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Cambiando las actitudes de género en la adolescencia

En Nada es Gratis hemos escrito muchas veces sobre brechas de género (véase el magnífico resumen que hace poco escribió Libertad), incluyendo los resúmenes que se suelen hacer sobre los artículos que se presentan en la conferencia anual del Comité sobre la Situación de la Mujer en la Economía (COSME). En estas entradas (aquí y aquí), Irma Clots y Santi Sánchez nos hablaron de la importancia de los roles y las normas sociales, y recientemente Michela Carlana nos resumió su artículo sobre cómo los estereotipos implícitos de los maestros afecta al rendimiento diferencial de niños y niñas en matemáticas.

Dada la importancia de las normas sociales como una de las causas de las brechas de género, cabe pensar en posibles soluciones. Es claro que no va a ser sencillo; generalmente pensamos que las normas sociales se han formado durante muchos años y que no es fácil cambiarlas en el corto plazo. Uno de los objetivos de las políticas de cuota de género en las listas electorales (véanse los trabajos que Irma Clots y Manuel Bagues han escrito con varios co-autores, por ejemplo aquí y aquí, y aquí) es el de crear mujeres de referencia en la vida pública para intentar cambiar estereotipos y normas sociales.

Cabe pensar que es importante implementar políticas capaces de afectar las normas sociales de los adolescentes, que serán los adultos del futuro. Intuitivamente, parece que será más difícil cambiar las normas sociales una vez se hayan cementado en el cerebro. Los adolescentes no suelen estar muy interesados en la política ni en las elecciones, así que no está tan claro que las políticas de cuota en las listas electorales vayan a tener mucho efecto en ellos. En este sentido me pareció muy interesante este artículo titulado “Reshaping Adolescents' Gender Attitudes: Evidence from a School-Based Experiment in India” que han escrito Diva Dhar, Tarun Jain, y Seema Jayachandran, y que lo presentó Seema en esta conferencia de economía del desarrollo en Londres el fin de semana pasado.

Diva, Tarun, y Seema estudian una intervención diseñada por la ONG Breakthrough, y que se implementó en las escuelas públicas de secundaria de los distritos más conservadores del estado de Haryana, en la India. Como posiblemente les suena, India tiene una fuerte tradición de mejorar las normas de género a través de cuotas electorales (cada cierto tiempo en una municipalidad hay elecciones donde sólo se pueden presentar mujeres) y más recientemente se han implementado políticas que dan incentivos monetarios a familias que tienen niñas (para intentar disminuir el aborto selectivo por género), además los incentivos aumentan si la niña llega a ciertos niveles educativos.

La intervención se trataba de una actividad de 45 minutos que se realizaba durante el día escolar, una vez cada tres semanas, y durante dos años y medio. La intervención era impartida por un facilitador de la ONG, que se reunía con los niños y niñas de la escuela.  La intervención trataba temas como identidad de género, valores, aspiraciones, estereotipos, reconocimiento de la discriminación, etc. No se trataba de una lección, sino todo lo contrario, de un evento muy participativo en el que los adolescentes discutían y trataban estos temas. La labor del facilitador era orientar y guiar la discusión. Por ejemplo, cuando los adolescentes responden que las mujeres cocinan en casa porque son mejores cocinando, el facilitador les recuerda que los cocineros en los restaurantes son generalmente hombres. Y entonces les hace pensar que los hombres también pueden cocinar en casa. La intervención también tiene algún elemento de teatro en la calle, y algunas sesiones sobre liderazgo, hablar en público, etc.

La intervención fue implementada como un experimento en 149 escuelas tratamiento y 164 escuelas control, y para su análisis se escribió un análisis plan (de los que he discutido en alguna ocasión), donde se detalló la metodología de análisis antes de tener los datos. Antes de describir los resultados, cabe destacar algunos resultados descriptivos que se obtuvieron antes de implementar la intervención, y que resultan muy interesantes. El primero es que los alumnos de las escuelas son 55% niñas y 45% niños. La razón del desequilibrio es que las familias envían a los niños a las escuelas privadas con mayor frecuencia que a las niñas. El 57% de las niñas y el 77% de los niños estaban de acuerdo con la afirmación que el papel más importante para una mujer es ser una buena ama de casa, y el 53% de las niñas y 78% de los niños estaban de acuerdo con la afirmación que los niños deben tener más recursos para su educación que las niñas.

Para realizar el análisis, los autores utilizan una batería de preguntas como las que acabo de indicar, y construyen tres medidas “resumen”, una sobre actitudes de género, otra sobre aspiraciones, y otra sobre comportamientos. Gracias a la intervención, la actitud de género mejoró en un 25% de una desviación estándar, la de aspiraciones en un 5%, y la medida de comportamiento en un 32%. Por lo que la intervención ha funcionado muy bien.

Hay dos cuestiones más que me gustaría subrayar. Seguro que no se le escapa al lector que este tipo de preguntas pueden tener un cierto sesgo de respuesta, en el sentido que se responde lo que se considera socialmente aceptable, y no lo que realmente se piensa. Los autores utilizan una estrategia que me pareció muy interesante, y que no había visto nunca: usan una batería de preguntas (diseñadas por un psicólogo) que mide la inclinación de una persona a dar una respuesta socialmente aceptable. Utilizan esta medida de inclinación para ver si los efectos positivos de la intervención son debido a personas con una alta inclinación o no, y lo que obtienen es que no. Es decir, que las mejoras de la intervención son independientes de la inclinación de los adolescentes a dar una respuesta socialmente aceptable.

De los resultados, el que me pareció más interesante es el que los niños cambian más su comportamiento que las niñas. Y es que tiene bastante lógica. Las niñas pueden querer dejar de hacer ciertas tareas en la casa, pero que lo pueden llegar a hacer o no, dependerá de que las dejen. Seguramente, los niños lo tienen un poco más fácil, porque dependerá más de ellos hacer algo. Estoy pensando que será más fácil para un niño convencer a los padres que lo deje cocinar, que no a una niña de convencerles que no quiere cocinar, porque en este caso los padres tendrán que cocinar ellos, o convencer a otra persona para hacerlo.

En resumen, una intervención muy interesante que es capaz de cambiar las actitudes de géneros de adolescentes en la India. Una pregunta que surge es como diseñar la intervención para que pueda llevarse a cabo a gran escala. Es posible que parte del éxito de la intervención se deba a la calidad de los facilitadores de la ONG que realizaron una actividad muy dinámica y entretenida. ¿Se puede conseguir un efecto parecido sin tener estos facilitadores?  Una posibilidad a explorar es que pasaría si se introduce el material en los libros de texto. El artículo cita este otro artículo publicado en el Journal of Political Economy, que encuentra que estudiantes chinos que fueron enseñados usando libros con mensajes más pro-comunistas acabaron teniendo actitudes más favorables al gobierno y peor opinión del libre mercado.

Seguramente, este proyecto no se acaba con este artículo. Sin duda que los autores estarán muy interesados en mostrar si el efecto persiste en el medio y largo plazo, y si la intervención tiene efectos sobre futuras decisiones educativas, de fertilidad, etc. Desde Nada es Gratis, ¡mucha suerte!