El sábado pasado entró en vigor el precio máximo para los test de antígenos personales. Recordemos que la regulación en España requiere que se vendan en farmacias, aunque sin prescripción médica, y que el precio había variado desde los 5 € cuando empezaron a aparecer hasta los 12 € cuando apareció la variante Ómicron coincidiendo con la cercanía de las fiestas de Navidad y fin de año (aquí). El precio máximo se ha establecido en 2,94 € por unidad.
Un primer análisis, de brocha muy gorda y bastante ingenuo, dirá que el precio máximo elimina parte del incentivo a proveer el bien. A un precio de 12 € más empresas querrán ofrecer el test. Dejemos que compitan y el precio bajará. También dirá que las unidades que se vendan se agotarán enseguida, haciendo que las compre quien llegue antes a la farmacia y no quien más las necesite y esté dispuesto a pagar su precio. Este argumento, que se sigue del análisis estándar, solo es cierto si el precio máximo está por debajo del precio que tendría en un mercado competitivo.
En el caso que nos ocupa tenemos razones para pensar que la distribución en farmacias no es competitiva. Basta mirar a nuestro alrededor para ver que, allá donde se permite la distribución en supermercados, el precio es menor, si es que los numerosos medios que así lo reportan no están equivocados (aquí, aquí y aquí, por ejemplo). El supermercado siempre vende más barato que las farmacias. Además, el precio en las farmacias del país que permite la venta en supermercados es menor que en las farmacias de los países donde solo se puede vender en ellas. En el caso de Francia hemos visto en directo cómo se han abaratado los precios tras dar permiso a la venta fuera de farmacias para evitar la escasez. Y, añadido a lo anterior, disminiuría los costes de desplazamiento de los consumidores al disponer de más puntos de venta (véase el oligopolio de las farmacias en España aquí).
Sigue siendo cierto que genera menos incentivos a que entren más productores y que esto puede redundar en menor competencia. ¿Qué importa -se puede preguntar alguien- si el precio máximo ya ha reducido el precio? Importa porque reducciones del coste redundarán en reducciones adicionales del precio en condiciones de competencia. De todas maneras, este argumento, cierto en general, parece de poca relevancia en el caso de los antígenos, donde hay más de una veintena de test aprobados para su comercialización.
La defensa de los precios máximos siempre aduce fallos en el mercado. La defensa de la libertad de precios siempre aduce la necesidad de que los precios indiquen dónde hay escasez y creen los incentivos para producir. Los primeros pueden mostrar pequeños ejemplos, aquí y allá, donde un precio máximo no ha implicado mayores problemas. Los segundos podrán mostrar grandes ejemplos en los que sí ha ocurrido. Cuando digo pequeños, no me refiero a poco importantes para los implicados, sino al tamaño de la economía o del sector implicados respecto al total.
Por lo dicho, en el caso de los test de antígenos personales el precio máximo no se traducirá en un importante desabastecimiento ni en desincentivo para producirlos. Ocurrió algo parecido con las regulaciones en su momento sobre mascarillas y geles. En su momento el Gobierno decidió que tenían prioridad los centros de salud y eso provocó que durante unos días no se encontraran fácilmente. Recordemos también que, poco después, el Gobierno puso un precio máximo a las mascarillas quirúrgicas, pero no a las higiénicas ni a las FFP2. Cuando eso ocurrió escribí (aquí) sobre ello (véase la fecha, para que no se me acuse de hablar a toro pasado). Básicamente decía que, no fabricándose en ese momento en España, el hecho de que el precio máximo estuviera por encima del coste no garantizaba el suministro, puesto que fuera de España el precio en ese momento era mayor y no sería fácil traer un bien de un lugar donde se vende caro para venderlo en otro más barato. Así fue y durante un tiempo (poco) no se encontraban mascarillas en España (aquí), el tiempo que tardó en bajar el precio internacional y en comenzar la producción masiva en España. De todas maneras, estamos todavía a la espera de que alguien haga un análisis completo de todo aquello y diga si hubo una diferencia importante entre el abastecimiento de un tipo de mascarillas y otro. Estos productos, como los test de antígenos, tienen un ciclo de producción corto, una tecnología relativamente sencilla (ahora) y una competencia en su producción suficiente, por lo que, en principio, es esperable que cualquier desajuste se resuelva en poco tiempo. Cuando digo poco tiempo no minimizo la importancia de que alguien se quede sin test durante unos días, es solo una comparación relativa al tiempo que dura la pandemia y para el cual debemos tener los test disponibles.En resumen, que lo mejor que podíamos haber hecho desde el principio es permitir la venta de test en todas partes. Esta medida es objetivamente mejor que restringir su venta porque habría abaratado el precio y mejorado la distribución. ¿Hasta llegar al nivel competitivo que refleja el coste de producción y distribución? No lo sé, pero no hemos tenido la oportunidad de saberlo. Alemania, sin precios máximos, y Portugal, con ellos, pero ambos dando libertad para vender, son buenos ejemplos en los que fijarse.
Hay quien todavía defiende que no se vendan los test fuera de las farmacias, como no se vende pescado en las ferreterías. Cada ocurrencia puede tener su analogía. No quiere decir que sea buena ni la idea ni la analogía. Y metidos en analogías, hay también quien argumenta que, como el Estado ha tenido un éxito al organizar la vacunación masiva, también podría ser quien comprara millones de test y los distribuyera entre la población, tal vez de manera gratuita en los lugares especificados. Debe advertirse de la diferencia de objetivos en uno y otro caso. Sobre la conveniencia de la planificación en las vacunas hablé aquí. Básicamente, no hacen falta precios que orienten a quién vacunar, cuánto y cuándo: hay que poner un ciclo de vacuna a cada persona siguiendo un orden de prioridades establecido. En el caso de los test el objetivo es ponerlos a disposición de la ciudadanía para su uso. Este objetivo puede ser criticado, pero, una vez establecido, es mejor si favorecemos un mercado competitivo, que responderá mejor a una demanda descentralizada. La Comunidad de Madrid repartió test gratuitos (uno por persona) y no hubo para todos. En el Reino Unido dan dos por persona y semana y tampoco llegan (aquí).
Y por terminar. ¿Cuáles son las primeras reacciones al precio máximo en España? Hay noticias de farmacias que no los tienen o que los venden por encima del precio con la excusa de que son de las remesas anteriores a la ley, pero no hay noticias de estos casos pasen de ser puntuales. ¿Ningún problema, entonces? No exactamente. Hay un problema pequeño, pero si mañana bajan los costes no se trasladarán al precio y si suben por escasez de algún componente del test nadie querrá venderlos. Y eso sin hablar del mejor suministro en competencia. Ante esto puede sugerirse que se cambie el precio según cambien los costes. Pero ese es el problema, que no hace falta que el gobierno esté pendiente de eso y que no tiene por qué tener toda la información sobre los costes. Garanticemos la competencia. Es lo que hace falta y lo que se puede hacer mejor. En cualquier caso, seguiremos atendiendo a lo que diga la realidad.
Hay 14 comentarios
Estimado José Luis,
Creo que podemos estar de acuerdo, en que la función principal de los mercados de test de antígenos, geles o mascarillas es la del pleno abastecimiento.
Ni colocar un precio máximo es la solución, por los dos motivos que aduces, ni tampoco dejarlo todo a la lógica del mercado, aunque sea competencia perfecta.
Yo voy un paso más allá y elaboraría un cóctel con las bondades de una economía de mercado y una economía de planificación central. Aplicaría la tecnología que tenemos a mano, para cubrir el déficit de información. Haría una aplicación sencilla donde registrar la petición del producto de cada demandante, todo en una base de datos en continua actualización. Por otro lado, conociendo la demanda, haría pública una convocatoria para la producción de las unidades suficientes, entre las distintas empresas productoras.
El precio no lo pondría el gobierno, sino una IA en base a un algoritmo de consenso, que respetase un margen de un 20% (por decir algo), para incentivar la producción de los oferentes.
La planificación central no funcionó por dos motivos: falta de información y corrupción. En este caso creamos un modelo computacional que refleja la realidad del mercado con una precisión milimétrica, siendo los economistas e ingenieros los encargados de hacer que el sistema sea viable.
Un cordial saludo.
No sé por qué crees que tu sistema sería mejor que la competencia. Ni siquiera es nuevo. Los modelos de computación perfecta (frente a competencia perfecta) se propusieron ya hace mucho tiempo cuando comenzaron a extenderse los ordenadores. Se enseñaban en mi Facultad cuando era estudiante de licenciatura. El problema es la ingente cantidad de información necesaria para casar ofertas y demandas y la falta de incentivos a revelar correctamente tanto una como la otra.
¿Por qué una cantidad ingente? Porque las cosas son más complicadas de como las pintas. Deseos de compra y deseos de producción y venta (demandas y ofertas que no deben ser confundidas con funciones de demanda y de oferta) dependen del precio, de manera que deben irse ajustando cada vez que se propone un precio, puesto que variarán. Esto implica que propuestas de precio, de compras y ventas deberán tener un camino de ida y vuelta entre el planificador y cada consumidor y empresa unas cuantas veces antes de converger a un precio que case todas las propuestas. Y todo para hacer lo que ya hacía el mercado competitivo.
¿Por qué falta de incentivos? Porque, no siendo decisiones efectivas, sino previas a los ajustes, la información sobre qué comprar y vender a qué precios puede darse para intentar manipular ese precio. Tu propuesta, además, dando una tasa de beneficio fija, elimina todos los incentivos a mejorar la tecnología de producción y distribución. ¿Para qué mejorar, si siempre voy a tener el mismo retorno? De hecho, si mejora será el mismo retorno en porcentaje y menor en valor total. Peor todavía.
Estimado José Luis.
Cuando tu estudiabas no todo el mundo tenía smartphones, ni redes de fibra óptica, puede que no existiera Google e Internet estaba en pañales.
La verdad es que Wall Street funciona cada vez menos con papeles. La tecnología ha llegado para quedarse y no solo para unos pocos, de forma testimonial, o solo para engordar carteras, lo cuál me parece muy legítimo.
No trato de vencer, trato de convencer y de construir una alternativa desde el debate más sincero y directo, con el mejor de los propósitos. No me malinterpretes.
Te doy la razón, el 20% fijo es un error de bulto por mi parte, pero eso no invalida el resto de cuestiones, ciertamente el ideal es el mercado de competencia perfecta, pero a estas alturas escuece y mucho la cantidad de oligopolios y monopolios que proliferan en estadios avanzados en base a ese paradigma.
Volviendo a la cuestión de los antígenos, dejo un esquema del modelo propuesto AQUÍ.
Gracias.
El modelo se estudiaba teóricamente, por lo que daba igual que hubiera o no móviles o que una app ahorrara papel. Se trataba de estudiar el flujo de información, y eso se traduce en un teorema matemático (Hurwicz dixit): el mercado competitivo funciona eficientemente con el mínimo posible de información, la información necesaria en la computación perfecta es de órdenes de magnitud superior. Nunca vas a escapar de esta ley.
En el sistema de mercado los precios son las señales que indican dónde y cuanto producir. Un argumento típico contra la planificación es que el planificador no puede disponer de esa información, pero hoy se dispone de mucha información y de la capacidad de procesarla en muy poco tiempo. Lo que me pregunto es si el llamado big data no podría suplir esta laguna en la práctica. ¿Qué opina Vd.?
El planificador no tiene esa información, la tienen productores y consumidores. En el mercado ninguno de estos necesita dar ni recibir información de nadie, con los precios se bastan para tomar decisiones. En el sistema planificado la oficina central necesitará esta información. Como he dicho en comentarios anteriores, la información que necesita es ingente y no hay manera de garantizar que la que acabe manejando sea la adecuada (es decir, la que expresa la realidad de las preferencias y tecnologías existentes) y no esté manipulada, y tampoco hay manera de garantizar el incentivo a incorporar mejores tecnologías. Nada de esto depende de tener ordenadores potentes, big data o lo que sea. Son teoremas de diseño de mecanismos.
Mi comentario es un poco periférico al tema central del post, pero me gustaría poder comentar contigo un par de inquietudes relacionadas.
El primero relacionado con esta frase "haciendo que las compre quien llegue antes a la farmacia y no quien más las necesite y esté dispuesto a pagar su precio". Obviamente en un mundo donde todo el mundo disponga de la misma riqueza e ingreso, quien esta dispuesto a pagar más es el que más lo desea, pero no vivimos en ese mundo. Un precio más elevado (unos pocos euros) será indiferente para rentas altas y una gran traba para rentas bajas.
John Cochrane o Tyler Cowen defendieron la distribución de las vacunas a través del precios de mercado, pero a nadie se le escapa que eso acabaría llevando a que las rentas altas se vacunasen antes. Mi pregunta es, como relacionar disposición a pago y necesidad en un mundo con diferencias de renta tan amplias?
Mi segunda cuestión es en relación a las enormes externalidades positivas que generan los test de antígenos. Obviamente estamos en una situación mejor abriendo la posibilidad a que otros establecimientos puedan vender los test, pero dada dichas externalidades, no sería lo óptimo una fuerte subvención a la venta de test?
Un saludo
Sobre la primera cuestión: ese argumento te vale para cualquier bien y, sin embargo, no lo aplicamos ni a los bienes de primera necesidad. Si quieres ayudar a alguien con pocos recursos una manera muy mala de hacerlo es usar los recursos limitados del Estado en abaratar ese bien para todo el mundo. Es un gran derroche, máxime cuando hay alternativas mejores, como usar esos recursos solo en tu población objetivo.
Sobre la segunda cuestión: vide la respuesta a la primera.
Hay muchos bienes a los que si lo aplicamos, sanidad, educación, vacunas, etc...
Pero no era eso tanto lo que quería señalar, sino la afirmación que mayor disposición a pago refleja mayor necesidad/valoración de ese bien, de tal manera que la asignación es eficiente dado que el bien acaba en manos de las personas que más lo valoran.
Sin un supuesto de rentas iguales, esta afirmación no es verdad nunca, a mi modo de ver. Salvo unas definición de necesidad extraña.
Recuerdo la frase de post da, "haciendo que las compre quien llegue antes a la farmacia y no quien más las necesite" es fácil cambiarla a "haciendo que las compre quien disponga de mayor renta y no quien más las necesite"
La sanidad y educación tienen un mecanismo de asignación completamente distinto. No es un precio máximo. Ninguna analogía se puede sacar de ahí. En cuanto a las vacunas, ya lo he señalado en el texto: la adecuación del medio (mecanismo) al fin depende mucho de cuál sea el fin, además de muchas otras cosas como el tipo de bien.
En cuanto a cambiar "haciendo que las compre quien llegue antes a la farmacia y no quien más las necesite" por "haciendo que las compre quien disponga de mayor renta y no quien más las necesite", debería haber quedado claro que la primera es más pertinente. La mayoría de la gente se puede permitir sin problemas varios test, por lo que la pérdida de eficiencia afectaría solo una minoría si no quisiéramos que eso pase, mientras que con las colas se vería afectado todo el mundo. Como he dicho en el comentario anterior, si quieres que los ciudadanos con pocos recursos accedan a un bien, haz un programa para ellos, no provoques ineficiencias que afectan a todos. Hay más problemas con la asignación por colas, como la falta de incentivo para buscar tecnologías más baratas. Son cosas que hemos visto una y otra vez cómo provocan pobreza y que sigue asombrando que haya quien las siga defendiendo.
Estimado José Luis:
Creo, dándole una vuelta de tuerca a lo que sugiere Carlos, que el problema es la representatividad de los precios de mercado.
Es decir una vez que un mercado de competencia perfecta se haya el precio de equilibrio marcado por la oferta y la demanda. No es preocupante los que puedan pagar el precio, o los que queden muy sobrados para pagarlo, sino aquellos que son “expulsados” automáticamente al no poder pagar el precio estipulado.
Ahí falla la distribución, no porque el bien sea escaso, sino porque el propio mecanismo que tenemos para distribuir el bien, de facto, expulsa o no tiene en cuenta a aquellos que no pueden hacer frente al pago y adquisición de ese bien o servicio.
Así se crea una burbuja de opulencia o primer mundo, disfrazando la pobreza a través de fronteras y continentes que precisamente no pueden levantar la cabeza, por su carestía de lo más mínimo. En ese sentido yo realizaría un estudio sobre el número de papers destinado a investigar esta cuestión.
Un cordial saludo.
El mercado no resuelve los problemas de pobreza, pero actuando de manera irresponsable sobre el mercado (fuera de los casos reconocidos de fallos de mercado en los que se pueden hacer mejoras) los problemas de pobreza serán más generales. El alivio o la desaparición de la pobreza dependerá de otros tipos de política. La tentación de arreglar cosas cambiando los precios por ley es solo eso, una tentación, un recurso para mentes que no quieren ver la historia económica ni entender las razones de por qué esa historia y una idea barata para quien no quiere hacer los esfuerzos que realmente hay que hacer. Haz lo que quieras para acabar con la pobreza: dedica recursos ingentes a educación, reubicación de chabolistas, transferencia de rentas, etc. Pero una vez hecho eso, deja en paz al mercado (asegúrate de que sea competitivo), que ahí solo podrás estropear las cosas.
Articulo interesante, mas aun con las respuestas dadas por el autor a interlocutores.
Gracias!
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