En esta entrada os voy a hablar de una de mis últimas contribuciones, escrita con dos amigos cercanos, Carmen Beviá y Antonio Romero-Medina. Esto me dará pie para hablar de otras historias que os darán idea de cómo es la vida de un académico y os ilustrarán cómo la teoría más abstracta puede arrojar luz sobre la realidad y cómo cambiarla.
Nuestro trabajo estudia la trayectoria de una organización que está compuesta por tres tipos de individuos: productivos, medianos y flojitos que contribuyen a la producción de esta organización con un output individual, grande, mediano y pequeño respectivamente. En cada período, la organización decide por votación entre sus miembros dos cosas: la manera de repartir el output, por ejemplo, a todos por igual o proporcionalmente al output individual o una mezcla de esas dos, etc. Y qué individuo se incorpora a la organización. En nuestra mente, el principal ejemplo era el de la universidad española.
Para simplificar suponemos que siempre hay candidatos de los tres tipos dispuestos a ser fichados. La pregunta es ¿qué tipo de políticas adoptará esa organización? ¿Contratará siempre a los mejores? ¿Se repartirá el output de manera meritocrática, igualitaria o de cualquier otra forma?
Este problema se nos había ocurrido a Antonio y a mí, pero la verdad, no éramos capaces de sacarlo adelante. Nos reuníamos y patateábamos el problema como se patatea una comida muy fuerte para tu estómago. Decidimos pues pedirle a Carmen que se uniera al equipo. Ella estaba trabajando por entonces en temas parecidos y se unió a nosotros encantada. Rápidamente el trabajo empezó a despegar.
A todo esto, nuestro buen amigo Juan de Dios Moreno-Ternero estaba pidiendo trabajos para un volumen de homenaje a John Roemer. Y aquí toca hablar de John. Conocí a John hace muchos años a través de Joaquim Silvestre. La fama de John de poco sociable se deshizo rápidamente y me conquistó por su inteligencia y sinceridad. Y esto fue el principio de una bella amistad y de una admiración compartida por mis coautores... O sea que había que contribuir a su homenaje sí o sí. Y decidimos que este paper podría ser adecuado porque sus temas tocaban fibras sensibles de John, del que debo decir, que se considera Marxista practicante.
John Roemer, Elizabeth S. and A. Varick Stout Professor of Political Science and Economics. Universidad de Yale.
El trabajo fluyó muy rápido y enseguida tuvimos resultados de una entidad suficiente como para presentarlos en público. Yo tenía un sabático que pasé primero en Cambridge UK y a partir de marzo en la Northwestern al ladito de Chicago (my kind of town...). Hice un tour presentándolo por varias universidades americanas incluyendo la Georgetown y la George Mason (ambas en Washington), en esta última invitado por César Martinelli. En la primera también estaba, haciendo su doctorado, María Hernández de Benito (hoy en la universidad de Alicante) que había sido mi ayudante en la C3 y a la que yo había convencido para que cruzara el charco.
Había dos cosas que me interesaban en Washington. Por una parte, Roger Lagunoff (Georgetown) había hecho un paper parecido (esto son las pesadillas que tienes de mayor, reemplazando a la que tienes de joven cuando sueñas que te falta una asignatura para acabar la carrera). Afortunadamente Lagunoff es un tipo inteligente, amable y tranquilo que se tomó la cosa a bien y, contento con que le citáramos y discutiéramos su trabajo, me llevó a la cena que suele seguir a los seminarios a un maravilloso restaurante a la vera del Potomac. Por cierto, que el Atlético de Madrid (mi equipo) jugaba las semifinales de la Champions a la hora del seminario. La cosa se arregló con María siguiendo el partido por internet y haciéndome las señales pertinentes mientras yo explicaba la trayectoria del equilibrio Markoviano perfecto. Todo, incluyendo el resultado, salió bien.
En la George Mason hay el único grupo de economistas austríacos que conozco en una universidad entre las 100 mejores del mundo. Y tenía curiosidad por saber su reacción ante nuestro trabajo. Desgraciadamente no aparecieron por mi seminario. De hecho, yo he participado en muchísimos congresos internacionales y no creo haberlos visto nunca. Eso sí, según algunos y algunas, son los economistas de más impacto en el mundo (?).
Pues creo que ya es hora de que os cuente los resultados del trabajo. Que, como los tres mosqueteros, son cuatro, mayormente.
1. Las organizaciones que comienzan con mayoría de agentes flojitos contratan un buen número de agentes medianos que, eventualmente, serán mayoría y decidirán a quien se contrata y cómo se reparte el output. Pero los intereses de estas dos "clases" están perfectamente alineados. Quieren un buen número de agentes productivos pero que no sean tantos como para tener el poder político. A esto, que en un modelo distinto ya estaba en el paper de Lagunoff, le llamamos el "Efecto Cesión".
2. Es muy posible que los agentes de mayor productividad reciban menos de lo que aportan. Esto se debe a que el sistema de reparto se establece por votación y mientras que los mejores sean minoría tendrán que aceptar, democráticamente, el resultado de las votaciones. A esto le llamamos "Explotación" en este caso del más productivo por los menos productivos. Y aquí ocurre en una sociedad perfectamente democrática. Es la "esclavitud de los talentosos" ya señalada en el contexto de imposición óptima por Mirless.
3. La organización no va a contratar siempre a los mejores. Lo hará mientras que no amenacen su supremacía política. De hecho, en muchos casos se contratará el máximo número de agentes productivos que no obtengan el poder político porque si lo obtuvieran, impondrían un reparto proporcional al output individual. Los desgraciados agentes productivos que se quedan en el bíblico llanto y crujir de dientes (desempleo) conforman lo que llamamos "Desempleo Político".
4. La composición de los padres fundadores de la organización determina totalmente la trayectoria de ésta. Si los flojitos o los medianos tienen mayoría al principio, se contratarán agentes muy productivos hasta que estos vayan a alcanzar el poder político y luego se irán contratando alternativamente agentes productivos y medianos. Y el reparto será igualitario. Si los productivos son mayoría sólo se contratará a agentes productivos y cada agente recibirá su productividad.
El lector decidirá si esta parábola le recuerda o no el funcionamiento de muchos departamentos de economía de nuestro país. A nosotros mucho. Y tiene consecuencias. Una vez que las organizaciones están en marcha es muy difícil cambiar su rumbo. Es preferible crear otras nuevas en las que se contrate a lo mejorcito de que el país disponga. Así Francisco I creó el College de France y lo colocó al otro lado de la calle donde está la Sorbona, por entonces sumida en un dulce sueño. O la universidad central de Berlín que se creó con los fichajes de Hegel y Humboldt. El lector puede construirse su ejemplo favorito comparando entre sí a las universidades que se crearon en España a principios de los 80 (como Alicante y otras) y haciendo lo mismo entre las creadas a finales de los 80 (como la Pompeu, la C3 y otras).
La lección es que aumentar la financiación es inútil a no ser que se vincule a la contratación de los mejores y aun así puede no usarse. Los ejemplos de esto último abundan. El programa Ramon y Cajal, cuyos investigadores pueden ser hasta cuatro veces más productivos que los de la media, no ha sido usado en la misma medida por todas las universidades, ¡de 48 sólo 23 usaron este programa!
Resumiendo, los dineros de Europa no nos van a hacer necesariamente más productivos ni van a arreglar nuestros -seculares- problemas con la enseñanza y la productividad porque las organizaciones tienen sus propios objetivos -que suelen ser los de sus grupos dominantes- y usarán esos recursos para mantener el statu quo.[2] Incluso en un modelo en el que no hay camarillas, ni individuos que ejercen influencias en otros y en el que los entrantes adquieren instantáneamente los mismos derechos que los establecidos, es difícil que las organizaciones mediocres dejen de serlo. O las obligamos a competir o creamos otras nuevas, pero cuidado, con unos fundadores de lo mejorcito que haya en el país. No podemos repetir la historia de los dineros de América que nos hicieron más mal que bien convirtiéndonos en uno de los primeros ejemplos de la enfermedad holandesa.
El dinero de más allá de nuestras fronteras que, al final, nos empobreció.
Por último, remarcar que en nuestro modelo no hay competencia entre organizaciones. Si la hubiera, veríamos como hay una fuga de cerebros de las organizaciones menos meritocráticas a las que más. También podríamos ver que el talento se acaba concentrando en muy pocos sitios, una situación que, llevada al extremo, no puede ser óptima (esto último parece ser el caso con los Ramon y Cajal desgraciadamente).
Después de presentar este trabajo en varios seminarios más, me atreví a hacerlo en mi departamento de acogida, el MEDS de la Northwestern. Cuando ya había salido de casa recordé que el color de esta universidad es el morado y que yo tenía una camisa de este color. Así que volví a casa y me cambié de camisa con la consecuencia de que, a pesar del carrerón, llegué al seminario 5 minutos más tarde de la hora de comienzo (y encima sudado). Y allí estaban, professors a los que yo había admirado desde que era pequeñito (Kalai, Wolinsky, Austen-Smith...) y otros fantásticos de la generación más joven (Baliga, Schummer, Persico, Egorov...) con cara de circunstancias que hasta hicieron por reírse cuando, para quitar hierro a mi falta, empecé el seminario con un "Sorry, I'm Spanish". Los grandes son ansí.
P. D. El lector valiente que quiera echarle una legañada al paper final, puede hacerlo aquí.
[1]Agradezco a Carmen Beviá, Cesar Martinelli, Juan de Dios Moreno-Ternero y Antonio Romero-Medina sus comentarios a una versión preliminar de este trabajo. Todos los errores son de mi exclusiva responsabilidad.
[2]Un razonamiento similar se ha usado para criticar parte de la ayuda donada al tercer mundo, ver por ejemplo "The White Man's Burden: Why the West's Efforts to Aid the Rest Have Done So Much ill and So Little Good" de W. Easterly
Hay 10 comentarios
Interesante e ilustrativo, me temo que no solo de la universidad española. Solo una pregunta: en su modelo ¿se contempla la posibilidad de que un mediano pueda pasar a productivo (o al revés) o cambios similares? Si yo fuera productivo y viera como un mediano se lleva los mismo, tendría incentivos a producir menos en la organización (y quizá algo en otra parte).
Hola. Gracias por tus piropos. Ninguna de esas extensiones está considerada. En particular el output de cada tipo está fijo. Pero como señalas, aquí podría haber problemas adicionales si se considera que el esfuerzo hay que motivarlo.
Bravo Luís et al Primero por participar en el homenaje de un big name de la economía al que pude conocer en BCN con Joaquim. Segundo por el texto vuestro que reseñas. No soy 'valiente', que dices tú, como para submergirme en el modelo. Y me pregunto si un viejo artículo de John Cochrane en JPE, en el que decía que lo único que justificaba el tenure en la universidad era que permitía contratar a mejores que a uno mismo,sin tener miedo a perder la posición propia, puede tener que ver con lo que comentais. Greetings
Muchas gracias por tus ánimos Guillem que te reenvío con afecto. Lo que dices de la tenure es muy interesante porque en nuestro modelo hay tenure. O sea que no se trata tanto de que no te echen como de quien controla el cotarro dado que todos vamos a estar dentro. Y aquí es donde la composición interna de los grupos es importante. Por cierto, el modelo ilustra que la tenure no garantiza que vayas a contratar gente mejor que tú ya que si éstos consiguen el control del departamento, van a monopolizar los goodies internos (reducciones docentes, asignaturas golosas, premios, etc.).
'' en la universidad era que permitía contratar a mejores que a uno mismo, sin tener miedo a perder la posición propia'',en
En las empresas privadas estarían encantados de lo mismo: contratar a los mejores sin perder el miedo a perder la posición...o el empleo. Sucede que los profesores de economía estatales (ni los restantes empleados públicos) no enseñan nunca el modelo (pista: no es un modelo micro sino macroeconómico) que les ha dado tamaño beneficio y privilegio ¿porqué será? Saludos
Hola Antonio. Dos precisiones.
La institución de la "tenure" es prácticamente universal en la universidad y no depende de si una universidad es privada o es pública, si es española o USA. O sea que existe en Harvard, Stanford, etc. En el RU fue abolido por Thatcher aunque en muchas universidades de facto hacer "redundant" a alguien es muy difícil. Hay un período de unos dos años de "probation" y tras eso el puesto de trabajo está prácticamente garantizado a no ser que algo grave ocurra.
El funcionariato (otra institución prácticamente universal) trata de corregir los excesos de un sistema en el que cada nuevo gobierno trae a sus gestores. O sea que la diferencia entre una empresa y el estado y es que en el último cada 4 años puede cambiar el CEO (en el sector privado este cambio se produce en promedio cada 7 u 8 años). En España en el siglo XIX tuvimos un sistema prácticamente sin funcionarios lo cual daba lugar a las famosas cesantías magistralmente descritas y criticadas por ejemplo por Galdós en Miau!
En el RU el binomio políticos-funcionarios ha funcionado bastante bien porque obliga a ambos a trabajar juntos (algo de esto ya está ocurriendo en España) lo cual tampoco está exento de problemas, humorísticamente muy bien caracterizados en la serie "Yes, Primer Minister".
La respuesta es correcta, la agradezco, pero se queda en la superficie y no va al fondo de la pregunta. No insistiré mas y solo diré que existe un modelo macro (un modelo económico, un modo de producción, dicho con precisión ), modelo que esta en construcción y que en unos 30 años más dará su paso definitivo, que fue el que hizo que, en el siglo XX, que el Estado y sus funcionarios pasaran del 5-10 % del Pib y población ocupada que tenían en siglo XIX a producir el 50-60% del PIB y emplear en la OCDE del 15 % al 25 % de los trabajadores. Ese modelo, insisto, en pocas décadas, llevará a TODA la población activa a su estimada y privilegiada institución del funcionarato. Con ese modelo, todos los trabajadores, y no solo unos pocos como hoy, perderán el miedo a la presencia de los mejores . Esta era la cuestión planteada. Un saludo
Sólo apuntar que si estás a favor de que los profesores universitarios no seamos funcionarios y nos rijamos por un contrato laboral, estamos del mismo lado. El funcionariato tiene enormes desventajas, entre ellas que tiene un tope salarial ridículo. Mis amigos portugueses de un CV similar ganan el doble que yo. Yo saqué una oposición a los 35 años (titular), otra a los 39 (catedrático) y sanseacabó. A partir de ahí todos los incrementos salariales no son por ascenso, porque no puedes ascender más. Varios amigos míos que trabajan en la empresa privada también piensan en el funcionario como un ser privilegiado y yo les envidio a ellos por su salario. O sea que "the grass of my neighbour is always greener"...
En España hay movimientos potentes de desfuncionarizacion de la universidad entre ellos el más importante ha sido el de ICREA catalán https://www.icrea.cat/es/quienes-somos imitado, no siempre con éxito, por País Vasco, Madrid, Aragón y en unas semanas Valencia.
Muy bueno el post y el articulo. Una manera muy elegante de mostrar un problema comun.
Hace unos años un director de departamento de una universidad españoal me preguntoque podian hacer para mejorar el departamento. Y yo le dije que contrataran a gente buena. Sobre todo gente buena joven, y asi la gente senior buena querria venir. Mi consejo iba mas pensado en las complementariedades (sinergias) entre los trabajadores.
Igualmente, se me quedo mirando com si hubiera pronunciado una blasfemia, e insistio en que necesitaban mas dinero y ya.
Gracias por los elogios Jose. La obsesión por tener más recursos sin hacer reformas internas nos puede acabar haciendo mucho daño con la próxima remesa de oro americano, perdón quise decir euros europeos. Hasta el 2008 o así todas las universidades españolas recibían dinero por el número de alumnos existiendo una notable disparidad entre sus realizaciones.
Efectivamente uno de los elementos que le falta a nuestro modelo es el considerar una estructura productiva más compleja. Nos pareció que no debíamos complicar excesivamente el modelo, que ya nos costó bastante, para centrar nuestra atención en la política interna de los grupos.
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