Como colaboradora del blog desde hace años, y como investigadora interesada en temas de mercado de trabajo y género, me alegro mucho de que Alice Evans haya querido publicar con nosotros esta entrada reciente de su blog, en la que se pregunta por el “milagro feminista español”, en comparación con otros países como Italia. Me parece una interpretación muy concisa de la situación, y en conjunto estoy de acuerdo con sus conclusiones. En esta entrada aporto algunos datos y reflexiones adicionales que espero que sirvan para complementar su post, para aquellos lectores que quieran leer un poco más sobre el tema (por supuesto, en NeG ya hemos hablado bastante sobre temas relacionados, ver por ejemplo aquí).
Es cierto que la situación de las mujeres en el mercado laboral ha mejorado mucho en España en las últimas décadas. Por ejemplo, la figura 1 muestra la tasa de ocupación (empleados sobre población en edad de trabajar) femenina en proporción a la masculina en España entre 1976 y 2014. Si bien en 1987 la tasa de ocupación femenina era sólo el 40% de la masculina, en 2012 el ratio se había doblado, alcanzando el 80%.
Figura 1. Tasa de ocupación femenina en proporción a la masculina, 1976-2014 (EPA)
Este aumento procede de una subida importante en la tasa de participación femenina en el mercado de trabajo (figura 2), mientras que la participación masculina se ha mantenido relativamente estable (en niveles altos) entre el 65 y el 70%.
Figura 2. Tasa de participación, España 1987-2019 (EPA, mujeres en naranja)
No sólo la participación, también los ingresos laborales de las mujeres han venido aumentando, acercándose en conjunto a los de los hombres. La figura 3 muestra el cociente entre los ingresos anuales medianos de mujeres y hombres en España, con datos de las cuatro últimas Encuestas de Estructura Salarial (para trabajadores a tiempo completo). La brecha ha pasado del 18.5% al 11.3% entre 2006 y 2018, según esta medida.
Figura 3. Ingresos medianos femeninos como % de los masculinos (trabajadores a tiempo completo, Encuesta de Estructura Salarial cuatrienal)
Estas tendencias, sin embargo, no son exclusivas de España, cuya experiencia sigue bastante de cerca la de otros países de la OCDE (aunque es cierto que partíamos de tasas de participación femenina muy bajas en los 70-80). La figura 4 muestra las tasas de ocupación femenina entre 1850 y 2005 en distintos países europeos (y Japón). Vemos que la subida española desde 1970 se observa también en muchos otros países (cierto que no tanto en Italia), y el nivel en 2005, en torno al 50%, no es de los más altos.
Figura 4. Tasa de ocupación femenina, 1850-2005 (fuente aquí)
El progreso en la participación femenina en el mercado de trabajo desde 1950-70 es evidente, en España como en otros países. Aunque también lo es que importantes brechas persisten, y que los avances en igualdad en el mercado laboral se han ralentizado, en España al menos desde hace una década (ver también aquí). Por ejemplo, la Figura 5 muestra cómo la tasa de ocupación masculina y femenina se han movido en paralelo desde 2013, manteniéndose una diferencia de unos 10 puntos porcentuales.
Figura 5. Tasa de ocupación masculina y femenina en España (EPA, edades 25-55, mujeres en azul)
La evolución reciente también es bastante paralela en ingreso salarial anual medio (Figura 6). En 2017, el ingreso medio entre las mujeres que trabajaban a tiempo completo era de 25.400 euros anuales, comparado con 28.700 para los hombres (la brecha del 11% ya comentada en la Figura 3).
Figura 6. Ingresos laborales anuales, media hombres y mujeres trabajando a tiempo completo 2008-2017 (Encuesta de Estructura Salarial anual, mujeres en azul)
No podemos olvidar además que, para entender lo que ocurre con el empleo remunerado, tenemos que estudiar en paralelo lo que ocurre en los hogares con el trabajo no remunerado (cuidado de dependientes, tareas domésticas, etc). Con datos de 2020 (pre- y post-covid), con mis coautoras documentamos que las horas de trabajo semanales totales son parecidas para hombres y mujeres en España, pero los hombres dedican más horas al trabajo remunerado, mientras que las mujeres se especializan mucho más en el trabajo no remunerado en el hogar.
Según muestra la figura 7, estimamos que de media los hombres (edades 24-50 en pareja y con hijos) trabajaban fuera de casa de media 36 horas a la semana (antes del estado de alarma de marzo de 2020), mientras que declaraban dedicar 24 horas semanales más al trabajo doméstico (sobre todo el cuidado de hijos). Para las mujeres los números se invierten: dedican 25 horas al empleo remunerado, y 40 a los cuidados y tareas del hogar. Por tanto, a pesar de los aumentos en el empleo femenino, la familia española media sigue presentando un patrón de especialización bastante tradicional, en el cual el hombre se especializa en trabajar fuera de casa mientras que la mujer dedica mucho más tiempo al hogar.
Figura 7. Horas trabajadas a la semana (pre-covid), media de hombres y mujeres en hogares con hijos (mujeres en naranja, elaboración propia con datos de encuesta a 5,000 hogares en 2020)
Volviendo al tema de la entrada que nos ocupa, muchos factores pueden ayudarnos a entender las mejoras en la situación laboral de las mujeres en España en las últimas décadas (digamos desde 1980). Estas mejoras se observan también en muchos otros países al mismo tiempo, aunque no exactamente al mismo ritmo, claro. ¿Es la mejora más acentuada en España? Depende de qué variables miremos, en algunas sí, pero es verdad que, al finalizar la dictadura, partíamos de una situación de más desigualdades que otros países. A pesar de esto, las tendencias internacionales son parecidas.
Es difícil entender/cuantificar el impacto de cada factor por separado, y más cuando hablamos de factores culturales como el que resalta Evans (“la rebelión contra el autoritarismo religioso”). Estoy de acuerdo con sus argumentos, pero es importante notar que sigue habiendo una parte importante de la sociedad española que mantiene gran parte de los valores de ese “conservadurismo religioso” del que habla.
Continuar en la senda hacia la igualdad de derechos y oportunidades no es inevitable. Sabemos que las políticas públicas han jugado un papel importante (en el blog hemos analizado algunas, por ejemplo aquí y aquí), pero en mi opinión aún queda camino por recorrer, continuando en la dirección del cambio cultural que apunta Evans de superación de las costumbres tradicionales sexistas.
Hay 4 comentarios
Buenas tardes, Libertad
¿Podrías indicar la distribución de horas de la figura 7 diferenciando las personas que tienen un trabajo remunerado y las que no (varones y mujeres)? Puede ser una información interesante.
Gracias por el post.
Los datos lo permiten, claro. Lo miro en cuanto pueda y te cuento. Pero me gusta enseñar las medias globales porque muestran que el hombre medio trabaja a tiempo completo, mientras que la mujer media trabaja a tiempo parcial y dedica las 40 horas semanales al trabajo en el hogar. En realidad, claro está, en el grupo de las mujeres hay algunas que no trabajan, otras a tiempo parcial, y otras a tiempo completo, y como es natural imagino que las que trabajan menos en el mercado dedicarán de media más horas al hogar.
Es todo una fábula muy bonita que no se sostiene porque:
a) La participación femenina en la economía se disparó desde el franquismo, aunque la sociedad española se volvió (temporalmente) más religiosa tras la Guerra Civil
b) La evolución de la tasa de participación femenina es (como muestran los propios datos de Evans) muy similar a la de otros países occidentales, independientemente de sus evoluciones en el nivel de religiosidad (obsérvese que el de Francia, por ejemplo, ha cambiado mucho menos: los franceses eran menos religiosos que los españoles en 1950, y más en 2021)
c) La sociedad más religiosa de "occidente", Israel, tiene una tasa de participación femenina superior a la española (59% vs 52% en 2019)
d) Evoluciones muy similares se pueden observar en muchas otras sociedades donde la religiosidad ha subido, incluso, en lugar de bajar, en Rusia o en Asia-Pacífico: por ejemplo, China y Singapur (donde el porcentaje de born-again Christians no hace más que subir desde hace años)
Lo que sería interesante explicar es por qué la tasa de participación femenina de Italia ha evolucionado tan poco, no explicar la de España, que parece haber simplemente seguido las tendencias dominantes de su región. Porque ya sabemos que las bajísimas tasas de Turquía y Marruecos no las vamos a discutir, ¿verdad? ¿Eh? Aquí ya nos conocemos todos.
Oiga, gracias por compartir su opinión, pero no entiendo el tono. No sé a qué se refiere con que "nos conocemos todos"; yo a usted no lo conozco de nada. Tampoco entiendo cuál es la fábula. Tanto Alice Evans como yo hemos aportado datos. Y en las entradas del viernes hablábamos de los casos de España e Italia, pero no veo por qué no podríamos hablar de otros países, como Turquía o Marruecos. De hecho Alice ha estudiado la situación en muchos otros países. No sé en qué saco me ha metido, ni tampoco acabo de ver qué es lo que no se sostiene. Nadie ha dicho que la religiosidad explique toda la variación en las tasas de participación femenina en el mercado de trabajo en el mundo.
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