La penalización por hijo en España

Tras el conocido trabajo de investigación de Kleven, Landais y Søgaard en 2019, en el que se identificaba la maternidad como uno de los principales causantes de la brecha salarial de género en Dinamarca, muchos autores han llevado a cabo estudios similares para medir la penalización en los ingresos por hijos en otros países. Así, un trabajo posterior cubría otros cinco países (Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, Austria y Suecia), y más adelante también se han escrito artículos para Finlandia, Holanda, Francia, Chile o Uruguay, entre otros.

En el caso de España, Alicia de Quinto, Laura Hospido y Carlos Sanz han publicado recientemente un artículo (“The child penalty: evidence from Spain”) que estima la penalización por hijo y trata de identificar algunos de los mecanismos subyacentes, como las características del sector, el tipo de contrato, o el nivel educativo de los trabajadores. (Ver también esta entrada anterior sobre el mismo tema.)

Este estudio utiliza datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) para los años 2005 a 2018. Igual que otros estudios similares, se realiza un seguimiento de cada trabajador durante 15 años (desde 5 años antes hasta 10 años después del nacimiento de su primer hijo), y se incluye a aquellos trabajadores que permanecen afiliados a la Seguridad Social durante todo el periodo (aunque no necesariamente trabajando). En cuanto a la medida de ingresos laborales, se utilizan las bases de cotización mensuales, para las que se dispone de datos históricos completos desde los años noventa. Los autores también exploran la opción de utilizar los registros tributarios en un periodo temporal más corto, con resultados similares.

La metodología es la misma que en los otros estudios: los autores cotejan los ingresos laborales (además de otras variables) de las madres y los padres antes y después del nacimiento de su primer hijo. De esta forma, definen la penalización por hijo como el porcentaje por el cual las mujeres quedan por detrás de los hombres tras dicho evento.

La siguiente figura ilustra el resultado principal del estudio: En el año posterior al nacimiento de su primer hijo, las madres afrontan una pérdida en sus ingresos brutos del 11% respecto al nivel de ingresos inmediatamente anterior al nacimiento, mientras que los ingresos brutos de los padres se mantienen inalterados. Durante el segundo año, los ingresos brutos de las mujeres continúan disminuyendo hasta un 19,5%, siendo este el preámbulo de una tendencia divergente en los ingresos de padres y madres que continúa hasta 10 años después del nacimiento del primer hijo. En ese punto, 10 años después del nacimiento del primer hijo, los ingresos de las madres se estabilizan alrededor de un 33% por debajo del nivel previo a la maternidad, mientras que los ingresos de los padres han disminuido un 5%. Por tanto, los autores estiman que la penalización por hijos para las mujeres en el largo plazo es del 28%.

El trabajo además explora algunos de los potenciales mecanismos que podrían explicar esta brecha de género: diferencias en el número de días trabajados durante el año y en la probabilidad de trabajar a tiempo parcial o con contrato temporal. En la siguiente figura podemos observar que, aun siguiendo hombres y mujeres una tendencia similar antes de convertirse en padres, el número de días trabajados durante el año disminuye drásticamente para las mujeres después de dar a luz, mientras que el de los hombres apenas varía.

También difiere enormemente la probabilidad de trabajar a tiempo parcial, como se muestra en la siguiente figura: mientras que el tiempo parcial aumenta considerablemente para las madres (muchas de ellas con “reducción de jornada”), para los padres disminuye, dejando una brecha del 43% después de 10 años. Por su parte, la probabilidad de trabajar con contrato temporal aumenta para las madres después del nacimiento (un 29% después de 10 años), mientras que la probabilidad de los padres es un 6% menor.

 

También consideran dos mecanismos adicionales y complementarios: la probabilidad de trabajar en sectores flexibles (aquellos donde los trabajadores pueden ajustar su horario laboral o días de permiso por motivos familiares) o en sectores que suelen demandar horas extra a sus trabajadores.

La probabilidad de trabajar en sectores que demandan horas extra disminuye para las mujeres en el año inmediatamente posterior al nacimiento de su primer hijo, y no alcanza los niveles previos al parto hasta 6 años después (o incluso 10, si consideramos sectores en los que se suele trabajar más de 50 horas semanales). Por el contrario, en el caso de los padres, la probabilidad de trabajar en estos sectores aumenta continuamente a lo largo de los años posteriores a la paternidad, dejando una brecha notable entre hombres y mujeres. Las madres tienen, por contra, una mayor probabilidad de trabajar en sectores flexibles y, aunque esta probabilidad apenas cambia para los padres, la brecha se estrecha rápidamente e incluso desparece 3 años después del nacimiento del primer hijo.

El estudio también encuentra diferencias por nivel educativo, como podemos ver en la siguiente figura. La penalización en el nivel de ingresos y en el número de días trabajados en el año es significativamente mayor para las mujeres no universitarias que para las universitarias. Sin embargo, las madres universitarias tienen más probabilidad de trabajar a tiempo parcial, aunque este efecto tiende a desaparecer con el tiempo. Por último, las mujeres no universitarias tienen más probabilidad de trabajar con un contrato temporal. En este caso, excepcionalmente, también se observan diferencias para los hombres: la probabilidad de tener un trabajo temporal disminuye significativamente para los hombres universitarios después de ser padres, mientras que esta probabilidad apenas cambia para los hombres no universitarios.

Para poner en contexto los resultados, la siguiente tabla recoge las estimaciones de la penalización en los ingresos laborales tras la maternidad para distintos países. Como se puede observar, España se sitúa entre la de los países nórdicos y la de Estados Unidos (y muy por debajo de la de Alemania).

Este trabajo pone cifras a algo que ya sabíamos: la maternidad, y el hecho de que las mujeres suelan ser las cuidadoras principales, tiene un enorme impacto sobre la carrera laboral de las madres, mientras que apenas afecta a la de los padres (de hecho, este fue ya el tema de mi primera entrada en Nada es Gratis, allá por 2013). Estas diferencias, que son muy persistentes en el tiempo, afectan al nivel de ingresos a largo plazo (tanto ingresos laborales como pensiones futuras), y por tanto a la independencia económica y el bienestar material de las mujeres. Estudios recientes sugieren que esta especialización de género no refleja solamente preferencias o ventajas comparativas, sino también el peso de los roles de género. Documentar la importancia de estas brechas negro sobre blanco es un primer paso para entenderlas y combatirlas.

Hay 12 comentarios
  • Felicidades a los autores por un trabajo tan interesante y de tanta relevancia.
    Me surge una duda que seguramente se disipe leyendo el trabajo con detalle, pero cuya explicación podría resultar útil a los lectores del blog: En el primer gráfico que se muestra, y que ilustra la evolución de los ingresos antes y después del nacimiento del primer hijo, llama la atención que antes de ese nacimiento los ingresos de las mujeres se sitúen por encima de los de los hombres: ¿Cuál es la explicación?
    ¡Muchas gracias por la respuesta!

    • Sí, a mí también me ha sorprendido. Eso y más cosas: ¿porqué después de tener el primer hijo desciende el salario de los hombres? La edad a la que esto suele suceder es al principio de la vida laboral cuando lo normal es que el salario aumente con el tiempo no que disminuya. Otra cosa impactante son las diferencias por países. Sin tener mucha idea de estadística (y menos de econometría), me pregunto si las muestras de datos empleadas son realmente representativas.

      • Hola Esteban, gracias por comentar. También debería haber explicado que los efectos de la edad están eliminados, es decir, que no es literalmente la evolución de los ingresos en el tiempo, sino la evolución en torno al nacimiento del primer hijo, después de controlas por efectos de edad y año. Es cierto lo que dices que a estas edades el perfil de ingresos en general es creciente, especialmente para los hombres.

    • Gracias por preguntar Inés, debí haberlo explicado mejor. Los ingresos están normalizados a 0 en el año -1 (el año antes de tener el hijo), de manera que los cambios a partir del año 0 se pueden interpretar como cambios porcentuales comparados con el año anterior. Esta figura no nos permite comparar los niveles para hombres y mujeres, sólo los cambios a partir del año -1. Espero que se entienda.

  • Excelente entrada sobre un tema de gran trascendencia.

    Sería interesante ver los mismos gráficos para ingresos a nivel de pareja. Si las parejas con mayor disparidad de ingresos entre hombre y mujer son las que deciden con mayor probabilidad que se la mujer quien reduzca su oferta de trabajo, la penalización real por miembro de la pareja sería menor de lo que sugieren los gráficos de ingresos individuales. Por supuesto, la desigualdad de ingresos entre los miembros de la pareja puede ser importante para otras cuestiones.

    Las diferencias entre países son importantes. ¿Qué explica la penalización tan grande en Alemania y Austria con respecto a España?

    • Gracias por comentar. Con los datos de que disponemos en España no es posible realizar el análisis comparando los dos miembros de la misma pareja, por desgracia (los datos de la Seguridad Social que se usan son a nivel individual y sólo se dispone de los ingresos de una persona por hogar). Un trabajo de 2016 lo hizo para Suecia, que tienen mejores datos. Sobre las diferencias entre países, el caso de Alemania y Austria parece deberse a que la gran mayoría de las mujeres en estos países dejan de trabajar hasta que los niños empiezan a ir al colegio, parece ser la "norma social".

  • Interesante post. No entiendo mucho de este tema, pero aparentemente parece un mecanismo disuasorio para que las mujeres dejen de trabajar, o una advertencia para que no tengan hijos/as. Es como si de alguna forma se les forzara a elegir una cosa u otra.
    Este trabajo, ¿ha considerado estratificar por clase social? Quizás aquellas mujeres con estudios superiores tengan mayor estabilidad laboral y vean mejor respetados sus derechos. En mi experiencia, el descenso en los ingresos creo que puede deberse a un eventual cambio de trabajo donde las mujeres tienen un horario más flexible que les permite compatiblizar el trabajo con la crianza. Quizás también pueda deberse a una reducción de jornada. En ocasiones también hay mujeres que abandonan su trabajo, están unos primeros meses tras el parto y luego reanudan la búsqueda de empleo, aceptando trabajos por debajo de sus cualificaciones, o trabajos "en negro".
    Me ha parecido un concepto muy interesante, el de "penalización por hijo/a", desde luego es muy descriptivo.

    • Gracias por comentar, Llúcia. Es verdad que a primera vista los resultados asustan, si eres mujer pensando en tener hijos. Pero se trata del resultado de decisiones a nivel individual y de pareja, es decir, la legislación permitiría que el padre se cogiera las excedencias y las reducciones de jornada, o podrían repartirse entre padre y madre. El asunto es que en la mayoría de parejas lo hace la madre. Respecto a la "clase social", efectivamente encuentran que la penalización es menor para mujeres con estudios universitarios (aunque sigue siendo del 26%, comparado con el 37% para las no universitarias).

  • Muchas gracias. Algo que ya sabíamos en efecto, aunque sin ponerle cifras. Estas brechas, junto con la precariedad salarial creo que podrían explicar gran parte del problema de natalidad que tenemos en España. En cuanto a los datos de la última tabla ¿no son sospechosas esas enormes diferencias entre países? A mí me han sorprendido enormemente, en especial las del los tres últimos países (UK, Austria y Alemania).

    • Las diferencias entre países están bastante bien documentadas, aunque su origen no está del todo bien entendido todavía. El caso de Alemania y Austria parece deberse a un tema cultural.

  • Hola.
    Es estupendo poner datos concretos, a una evidencia que ya se conocía.
    Sin embargo, creo que existe un error en el planteamiento habitual, y es que solo reconoce la valoración informada por la SS, es decir, no tiene en cuenta la aportación personal, no monetaria, que se le debería reconocer al hecho de poder cuidar de tu hijo.
    Esta es una motivación que ha conseguido a lo largo de la historia la especialización ya indicada, por otra parte universal, independientemente del nivel social del país.
    O quizá fue la especialización la que genera la motivación personal no salarial.
    En todo caso ¿Es esta especialización un hecho darvinista que mejora la eficiencia?

    • Gracias por el comentario. Es cierto que el cuidado de hijos es una tarea que genera valor y puede generar también satisfacción personal (y también insatisfacción, como sabemos por ejemplo por la prevalencia de la depresión post-parto). Pero aquí estamos documentando el impacto sobre los ingresos laborales. En los modelos económicos tradicionales de especialización dentro del hogar, es eficiente para la familia que la persona con una ventaja comparativa en el mercado siga trabajando y la otra se dedique a los cuidados. Lo que se debate es si el hecho de que casi siempre sea la mujer la que reduce sus ingresos se debe de verdad a una combinación de ventaja comparativa y preferencias, o más bien a roles de género y factores culturales. La evidencia sugiere que las normas sociales tienen un peso importante, con efectos negativos a largo plazo sobre la independencia económica de las mujeres.

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