por parte de nuestros socios europeos permitiría la constitución del banco malo; seria mejor si entran como tenedores de deuda del banco malo directamente pero en fin, la cosa son los fondos. ¿No es buen negocio el eliminar a nuestro país como riesgo sistémico mediante la resolución racional de los problemas de su sector financiero? Creo que esto se puede hacer de una forma beneficiosa para todas las partes menos para los equipos directivos de las entidades en peor estado, que probablemente pierdan sus puestos, y sus accionariados que verían fuertemente diluidas su participación.

Una posibilidad es que parte de los fondos para la financiación del banco malo salgan de las primas de riesgo que los bancos pagan al Fondo de Garantía de Depósitos, que es factible si hay bastantes recursos propios relativo al tamaño de las posibles perdidas en los balances de los bancos. Esta es cuestión de números; yo soy algo escéptico a esta solución que tiene algo de mágico y que además compromete el FGD en sí, cosa peligrosa en una unión monetaria (una vez más, todo es distinto por nuestra pertenencia al euro).

Por último está la idea de crear bancos malos gemelos a cada una de las entidades financieras con problemas, donde el pasivo del banco malo sea el activo de la ahora “saneada” entidad. Si el lector no entiende cómo esto es solución a nada no ha de preocuparse: No lo es. Por cierto un relato fascinante de esta “solución” a una escala gigantesca puede encontrarse en el libro “Red Capitalism” que trata sobre las continuas crisis bancarias de China y donde se explica con detalle como se estructuraron los bancos malos siguiendo esta plantilla, con los resultados que se podía esperar de tal proceso de ingeniería financiera.

Apéndice: El banco malo en menos de un página

Luis y yo en un antiguo post tratamos este tema. Brevemente la idea de un banco malo consiste en la creación de una entidad, si tiene que tener una ficha bancaria o no es algo que se puede discutir, que compra a un determinado precio los peores activos de la banca y los deposita en su balance. El pasivo de la entidad, los fondos que permiten la compra de los activos, pueden ser bien fondos públicos o privados, incluso pueden provenir de los mismos bancos que se benefician del programa de compra de activos. En un banco malo todos son los detalles, así que los elaboro uno a uno.

1. El precio de los activos: tres posibilidades:

a. A precio de libro neto de provisiones: Los bancos llevan sus activos en el balance a un determinado valor B. Han provisionado P. El pago por el activo es por tanto B-P. Esta solución tiene dos desventajas.

i. La primera es que como los bancos llevan los activos en los libros a un precio muy superior a su precio real la transferencia en este caso supondría un subsidio al accionariado de los bancos. Esto es escandaloso e inaceptable.

ii. Y esto implica una segunda desventaja, que Bruselas no lo permitiría pues vería en esta solución una recapitalización encubierta de nuestras entidades (para los que quieran sacar nota, recomiendo la nota “Communication from the Comission on the Treatment of Impaired Assets in the Community Banking Sector” de Febrero de 2009 y la opinion del BCE on NAMA, “Opinion of the European Central Bank of 31 August 2009 on the Establishment of the National Asset Management Agency”).

b. A precio de mercado M. Esta solución tiene dos desventajas:

i. No hay mercado con lo que a saber cuál es el precio de mercado.

ii. Si lo hubiera sería, casi con toda probabilidad, menor que el precio de libro y por tanto obligaría a los bancos a reconocer pérdidas.
iii. Y por tanto, dada la posible magnitud de las mismas, obligaría a una recapitalización de las entidades, para la que por ahora no se ven fondos.

c. A “valor económico real,” concepto utilizado por la propia comisión en la opinión antes citada para justificar valoraciones basadas en modelos. Esto es, los precios de los activos a transferir se estiman mediante un modelo que aplica un factor de descuento que es el que habría que aplicar en condiciones “normales.” Para evitar transferencias encubiertas al accionariado del banco dichos modelos tendrían que ser elaborados por una tercera parte, como fue el caso en Irlanda donde se contrató a Blackrock para esta función. El tratamiento de las provisiones en este caso es una cuestión más abiertas y pueden deducirse parcial o totalmente de este “valor económico real.”

2. El pasivo: ¿Cómo se financia el banco malo?

a. Capital público: El estado, fondos europeos, en definitiva, el amable contribuyente español o europeo, provee los fondos. El estado español entra como capital para absorber las primeras pérdidas.

b. Capital privado: El banco malo emite valores bonos quizás con diferentes grados de prioridad; claramente dada la situación es difícil ver cómo entraría el capital privado sin descuentos importantes.