COVID en el mundo. Brazil

Hoy publicamos la sexta entrada de la serie sobre el impacto de la pandemia en diferentes países. El objetivo de esta serie es dar a conocer la situación objetiva y subjetiva de la pandemia (gestión, incidencia, retos, etc…) en otros lugares, para poder sacar lecciones sobre los elementos que se pueden/deben mejorar en la gestión de la pandemia en nuestro entorno.

La primera se centró en el caso del Reino Unido (aquí), la segunda en Argentina (aquí), la tercera en los Países Bajos (aquí), la cuarta en Australia (aquí) y la quinta en México (aquí). Hoy nos fijamos en Brasil. Como se puede observar en el gráfico 1 y 2, en el caso de Brasil la incidencia por 100.000 habitantes ha sido mayor que en España en dos períodos de tiempo (en nuestro verano y en los últimos dos meses). Esta evolución se ve de manera mucho más clara mirando los datos relativos de mortalidad, donde el aumento durante los últimos meses es equivalente a lo que pasó en España en marzo de 2020, cuando existía una gran desconocimiento del contagio y tratamiento del virus. Francisco Cavalcanti, investigador en PUC-Rio, nos expone las razones que explican estos datos tan malos un año después de la irrupción de la pandemia. Gracias Francisco por participar en esta iniciativa y por ayudarnos a entender las razones de la evolución en el número de casos y la mortalidad en Brasil.

Gráfico 1. Número de casos nuevos diarios en España (naranja) y en Brasil (azul) por cada 100.000 habitantes. Fuente: Organización Mundial de la Salud.

Gráfico 2. Número de muertes diarias en España (naranja) y en Brasil (azul) por cada 100.000 habitantes. Fuente: Organización Mundial de la Salud.


Por Francisco Cavalcanti

Introducción

La experiencia brasileña en la gestión de la COVID-19 llama la atención del mundo debido a la elevada mortalidad que ha provocado en el país. En el momento de escribir esta entrada, el número total de muertes confirmadas ya alcanza la marca de 400,000, y se espera que ese número aumente rápidamente porque siguen muriendo alrededor de 2800 personas cada día.

Este dramático resultado ciertamente se debe a varias razones, como en todos los países. Sin embargo, seguramente en pocos casos, las razones relacionadas con la economía política han sido tan relevantes como lo ha sido en Brasil para llegar a este triste nivel de crisis humanitaria. Las disputas políticas entre los líderes del gobierno brasileño han generado diversas recomendaciones a la sociedad, con políticas descoordinadas y muchas veces antagónicas, lo que ha llevado al país a perder prácticamente el control de la enfermedad. En este artículo, hago un breve resumen para discutir los diversos factores que han llevado a Brasil a experimentar uno de los peores resultados pandémicos del mundo hasta el día de hoy.

Calidad de los datos

Los datos oficiales de monitoreo de COVID-19 son generados de manera descentralizada por los gobiernos estatales. Las secretarias de salud de cada estado son las encargadas de recopilar y catalogar la información sobre contagios y muertes relacionada con cada enfermedad. Estos datos son remitidos al Ministerio de Salud del Gobierno Federal, que a su vez los agrupa y da a conocer al público.

Sin embargo, como el creciente número de casos de la enfermedad dañaba la imagen del presidente de la república ante la opinión pública, el gobierno decidió suspender la divulgación de los datos. En respuesta a este acto, se formó un consorcio de empresas de prensa, que comenzó a recolectar datos de las secretarías y los ha difundido al público por su cuenta.

Con la politización de los datos oficiales, las cifras publicadas por los estados brasileños con un gobierno pro-presidente y por los estados con gobiernos contrarios al presidente comenzaron a ser cuestionados. Esta politización contaminó el debate público sobre los datos del COVID-19 hasta llegar al punto en que los hospitales comenzaron a ser invadidos por simpatizantes políticos del presidente para filmar y constatar la veracidad de la poca presencia de la Covid-19 en los hospitales.

Como alternativa a las preocupaciones sobre la calidad de los datos oficiales, muchos académicos han sugerido el uso de la métrica de exceso de muertes, calculada por la diferencia entre las muertes esperadas y el número de muertes observadas durante el período de la pandemia, como una forma más fiable de comprender el impacto real de la enfermedad sobre la mortalidad brasileña. Estos datos se extraen de las notarías, por lo que no necesariamente pasan por secretarias estatales, y tampoco dependen de la información sobre la causa de muerte señalada. Según este estudio, utilizando esta métrica, la muerte por Covid en el país en realidad puede haber sido un 26% más alta.

Políticas adoptadas por el gobierno en respuesta a la pandemia.

La adopción de políticas por parte de los gobiernos locales y el gobierno nacional en respuesta a la pandemia se caracterizó por una falta de coordinación entre las distintas entidades federales. Cuando la OMS declaró una pandemia mundial en marzo de 2020, algunos gobiernos locales implementaron de forma independiente medidas restrictivas de circulación para detener la llegada del virus. Estas medidas fueron inmediatamente criticadas por el presidente Jair Bolsonaro y a partir de ahí comenzó una larga batalla retórica entre los gobiernos locales y el gobierno federal sobre cómo manejar la crisis, impidiendo desde el principio cualquier posibilidad de éxito en la coordinación de la lucha contra la pandemia.

A raíz de la disputa sobre quién tendría la competencia para implementar medidas más restrictivas, la Corte Federal Superior autorizó a los gobiernos estatales y municipales a implementar políticas públicas más restrictivas. Y así, de manera descentralizada, los estados y municipios implementaron medidas restrictivas de diferentes formas y en diferentes momentos. En general, las medidas más habituales adoptadas fueron la reducción del horario de apertura de bares y restaurantes, el cierre de actividades no esenciales, el cierre de espacios públicos como playas y parques, el cierre de escuelas y, en casos extremos, el cierre total de la ciudad. Cabe señalar, sin embargo, que prácticamente no existían medidas contra la aglomeración en el transporte público en todo el territorio nacional.

Desde la perspectiva de las políticas adoptadas a nivel nacional, es posible separar tres factores relevantes. El primero se refiere a las políticas centradas en la actividad económica. El segundo se refiere a las políticas de salud pública adoptadas el Ministerio de Salud. Y, el tercero, se refiere a las actitudes y discursos adoptados por el presidente Jair Bolsonaro.

En cuanto a las políticas nacionales enfocadas a la economía, una de las más relevantes es la implementación de un programa de crédito para empresas con condiciones favorables para fomentar el mantenimiento de empleos formales. Sin embargo, el programa no parece haber tenido mucho éxito. Una política más impactante fue la Ayuda de Emergencia (Auxilio Emergencial); una transferencia de ingresos directa de R$ 600 (unos 95 euros) durante 3 meses dirigida a 67 millones de personas con pocos ingresos previos. Esta ayuda se reactivó en abril de 2021, pero con un valor inferior, R$ 150 (23 euros). A modo de comparación, el famoso programa Bolsa Família paga alrededor de R$ 89,00 (14 euros) al mes. Finalmente, me gustaría destacar la descentralización de los recursos federales a los gobiernos estatales y municipales para adquirir bienes y servicios a su discreción, como productos hospitalarios como EPP, entre otros.

En cuanto a las políticas nacionales de la salud pública, se caracterizaron por una falta absoluta de coordinación en las acciones, principalmente debido a la enorme inestabilidad institucional al frente del Ministerio da Salud. En doce meses, cuatro ministros de salud diferentes han pasado por la dirección de esta cartera. Al comienzo de la pandemia, las recomendaciones del ministerio reflejaron las recomendaciones de la OMS. Como estas eran contrarias a las líneas del presidente Bolsonaro, el ministro fue destituido en abril de 2020. El siguiente ministro se pronunció contra las medidas recomendadas por la OMS como el control del tráfico entre personas, pruebas rápidas y monitoreo. Aun así, el nuevo ministro se opuso a recomendar remedios sin eficacia científicamente probada y por esa razón fue despedido 1 mes después de asumir el cargo. El tercer ministro de salud es un general del ejército sin experiencia en salud pública y dispuesto a alinear las acciones del gobierno con los discursos del presidente Bolsonaro, como autorizar la recomendación de usar medicamentos sin prueba científica o negarse a comprar vacunas en varias ocasiones. Sin embargo, con la crisis de la segunda ola en la que se hundió el país, el general fue destituido en marzo de 2021. Hoy el ministerio ha vuelto a las manos de un médico.

Otro factor importante sobre la forma en que el gobierno enfrentó la pandemia son las posturas del presidente Jair Bolsonaro. Desde el inicio de la pandemia, con el argumento de la defensa de los puestos de trabajo en la economía, el presidente ha sido el principal oponente de cualquiera de las políticas dirigidas a restringir el movimiento de personas y a mantener el distanciamiento social. También se opuso a las medidas recomendadas por la comunidad científica; criticó el uso de máscarillas, fomentó las multitudes, alentó a los comerciantes a abrir sus tiendas y abogó por el uso de medicamentos y tratamientos sin eficacia probada contra la Covid-19. Aún más preocupante es la defensa por parte del presidente del argumento sobre la inmunidad colectiva, refiriéndose constantemente al virus como una “lluvia que mojará a todos los ciudadanos”, alentando a los brasileños a exponerse al virus. Este hecho queda ilustrado por su desdén por la compra de vacunas, afirmando reiteradamente que no será vacunado y ordenando cancelar la compra de vacunas por motivos políticos e ideológicos.

Impacto económico

A pesar de los esfuerzos del presidente Bolsonaro por estimular la economía, el impacto de la pandemia ha sido severo. El PIB de Brasil en 2020 cayó un 4,1%. Además, los resultados de la recuperación económica siguen siendo relativamente lentos, especialmente en los indicadores del mercado laboral. El gráfico de la izquierda en la Figura 1 ilustra cómo el impacto del virus en la economía ha afectado a los trabajadores brasileños. Cerca de 9 millones de trabajadores interrumpieron su actividad inmediatamente después del primer trimestre de 2020 y pronto perdieron su principal fuente de ingresos. El gráfico de la derecha muestra que hubo un salto de alrededor de 1 millón de personas desanimadas, es decir, sin ganas de buscar un nuevo trabajo. También se observa que el número total de personas desanimadas no ha disminuido desde el inicio de la pandemia, lo que demuestra la lenta recuperación económica del país.

Figura 1: Impacto económico da la Covid sobre el mercado de trabajo

 Fuente: PNAD CONTINUA, IBGE. ELABORACIÓN DEL AUTOR.

Es importante tener en cuenta que la situación económica brasileña antes de la pandemia ya era muy vulnerable ya que el país aún no se había recuperado completamente de la mayor recesión económica de su historia, entre 2015 y 2016. Los efectos en el mercado laboral se ven magnificados por el alto nivel de informalidad, alrededor del 40% de la población económicamente activa (38 millones de personas). Por lo tanto, el impacto económico es aún más severo debido al elevado número de personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, sin contribuciones a la seguridad social.

Variantes y vacunas

A fines de 2020, se confirmó la aparición de una nueva variante del virus en la ciudad de Manaus. Esta variante denominada P1, que resulta más contagiosa que la original y es capaz de reinfectar a personas que ya han superado el virus, se ha extendido por todo el país y parece la responsable del aumento de los casos y las muertes. También es preocupante la nueva variante que se está extendiendo en Río de Janeiro, denominada P2. El riesgo que generan estas nuevas variantes resulta alarmante no solo para Brasil sino también para el resto del mundo, por sus características diferenciales. El Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) estima que Brasil superará las 562 mil muertes el 1 de julio.

La buena noticia es que Brasil es un referente en vacunación masiva con un historial de haber controlado varias enfermedades a través de campañas públicas de vacunación de acceso gratuito y universal, como la viruela y la poliomielitis. El país también cuenta con centros de investigación de excelencia en producción de vacunas, como Fio Cruz y Butantan, en los que se están produciendo las vacunas AstraZeneca y CoronaVac en suelo brasileño, respectivamente. Por esta razón, el país tiene una capacidad de movilización relativamente buena para la vacunación contra la Covid.

La primera vacuna inyectada en Brasil fué el 17 de enero y, desde entonces, alrededor del 15% de la población brasileña (32 millones de personas) ya ha sido vacunada con, al menos, la primera dosis. La tasa promedio de vacunación es de alrededor de 600 mil personas por día y se espera vacunar a toda la población en diciembre de 2021. El plan de vacunación establece grupos prioritarios, como trabajadores de salud, ancianos, indígenas y habitantes de comunidades tradicionales. La Figura 2 muestra la pirámide de edad brasileña superpuesta a la población ya vacunada (con datos hasta 5/1). Como se puede observar, una gran parte de la población mayor de 70 años ya se ha vacunado, al menos con la primera dosis. También se observa una pequeña proporción de personas vacunas entre los grupos de edad media, que corresponde a los trabajadores de la salud.

Por lo tanto, aunque las cosas no se han realizado de la mejor manera desde la perspectiva política, el proceso de vacunación da esperanzas de poder controlar la pandemia, con permiso de las nuevas variantes.

Figura 2: Pirámide de edad y vacunación en Brasil

Fuente: PNAD Continua, IBGE, y Open DataSus. ElaboracIón del autor.
Códigos reproducibles: https://github.com/jtrecenti/vacinaBrasil