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DAS KAPITAL (1867) 155 AÑOS DESPUÉS: I. Valor, propiedad y explotación

Agradezco a Carmen Beviá, Juan D. Moreno-Ternero y Santiago Sánchez-Pages sus comentarios a una versión preliminar de este trabajo. Todos los errores u omisiones son de mi exclusiva incumbencia. Estas son mis opiniones y si no les gustan no tengo otras…

La edición alemana de Das Kapital conservada en la biblioteca del estado australiano de Victoria. Cortesía de Juan D. Moreno-Ternero.

A modo de comienzo

Lo diré de entrada. El Capital es, con todos sus defectos, un gran libro. Es uno de los primeros libros de economía que aplica el método científico. Hay una teoría y un continuo intento de dar pruebas empíricas de sus afirmaciones teóricas. Esto contrasta con Smith y Ricardo que, aunque tienen una teoría no intentan dar ningún tipo de dato que la valide o por lo menos que no la rechace.[1] También contrasta con muchos "intelectuales" (de entonces y de más tarde) cuyas ocurrencias pasan por sesudas teorías de la historia y que no son capaces de salir de la anécdota. Recomendado el volumen I en inglés que está gratis acá. No recomendada la edición castellana de Wenceslao Roces en que ni siquiera los capítulos se corresponden con el original.

En esta serie de entradas presentaré algunas reflexiones sobre el aparato analítico de esa obra, fundamentados en la teoría económica moderna. No hay ningún intento de cubrir su obra o de dar una evaluación general más allá de mi ya confesada admiración por el libro. Pero antes permitidme una reflexión para ir cuadrando esto.

A Marx le pilló el cambio de paradigma, algo así como si a un artista renacentista le pilla el barroco. Pero si hubiera podido ver la economía neoclásica en su esplendor no creo que le hubiese molestado el supuesto de maximización de beneficios, todo lo contrario, lo habría reivindicado como suyo. Tampoco el supuesto de competencia perfecta le habría molestado mucho. En sus análisis Marx hace un supuesto parecido, el que las todas las empresas tienen idéntica tasa de beneficio. Ni uno ni otro han de tomarse seriamente. Son más un expediente para cerrar un tema y poder concentrarse en lo que te interesa, la explotación en el caso de Marx y el equilibrio de mercado en el caso neoclásico. Creo que la teoría de la demanda basada en la utilidad le hubiera dejado bastante frío, aunque la explicación de la paradoja del agua y los diamantes (los diamantes son más caros que el agua a pesar de que su utilidad total es menor porque su utilidad marginal es superior) le habría parecido "cute". Y su crítica a la economía neoclásica es probable que hubiera sido su falta de perspectiva histórica. Ídem de la teoría de juegos, más aún Marx dio ejemplos del dilema del prisionero avant la lettre.[2]

Pero basta de especulaciones sobre lo que Marx habría pensado. Demos paso a las especulaciones de lo que un teórico de hoy piensa de una obra escrita hace 155 años.

La teoría del valor trabajo y la explotación

La teoría de que los precios se explican por la cantidad de trabajo incorporado en ellos era para Ricardo, muy posiblemente, sólo una aproximación. Pero esa teoría en una mente germánica con ganas de darle caña al capitalismo se convierte en una característica intrínseca de los objetos producidos. Nada que objetar. Se trata de una definición. Que, además, se puede hacer operativa. Bortkiewicz, Samuelson y Morishima mostraron como bajo ciertos supuestos, es posible el cálculo de tales valores-trabajo. Estos supuestos no son especialmente generales, se requieren rendimientos constantes a escala, ausencia de producción conjunta y que el trabajo es homogéneo o reducible a magnitudes homogéneas. Fuera de esos supuestos, el trabajo incorporado en una mercancía no se puede calcular de manera unívoca. Una interesante discusión de estos temas se halla en este artículo de William Baumol.

La teoría de la explotación, según la cual la fuente de los beneficios es el trabajo, que es el verdadero fin de la teoría valor-trabajo Marxiana, para mí, es escasamente sorprendente. Me parece más bien que se sigue directamente de la presunción de que sólo el trabajo crea valor.

¿Se podría recuperar la teoría de la explotación en términos modernos? Pues algo parecido sí. En el modelo Arrow-Debreu-McKenzie -que es el modelo canónico de equilibrio general- la eficiencia de la asignación de recursos es independiente de la propiedad de estos. O en terminología de Coase, sin costes de transacción, la propiedad es irrelevante para una asignación eficiente de los recursos. Sí lo es para la distribución de estos. En ambos modelos -Arrow-Debreu-McKenzie y Coase- una redistribución completa de todas las propiedades de una nación dando a cada individuo una parte alícuota de los mismos seguida por intercambio en el mercado sólo tendría efectos distributivos. Este tipo de pensamiento dio lugar al llamado "socialismo de mercado". El problema con este enfoque es que los managers de las compañías socialistas no tienen incentivos a maximizar los beneficios ya que no los van a disfrutar. Esto ya ocurre bajo el capitalismo (y dio origen a la literatura sobre el "managerial capitalism) pero se alivia parcialmente por la presión de los principales accionistas y la toma de control a través de la bolsa. Pero bajo el socialismo nadie tiene incentivo ni siquiera a minimizar costes. Porque ¿para qué enfadarse con los proveedores de inputs que no proveen si el sueldo está asegurado para todos?

La propiedad puede crear valor... pero la explotación es relevante

Volviendo al papel de la propiedad, se puede decir que, en general, en un mundo sin costes de transacción y/o con todos los mercados posibles, la propiedad no juega ningún papel productivo. Pero cuando dejamos ese mundo idealizado, como muestra le teoría de los contratos incompletos, hay estructuras de propiedad más eficientes que otras, una introducción a esa literatura puede verse aquí.

Por dar un ejemplo muy sencillo, lo eficiente es que el principal consumidor de los servicios que presta el sillón desde el que estoy escribiendo estas líneas sea su propietario. Pero habría un contrato suficientemente complicado con otro propietario que podría imitar a la perfección al uso de mi propiedad especificando el tiempo que paso sentado, el posible desgaste, etc. Ese contrato sería muy farragoso de leer e imposible de ejecutar por lo que lo más práctico es que yo posea el sillón. O como dice el refrán “el ojo del amo engorda al caballo”.

Finalmente, el que la propiedad juegue un importante papel en las economías modernas no implica la ausencia de explotación. En “A General Theory of Exploitation and Class” (1982) John Roemer provee de fundamentos teóricos a la explotación y a la teoría marxista de las clases sociales usando métodos prestados del equilibrio general y la teoría de juegos. Y en un trabajo mío con Carmen Beviá y Antonio Romero-Medina que ya comenté anteriormente presentamos un modelo muy sencillo de explotación. Pero invertimos al Marxismo de arriba a abajo porque esa explotación se vota democráticamente y consiste en que los trabajadores menos productivos explotan a los más productivos (si Karl levantara la cabeza...) por lo que nuestro trabajo debe ser tomado como un ejemplo de que no debemos olvidar el papel de la explotación en la asignación de recursos. Como tampoco el de la rapiña. But that is a story for another day...

[1] Malthus sí aporta estadísticas en favor de sus hipótesis, ver el capítulo 7 de su obra Ensayo sobre el principio de la población.

[2] Ver Elster (1991), p. 40 y Engels y Marx (1846) Miscellaneous, primer párrafo. Elster además en las pp. 32-3 hace una defensa convincente de la coexistencia del holismo (el todo es más que las partes) y el reduccionismo (el todo es igual a sus partes). Gracias a Santiago Sánchez-Pagés por estas referencias.