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Un recorrido por las políticas públicas para mejorar la nutrición – Primera parte

Por Pilar García Gómez, Paula González y Marcos Vera Hernández

Image by wixin lubhon from Pixabay

Introducción

Entre el 26 y 28 de junio se celebraron en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife) las XLIII Jornadas de Economía de la Salud bajo el lema Políticas públicas para la salud: perspectivas desde la economía y la sanidad. Con este lema, el comité científico (presidido por Miguel Ángel Negrín Hernández), no pudo estar más acertado en encargar al prestigioso economista, Pierre Dubois, que hiciera una de las ponencias magistrales de las jornadas en la que habló sobre “Impuestos, etiquetas y restricciones de publicidad: políticas públicas para una mejor nutrición.” Para quienes no tuvieron la suerte de estar allí, les resumimos en esta entrada el contenido de la ponencia. No es la primera vez que se escribe en este blog sobre este tema, pero creemos que la ponencia de Pierre es una buena oportunidad para contrastar el resultado de las distintas políticas destinadas a mejorar la nutrición. Como la ponencia estuvo llena de contenido, y además queremos dar cuenta de un reconocimiento muy entrañable a Beatriz González, hemos decidido que la dividiremos en dos entradas. La segunda será publicada el 10 de octubre.

Reconocimiento a Beatriz González

La ponencia magistral de Pierre fue precedida por un momento muy especial y que nos toca bien de cerca: un emotivo evento en el que la Asociación Española de Economía de la Salud (AES) le concedió a Beatriz González el título de Socia de Honor de AES (intervención, fotos y detalles del acto). Bea, socia número 30 y con más de 40 años de antigüedad en AES, nos confesó que AES es su familia. Sin embargo, cuesta imaginar una familia AES, o incluso la economía de la salud en España, sin Bea. Brillante, tenaz, generosa e incansable, siempre dispuesta a arremangarse para ayudar a un colega, un estudiante, o a cualquiera que lo necesite, Bea no es solo prolífica como académica, —con más de 500 publicaciones en Google Scholar—­, sino que ha jugado un papel fundamental en la asesoría de políticas públicas, trasladando la mejor evidencia disponible. Un claro ejemplo es su participación en el comité de expertos durante la pandemia.

Bea ha sido, es, y seguirá siendo, un referente para muchos, especialmente para las mujeres. Fue la primera presidenta de AES y la primera en recibir este título de socia de honor, y ha marcado muchos otros "primeros" a lo largo de su carrera. Quienes tuvimos el privilegio de asistir a este momento tan especial coincidimos en que Bea ha sido un “role model” a lo largo de nuestras carreras, una fuente constante de inspiración, y un espejo en el que mirarse. Los aplausos que llenaron el Aula Magna – tras las emociones, sonrisas, e incluso risas del emotivo acto – mostraron el aprecio y reconocimiento de la profesión hacia nuestra querida Bea.

La ponencia de Pierre Dubois

En su ponencia magistral, Pierre resumió su investigación sobre políticas para mejorar la nutrición, que ha realizado con varios colaboradores como Pierre Chandon, Rachel Griffith, y Martin O’Connell entre otros. En particular, explicó la metodología y los resultados de estos cuatro artículos (este, este, este, y este otro). Obviamente, en esta entrada no podremos abarcar todo lo que Pierre nos explicó, así que nos centraremos en los resultados más importantes, y aconsejamos a los lectores más interesados en los aspectos metodológicos que consulten los artículos.

Imagen tomada de Dubois, P., Albuquerque, P., Allais, O. et al. Effects of front-of-pack labels on the nutritional quality of supermarket food purchases: evidence from a large-scale randomized controlled trial. J. of the Acad. Mark. Sci.49, 119–138 (2021). https://doi.org/10.1007/s11747-020-00723-5. Reproducida bajo Creative Commons Attribution 4.0 International License http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/. No se han realizado cambios a la imagen.

Etiquetas nutricionales en la parte frontal del envase

Pierre decidió empezar con la política de mayor colorido: las etiquetas nutricionales en la parte frontal del envase (FOP). Estas etiquetas proporcionan información resumida y simplificada sobre el contenido de calorías y/o nutrientes de los alimentos, complementada con símbolos evaluativos y/o codificación por colores. Diferentes países o regiones han adoptado distintos tipos de etiquetas: Simplified Nutritional Labelling System, indicada con una “a” en la imagen, Nutri-Score (b), Nutri-Repère (c), y el Semáforo nutricional (d), según sus objetivos de salud pública y preferencias regulatorias. Pierre nos compartió los resultados de un experimento aleatorio que realizó en el 2016 en 60 supermercados de tres de las cadenas de distribución más grandes de Francia, con el fin de averiguar si las etiquetas nutricionales funcionaban, y cuál de ellas funcionaba mejor. De estos, 20 supermercados funcionaron como grupo de control, y 40 supermercados formaron el grupo de tratamiento (10 por cada tipo de etiqueta).

Los resultados del experimento no fueron muy alentadores. La mejora en la calidad nutricional, medida por el puntaje de la Agencia de Normas Alimentarias (FSA), fue modesta, y ninguna mejora resultó estadísticamente significativa al 5%. De las cuatro etiquetas evaluadas, el Nutri-Score se destacó como la más efectiva, siendo la única cuyas mejoras en la calidad nutricional alcanzaron significancia al 10%.

Los investigadores hicieron algo que, lamentablemente, no siempre se hace en experimentos aleatorios, y es hacer entrevistas (en este caso a clientes de los supermercados) para entender los resultados. Según estas entrevistas, el mejor desempeño del Nutri-Score (b) se debe a que llama la atención de los consumidores igual que el Simplified Nutritional Labelling System (a), y más que las otras dos etiquetas más analíticas que tienen números (c,d), pero facilita a los consumidores el ranking nutricional entre productos.

Hay que tener en cuenta que este estudio está enfocado en ver a qué tipo de etiquetas el consumidor responde más. Si estas etiquetas fueran implementadas, no como un experimento, sino como una política real con un horizonte largo, cabría esperar que las empresas reaccionaran cambiando la composición nutricional de los productos (por ejemplo, disminuyendo las grasas o los azúcares, para pasar de “E” a “C” en el Nutri-Score) y cambiando los precios. Estas reacciones no se esperan en un experimento limitado en el tiempo y en el número de supermercados.

Impuestos sobre bebidas azucaradas

Al abordar el tema de las bebidas azucaradas, Pierre cambia de país y metodología, utilizando una fuente de datos muy rica: Kantar Worldpanel. Con 252 períodos de información sobre 2,500 individuos que viven en el Reino Unido, puede estimar para cada individuo la intensidad de sus preferencias sobre el contenido de azúcar en las bebidas, la preferencia por optar por bebidas y no por snacks sólidos, y la sensibilidad al precio. Tras aclarar que estos parámetros se estiman para cada individuo (¡tremendo un lujo!), y que los datos son sobre bebidas azucaradas y snacks comprados para consumo inmediato (para llevar), nos explica cómo se correlacionan estos parámetros con características cruciales como la edad del consumidor, el nivel socioeconómico del hogar, y el consumo total de azúcar añadido en cada hogar. Esta riqueza de relaciones le permite explicar por qué unos grupos reducen su consumo más que otros en respuesta a la imposición del impuesto.

Al presentar los resultados, Pierre simula el efecto de un impuesto de 25 peniques por litro, similar al que impuso el gobierno británico en 2018. Nos cuenta que este impuesto consigue reducir el consumo de azúcar proveniente de productos para consumo inmediato (bebidas y snacks), especialmente entre los individuos jóvenes (menos de 30 años) y aquellos con menor nivel socioeconómico. Estas son buenas noticias pues estos grupos fueron dos de los tres que el gobierno británico designó como prioritarios. Lo que no son tan buenas noticias es que el impuesto no tuvo un efecto particularmente fuerte en los individuos que viven en hogares donde se consume mucho azúcar añadido (no solo de bebidas, sino en general). Aunque este grupo adquiere muchas bebidas azucaradas para consumo inmediato, su sensibilidad al precio es menor que la de la población general, y por lo tanto el impuesto no es especialmente eficaz en su caso.

Pues por hoy lo dejamos aquí. Esperamos que les esté gustando la entrada, y que lean la segunda parte el 10 de octubre.