Hace unos días apareció en El País (y en NeG) el artículo "Impuestos contra la deflación" de César Molinas relacionando la caída del nivel de precios en Europa con el envejecimiento de la población. Sus conclusiones son dramáticas: el envejecimiento de la población lleva a una sociedad a ahorrar demasiado y consumir poco, haciéndola vulnerable a la deflación. La recomendación de política económica es simplemente expropiar a los mayores y darle los recursos a los jóvenes. Lamentablemente, el argumento se apoya en hechos empíricos incorrectos sobre el ahorro de las familias a lo largo del ciclo vital. En esta entrada explico cómo podemos esperar que cambie la tasa de ahorro de una economía cuando cambia su estructura demográfica, y qué opciones de política económica se pueden acometer.
Quién ahorra y quién desahorra
Empecemos por el principio. Ni es cierto que los ancianos ahorran ni que los jóvenes desahorran. El patrón de ahorro a lo largo del ciclo vital es como sigue. Los jóvenes ahorran un poco o no ahorran (contratar una hipoteca para comprar una casa es una forma de ahorro); las personas de mediana edad ahorran mucho; y finalmente los ancianos desahorran.
Estos hechos se pueden ver en fuentes de datos muy diversas. Por ejemplo, en el gráfico que sigue tenemos la riqueza de los hogares por edad según la Encuesta Financiera de las Familias en las olas del 2005, 2008 y 2011. Vemos claramente como la riqueza llega a su máximo en el grupo de edad 55-64 y desciende a partir de ahí. Es decir, los grupos de edad 65+ gastan más que ganan.(*)
En los EEUU vemos el mismo patrón con los datos del Survey of Consumer Finances (véase por ejemplo la Figure 2 en este artículo de Díaz-Giménez, Glover, y Ríos-Rull, 2011). Naturalmente los datos de sección cruzada no son los mejores para separar el efecto de la edad del efecto cohorte. Sin embargo, siguiendo a una misma cohorte en datos de panel aparecen resultados parecidos, tanto en el Panel Study of Income Dynamics como para los más mayores en el Health and Retirement Study (véase por ejemplo la Figure 1 en este artículo de Nakajima and Telyukova, 2012).
Por lo tanto, en una sociedad con muchos ancianos la tasa de ahorro no sería muy alta porque de hecho la gente mayor reduce su riqueza. Más interesante es pensar cómo puede evolucionar la tasa de ahorro en una economía que está experimentando una transición demográfica. Imaginemos que una sociedad experimenta primero un fuerte aumento de fertilidad durante unos años y luego una paulatina y sostenida reducción. En este ejemplo, la tasa de ahorro sería baja mientras las cohortes de mayor tamaño están al principio de su vida laboral, sería muy alta cuando estas cohortes están en el grupo de edad de 40-60 años, y volvería a ser baja cuando estas cohortes están jubiladas.
Visto así, trasladar recursos de los individuos de mediana edad a los jóvenes o a los jubilados ciertamente podría aumentar el consumo. Sin embargo, resulta más útil entender el motivo de estas diferencias antes de hacer recomendaciones de política económica.
Por qué las tasas de ahorro difieren con la edad
Es muy difícil atribuir las diferencias en tasas de ahorro según la edad a diferencias inmutables en la tasa subjetiva de descuento intertemporal. Yo no conozco ningún artículo académico que lo haya conseguido. En cambio, sí existe una amplia literatura académica que es capaz de explicar el perfil de consumo y ahorro a lo largo del ciclo vital basado en factores observables. Lo que aprendemos de esta literatura es los siguiente. Primero, los jóvenes ahorran poco porque su renta presente es menor que su renta esperada en el futuro, de modo que no tiene sentido para ellos trasladar recursos escasos del presente a un futuro de mayor renta. Los individuos de mediana edad ahorran fuertemente en anticipación de la jubilación, que es una larga etapa de la vida en que no se obtienen rentas laborales. Y finalmente, los individuos de mayor edad tienden a usar sus ahorros para complementar sus pensiones.
Pero la gente mayor tiene (en media) mucha riqueza acumulada. Se podría esperar que no fuera así, que cuando uno se hace mayor gastara su riqueza a mayor velocidad, es decir, desahorrara a mayor velocidad de lo que observamos. En los últimos años han aparecido explicaciones muy razonables para el moderado descenso de la riqueza acumulada de la gente mayor: una explicación posible es el riesgo en los gastos de salud, que induce a los mayores a mantener cierto ahorro por motivo de precaución (De Nardi, French and Jones (2010) o Nakajima and Telyukova (2015)); otra es la iliquidez de las casas, uno de los vehículos de ahorro más importante (Nakajima and Telyukova, 2014); finalmente, otra explicación puede ser la voluntad de dejar una herencia a los hijos. Pero repito, en cualquier caso, la gente mayor gasta más que gana, su ahorro es negativo, y su riqueza desciende.
Respuestas de política económica
Ignoro si la deflación y los problemas actuales de demanda agregada se deben a motivos demográficos. En cualquier caso, sí es posible aventurar distintos mecanismos relacionando la demografía actual con un alto nivel de ahorro. Cada una tiene una implicación distinta de política económica.
- Un posible mecanismo es, como apuntaba anteriormente, la transición demográfica que hace que el grupo poblacional de mediana edad sea el más numeroso a día de hoy. Si ésta es la explicación, entonces tenemos que esperar que la tasa de ahorro agregada descienda otra vez cuando este grupo poblacional alcance la jubilación, subiendo con ello los tipos de interés.
- Otro mecanismo es la mejora en la esperanza de vida, que alarga la época de la vida en que no se generan rentas laborales (la jubilación, vamos) y por lo tanto aumenta la necesidad de ahorro. Una solución a este problema es la que se está implementando en varios países: retrasar la edad legal de jubilación. El efecto de esta política sería disminuir la necesidad de ahorro para la vejez, aumentar el consumo en la época anterior, y por lo tanto aumentar el tipo de interés de equilibrio. Su peligro: no está claro que el aumento de la esperanza de vida con salud haya sido tan elevado como el aumento en la esperanza de vida, y en cualquier caso las ganancias en esperanza de vida están muy desigualmente distribuidas entre distintas capas de la población (al menos en los EEUU).
- Finalmente, otra explicación es el deterioro de las finanzas públicas. Una sociedad con una sistema de pensiones de reparto generoso y una buena cobertura del sistema de salud pública genera menos necesidad de ahorro y por lo tanto mayores tipos de interés en equilibrio. El deterioro de las pensiones y de la cobertura de la sanidad pública aumentan la necesidad de ahorro de los hogares para su vejez. Es más, dado el alto endeudamiento de las AAPP, es fácil prever que en el futuro estos programas vayan a sufrir aun más. En el caso de España, la escasa dotación presupuestaria para la Ley de Dependencia añade a los riesgos que los hogares tienen que cubrir con sus ahorros. En este sentido, un estado del bienestar generoso y bien diseñado reduce la necesidad de ahorro para la vejez. Lamentablemente, la demografía no ayuda en esta dirección: a medida que el ratio de jubilados a trabajador aumenta es muy difícil mantener un estado de bienestar basado en los ingresos de los pocos trabajadores de la economía. Solo hay dos soluciones: tener más hijos o aumentar el flujo de inmigrantes.
Conclusiones
Acierta el artículo de César Molinas en relacionar la demografía con la demanda agregada y las preferencias por el consumo presente. Sin embargo, ni es el envejecimiento de la población lo que paraliza el consumo ni es el aumento del impuesto de sucesiones el instrumento adecuado para estimular la demanda agregada.
El envejecimiento de la población no es un gran problema para el consumo porque como hemos visto la gente mayor gasta bastante más de lo que gana. Lo puede ser transitoriamente, mientras unas cohortes de edad más numerosas cruzan las edades de 40 a 60 años, pero no en el largo plazo. En cambio el envejecimiento de la población sí es un gran problema para la producción de riqueza, que es un problema mucho mayor
En cuanto al aumento del impuesto de sucesiones, ciertamente puede disminuir los incentivos a acumular riqueza durante el ciclo vital, pero las herencias no son la única ni la principal causa de acumulación de riqueza, ni está claro que afecte de forma significativa a muchos hogares. Un buen sistema de pensiones de reparto es la mejor manera de quitarle las ganas de ahorrar a los hogares de mediana edad.
Finalmente, un debate distinto es si tiene sentido subir el impuesto de sucesiones por motivos de equidad. Sin negar la importancia de las herencias en la transmisión intergeneracional de posición social, quiero aprovechar el post para recomendar un interesantísimo artículo en The Economist esta semana, que pone el foco en la transmisión de capital humano como elemento clave en la creación de dinastías en los EEUU.
(*) La tabla citada de la EFF agrupa todos los hogares con cabezas de familia de menos de 35 años, con lo cual no podemos ver el perfil de riqueza de los más jóvenes. Imagino que el motivo es el bajo número de hogares en España cuya cabeza de familia está en este rango de edad.