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¿Por qué hay tantas armas en Estados Unidos?

armasDe David Cuberes

Después del reciente tiroteo en un instituto de Oregón que acabó con la vida de diez personas y dejó heridas a otras siete, ha resurgido una vez más  en Estados Unidos el debate sobre si debería existir una restricción legal a la tenencia de armas. El presidente Obama, en una rueda de prensa sonde se mostró visiblemente frustrado e irritado, dejó entrever que este es un problema de muy difícil solución. La realidad es que, en cada ocasión en que se ha debatido este asunto, el Congreso de los Estados Unidos, ha votado en contra de limitar los derechos de los ciudadanos estadounidenses a tener armas de fuego.

Existen varias explicaciones de porque el votante medio en Estados Unidos, supuestamente representado en el Congreso, piensa así. Una posibilidad es que a los ciudadanos americanos les gusta tener armas, quizás porque Estados Unidos se creó en un contexto en el que poseer de una pistola era casi imprescindible para sobrevivir, especialmente en la expansión del país hacia el oeste. Otro argumento, completamente distinto, es que el ciudadano medio americano quiere tener un arma dado que muchos otros ciudadanos tienen también armas, entre ellos muchos que seguramente no debieran tenerlas puesto que, dadas sus condiciones psicológicas, son una obvia amenaza para la sociedad con un arma en las manos. Este segundo razonamiento es precisamente que tener un arma es necesario para defenderse ante la amenaza de gente peligrosa con armas. Es difícil saber hasta qué punto esta afirmación tiene soporte empírico, pero ese es un asunto que no es esencial para la discusión que planteo aquí. La clave es que el ciudadano medio estadounidense, según este argumento, se siente más seguro si tiene una pistola (ver aquí). En esto tiene mucho que ver la Asociación Nacional del Rifle, o NRA (ver aquí), una organización con un gran poder para hacer “lobby” en el Congreso y que, por razones obvias, se ha opuesto siempre a que los potenciales compradores de armas se vean sometidos a exámenes psicológicos (ver aquí). Seguramente, al ciudadano medio americano no le preocupa tanto que su vecino tenga un arma como que un individuo peligroso o psicológicamente inestable la tenga. Con su oposición a los controles psicológicos (y otras regulaciones, como la prohibición de tener armas de asalto) la NRA contribuye en gran parte a que la gente “normal” quiera tener una pistola ya que no es capaz de saber qué proporción de los individuos armados son “psicópatas”.

Como economistas, una forma de analizar este problema es pensar en la decisión de un individuo sobre tener o no tener un arma. Imaginemos que los beneficios de tener un arma vienen dados por el parámetro a, que refleja “afición a las armas” y un parámetro b que captura la protección (o mejor dicho la percepción de protección) que un arma da ante la amenaza de que un intruso aparezca con otra arma en casa del individuo en cuestión. Si en Estados Unidos (o en una ciudad típica americana) hay n individuos con armas, los beneficios de tener un arma son entonces bn. Nótese que estos beneficios están multiplicados por n porque cuantos más individuos con armas hay en la sociedad, mayor es la protección que un arma ofrece a un individuo en concreto en caso de verse amenazado. Supongamos, finalmente, que el coste de tener un arma viene dado por el parámetro c, que puede incluir el coste monetario de comprarla, los impedimentos que el gobierno pone a la compra de armas, o el coste asociado al riesgo de que el arma se dispare en casa de forma accidental. En este modelito, un individuo racional elige tener un arma si a + bn > c, es decir si  n > (c-a)/b. Puesto que todos los individuos en el país o en la ciudad piensan de la misma forma, la parte de la derecha de esta desigualdad nos da el nivel crítico de individuos con arma que hace que todos los ciudadanos elijan tener armas. Otro posible equilibrio es que ningún ciudadano tenga armas. Esto sucede si el número de gente con armas es menor que el valor critico (c-a)/b. Es decir, en este modelo solo es posible encontrarse en un mal equilibrio (todos los ciudadanos tiene armas) y en un buen equilibrio (ninguno de ellos tiene armas).

El modelo es muy simple pero, en mi opinión, captura los elementos básicos de este problema. Además, tiene implicaciones muy claras. En primer lugar, obviamente si a la gente le gusta tener armas (un valor alto de a) habrá más armas en equilibro. En segundo lugar, aumentos en b, es decir la percepción de que uno está más seguro cuando dispone de un arma, aumenta también el número de gente armada. Finalmente, aumentos en el coste de tener un arma (c) reducen el número de individuos con armas.

Pero hay otras implicaciones menos obvias. Por ejemplo, aunque a la gente no le gusten las armas por sí mismas (a=0) o le disgusten las armas (a<0), es perfectamente posible que toda la población acabe teniendo armas si hay un número suficiente de gente que las tiene (es decir si n > c/b). Por otro lado, políticas que intenten reducir el número de armas en el país, por ejemplo a través de concienciar a la población de que tener tantas armas es un error, son completamente inútiles a no ser que consigan convence a un gran número de ciudadanos a abandonar sus armas. En concreto, el cambio tiene que ser suficientemente grande para que el total de ciudadanos con armas pase a estar por debajo del nivel crítico. Esto sugiere que, aunque probablemente alguna gente se plantee la necesidad de reducir el número de armas cada vez que hay una masacre en una escuela, esta reducción no es suficiente para que el ciudadano medio cambie de opinión. El gobierno podría optar por aumentar tanto el coste de tener armas que el nivel crítico de gente con armas acabara siendo toda la población (ň). Pero obviamente esto representaría un coste que aumenta linealmente con la población (c=bň+ a) y sería inviable para las grandes áreas metropolitanas del país (o para toda la población estadounidense).

La moraleja de este sencillo modelo es que, como sucede en modelos económicos de crimen (ver aquí) y en otras muchas aplicaciones en economía (por ejemplo, trampas de pobreza en modelos de crecimiento económico, ver aquí), es natural encontrarse en una situación donde un mal equilibrio (todos los ciudadanos con armas en este ejemplo) es muy difícil de eliminar. Esto implica que, en contra de la percepción de muchos, sobretodo de los que no viven en Estados Unidos, el hecho de que la mayoría de los americanos tengan armas en casa… ¡no implica necesariamente que les guste tenerlas!

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