¿Cómo tener relevancia social usando la Economía Experimental?

De Pedro Rey Biel  (@pedroreybiel)

Escribo estas líneas mientras retorno de la conferencia europea anual de la Economic Science Association (ESA), nombre rimbombante autoimpouesto por los experimentalistas para provocar al resto de los economistas académicos por el hecho de ser los únicos que hacemos lo que caracteriza al método científico: experimentos. Hacía años que no acudía a esta conferencia, y me ha agradado comprobar que la Asociación sigue viva y que los debates académicos, más allá de la sucesión de presentaciones de artículos de investigación, continúan vibrando. En esta ocasión el tema principal que ha sobrevolado gran parte de las sesiones ha sido la (ir)relevancia de la economía académica, y de la disciplina experimental en particular, para resolver problemas reales de nuestra sociedad.

Ésto se ha visto especialmente en dos de las sesiones plenarias, a cargo de Roberto Weber y del Premio Nobel de Economía en 2012 Alvin Roth (del que Vicente Cuñat les habló en su día aquí). La sesión de Roberto, titulada "Experimentando para economistas reales", fue una llamada de atención a salir del ensimismamiento que a veces ocurre entre los investigadores de una área muy específica. Roberto nos ofreció una charla polémica que estableció una analogía divertida entre el declive del rock duro, de tanto éxito en los años ochenta, y el relativo descenso en el número de publicaciones experimentales en revistas generales de economía de primer orden en los últimos años. Ante la caída brutal que se produjo en los años noventa en las ventas de sus discos, los grupos de rock del momento tardaron en entender que su música era repetitiva, monótona y quizá, salvo honrosas excepciones, no tan brillante. De forma similar, la economía experimental, tras una larga lucha por llegar a legitimarse como herramienta de investigación, vivió unos años de esplendor a principios de siglo para, posteriormente, haber caído en un cierto hastío en los últimos años. Ésto lo mostró muy claramente en un gráfico de la evolución temporal en el número de artículos experimentales publicados en las 5 revistas principales de economía, las famosas top 5, en los últimos cuarenta años.

El argumento principal de Roberto Weber es que si queremos que nuestra investigación sea relevante para la sociedad, debemos ser capaces de interesar a nuestros colegas economistas de otras áreas, mostrándoles por qué los experimentos económicos con incentivos tienen implicaciones cruciales para la economía en general. Proponía con ello el que nuestros artículos no contuvieran necesariamente una única fuente de datos, provenientes del laboratorio, sino que se combinaran distintas observaciones empíricas procedentes de entornos más realistas, aunque quizá menos controlados. Combinar de forma inteligente los datos de laboratorio y de campo puede ayudar a cerrar el viejo debate entre el control y la causalidad que permite establecer un experimento de laboratorio, frente a la validez externa, aunque incontrolada, que ofrecen los datos del "mundo real". A algunos nos pareció que el mensaje de fondo de su charla era el correcto, pero quizá nos decepcionó un poco que lo enfocara tanto desde el prisma de qué es lo que se necesita hacer hoy en día para publicar en unas revistas concretas y no tanto sobre qué hacer para entender mejor los fenómenos que estudiamos, e incluso proponer soluciones a los muchos problemas reales que pretendemos estudiar.

La sesión plenaria de Alvin Roth nos dio la impresión contraria. Pocos economistas representan mejor cómo la investigación más asbtracta, en su caso la teoría sobre mecanismos de asignación, puede servir para contribuir a solucionar un problema real y concreto: el de la búsqueda de donantes compatibles de riñones para salvar las vidas de los pacientes. Como ya les contamos, una de las razones principales por las que Roth ganó el Nobel es precisamente su propuesta del diseño de un mecanismo por el que, cuando los órganos de un familiar de un paciente con intención de donar no son compatibles con los de su conocido, se pueda establecer una cadena de contactos, con transplantes simultáneos, por el que los órganos de cada donante son transplantados a los de un paciente con el que no tiene relación pero con el que la compatibilidad es mayor. De esta forma se reducen las angustiosas listas de espera buscando un donante compatible y se crea un mecanismo de asignación de órganos, un "mercado" en el que no se intercambia dinero sino órganos bajo la promesa de que quien dona asegurará que haya un órgano compatible donado para su familiar. Hablaba Roth de experiencias reales de cadenas de hasta 20 donantes interconectados, cuyos familiares habían podido recibir un donante compatible gracias a su propuesta. Dada la importancia que tiene el tamaño de este "mercado" para explotar la búsqueda de compatibilidades de donantes y receptores, nos contaba Roth sus intentos actuales para extender su mecanismo a un ámbito internacional, de forma que un paciente pueda contar con un donante vivo compatible que no sólo no sea su familiar, sino que ni siquiera resida en el mismo país. Cómo se pueden imaginar, la polémica está servida. De hecho, nos explicó con cierto bochorno cómo España, país a la cabeza tanto en técnicas de transplantes de donantes muertos (no tanto inter-vivos) como en prestigio social en transplantes de órganos, fue el único país que vetó su último intento de convencer a los responsables de 28 países de la Unión Europea para crear un sistema que amplíe su mecanismo de intercambio de riñones al ámbito internacional. El argumento, impulsado por la Organización Nacional de Transplantes (ONT), es que lo que plantea Roth, "crear una red internacional de tráfico de órganos" (sic). La ONT no menciona entre sus argumentos que la propuesta no es sólo que unos países (pobres) donen sus órganos a otros (ricos), sino que siempre la donación sea recíproca y controlada, de forma que un país ceda un órgano compatible para un paciente extranjero siempre a cambio de un órgano compatible para un paciente local. Por eso el titular de la foto que les muestro aquí resulta a la vez atractivo y espeluznante (véase aquí o aquí la reacción en prensa).

Escuchando a Roth uno se da cuenta de la dificultad, y a la vez la necesidad, de que los investigadores nos involucremos en el debate social y diseño de políticas públicas basadas en la evidencia. Una de esas dificultades, puede ser precisamente nuestra posible ingenuidad a la hora de entender cómo la sociedad recibe nuestros mensajes: La intención de Roth está lejos de ser la de convertirse en un traficante de órganos. Lo que persigue fundamentalmente es resolver el problema de incompatibilidad ampliando el espectro de posibles donantes al ámbito internacional (de la misma manera que su propuesta original de cadenas de donantes evita tener que reducirse a familiares donantes). A su vez, Roth es consciente de que las realidades administrativas en cuanto a cobertura pública sanitaria y a intereses privados son distintas en distintos países y que, por tanto, si bien él no es favorable a que se compense económicamente por las donaciones, sí cree que los costes sanitarios posteriores a la donación podrían ser cubiertos por el país receptor del órgano, en caso de que no los estuvieran por el país emisor. A fin de cuentas, el coste de un transplante de riñón, aún siendo elevado, es comparable al coste anual de una diálisis, y se paga una sóla vez. El hecho de introducir compensaciones económicas que busquen igualar realidades distintas, ¿suponen realmente la creación de un mercado internacional de tráfico de órganos?

El problema reside en la percepción que se tiene sobre la introducción del dinero en lo que llama "mercados repugnantes": aquellos en los que una masa social de gente se opondría a su existencia, a pesar de no participar activamente en ellos. Existen tres razones fundamentales para la existencia de mercados repugnantes en los que se "trafique" con dinero a cambio de por ejemplo, órganos humanos: 1) la cosificación del cuerpo humano, 2) la posible coerción implícita por la que un individuo de baja renta se pueda ver interpelado por necesidad económica a comerciar con su cuerpo y 3) el argumento de la bola de nieve ("slippery slope") por el que una vez se autoriza un tipo de comercio se terminan permitiendo situaciones aberrantes.

Roth insiste en que  existen diferencias culturales enormes respecto a la aceptación de la creación de estos mercados, y especialmente a la utilización de compensaciones económicas, en los mismos.  Por ejemplo, la aceptación social y la realidad legislativa que la acompaña es muy distinta entre países para "mercados" como el de la gestación subrogada, la prostitución, la legalización de las drogas duras o el cobro de tasas por emisión de productos que contaminen el medio ambiente. Estas diferencias complican aún más la creación de "mercados" internacionales sobre los mismos.

Hablaré en una entrada posterior con más calma sobre éstos temas pero, por hoy, cuando estoy a pocos días de terminar mi labor como editor de este blog, quería dejar constancia de mis renovadas energías en la creencia de que nuestra investigación, cuando se extiende a temas relevantes y se hace de una manera rigurosa pero con afán divulgador, tiene todavía mucho que aportar en los grandes debates de los próximos años. Quizá sea más cómodo no salir de nuestro laboraoriio, y no tener que enfrentarnos a los lobbies de opinión y de intereses privados que se ciernen sobre los grandes debates pero, sigo pensando que bajar al barro del debate público con honestidad y con la mente abierta para entender que por ser un investigador sólo entiendes una parte concreta del problema, es mucho más útil y apasionante... independientemente de en qué revista académica termine publicándose.

Hay 6 comentarios
  • No entiendo muy bien lo de "los costes sanitarios posteriores a la donación podrían ser cubiertos por el país receptor del órgano, en caso de que no los estuvieran por el país emisor."

    Dado que con el método de Roth, todo donante es receptor también (su familiar), ¿no serviría que cada país pagara sus gastos sin transferencia de dinero alguna? El coste sería el mismo tanto si el órgano proviene del mismo país como de otro.

    • Gracias, ALNAIR. El problema es que no en todos los países de donantes potenciales existe una cobertura médica pública de los tratamientos posteriores ala donación. La propuesta incluye el cubrir esos costes para que las diferencias de cobertura entre países no sean un impedimento para conseguir transplantes de donantes compatibles.

  • Pedro, le agradeceré explique por qué usted relaciona la presentación de Roth con la economía experimental. La presentación de Weber sí se relaciona, pero el trabajo de Roth y su presentación es la continuación de una línea con larga tradición relacionada con la ingeniería social pero no con la economía experimental. Quizás usted quiere relacionar las propuestas de solución de problemas específicos con "proyectos piloto", como si estos últimos fueran "experimentos", pero no tienen nada que ver con los experimentos que interesan a Weber.

    Por otra parte, no extraña que la economía experimental haya tenido el típico ciclo de expansión en que se "experimenta" para analizar el potencial seguido por el descubrimiento de las limitaciones de su potencial. O si prefiere, mucho ruido, pocas nueces.

    • Alvin Roth has sido recientemente presidente de la Economic Science Association, la que, como se dice en la entrada, e sla asociación internacional de economía experimental. Él mismo se define como un "market designer", que para llegar a sus propuestas realiza experimentos de laboratorio previamente. También en un estadío posterior, realiza pruebas piloto de los mecanismos que propone.

      La economía experimental sigue siendo una metodología, no un área de estudio, que, como todas (modelización teórica, estimación empírica, etc..) puee ser muy útil si se utiliza bien y se usa en problemas interesantes, se combine o no con otras metodologías y fuentes de datos.

  • Roth se refiere a que si se hiciese un intercambio entre un residente en EEUU y un residente en Filipinas, una vez los receptores vuelven a sus países de origen, el sistema americano se haría cargo del seguimiento de los dos receptores y donantes (y le compensaría)

  • Gracias por el post Pedro y por tu trabajo como editor,

    De primera mano, la interacción con responsables de los programas de trasplantes en España da para alguna otra historieta no reproducible. Pero el titular justifica una conferencia!!!
    Sólo querría añadir 2 puntos.

    - En el fondo de la crítica desde la ONT es parecida a la cuestión de la gestación subrogada en Ucrania y me temo que Roth no ofrece respuesta suficientemente clara. Desde el país rico difícilmente se puede establecer los sistemas de control que existen sobre los
    donantes para asegurar que no existe coacción / pagos encubiertos etc... Para clarificar, estamos hablando de hacer intercambios con Nigeria, Filipinas,
    ya que los problemas parecen centrarse en encontrar donantes para pacientes de minorías.

    - En un paper forthcoming en AER, Azevedo et al. https://eduardomazevedo.github.io/papers/agarwal-et-al-kidney-exchange.pdf
    estiman que con una pool de 300 parejas-receptores se podrían agotar las economías de escala. Un sistema nacional en EEUU debería bastar para alcanzarlo y sólo necesitar el pool internacional para casos de extrema incompatibilidad del receptor. Pero el sistema en EEUU ni se acerca al máximo de posibilidades por el comportamiento estratégico de los hospitales (o grupos de hospitales que crean pools comunes). El problema es que los los 7 pools regionales sólo envían al pool nacional (National Kidney Registry) los pacientes con peores donantes. Y esto no se soluciona aumentando el pool

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