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Deficit 2013: Luces y Sombras...

de J.Ignacio Conde-Ruiz (@conderuiz), Carmen Marín y Juan Rubio-Ramírez 

Este post es una versión ampliada de un artículo publicado en el país el pasado 9 de abril.

A primera vista, el 2013 ha sido un buen año para el déficit público. El gobierno ha conseguido un éxito notable haciendo público un déficit del -6,6% del PIB, para el conjunto de las Administraciones Públicas (AA.PP.) y sin tener en cuenta las ayudas bancarias. Así, nos hemos quedado muy cerca del objetivo comprometido con Bruselas del -6,5% del PIB. El éxito es aun mayor si tenemos en cuenta que, hace apenas unas semanas, la mayoría de las predicciones arrojaban cifras más negativas. Ahora bien, es importante recordar que este objetivo se relajó considerablemente en poco más de un año, puesto que en Abril de 2012 el objetivo para 2013 era del 3% del PIB. En el Gráfico 1 mostramos como los objetivos de déficit se han ido rebajando año tras año.

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 Por nivel de administración, tanto la Administración Central como las Comunidades Autónomas (CC.AA.) han incumplido sus objetivos de déficit. La Administración Central  ha cerrado 2013 con un déficit del -4,33% PIB siendo su objetivo del -3,8. Por su parte, las CC.AA. cerraron con un déficit del -1,54% siendo su objetivo del -1,3%. En cambio, tanto las Corporaciones Locales (CC.LL.) como la Seguridad Social han cumplido con sus objetivos (véase Tabla 1).

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 Dada la coyuntura económica actual, conseguir estos números es un éxito en sí mismo. ¿Cómo hemos llegado a esta cifra? En el año 2012, el déficit fue del 6,84% del PIB, por lo que durante el 2013 éste se ha reducido en 0,22 puntos de PIB. La reducción se debe, principalmente, al aumento de los ingresos (0,59 puntos de PIB) ya que el gasto aumentó en 0,38 puntos de PIB. Veamos el análisis por partidas de ingresos y gastos.

Por la parte de los ingresos, el aumento de 0,59 pp. de PIB se debe al aumento de 0,55 pp. PIB de la recaudación a través de los impuestos a la producción e Importaciones, es decir, IVA e impuestos especiales. Este aumento es consecuencia principal de los efectos de la subida del IVA realizada en septiembre 2012. Por el contrario, las cotizaciones sociales han caído en 0,25 pp. PIB (véase Tabla 2).

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Por la parte de los gastos, destaca la reducción de los gastos de capital que se reducen en un 17% con respecto al año 2012 (caen en 0,42 pp. PIB en un año). Esta caída tan elevada se suma a la acumulada desde 2009 que es de 3,34 pp. PIB. Como resultado nuestro stock de capital público se está deteriorando, lo que tendrá grandes efectos negativos sobre nuestro PIB potencial. Por el contrario, el gasto corriente ha aumentado con respecto al 2012 como consecuencia del aumento del Gasto en Intereses (0,37 pp. PIB) y el aumento del gasto en Prestaciones Sociales (0,32 pp. PIB) que incluye los gastos en pensiones y desempleo (véase Tabla 3).

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También es importante destacar la reducción del gasto en Consumos Intermedios que fue de 0,19 pp. PIB. Esta reducción se ha producido en el cuarto trimestre del año. La explicación podría ser que la contabilidad de las AA.PP. se está haciendo bajo criterios más cercanos al criterio de devengo de lo que históricamente se solía hacer. Como se puede ver, en la Tabla 4, durante los tres primeros trimestres del 2013, el porcentaje de gasto contabilizado respecto del total de gasto de consumos intermedios es mayor al del año anterior. Mientras que en el cuarto trimestre del 2013 se reduce considerablemente la contabilización de este gasto.

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Este hecho llevó a muchos analistas a desconfiar de las cuentas públicas del cuarto trimestre, queriendo ver artimañas donde solo hay un criterio de devengo más en línea con el sentido común. Ahora los consumos intermedios se contabilizan de forma más uniforme a lo largo del año, mientras que antes se concentraban en el cuarto trimestre. Este razonable cambio de criterio contable, de ser cierto,  es además, una de las razones por las que muchos analistas (entre ellos nosotros) predijeron un mayor déficit del finalmente publicado.

Pero no todo son luces, también hay sombras. Primero, parte del éxito se lo debemos al comportamiento de los ayuntamientos que han conseguido un superávit histórico del 0,4% del PIB. Es difícil pensar que ese dato pueda repetirse en un año pre-electoral como el 2014.

Segundo, a pesar de los muchos intentos, los datos indican que seguimos teniendo un grave problema de ingresos públicos. ¿Por qué decimos eso? Los ingresos sobre PIB muy bajos cuando nos comparamos con Europa (37,8% frente al 45,4% de la UE-27). Además, porque el Gobierno no ha conseguido cumplir con sus objetivos recaudatorios. El presupuesto para el año 2013 recogía una previsión de ingresos impositivos de 174.099 millones de euros, pero solo se ha conseguido recaudar 168.847 millones. Destaca el caso del IVA, donde muchas esperanzas estaban depositadas tras los cambios normativos de finales de 2012. El presupuesto para 2013 recogía la intención de recaudar casi 55.000 millones siendo al final la recaudación de 51.900 millones (Tabla 5). Este problema recaudatorio se refleja en  la baja presión fiscal crea serias dudas sobre la sostenibilidad de nuestras cuentas públicas a largo plazo.

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Tercero, los datos de los gastos tampoco son tan buenos como parecen ya que éstos siguen estando por encima del 44% del PIB. Si comparamos esta cifra con nuestra baja presión fiscal, que lleva desde el inicio de la crisis por debajo del 38% del PIB, entendemos el por qué de las dudas sobre la sostenibilidad de nuestras cuentas públicas a largo plazo. Necesitamos generar más ingresos públicos, de eso no hay duda, porque en los próximos años, aunque consigamos reducir el nivel de gasto actual,  hay dos partidas que subirán irremediablemente: el pago por intereses y el gasto asociado al envejecimiento de la población. Por ello, la única salida pasa por aumentar los ingresos. El Gobierno sigue resistiéndose a aceptar este hecho.

Como muestra de esa resistencia, el informe de la comisión de expertos sobre la reforma tributaria presentado hace unas semanas, trabajó sobre el supuesto de mantener una presión fiscal por debajo del 40% del PIB (como se refleja en el programa de estabilidad enviado por el ejecutivo a Bruselas. Aun coincidiendo con la mayoría de las recomendaciones de la comisión, nos parece imposible sostener nuestro estado del bienestar con una presión fiscal tan baja. Cuanto antes se tomen medidas para aumentar la presión fiscal mejor. Una reforma tributaria sin aumento de la presión fiscal es un sin sentido. No dejemos que los (innegablemente) buenos datos del año 2013 nos confundan en este sentido. Es deshonesto hacer creer a los españoles que podemos mantener el estado del bienestar que tenemos con la baja presión fiscal de la que disfrutamos. O aumentamos los ingresos o estaremos obligados a desmantelar algunos programas del estado de bienestar, ésta es la realidad.

Pero ésta no es la única razón detrás de los errores predictivos. Antes de la publicación del dato de déficit para el 2013 el pasado 31 marzo, las estadísticas del Ministerio reflejaban que el déficit a 30 de septiembre era de casi 50.000 millones de euros.  A 31 de marzo del 2014 ese número ha bajado en casi 4.000 millones. ¿Cómo es eso posible? No estamos seguros, pero es algo confuso y que debería ser explicado ya que genera incertidumbre innecesaria. El Ministerio no puede dejar que sombras como esta manchen los logros conseguidos en relación a la transparencia contable. Una mejor política de comunicación sería deseable.

Por último, y desgraciadamente, una muy oscura sombra se cierne sobre casi todas las luces. La deuda pública. Ésta ha llegado a casi el 94% del PIB. Esto nos hace pensar que llegará al 100% al final del presente año. Además, hay que destacar dos cosas importantes y preocupantes. En primer lugar, la deuda ha aumentado más que el déficit (sin tener en cuenta la parte asociada a la ayuda al sistema financiero) y lleva comportándose de esta manera desde 2011. Principalmente, esto se debe a los planes de pago a proveedores, a las aportaciones al Mecanismo Europeo de Estabilidad y a la deuda de tarifa eléctrica. Y en segundo lugar, la deuda es del 94% del PIB, cuando la caja del Tesoro se ha reducido en unos 12.000 millones de euros durante 2013. Si la caja se hubiese mantenido en el nivel con el que comenzó el año, la deuda hubiese alcanzado mayores niveles. Esta creciente deuda es, de nuevo, un reflejo de nuestra baja presión fiscal. Necesitamos más ingresos.

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Así llegamos a la conclusión. Aunque es fundamental aclarar las posibles dudas detrás del buen dato del año 2013, el auténtico dilema al que nos enfrentamos como sociedad es el siguiente: subimos los ingresos o desmantelamos algunos programas de bienestar social. ¿Tendrá el Gobierno la valentía de plantear esta pregunta a los ciudadanos o se esconderá detrás del buen dato de déficit de 2013?