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Cómo devaluar en una unión monetaria

Dentro de un par de semanas voy a dirigir un curso de Economía Internacional en el Real Colegio Complutense de Harvard. Gracias al patrocinio de la Fundación Rafael del Pino y de la Fundación CECO, hemos podido reunir a un grupo selecto de profesores de Harvard y MIT (entre ellos, Acemoglu, Duflo, Mankiw y Rodrik), que van a exponernos algunos de sus trabajos recientes. El programa completo lo podéis encontrar aquí.[1]

Me parece especialmente interesante el tema del que nos va a hablar Gita Gopinath, estrella emergente en el campo de la Macroeconomía Internacional. Su charla se va a basar en un artículo muy reciente titulado “Fiscal Devaluations”, que ha escrito con Emmanuel Farhi y Oleg Itskhoki. A continuación os voy a resumir brevemente las ideas básicas del artículo.

Varios comentaristas han relacionado la reciente crisis en la zona euro con la incapacidad de los países miembros de devaluar sus monedas. El argumento es que si países como Grecia o España pudiesen llevar a cabo una devaluación nominal, ello aumentaría su competitividad en los mercados internacionales y estimularía el crecimiento. Algunos comentaristas han llegado a recomendar que algunos países debieran abandonar la zona euro. Otros comentaristas, han sugerido que la política fiscal podría ser otra herramienta útil para elevar la competitividad de estos países, pero los fundamentos teóricos de dichas recomendaciones no tienden a ser claros.

El objetivo del artículo de Farhi, Gopinath e Itskhoki es precisamente estudiar el efecto de diferentes políticas fiscales en un modelo neo-keynesiano de economía abierta. El resultado principal del trabajo es que una simple combinación de impuestos sobre el valor añadido, el trabajo, el consumo, y la renta pueden ser suficientes para replicar las asignaciones reales que de otra manera se materializarían en una devaluación del tipo de cambio nominal. Más específicamente, el artículo muestra que un aumento uniforme del impuesto sobre el valor añadido y una reducción del impuesto sobre el trabajo (por ejemplo, una reducción en las contribuciones a la seguridad social) tenderán a aumentar la competitividad de los productores de un país sin crear distorsiones en los precios domésticos. La idea es que, dado que el IVA se reembolsa a los exportadores pero se cobra a los importadores, el incremento del IVA generará los mismos efectos sobre la relación de intercambio que una devaluación del tipo de cambio nominal. La reducción del impuesto sobre el trabajo es necesaria para asegurar que los precios de producción domésticos acaben siendo los mismos que en una devaluación nominal. El artículo también muestra que los efectos de una devaluación nominal pueden replicarse mediante una combinación de políticas que incluya el uso de aranceles a la importación y subsidios a la exportación, pero dichas prescripciones no son muy relevantes para los países miembros del euro.

Una de las ventajas de derivar estos resultados en un modelo dinámico de equilibrio general es que ello permite un estudio de los efectos de estos cambios impositivos sobre otros márgenes de decisión. En particular, los autores muestran que la combinación del incremento en el IVA y la reducción en los impuestos del trabajo generalmente no podrán imitar el incremento en demanda doméstica generada por el aumento en la oferta de dinero que acompaña una devaluación nominal. Sin embargo, ese aumento en demanda de nuevo puede inducirse con el uso de políticas fiscales, en particular mediante una reducción de los impuestos al consumo (o mediante políticas especiales de subvención al consumo). Además esa reducción debe ser compensada con un aumento en el impuesto sobre la renta para corregir las distorsiones que la subvención al consumo genera sobre la decisión de oferta de trabajo de los hogares.

Los resultados del artículo parecen muy robustos. No dependen de si los precios de los bienes son rígidos en la moneda del país productor o en la moneda del país comprador (algo que sí es importante para algunos resultados claves en los modelos neo-keynesianos de economía abierta). El grado de rigidez salarial tampoco es importante para los resultados cualitativos del modelo. En ciertas circunstancias, la existencia de déficits comerciales puede complicar el conjunto de políticas fiscales que replican una devaluación nominal, pero ese no es el caso cuando el país se endeuda en una moneda cuya oferta no controla perfectamente, como es el caso de los países de la zona euro. En tal caso, una combinación de cambios en los impuestos sobre el valor añadido, el trabajo, el consumo, y la renta continúan siendo suficientes para llevar a cabo una “devaluación fiscal” incluso cuando existen déficits comerciales.

Otro de los resultados sorprendentes (¡y relevantes!) del artículo de Farhi, Gopinath e Itskhoki es que la combinación de políticas fiscales que replica la devaluación nominal no tiene ningún efecto sobre el déficit público ya que no afecta los ingresos netos fiscales. Finalmente, los autores muestran que existen condiciones en que dichas devaluaciones son óptimas desde un punto de vista de bienestar agregado, en particular cuando un país sufre un shock negativo de productividad y los salarios son rígidos a la baja.

El artículo es en su mayor parte de cariz teórico, pero sus resultados son de obvia importancia práctica. El concepto de usar una combinación de cambios en el IVA y en los impuestos del trabajo para fortalecer la competitividad no es una idea nueva (sin ir más lejos, Alemania la implementó en el 2007), pero Gopinath y compañía la han dotado de sólidos fundamentos teóricos y han mostrado qué otro tipo de instrumentos fiscales deben usarse para replicar exactamente los efectos de una devaluación nominal.


[1] El curso está abierto a Técnicos Comerciales y Economistas del Estado y a profesores e investigadores universitarios españoles, pero por alguna razón que no acabo de entender (¡el coste financiero es cero!), genera muy poco interés entre los académicos.