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COVID en el mundo. México

Hoy publicamos la quinta entrada de la serie sobre el impacto de la pandemia en diferentes países. El objetivo de esta serie es dar a conocer la situación objetiva y subjetiva de la pandemia (gestión, incidencia, retos, etc…) en otros lugares, para poder sacar lecciones sobre los elementos que se pueden/deben mejorar en la gestión de la pandemia en nuestro entorno.

La primera se centró en el caso del Reino Unido (aquí), la segunda en Argentina (aquí), la tercera en los Países Bajos (aquí) y la cuarta en Australia (aquí). Hoy nos fijamos en México. Como se puede observar en el gráfico 1 y 2, en el caso de México la incidencia por 100.000 habitantes es mucho menor que en España pero los datos relativos de mortalidad muestran una historia diferente con más muertes por 100.000 habitantes que para España. Edgar Cruz, profesor en la Universidad de Guanajuato, nos explica las razones que justifican esta dicotomía en el caso mexicano. Gracias Edgar por participar en esta iniciativa y por ayudarnos a entender las razones de la evolución en el número de casos y la mortalidad en México.

Gráfico 1. Número de casos nuevos diarios en España (naranja) y en México (azul) por cada 100.000 habitantes. Fuente: Organización Mundial de la Salud.

Gráfico 2. Número de muertes diarias en España (naranja) y en México (azul) por cada 100.000 habitantes. Fuente: Organización Mundial de la Salud.


La pandemia SARS-CoV-2 en México

Por Edgar Cruz

Introducción

México inició la batalla contra la pandemia el día 30 de marzo de 2020 cuando se decretó la emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor implementando un confinamiento no obligatoria a nivel federal y la suspensión de actividades no esenciales en todos los estados del país. Desde entonces, México ha registrado un elevado número de decesos debido a COVID-19 causado por el virus SARS-CoV-2. En termino absolutos, México reporta oficialmente poco más de 215 mil decesos, mientras que, en términos relativos, el número de decesos por cada 100 mil habitantes es de 161. Estas cifras muestran que México es uno de los países que más ha sido afectado por el virus, tanto en términos absolutos como en términos relativos, y es el país con mayor tasa cruda de fatalidad en el mundo.

Para dilucidar la dimensión del impacto generado por el virus SARS-CoV-2 sobre la población y economía mexicana, así como valorar las decisiones gubernamentales tomadas contra la pandemia, es necesario considerar las condiciones del sistema de salud, las condiciones médicas prevalecientes de la población y las características del mercado laboral mexicano previas al brote del virus.

Antecedentes

Primero, al momento de iniciar la batalla contra la pandemia, el sistema mexicano de salud contaba con un importante rezago en infraestructura y capital humano respecto a otros países. Con base en los datos de la OECD previos a la pandemia, la Figura 1 muestra que el número de camas, enfermeras y médicos era de 0.98, 2.8 y 2.4 por cada 1 mil habitantes en México. Estas cifras contrastan con los datos de otros países miembros de la OECD, como Japón, o Alemania, quienes disponían de un elevado número de recursos materiales y humanos al inicio de la pandemia.

Fuente: OECD Health Statistics 2020

Segundo, en el contexto de una baja inversión en salud, una fracción importante de la población mexicana padece de obesidad, diabetes e hipertensión. Estas enfermedades son importantes comorbilidades que incrementan el riesgo de desarrollar cuadros graves de COVID-19 que conllevan una mayor probabilidad de morir de acuerdo con la evidencia. La Figura 2 reporta la fracción de la población que padece obesidad y diabetes con información disponible para los países miembros de la OECD. La figura muestra claramente que México es el país con una mayor proporción de la población que padece diabetes (alrededor de 13% de la población total) y el segundo país con un mayor porcentaje de la población que padece obesidad (cerca de 36% de la población total)

Fuente: OECD Health Statistics 2020

Tercero, el mercado laboral mexicano se caracteriza por una elevada participación de la población en trabajos clasificados como informales. El empleo informal tiene como principal distintivo la carencia o acceso parcial a servicios de protección social. Esta falta de protección es una de las principales fuentes de vulnerabilidad dado que los trabajadores informales no tienen acceso a la atención médica y fuentes de ingreso estables. En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que el 56.2 por ciento de la población ocupada (55.7 millones de personas) trabajó en un empleo clasificado como informal en el último trimestre de 2019. Esto significa que, en el momento inicial de la pandemia, 31.3 millones de mexicanos no contaban con acceso a servicios de salud y la mayoría de ellos estaban empleados en ocupaciones con riesgo elevado de contraer el virus dada las condiciones de proximidad, contacto y exposición a otras enfermedades asociadas a sus ocupaciones.

La Figura 3 muestra la distribución de la población ocupada agrupada en 16 categorías de ocupaciones y ordenada acorde con su contribución al empleo total (eje vertical), el nivel de riesgo de contraer el virus basado en Zhang (2020) (eje horizontal), número de trabajadores (volumen) y el grado de informalidad en cada ocupación medido por el porcentaje que representa el empleo informal en cada categoría (color).

Fuente: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2019) y Occupational Information Network (2021)

La figura muestra claramente que las ocupaciones con un riesgo elevado de contagio (60-79 puntos en el score) son aquellas ocupaciones que emplean el mayor número de trabajadores en condiciones de informalidad laboral como son las ocupaciones asociadas a la construcción, venta en comercios minoristas o transporte, las cuales emplean la mayor parte de la población ocupada en México.

Los datos sugieren que las condiciones iniciales sobre las infraestructura y recursos médicos, el número de personal de salud disponible, y el riesgo de contagio asociado al desempeño de actividades en ocupaciones informales son factores importantes para explicar el impacto del virus en la población mexicana. Consecuentemente, son elementos que condicionaron las medidas gubernamentales y afectaron, parcialmente, los resultados de la aplicación de estas políticas contra la pandemia.

Las principales medidas gubernamentales ante la pandemia

Las acciones del gobierno mexicano para enfrentar la pandemia pueden ser clasificadas en tres grupos generales por los objetivos comunes.

El primer grupo está conformado por las acciones destinadas para mitigar la transmisión de la enfermedad. En este sentido, las acciones a partir del 30 de marzo de 2020 se centraron en implementar medidas de distanciamiento social como (i) la recomendación de mantener distancia segura entre personas en ámbito privado (sana distancia), (ii) la suspensión de eventos públicos y clases en todos los niveles educativos y (iii) la suspensión de actividades no esenciales de trabajadores del gobierno y en el sector privado.

El segundo grupo está constituido por las acciones encaminadas a fortalecer el sistema de salud para evitar el colapso de la red de hospitales. A partir del mes de abril de 2020, el gobierno mexicano destino recursos para (i) incrementar el número de camas de cuidados intensivos (UCI) de 2,446  a 11,634 camas, incrementar el número de respiradores mecánicos de 5,523 a 7,770 unidades y (iii) contratar 6600 médicos y 12,300 enfermeras.

El tercer grupo está conformado por las medidas económicas implementadas para paliar los efectos del confinamiento sobre la actividad económica. En particular, el gobierno federal destino recursos para (i) realizar créditos a micronegocios familiares por montos de 1 mil euros, (ii) microfinanciamiento para negocios sin pagos de intereses y (iii) el fomento de los mercados locales. Adicionalmente, los estados de la República Mexicana tomaron medidas económicas adicionales, por ejemplo, estímulos fiscales y programas de protección empleo formal.

El resultado de las medidas gubernamentales

A diferencia de otros países de la OECD, la evolución de la curva de epidémica y el número de decesos en México muestran que las políticas implementadas para mitigar la expansión de la enfermedad (grupo uno) no fueron suficientes.

Las causas más probables de la incapacidad para reducir la propagación del virus radicarían en al menos tres factores. El primer factor es la baja implementación de pruebas rápidas para detectar enfermos y aplicar las medidas de contención pertinentes. México es el país que realiza menos pruebas por habitante de la OECD, con solo 50 pruebas por cada mil habitantes mientras que el promedio de los países miembros es de 1068. El segundo factor es la inexistencia de una estrategia migratoria para identificar casos positivos en las fronteras internacionales además de la falta de control del desplazamiento de personas entre municipios, estados y regiones del territorio nacional contribuiría para incrementar la dispersión del virus. Por último, el tercer factor es la implementación de un confinamiento no obligatorio condicionado por la imposibilidad de mantener al 56% de la población ocupada en casa debido a su condición de trabajado informal.

Sólo durante el primer mes de confinamiento en 2020, el empleo informal registró un descenso hasta representar el 47% de la población ocupada a finales del mes de abril para después incrementar constantemente su tamaño y casi recuperar su nivel previo a la pandemia en el mes de marzo de 2021. Es decir, la exposición al virus por parte de una fracción importante de la población continuó a la vez que se incrementaban los contagios y la mortalidad por COVID-19 a lo largo del año 2020 y principios de 2021.

En este sentido, el incremento de la informalidad durante el confinamiento es un indicador indirecto del impacto de las medidas económicas (grupo tres) del gobierno. La expedición de créditos y préstamos, así como las transferencias directas de recursos de otros programas sociales, parecen no ser suficientes para sufragar el confinamiento de la población más vulnerable, así como para apoyar a empresas en el sector formal para evitar el despido e incrementar el trabajo informal. En términos relativos, el gasto realizado por México para reactivar la economía equivale a menos de 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Estas cifras contrastan con los datos de Alemania, Reino Unido o Brasil, quienes han destinado el equivalente al 38, 25 y 15 por ciento de su PIB, respectivamente.

Finalmente, además que las medidas de mitigación y económicas parecen no haber contribuido a aplanar la curva epidémica, los datos sugieren que la inversión en el sistema de salud (grupo dos) no ha podido satisfacer la demanda por atención medica relacionada a otras afecciones médicas. Los datos de exceso de mortalidad muestran que en México el número de descensos causados por enfermedades del corazón aumentaron en 38.6 %, la diabetes mellitus 35.6 % y la influenza y neumonía 44 % durante 2020. Este incremento puede deberse a la falta de atención sanitaria ya que una fracción de la población no pudo recibir tratamiento para estas enfermedades debido a la saturación hospitalaria causada por la atención a pacientes enfermos de COVID-19.

Aunque las medidas implementadas por el gobierno mexicano tenían el objetivo de aplanar la curva epidémica incrementado la capacidad del sistema de salud bajo el contexto de la imposibilidad de implementar confinamientos estrictos como en otros países, los resultados sugieren que la cantidad de recursos económicos, humanos y las condiciones previas de salud de la población son factores importantes para explicar el impacto generado por el virus sobre la población y economía mexicana.