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¿Un regalo para toda la vida?

fotoUn comentario a mi entrada de hace un par de meses decía que “las consecuencias económicas del lactivismo merecen ser estudiadas”. Por “lactivismo”, este lector se refería a la promoción activa de la lactancia materna, que parece haberse acentuado en los últimos años. En esta entrada, pretendo realizar una primera aproximación a este tema. En concreto, intento pensar un poco sobre los efectos de la lactancia prolongada sobre la carrera profesional de las madres.

Distintos organismos nacionales e internacionales han venido insistiendo recientemente en los beneficios de la lactancia materna sobre la salud de los niños, en parte como reacción a la difusión de la lactancia artificial en la segunda mitad del siglo XX. La OMS recomienda activamente (desde 2002) la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, y la continuación (en combinación con otros alimentos) hasta los dos años o más. La Unión Europea ha adoptado recomendaciones similares. Esta tendencia también ha generado detractores, como revela la polémica reciente tras la publicación del libro “Víctimas de la lactancia”, en contra de la lactancia prolongada.

Con respecto a los efectos de la lactancia materna sobre los niños, existen muchos estudios documentando efectos positivos sobre salud y desarrollo cognitivo, incluso en países desarrollados y en años recientes. Esto incluye al menos un ensayo clínico con asignación aleatoria a grupos de tratamiento y control (aquí), y varios con datos observacionales pero enfoques econométricos que intentan aislar el efecto causal de manera creíble (por ejemplo aquí y aquí).

Pero, ¿y las madres? Después de todo, dos años de lactancia materna requerirían una importante inversión de su tiempo. Las recomendaciones médicas también mencionan efectos positivos para la salud maternal, reflejados en bajadas de peso post-parto y reducción del riesgo de ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, no he encontrado estudios analizando los efectos de la lactancia prolongada sobre la vuelta al trabajo de la madre y su desarrollo profesional posterior.

Desde luego, parte del problema es la escasez de datos. Necesitaríamos tener a la vez información fiable sobre lactancia y variables relacionadas con el mercado laboral, para una muestra representativa de hogares. Lo más parecido nos lo proporciona la Encuesta Nacional de Salud, que en las dos últimas ediciones (2006 y 2011) incluye preguntas detalladas sobre lactancia, y alguna (pero poca) información sobre actividad laboral.

He seleccionado, en ambas encuestas, la submuestra de hogares con niños de entre 1 y 4 años en el momento de la entrevista. El tamaño de la muestra con datos válidos sobre lactancia es de 3.735 niños, nacidos entre 2001 y 2011. La figura 1 muestra la distribución de la duración de la lactancia materna en meses enteros (censurada en 12).

Figura 1. Duración de la lactancia materna en meses
(Encuesta Nacional de Salud, 2006 y 2011)

Figura1 La duración media de la lactancia materna en la muestra es de casi 5 meses, con una mediana de 4. Como se puede observar en el gráfico, más del 20% de las madres no dan el pecho en absoluto, mientras que casi el 15% lo hace durante más de un año completo. Existe por tanto bastante variación, que podría estar relacionada con características observables de las madres.

En la tabla 1, muestro los resultados de un análisis de regresión donde correlaciono la duración de la lactancia con: el año de nacimiento del niño, la edad y el nivel educativo de la madre, el sexo del bebé, y la CCAA de residencia.

Tabla 1. Duración de la lactancia y características familiares

Table1 Lo primero que salta a la vista es que las mujeres con nivel educativo más alto dan el pecho durante más tiempo, de media. Las mujeres con educación universitaria son 11 puntos porcentuales más proclives a dar el pecho al menos un mes, 50 (!) puntos más proclives a dar el pecho más de 4 meses, y 6 puntos más proclives a seguir más allá de los 6 meses, en comparación con madres con educación de nivel de bachillerato. La edad de la madre no parece estar correlacionada con la duración de la lactancia, como tampoco el sexo del bebé. Sí que se observa una tendencia en el tiempo muy fuerte: durante el periodo observado (de 2001 a 2011), la lactancia prolongada ha aumentado en popularidad. De hecho, para los niños nacidos entre 2001 y 2003 la duración media de la lactancia materna era de 4 meses, mientras que la media había aumentado a 5 meses para los niños nacidos entre 2009 y 2011. Quizá aún más llamativo, la proporción de niños amamantados durante más de un año pasó del 11 al 18% durante ese mismo periodo.

¿Y qué hay de la actividad laboral de las madres? La tabla 2 muestra resultados de un análisis de regresión donde la variable dependiente es un indicador de si la madre estaba trabajando en el momento de la entrevista. Como variable explicativa principal, incluyo un indicador de la duración de la lactancia. En las columnas pares incluyo también las mismas variables de control que en la tabla 1.

Tabla 2. Trabajo de la madre y duración de la lactancia

Tabla2 La primera columna muestra que la tasa de empleo es más alta entre las mujeres que dan el pecho al menos un mes. Sin embargo, esto se debe a las características de estas madres: una vez que incluimos las variables de control, la asociación no es significativa. El signo se vuelve negativo y significativo cuando usamos umbrales de 4 meses o más: la tasa de empleo es más baja entre mujeres que optan por la lactancia prolongada. De nuevo, el coeficiente se vuelve más negativo cuando incluimos los controles, ya que, por ejemplo, las mujeres con educación universitaria tienen tasas de empleo altas pero también dan el pecho durante más tiempo, con lo que es importante tener en cuenta estas características.

¿Podemos concluir de este análisis que la lactancia prolongada tiene efectos negativos sobre la actividad laboral de las mujeres? Hombre, pues no. Se trata sólo de evidencia descriptiva, de meras correlaciones. Es posible que, por ejemplo, los signos negativos de la tabla 2 reflejen causalidad inversa: las madres que ya tenían planeado dejar de trabajar durante varios años tras tener un hijo, acaban dando el pecho durante más tiempo. Para poder hablar de causalidad, necesitaríamos algún tipo de “intervención”, alguna fuente de variación exógena en la duración de la lactancia. En cristiano, lo ideal serían datos procedentes de un ensayo clínico, donde una muestra aleatoria de madres recibe un apoyo extra que hace que den el pecho durante más tiempo. Así nos aseguraríamos de que los efectos posteriores se pueden atribuir a la lactancia, y no a otras características no observadas de las madres, que pudieran estar correlacionadas tanto con la duración de la lactancia, como con su actividad laboral.

También sería preferible contar con mejores medidas de la actividad laboral de las madres: salario, horas de trabajo, tipo de contrato, promociones, etc. Lo interesante sería saber si, más allá de la vuelta al trabajo, continuar con la lactancia tiene costes profesionales relevantes a más largo plazo, al limitar potencialmente la dedicación de la madre al trabajo (por ejemplo, dar el pecho puede limitar los horarios o la disponibilidad para viajar).

Si sigo adelante con este proyecto, ya os contaré en un par de años si he podido responder a estas preguntas. El objetivo sería poder proporcionar información fiable sobre costes y beneficios que puedan ayudar en la toma de decisiones. Aunque entiendo (por experiencia) que se trata de una decisión muy íntima y con un alto componente emocional, mi opinión es que la información también puede (y debe) ayudar.

Por cierto, para quienes se estén preguntando por la salud de los niños en mis datos, la tabla 3 muestra los resultados de correlacionar la duración de la lactancia con el estado de salud (percibido) de los niños.

Tabla 3. Salud infantil y duración de la lactancia
Tabla3