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Reformas del Estado de Bienestar y Salud Mental: El Caso del Universal Credit británico.

¿Cómo afectan los programas del Estado de bienestar a la salud mental? La pregunta es realmente interesante porque nuestra salud mental se ve afectada por muchos factores, entre ellos, los ingresos de nuestro hogar, nuestra satisfacción con el trabajo, el tiempo que pasamos con amigos y en general nuestra satisfacción con el ocio, así como la frecuencia con la que estamos sujetos a cierto estrés. Los programas del Estado de bienestar pueden afectar a varios de estos componentes; obviamente a los ingresos del hogar, pero también a nuestra oferta de trabajo y, en consecuencia, a nuestro ocio.

Sobre este tema, los investigadores Mike Brewer, Thang Dang, y Emma Tominey analizan en este artículo una pregunta bien relacionada: cual es el efecto de reemplazar seis programas el Estado de bienestar británicos por uno solo que se llama “Universal Credit” (UC). Como pueden imaginarse, es una reforma mayúscula del Estado de bienestar en la que cambian varios de los componentes que afectan a la salud mental y no siempre en la misma dirección. Los autores realizan una labor estupenda intentado descomponer el efecto total de la reforma sobre la salud mental y el efecto que tuvo en sus distintos componentes. Es un artículo ideal para mostrarnos que se puede aprender mucho más de una evaluación si se analizan los diferentes elementos o mecanismos que si solo estimamos el efecto total.

En 2012, el parlamento del Reino Unido aprueba la ley que establece el UC, cuya implementación empieza en el 2013 en ciertos municipios del norte de Inglaterra, extendiéndose poco a poco al resto del país. Los beneficiarios de los programas de bienestar cambian del sistema anterior (que incluía seis programas de apoyo a individuos y familias) al UC. El cambio al UC no es automático. Solo se realiza cuando el individuo experimenta un cambio en su situación de empleo o de vivienda.

Esto permite a los investigadores comparar la variación en la salud mental de los individuos que entran al desempleo en municipios donde UC no se ha implementado todavía con la variación que experimentan en municipios donde el UC ya se ha implementado. Es de esperar que, en media, la salud mental se deteriore al entrar en desempleo. La pregunta es si se deteriora más o menos en municipios donde está implementado el UC en comparación con municipios bajo el sistema anterior.

El sistema anterior al UC es considerablemente complicado e incluye 6 programas distintos (de vivienda, de apoyo a los ingresos en general y para personas con problemas de salud, de desempleo, y de incentivos al trabajo en general y su extensión para hogares con niños), cada uno con reglas distintas, formularios distintos, y que se han de tramitar en distintos ministerios. Estos seis programas se reemplazan por el UC, que además tiene como requisito que los beneficiarios desempleados deben buscar trabajo activamente durante 30 horas a la semana y que si se les ofrece un trabajo que proporciona ingresos mayores lo han de aceptar. Estas condiciones se intentan vigilar y si se sanciona al beneficiario si se encuentra que las incumplen.

Los investigadores utilizan 199.563 observaciones individuo-año extraídas del UK Household Longitudinal Study para realizar las estimaciones. Para medir la salud mental no se utilizan datos de consultas médicas ni de tratamientos sino las respuestas de cada individuo a las 12 preguntas del “General Health Questionnaire-12”, que a pesar de su nombre, se utiliza con frecuencia para medir salud mental. Los resultados indican que, respecto al sistema anterior, el UC empeora la salud mental de adultos que viven solos (-8.4% de una desviación estándar, DS) y de los padres o madres que no están cohabitando (-13.9% DS); no cambia la de parejas sin niños, y mejora la salud mental de las parejas con niños (25.4% DS).

Estos resultados plantean dos tipos de preguntas: por qué los resultados sobre salud mental varían tanto según la estructura de la familia y qué lecciones podemos aprender. Para ello los investigadores analizan el efecto diferencial que el UC tiene en varios de los componentes que afectan la salud mental y que se pueden medir, aunque sea de manera aproximada.

El primer componente es la complejidad burocrática, que se aproxima por el número de programas sociales de los que el individuo es beneficiario. Con el cambio al UC, se reduce de manera muy importante el número de programas sociales, lo cual de por si tiene ventajas intangibles como la simplificación administrativa, facilidad de hacer seguimiento a los ingresos y condiciones de los programas, etc. Los investigadores encuentran una reducción importante y significativa en esta complejidad burocrática para todas las categorías de estructura del hogar excepto para los padres o madres que no están cohabitando. Esto es bastante interesante para España pues el Componente 22 del Pan de Recuperación, Transformación, y Resiliencia (ver aquí) plantea en la página 27 la posible integración en una única prestación las diferentes modalidades existentes actualmente en el nivel asistencial de protección por desempleo.

El segundo componente que analizan es el de ingresos de programas sociales. Encuentran que dichos ingresos bajan de manera muy importante para los adultos que viven solos y las parejas sin niños, pero no cambia para los dos otros grupos. Estos efectos van a estar muy influenciados por los parámetros de generosidad de los beneficios del UC en comparación con los programas del sistema anterior. El gobierno británico diseñó el UC como un sistema menos generoso que el anterior, pero no es algo que necesariamente pase cuando se simplifican las prestaciones, sino que depende de cómo se sea de generoso cuando se lleve a cabo la simplificación.

El tercer componente que analizan es el de ingresos del hogar, que puede cambiar, entre otras cosas, porque el nuevo sistema tiene incentivos al empleo un tanto distintos a los programas anteriores, y por la regla de al menos 30 horas de búsqueda activa del trabajo. Se encuentra que la renta del hogar aumenta para las parejas (con y sin niños) pero disminuye para los adultos que viven solos y se mantiene constante para los padres o madres que no cohabitan. Son también estos hogares (adultos que viven solos y padres o madres que no están cohabitando) a los que el UC les aumenta la probabilidad de tener problemas pagando las facturas, y a los que su satisfacción con el ocio disminuye. Finalmente, también muestran que el UC aumenta la probabilidad que dejen de recibir beneficios sociales. Esto puede ser porque los individuos no quieran estar sometidos a la condición de buscar trabajo durante 30 horas, porque lleguen a ganar más del máximo establecido, o porque sus ahorros superen los £16,000.

Al ponerlo todo junto podemos entender mejor el efecto del UC en la salud mental. Las parejas con niños experimentaron reducción en la complejidad burocrática y mejora en el ingreso del hogar, por lo que es normal que su salud mental mejorara. Las parejas sin niños experimentaron la reducción en la complejidad burocrática y mejora en la renta del hogar, pero una disminución importante del ingreso recibido de programas sociales, cancelándose uno con otro y resultando en efecto nulo sobre la salud mental. En el caso de adultos que viven solos, a pesar de también experimentar una reducción importante en la complejidad burocrática, el efecto en la renta del hogar, ingreso recibido de programas sociales, y satisfacción con el ocio fue negativo, por lo que se entiende que el efecto total en la salud mental sea negativo.

Una lección aprendida bien importante es la gran heterogeneidad en los efectos de la reforma según la estructura del hogar. Los hogares con sólo un adulto (con o sin niños) fueron los más perjudicados por la reforma. Una pregunta importante es si se debe a que los parámetros de beneficios del UC eran mucho menos generosos que los del sistema anterior para estos grupos, o si se debe a que estos grupos son más vulnerables porque no cuentan con el colchón que representa el otro miembro adulto del hogar que puede aumentar su oferta de trabajo cuando el beneficiario cae en desempleo.

La otra lección es la importancia de no quedarse con el efecto total de una reforma, sino de intentar descomponerla en el efecto de sus componentes para que nos ayude a pensar si será aplicable en otros ámbitos o no. De todas formas, tal y como reconocen los autores, hay que tener en cuenta que los supuestos sobre los que se hace estas descomposiciones son bastante fuertes. Por poner un ejemplo, es considerablemente más fácil de estimar el efecto de la reforma del UC en la complejidad administrativa que el efecto que la reducción en la complejidad administrativa pueda tener sobre la salud mental.

Para acabar la entrada, resaltar que hemos comentado las ventajas para los beneficiarios de un sistema con una prestación única. Un tema en el que el artículo no entra es en la ventajas para los gestores de la prestación. Al respecto se esperaría que la simplificación también ayudase a facilitar la gestión, no solo en cuestiones burocráticas sino también a que la cuantía de la prestación se pueda cambiar sin tener que coordinar varios ministerios.