G8H13M5

Hace unos días estuve en Bruselas participando en una conferencia un tanto peculiar. En particular, se celebraba el vigésimoquinto aniversario de la publicación del artículo “The Costs and Benefits of Ownership: A Theory of Vertical and Lateral Integration” escrito por Sandy Grossman y Oliver Hart. En esta entrada voy a resumir brevemente el artículo y después os voy a contar un par de anécdotas que ocurrieron durante la conferencia.

“¿Qué es una empresa? ¿Cuáles son los determinantes del nivel de integración vertical o horizontal de las actividades de una empresa?” Así empieza el famoso artículo de Grossman y Hart, cuyo objetivo no es otro que el ofrecer respuestas a estas preguntas. Es importante señalar que, a pesar de la importancia de las transacciones intraempresa en la economía moderna (por ejemplo, casi el 50 por ciento de las importaciones americanas son intraempresa), la teoría neoclásica no es de mucha utilidad a la hora de entender por qué algunos agentes económicos se agrupan en empresas y llevan a cambio intercambios “al margen” del mercado. Desde el artículo seminal de Ronald Coase en 1937 (“The Nature of the Firm”) sabemos que dicha limitación de la teoría neoclásica estriba en su supuesto de inexistencia de costes de transacción. La conclusión de Coase es que las transacciones intraempresa surgen cuando los costes de transacción asociados con el uso del mercado son particularmente elevados. Ello genera dos preguntas. En primer lugar, ¿cuál es el origen de estos costes de transacción?, y en segundo lugar, ¿por qué estos costes no surgen en transacciones intraempresa? El reciente Premio Nobel Oliver Williamson ha dedicado su carrera académica a entender la primera de esas cuestiones, desarrollando varios modelos de los determinantes de los costes de transacción y enfatizando, en particular, la importancia de las fricciones contractuales y de las inversiones específicas a una relación contractual. Sin embargo, los trabajos de Williamson no arrojan mucha luz a la segunda cuestión: ¿por qué dichos costes de transacción tienen menos importancia en relaciones intraempresa? Las empresas también firman contratos con sus trabajadores y muchas inversiones no dejan de ser específicas por el hecho de ocurrir dentro de una empresa. ¿Qué determina entonces las fronteras de las empresas?

La idea fundamental de Grossman y Hart (1986) es que la integración de una empresa (por parte de otra empresa) conlleva esencialmente la adquisición de sus activos físicos y ello confiere “poder”. Más específicamente, en situaciones en que los contratos son incompletos, el propietario de los activos físicos tiene control sobre el uso de dichos activos en situaciones no contempladas en el contrato firmado entre las partes. Por ejemplo, una empresa no puede forzar a un suministrador a aumentar su producción cuando experimenta un aumento de demanda, a no ser que dicha contingencia estuviese estipulada en un contrato, pero si el suministrador es una división de dicha empresa, es más fácil que la empresa pueda forzar a los trabajadores de esa división a aumentar su producción, ya que si éstos se niegan a hacerlo, uno siempre puede despedir a esos trabajadores y asignar la supervisión o uso de los activos físicos a otros trabajadores.

Aparte de ofrecer una teoría “completa” de las fronteras de las empresas, el artículo de Grossman y Hart (1986) ha tenido un impacto muy profundo en la investigación económica por ofrecer la primera formalización convincente de los conceptos de “poder” y “control” en la ciencia económica (en la conferencia, se discutió la influencia de Marx en relación a estas ideas) y también por haber mostrado la importancia de los contratos incompletos para el diseño óptimo de instituciones. Por ejemplo, el artículo de Grossman y Hart sienta las bases de la teoría moderna de las finanzas corporativas, y ha tenido una influencia marcada en campos tan diversos como la economía política, la economía internacional o el estudio de la governancia de las empresas públicas. Además el artículo inició un intenso debate en el campo de la microeconomía sobre los fundamentos teóricos de la literatura de contratos incompletos, un debate que atrajo a algunos de los más brillantes investigadores en el campo, entre ellos el mismo Hart, pero también el Premio Nobel Eric Maskin, Jean Tirole, John Moore, Ilya Segal, y mi favorito entre todos ellos, Rafa Repullo, cuyos logros ya hemos celebrado en este blog.

El encuentro en Bruselas tuvo un gran nivel y nos dejó algunas anécdotas bien divertidas. La conferencia empezó con un discurso de lo más divertido de John Moore, quien colaboró con Oliver Hart en una importante secuela del artículo de Grossman y Hart (un artículo titulado “Property Rights and the Nature of the Firm” y publicado en 1990). De hecho, la teoría de la empresa que os he resumido anteriorment es comúnmente conocida como la teoría de Grossman-Hart-Moore, o simplemente GHM. John Moore reconoció que dicha terminología no es justa porque las siglas deberían reflejar mejor la importancia relativa de cada uno de estos autores en el proyecto. Moore además sugirió un nuevo método para reflejar dicha relevancia basado en el mínimo común múltiple del número de citas de cada autor en el proyecto. Dado que el artículo de Grossman y Hart tiene unas 5600 citas en google scholar y el de Hart y Moore tiene unas 3500, la teoría de GHM debería referirse de hoy en adelante como la teoría de G8H13M5.

Una de las grandes expectativas de la conferencia era ver a Sandy Grossman en persona. Después de hacer una carrera fulgurante en el mundo académico (en este blog ya se discutió en detalle otra de sus grandes contribuciones a la ciencia económica), a finales de los años 90, Grossman renunció a su cátedra en la Universidad de Pennsylvania (donde, por cierto, da clases Jesús) y se pasó al sector financiero, creando un fondo de inversión que parece que no le ha ido del todo mal (no hay muchos antiguos profesores universitarios que se paseen por el mundo en un jet privado). Resulta además que por el mundo académico norteamericano circulan multitud de historias (o leyendas) acerca de Grossman, algunas de ellas de lo más jugosas (dejo que Jesús os las cuente en algún otro momento ya que seguro que sus fuentes seguro son más fidedignas). En un momento de la conferencia, uno de los ponentes le preguntó directamente a Grossman si una de esas leyendas, una íntimamente relacionada con la importancia de los contratos incompletos, era verdadera. En particular, se cuenta que al comprar una casa en Filadelfia, Grossman quiso escribir un contrato tan detallado con el constructor, que al final, cuando naturalmente acabó ocurriendo algo que no estaba detallado en el contrato, el juez decidió dar la razón al constructor porque el hecho de que Grossman no hubiese incluido tal eventualidad en el contrato sólo podía indicar que no esperaba que se le debiese compensar en dicha situación. Pues bien, después de escuchar la historia con mucha educación, Grossman simplemente sonrió y, al más puro estilo Bill Clinton, dijo que nunca había oído a nadie explicar esa historia (sin llegar a negarla).

Hay 6 comentarios
  • Hay un artículo, muy famoso entre la izquierda de los años 70, de Steven Marglin, “What do bosses do? en la RRPD que puede verse en:
    http://rrp.sagepub.com/content/6/2/60.full.pdf+html
    (se puede descargar gratis en la pag. Del autor:
    http://www.stephenmarglin.com/articles.shtml
    También hay una réplica de David Landes, colega de Marglin en Harvard, “What do bosses really do?
    David S. Landes (1986). What Do Bosses Really Do?. The Journal of Economic History, 46, pp 585-623 doi:10.1017/S0022050700046799
    Saludos

  • There is an infamous story about Grossman remodeling his house. Having worked on incomplete contracts, Grossman was extra careful to write a contract so there was no wiggle room for the contractor to hold him up. Inevitably, they fell into dispute. The judge said that with the contract that is normally signed he would have sided with homeowner in this kind of dispute. But since a non-standard and rather complex contract was written, the contingency under dispute must have been considered and dismissed. Hence, the judge found in favor of the builder. In other words, Grossman’s attempt to write a complete contract backfired and hurt him in the contract dispute.

    When asked about his story, Grossman said “he had never heard it”. Via a Clintonesque use of wording, Grossman gave an incomplete answer and avoided the main thrust of the question …

    http://cheaptalk.org/2011/06/27/9094/

  • Magnífica entrada, Pol. Siguiendo con las anécdotas posiblemente apócrifas de Grossman, mi favorita es la que dice que cuando hizo su presentación pública el "dean" de Penn, comentó que estaban muy contentos de haber conseguido que viniera a aquella universidad. En su respuesta, Grossman dijo que le habían perturbado las palabras del "dean": "si hubiera negociado tan bien como creía, ustedes no debían estar contentos sino indiferentes".

  • Este es un tema apasionante incluso para los lerdos en Economía como yo. Con el dibido respeto al artículo de esos Grossmann y Hart, que seguro que de esto saben muchisimos más que yo, creo que más "poder" y "control" cuando los contratos son incompletos, es la "información" lo que hace que el coste de las transacciones intraempresa sea menor. Sin embargo, de este asunto a mi lo que me interesa es la situación inversa, de la que nadie tiene tendencia a hablar, y que respondería a la siguiente cuestión: ¿cuales son los costes de las transacciones cuando se separa funcionalmente una empresa o industria integrada, y las transacciones en lugar de tener lugar en el seno de la empresa tienen lugar a través del mercado? El otro dia estuve en un seminario sobre el borrador de RD sobre generadores distribuidos de pequeña potencia. De forma inmisericorde con el auditorio los representantes de cada una de las tecnologias de referencia iban desgranando lo que ellos llamaban "barreras", sobre todo barreras administrativas, mientras pensaba, "¡no son barreras, son costes de las transacciones, estúpidos!", y meditaba sobre la forma salvaje en que el "unbundling" de las empresas eléctricas y la creación de un mercado eléctrico completamente liberalizado para todos los consumidores, ha ido introduciendo costes de las transacciones en el sector eléctrico español en los últimos 15 años. Solo de pensar en cómo va a ser traspuesto ese RD en cada una de la 17 comunidades autónomas entran escalofríos. Y si solo fuera un único RD con el que habría que lidiar... Los costes de las transacciones introducidos han ido creando todo un mercado de "gestión" de esos costes que nada tiene que ver con la producción, transporte, distribución y comercialización de electricidad, pero en el que participan infinidad de consultores, asesores, expertos, y otros agentes de la más variada condición cuyo interés es enrevesar lo más posible los asuntos para seguir haciendo su negocio. Ello por no hablar del coste de todos los organismos administrativos que se han ido intercalando en la cadena de valor de la antigua industria, y que antes no existían. Todos estos costes, todos, están ligados a la información. No hace falta ser Nobel, modestamente yo no tengo ninguna duda de que lo que Coase llamó "marketing costs" son infinitamente menores, o no existen, en el seno de una empresa integrada.

    Por cierto, tarde, pero creo que Coase también tuvo su Nobel. ¡Ah!, y prefiero "germinal" en lugar de "seminal"

  • KEyNES: Gracias, Marglin y Landes son colegas mios en Harvard (Landes ya retirado) y conozco estos articulos muy bien.

    Jesús: Sandeep Baliga estuvo tambien en la conferencia, con lo que no me extranya que haya escrito algo parecido (no sabia que tenia un blog). La coincidencia en la referencia "Clintoneana" es mas curiosa, pero fue una analogia que se comento mucho en la conferencia.

    Antonio: ya la habia oido y es muy buena. Ademas parece ser que casi seguro es cierta.

  • Al parecer, el día de su presentación como profesor en Penn, ante la visible alegría de los presentes, manifestó que debía haber negociado realmente mal su salario; él esperaría haber sido recibido con una fuerte indiferencia.

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