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Recomendaciones de Lectura: El Pasillo Estrecho

Velázquez vs Rembrandt.

Daron Acemoglu y James Robinson han publicado este año el libro “The Narrow Corridor” (en español aquí), una vuelta de tuerca más a su visión de cómo las instituciones interactúan con el desarrollo económico, un tema que ya habían estudiado, con mucho éxito en su libro anterior “Why Nations Fail”.

Este último trabajo caracteriza la clase de instituciones que surgen en un país como resultado de dos fuerzas confluentes. Por un lado, está el poder del estado. Por el otro, el poder de la sociedad civil. Cuando el primero domina, nos encontramos con lo que los autores llaman el “Leviatán Despótico”, donde una minoría puede tomar el control de las instituciones y utilizarlas para sostener su poder. Esta estructura da lugar a gobiernos autoritarios y a lo que en su trabajo anterior denominaban la “élites extractivas". En el otro extremo estaría lo que ellos llaman el “Leviatán Ausente”. La misma sociedad no permite que el Estado se desarrolle y tome sus funciones debido a lo que llaman la “jaula de la normas”, tradiciones que dominan el comportamiento de los ciudadanos. Como resultado, el Estado carece de poder para proporcionar las condiciones que garanticen la libertad y la seguridad necesaria para que la economía de mercado funcione.

Entre estos dos extremos, y en aquellos casos en los que el poder del Estado y de la sociedad se equilibran de alguna manera, emerge lo que llaman el “Leviatán Encadenado”. La sociedad civil pone límites al poder político, haciendo a las instituciones más inclusivas y, por tanto, más adecuadas para el crecimiento y el fomento del bienestar. Este equilibrio, sin embargo, es algo dinámico, donde el Leviatán irá aumentando su poder en el tiempo y deberá, por tanto, contar con una sociedad civil que también aumente su capacidad de oponerse a sus posibles abusos, generando así el pasillo estrecho que da lugar al título del libro.

El libro, después de plantear esta taxonomía, e igual que en el caso de “Why Nations Fail”, repasa numerosos episodios históricos con el fin de ilustrar cómo se manifiestan las fuerzas detrás de cada uno de los casos anteriores. Así, el ejemplo paradigmático de “Leviatán Despótico” sería el caso de China. Los autores hacen una revisión de su historia de los últimos dos mil años en la que argumentan que las diferentes dinastías alternan periodos de estricto control político por parte del Estado con otros de una cierta distensión. Sostienen que los periodos más despóticos conllevan un declive económico que hace, eventualmente, imposible su sostenimiento. El descontento, los alzamientos o simplemente la invasión exterior de un Estado en descomposición da lugar a la llegada de un nuevo régimen más abierto que promueve el crecimiento económico. Sin embargo, las ansias de libertad también crecen con la economía y la amenaza de pérdida de control del poder político da lugar a un nuevo periodo despótico. De acuerdo con esta dinámica, el régimen comunista, su primer periodo de mayor control y el aperturismo económico posterior no serían sino dos periodos más de este ciclo inacabable.

En el otro extremo tendríamos el caso de la India, donde el milenario sistema de castas (ejemplo claro de la "jaula de las normas") ha hecho que el Estado incluso en los tiempos actuales carezca del poder necesario para implementar de manera efectiva medidas que garanticen la libertad y la movilidad social de las personas, reduciendo así su potencial de crecimiento y generación de riqueza y bienestar.

De acuerdo con los autores, algunos países, principalmente europeos, transitarían por este estrecho corredor donde la sociedad civil y el poder político se contrarrestan. La pregunta que surge sería, ¿por qué? ¿por qué sucede en Europa? y qué condiciones dieron lugar a ello. En la historia de Europa confluirían dos hechos que habrían equilibrado las dos fuerzas. Por un lado, el Imperio Romano habría dado lugar a un Estado centralizado con normas que permitirían la actividad económica. Por el otro, los pueblos “bárbaros” tendrían una estructura de toma de decisiones comunal, de abajo a arriba y que constituiría el contrapeso necesario para limitar la expansión del poder del Estado. En aquellos países europeos donde la sociedad respeto las instituciones heredadas del imperio romano pero, a la vez, fue suficientemente fuerte para imponer condiciones al poder político se cimentaría el estado democrático moderno que ha surgido en los últimos siglos.

Aunque solo se discute de pasada, el libro también apunta a por qué España habría evolucionado de manera algo distinta a otros países europeos, dando como resultado que el estado moderno habría tardado más en imponerse, con sus propias dificultades. Mientras que las comunidades bárbaras se hicieron con el control de manera permanente en la mayor parte de Europa, los visigodos fueron dominantes en la península ibérica "únicamente" durante dos siglos (antes estuvieron los vándalos pero solo de paso). La sociedad islámica que reemplazó a la organización visigoda no habría ejercido de contrapeso y habría permitido el progresivo fortalecimiento de la monarquía española (y portuguesa).

Esta excepcionalidad europea podría estar relacionada, por cierto, con un debate candente en el campo de la historia en los últimos veinte años y que bajo el nombre de "la gran divergencia" intenta explicar la preeminencia de Europa a partir del año 1800. Partiendo de niveles de renta parecidos Europa experimenta un crecimiento notablemente superior. Uno de los motivos, de los que ya se hacían eco Acemoglu y Robinson en su anterior libro era que, precisamente, en Europa (y en especial en Inglaterra) los empresarios y comerciantes podían invertir sin temor a que sus ganancias fueran expropiadas por la monarquía. De hecho, esto constituiría una diferencia entre la concepción del Estado en el caso ibérico y holandés o británico. Mientras que en el primero el comercio con las colonias fue controlado directamente por la monarquía o grupos afines, en el caso holandés y británico se cedieron los derechos a empresas privadas lo que fomentó el crecimiento de una clase comercial burguesa que, a su vez, contribuyó a limitar el poder del Estado (ver Acemoglu, Johnson y Robinson (2005) y una entrada anterior aquí).

Por último, es importante destacar que ésta no es una visión determinista del mundo. La historia no es el destino. A diferencia de lo que mucha gente interpreta y tal y como los autores enfatizan, existen numerosos casos de países que pudieron cambiar su rumbo, a veces empujados por fuerzas externas (por ejemplo, por guerras) o por fuerzas internas, como la voluntad de gobernantes visionarios.

En resumen, aunque uno no tiene porqué estar necesariamente de acuerdo con todos los ejemplos y, a veces, da la impresión de que algunos de ellos están adaptados para encajar con la narrativa de los autores, éste es libro iluminador. Sin duda, un buen candidato para la lista de reyes de muchos lectores de Nadaesgratis.