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Valiente

Debo reconocer que desde este blog siempre he sido bastante negativo con las decisiones recientes de política económica del gobierno. Las causas eran claras. Aprovechando unos ingresos fiscales tan elevados como coyunturales este gobierno (y parte de los anteriores) se había dedicado a gastar como los susodichos fueran permanentes. Las consecuencias, las sabemos todos, déficit público por las nubes, deuda en aumento y las agencias de rating esperando hincar el diente.

Y mis críticas no solo se basaban en lo que se había hecho (mal) pero también en la poca esperanza que tenía en que las cosas se hicieran bien. Pues bien, confirmando rumores de los últimos días, el gobierno se ha atrevido a una reforma bastante sustancial de las pensiones. ¿Habrá sido solo para llevarme la contraria? 😉

La verdad es que estoy un poco sorprendido de que el gobierno se haya atrevido con ellas; tenemos elecciones importantes a finales de este año y a principios del siguiente y una reforma de las pensiones siempre tiene un coste político. Pero la verdad es que lo ha hecho y la reforma (o la propuesta de reforma) no parece del todo mala.

No soy un experto en pensiones, pero Javier Díaz Giménez y Julián Díaz-Saavedra tienen un papel muy bueno publicado en el RED que analiza este problema en particular y una reforma sorprendentemente parecida a la propuesta. Es complicado hacer justicia al papel pero lo intentaré.

El papel empieza destacando los problemas de un sistema como el nuestro que son, básicamente, el envejecimiento de la población y la tendencia de los trabajadores a pre-jubilarse. Mientras que 1997 había 23 retirados por cada 100 personas en edad de trabajar, los datos nos dicen que ese número aumentará a 56 en el 2050 por el aumento de la esperanza de vida y la bajada de la mortalidad. Además, la participación ha bajado unos 25 puntos porcentuales en los últimos 30 años para hombres entre 55 y 64 años de edad.

Después describe un modelo que intenta replicar las características básicas del sistema de pensiones español y analiza las consecuencias de retrasar la edad de jubilación de 65 a 68 en el año 2010 (un poco tarde para eso) y de la edad efectiva de jubilación de 60 a 63. Los resultados son espectaculares. Mientras que no hacer nada pondría el sistema en bancarrota hacia el año 2060 (con una deuda de la Seguridad Social igual a dos veces el producto interior bruto) los cambios propuestos el papel (sorprendentemente parecidos a los que el gobierno a puesto sobre la mesa) harían que el sistema estuviera en superávit en las mismas fechas.

Dicho esto, solo darle la enhorabuena al equipo económico del gobierno por su “valiente” propuesta de reforma que con casi toda seguridad le traerá algún que otro coste en número de votos.