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¿Qué tienen en común la Revolución Americana y la Piedra Rosetta?

Hay pocas cosas que generen un rechazo tan unánime en la población como el pago de impuestos. Al mismo tiempo, la mayoría somos conscientes de que no hay escapatoria ante ellos. Parafraseando a Benjamin Franklin, en la vida solo hay dos certezas: la muerte y los impuestos. En este blog se ha escrito mucho (y bien) sobre impuestos a lo largo de los años (ver por ejemplo aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí). Dado que con esta entrada comienzo mi andadura como colaborador habitual de Nada es Gratis—y anticipándoles que muy a menudo escribiré sobre impuestos porque son el tema principal de mi investigación—hoy quisiera adoptar un enfoque de largo plazo.

En esta entrada voy a tratar de convencerles de que los impuestos son tan antiguos como la civilización misma. De hecho, cada vez está más aceptada la idea de que la imposición es un elemento consustancial a la aparición de los estados (ver, por ejemplo, Sánchez de la Sierra 2020). Además, les mostraré que las estrategias para eludir los impuestos no son, ni mucho menos, un invento reciente. Vengan conmigo en este breve tour histórico.

El Motín del Té se realizó contra una subida bajada de impuestos

Uno de los eventos más conocidos de rechazo popular a los impuestos es el “Motín del té” que se produjo en 1773 en Boston. Se trata de uno de los hitos fundamentales del proceso que terminó llevando a la declaración de independencia de los Estados Unidos de América. La sabiduría popular nos cuenta que los colonos americanos (algunos de ellos disfrazados de indios americanos) arrojaron al mar toda la carga de té de tres buques británicos en protesta por los impuestos que les imponían desde la metrópolis. Esta interpretación explica que el movimiento anti-impuestos surgido en el Partido Republicano en 2009 se autodenominara Tea Party.

Figura 1: El Motín del Té

Sin embargo, en un libro publicado recientemente, Michael Keen (FMI) y Joel Slemrod (Universidad de Michigan) explican con todo lujo de detalles la verdadera historia: los colonos protestaban por una bajada de impuestos, no por una subida. Para entenderlo hace falta un poco de contexto: la Compañía Británica de las Indias Orientales llevaba unos años en crisis y esto suponía un agujero para las arcas de la Corona. A su vez, existía un impuesto al té proveniente de Oriente exportado a América. La existencia de este impuesto había contribuido a la aparición en las colonias de Nueva Inglaterra de un lucrativo negocio de contrabando de té importado de Países Bajos, que manejaban gente como John Hancock y Sam Adams, quienes ya apuntaban maneras como revolucionarios anti-imperialistas en Boston.

Alguien en el gobierno británico tuvo la feliz idea de eliminar el impuesto que gravaba el té importado desde Oriente a Gran Bretaña, de manera que las exportaciones de la Compañía de las Indias Orientales a América fueran más competitivas. La situación financiera de la Compañía mejoraría y, a su vez, los contrabandistas perderían dinero e influencia. ¡Win-win! Resultó que Hancock y Adams tenían más poder de convocatoria de lo anticipado y organizaron la conocida protesta… para quejarse de la bajada de impuestos a sus competidores. Al fin y al cabo, el futuro de su negocio estaba en juego. ¡Los incentivos importan! Lo que sucedió a partir de ahí es historia conocida.

El libro de Keen y Slemrod, para aquellos a los que les pique la curiosidad, se titula Rebellion, Rascals and Revenue: Tax Follies and Wisdom through the Ages (“Rebelión, bribones e ingresos: locuras fiscales y sabiduría a través de los tiempos”; lamentablemente no hay por ahora traducción al español). Está lleno de historias fascinantes relacionadas con los impuestos. Por ejemplo, ¿sabían ustedes que el texto de la famosa Piedra Rosetta consiste principalmente en el establecimiento de una exención fiscal para los templos religiosos y sus sacerdotes, otorgada por el faraón Ptolomeo V (siglo II a.C.)? Al parecer la obtención de ventajas fiscales por parte de los lobbies es una práctica milenaria, y ya desde antiguo les gustaba que sus prebendas quedaran escritas en piedra por si acaso algún gobernante futuro osara eliminarlas.

Figura 2: La Piedra Rosetta

¿Y conocen ustedes el origen de las bellas construcciones llamadas “trulli” que se pueden ver en el pueblo de Alberobello, Italia (ver Figura 3)? Lo han adivinado: también tiene que ver con los impuestos. Resulta que allá por el siglo XVI el reino de Nápoles imponía un oneroso gravamen sobre la propiedad. Como el recolector de impuestos solo acudía una vez al año a cobrarlo, a los lugareños se les ocurrió construir el tejado de sus casas con piedras apiladas sin cemento, de manera que pudieran desmontarlas cuando llegara el cobrador y volver a montarlas después. Desde luego, hay que agradecer a los impuestos haber estimulado la creatividad humana a lo largo de los siglos.

Figura 3: Los “trulli” de Alberobello

Podría seguir contándoles muchas más historias similares porque el libro es largo… pero los editores de este blog me recuerdan que hay un límite de palabras por entrada y tienen buenas razones para aplicarlo. Les dejo el link a esta entretenida entrada de blog, donde los autores del libro cuentan unas cuantas anécdotas más.

Para cerrar esta entrada, tomo prestada otra cita que complementa a la de Franklin: “Los impuestos son el precio que pagamos por la civilización”. Esta se la debemos al jurista Oliver Wendell Holmes Jr. y no está de más recordarla de vez en cuando si en alguna discusión acalorada sobre los impuestos domina la ideología y se echa en falta la evidencia empírica y el conocimiento de la historia.