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¿Debería algún Fantasma de la Navidad visitar las sedes de las grandes empresas españolas?

Dadas las fechas en las que estamos y la época de crisis económica en que nos ha tocado vivir, alguien podría estar deseando que algún Fantasma de la Navidad de la conocida novela de Charles Dickens visitara a los altos ejecutivos de las empresas españolas para conseguir que sus empresas se comportaran de una manera más socialmente responsable. Es decir, que fueran altruistas más allá de lo que les obliga la ley. Por ejemplo, persuadidos por el Fantasma de las Navidades Futuras, las empresas podrían intentar mejorar la felicidad de sus empleados, el bienestar de la comunidad de la que la empresa forma parte, ser menos agresivas con el medio ambiente o ayudar en la lucha contra el hambre en los países menos desarrollados. ¿De verdad sería esta visita del Fantasma de la Navidad bueno para nuestra sociedad? En este post voy a intentar resumir a grandes trazos el debate y la evidencia empírica sobre los efectos de la responsabilidad social corporativa de las empresas.

La primera reacción de un lector con sólidos valores morales puede ser dar por sentado que las empresas han de intentar mejorar su responsabilidad social. De la misma manera en que buscamos ser ciudadanos modelo las empresas deberían perseguir ser empresas socialmente más responsables. Sin embargo, Milton Friedman en un famosísimo artículo escrito en el año 1970 niega la mayor y afirma que la responsabilidad social reside en los individuos y no en las empresas (que por supuesto han de cumplir la ley). En particular, Friedman es muy crítico con las políticas de responsabilidad social de las corporaciones que cotizan en bolsa. Si un ejecutivo hace que la empresa que dirige se comporte de manera excesivamente generosa, este ejecutivo está siendo altruista no con sus propios recursos sino con un dinero que en realidad pertenecen a los accionistas de su empresa. La manera correcta de canalizar la generosidad de los accionistas sería que la empresa reparta los correspondientes dividendos y cada accionista decida de manera individual tanto cuan desprendido quiere ser como a quién quiere donar su dinero. En definitiva, según Friedman una excesiva filantropía corporativa puede ser el reflejo de un problema de agencia en el que los ejecutivos aumentan su estatus y prestigio a costa de apropiarse del uso de unos recursos que no les pertenecen.

Este razonamiento de Friedman implica que los ejecutivos tienen que decidir entre cumplir su deber con los accionistas o por el contrario hacer que sus empresas sean más altruistas con la sociedad. Sin embargo, esta disyuntiva no existe -según el propio Friedman- si las empresas pueden aumentar el retorno financiero para sus accionistas al mejorar su comportamiento en relación con el resto de la sociedad. Es decir, que “hacer el bien” no sólo mejora el bienestar de la sociedad sino que además puede beneficiar financieramente a las empresas que destaquen por su virtud. Los argumentos para justificar que ser bueno compensa son muchos y muy variados. Enumero algunos sin ningún ánimo de ser exahustivo.

Los beneficios financieros de “hacer el bien”

Para empezar, los consumidores pueden valorar los comportamientos socialmente más responsables y estar dispuestos a pagar un premium por los productos de las empresas altruistas. Ramón Casadesús tiene un artículo que muestra como los consumidores están dispuestos a pagar un premium por ropa confeccionada con algodón orgánico que tiene un menor impacto sobre el medio ambiente. Otro estudio analiza cómo en las subastas de Ebay, aquellos vendedores que se comprometen a donar una parte del precio de venta a organizaciones benéficas, consiguen vender sus productos a un precio más elevado. Otros autores argumentan que las empresas que rediseñan su producción para ser menos agresivos con el medio ambiente aumentan paralelamente su eficiencia consiguiendo una reducción en sus costes de producción. Otros beneficios que pueden venir de “hacer el bien” son una mejor retención del talento de personas que quieren estar orgullosas de su organización o una mayor facilidad de obtención de capital por parte de inversores altruistas.

La evidencia empírica

A raíz del artículo de Friedman, varias generaciones de académicos se han lanzado a investigar empíricamente si las empresas que hacen el bien consiguen a la vez beneficios más altos. Este working paper compila los resultados de 219 artículos académicos escritos entre los años 1972 y 2007 que han estudiado la relación entre diferentes medidas de la Responsabilidad Social Corporativa de las Empresas y sus resultados financieros. Pues bien, un 59% de estos estudios encuentra una relación entre ambas variables no significativa; un 28% encuentra evidencia de una relación positiva mientras que sólo un 2% halla una relación negativa. En base a estos números podríamos interpretar que la posible disyuntiva planteada por el razonamiento de Friedman empíricamente no existe, ya que la inmensa mayoría de investigaciones realizadas no encuentran que las empresas más virtuosas tengan peores resultados financieros. Es decir, el altruismo de las empresas o bien es bueno para su accionistas o bien simplemente no les afecta.

Sin embargo, estos estudios empíricos tienen un problema de identificación de bastante difícil solución y que pueden arrojar serias dudas sobre su validez. Podría darse el caso que las empresas que deciden ser más virtuosas o ser más altruistas sean aquellas que se lo pueden permitir. Es decir, que aquellas empresas que tengan o prevean buenos resultados financieros pueden ser precisamente aquellas que aumenten su inversión en responsabilidad social corporativa (aumenten sus donaciones, reduzcan sus emisiones al medio ambiente, etc). Si este es el caso, las estimaciones arriba mencionadas pueden estar sesgadas y no identificar correctamente el impacto negativo que pueda tener el altruismo social o la virtud en los beneficios de las empresas.

Precisamente, para intentar solucionar este problema de identificación, en este artículo escrito junto con Daniel Fernández seguimos una estrategia empírica basada en estimar que ocurre a las políticas de responsabilidad social corporativa cuando aumenta la presión competitiva a que se ven sometidas las empresas. Si las empresas son socialmente responsables sólo cuando se lo pueden permitir, entonces un aumento de la competencia obligaría a estas empresas a reducir su altruismo. Por el contrario, si “hacer el bien” puede ayudar a mejorar los resultados de las empresas, entonces un aumento de la competencia podría inducir a las empresas a buscar nuevas vías para mejorar su responsabilidad social corporativa. Pues bien, utilizando cambios en la concentración del sector y variaciones en los aranceles a la importación para medir los cambios en la competencia sectorial, encontramos que más competencia parece ir aparejada con un mejor comportamiento social de las empresas. En particular, hallamos que aquellas empresas que experimentan un aumento de la competencia reaccionan mejorando sus ratings de responsabilidad social corporativa y además reducen sus emisiones tóxicas al medio ambiente. Esta evidencia es consistente con un mundo en el que la virtud paga y la disyuntiva entre rendir cuentas a la sociedad o al accionista no existe.

Conclusión

En resumen, hay cierta evidencia de que si el Fantasma de la Navidad visitara a los ejecutivos de las empresas y les persuadiera para ser socialmente más responsables sería bueno tanto para la sociedad como para sus accionistas. Sin embargo, yo sugeriría al Fantasma de la Navidad que se ahorrara visitas y realizara una única aparición a Mariano Rajoy. Si simplemente le convence que de verdad se tome en serio la defensa de la competencia y la liberalización de la economía española, simplmente con eso produciría mejoras en eficiencia y productividad; reduciría la factura telefónica del Ministerio de Industria que no tendría que llamar a nadie para que bajaran los precios y además mayor competencia generaría más altruismo en nuestras empresas. ¿Me hará caso el Fantasma de la Navidad?