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Un escudo europeo para proteger el empleo

Alemania acaba de anunciar un paquete de medidas sin precedentes para paliar el impacto económico de la pandemia del Corona virus. El paquete incluye medidas, que también se están anunciando en muchos países, para garantizar liquidez a las empresas y ayudas a los trabajadores afectados. La diferencia con otros países es el carácter expresamente ilimitado de este escudo de protección. La respuesta alemana demuestra la importancia de contar con un sólido colchón fiscal, algo que los países nórdicos están exigiendo a sus socios desde hace muchos años. Sin embargo, no es el momento de lamentos o titubeos. Necesitamos medidas semejantes en todos los países europeos, y no solo en aquellos que se lo pueden permitir. Ponerlo en práctica requiere una respuesta fiscal contundente por parte de Europa a una escala nunca vista hasta ahora, sobre todo si la crisis se alarga.

El objetivo

Vaya por delante que la prioridad absoluta de las autoridades es parar la propagación descontrolada del virus y prestar atención sanitaria a los afectados. Sin embargo, una respuesta contundente por parte de las autoridades puede evitar que el impacto del parón temporal de la economía se agrave y derive en una larga y profunda recesión. En otras palabras, el objetivo es evitar lo que los economistas llaman histéresis y conseguir que la salida de esta sea lo más rápido posible, es decir, con una recuperación en forma de V, no en U.

El papel fundamental del crédito

La crisis anterior nos enseñó la importancia de mantener intacto el flujo de crédito. En 2008 se produjo un cortocircuito en la oferta de crédito bancario que produjo enormes pérdidas de empleo en España, como demostramos Samuel, Gabriel Jiménez y yo en este artículo. En esta ocasión el problema es el enorme aumento previsto en la demanda de crédito por parte de las empresas que vean como se paraliza su actividad generando dificultades para hacer frente a los pagos a sus empleados, proveedores y el Estado. Además, estas dificultades se pueden propagar rápidamente, dado que las empresas con dificultades dejarán de pagar a sus proveedores si les falta liquidez.

Para hacer frente a esta necesidad de crédito el BCE acaba de anunciar un primer paquete de medidas para proveer liquidez al sistema bancario. Las medidas decepcionaron a los mercados porque, a diferencia de la FED, el BCE no incluyeron una rebaja de los tipos de interés. Además, las declaraciones de Lagarde causaron un revuelo en los mercados porque parecían poner en duda la voluntad del BCE de actuar para mitigar la (posible) escalada de las primas de riesgo de los países más vulnerables cuyas finanzas públicas no permiten una respuesta contundente como la alemana. Sin embargo, las explicaciones posteriores de Philip Lane parecen indicar que el BCE está dispuesto a utilizar todo su arsenal para evitar otra crisis del euro. En palabras del propio Lane:

“No toleraremos ningún riesgo para la buena transmisión de nuestra política monetaria en todas las jurisdicciones de la zona del euro. Evidentemente, estamos dispuestos a hacer más y a ajustar todos nuestros instrumentos, si es necesario, para garantizar que los elevados diferenciales que vemos en respuesta a la aceleración de la propagación del coronavirus no socaven la transmisión.”

Además, el paquete de medidas ha sido aprobado por unanimidad lo que proporciona más credibilidad dada la división que ha caracterizado el Consejo de Gobierno del BCE últimamente.

La necesidad de un backstop

Sin embargo, la inyección de liquidez por parte del BCE no es suficiente. Hay que garantizar que el crédito llegue a las empresas y en particular a las PYMES cuyo acceso al crédito suele deteriorarse lo primero y que, así, el empleo y las rentas de sus trabajadores queden aseguradas, especialmente de aquellos más vulnerables con dificultades para sobrevivir o satisfacer sus primeras necesidades.

El gobierno alemán intenta hacer frente a estas necesidades con tres tipos de medidas:

La flexibilización del llamado Kurzarbeit, un programa que permite compatibilizar la reducción de la jornada laboral con una prestación por desempleo y que inspiró la figura del Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

Una moratoria fiscal para las empresas, permitiendo el aplazamiento del pago de impuestos

Garantías de liquidez para las empresas, sea a través de préstamos por parte de bancos públicos, o garantías del Estado para créditos bancarios a las empresas.

El objetivo de estas medidas es obvio: aliviar la situación de las empresas y evitar en la medida de lo posible la pérdida de puestos de trabajo. Otros gobiernos, como el español, contemplan medidas similares pero lo excepcional del plan alemán es el carácter ilimitado del escudo que proporcionará liquidez a las empresas. Alemania está en posiciones de ofrecer estas facilidades porque sus cuentas públicas están totalmente saneadas y porque ya cuenta con varias facilidades de liquidez. De hecho, según el anuncio del gobierno, Alemania puede movilizar hasta 550 mil millones de euros en un plazo muy breve y siempre dentro el marco europeo que regula las ayudas del Estado.

Por desgracia, el gobierno español se enfrente a márgenes fiscales mucho más estrechos. La introducción unilateral de medidas similares desbocaría el déficit público y muy probablemente generaría una enorme tensión en los mercados financieros. Incluso no está garantizado que España pueda introducir un paquete con medidas mínimas para atender a todos los afectados dentro de los límites presupuestarios actuales. Obviamente, tan pronto como hoy, la Unión Europea (mediante un acuerdo del Eurogrupo) podría relajar las reglas fiscales, aumentando los límites de déficit y/o excluyendo el gasto en determinadas medidas del cálculo del déficit. Pero este paso es claramente insuficiente. Obligaría a los países más afectados a soportar el coste integro de una crisis sanitaria cuyo origen está en China y que podría haber hecho su entrada en Europa por cualquier país europeo. Europa tiene que buscar vías para compartir los riesgos entre todos los europeos y aliviar la presión sobre los países más afectados. Entre las medidas a contemplar está la mutualización de una parte considerable del gasto necesario para poner en marcha planes eficaces en todos los países.

Cuánto más contundente sean los acuerdos alcanzados hoy, más eficaces podrán ser las medidas que tiene previsto anunciar el Gobierno español el martes. El asunto no es baladí. Casi una cuarta parte del empleo en España es de carácter temporal y muchas de las personas con contratos indefinidos tienen poca antigüedad. Ante el miedo de una crisis duradera muchos de estos empleos pueden perderse en los próximos días o semanas. Para evitarlo, el gobierno español tiene que estar en condiciones de anunciar un paquete de medidas que genere confianza en una pronta recuperación y que garantice el acceso a liquidez y el aseguramiento de rentas mientras dure la crisis.

El tiempo apremia y es importante que el Gobierno acierte en las medidas. No tiene sentido hablar de programas masivos para estimular la demanda o de prestaciones incondicionales para todos los afectados. La prioridad es la formulación de un plan contingente que evite las pérdidas de empleo por falta de liquidez. Si la imposición del estado de alarma es eficaz podríamos estar ante un parón de poco más de un mes, comparable al parón programado de las vacaciones de agosto. En este caso, muchas empresas podrán - y deberían - asumir el pago de los salarios de sus empleados durante este período sin necesidad de recurrir a despidos o medidas temporales como un ERTE. Esto será más factible si cuentan con facilidades para aplazar el pago de impuestas y las cotizaciones a la seguridad social. Además, las empresas pueden acordar la recuperación de parte de las horas de trabajo perdidas en los meses sucesivos al restablecimiento de la normalidad. Por el contrario, si la resolución de la crisis sanitaria requiere más tiempo, las empresas tienen que tener la seguridad de contar con medidas generosas que incluyan, además de garantías de liquidez, rebajas temporales en sus cotizaciones y facilidades para acceder a los ERTE en condiciones favorables, siempre priorizando a las empresas y trabajadores en situaciones más frágiles. La reducción de horas o la suspensión temporal del contrato son mecanismos que permiten evitar despidos en empresas solventes y no deberíamos escatimar en recursos para optimizar su uso. El tiempo apremia. ¡Actuemos ya!