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El funcionamiento y las propiedades del mercado marginalista

Los altos precios de la electricidad durante este verano han traído, entre otras cosas, la discusión sobre el mercado marginalista con el que se opera en este sector. En esta entrada intentaré explicar cómo funciona y qué consecuencias sacar de todo ello.

El mercado competitivo es marginalista

Empecemos por recordar cómo funciona un mercado competitivo. Pongamos que hay siete potenciales productores y vendedores de un determinado bien, A, B, C, D, E, F y G, quienes pueden producir solo una unidad cada uno a coste 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 €, respectivamente. En la parte de la demanda tenemos a T, U, V, W, X, Y y Z que demandan una unidad cada uno y que valoran el bien en 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 €, también respectivamente. ¿Qué intercambios puede haber? La tabla siguiente muestra una posibilidad:

El excedente en cada intercambio es la valoración menos el coste. El intercambio entre A y V, por ejemplo, se puede producir a cualquier precio entre 1 y 3 €. Según esté más cerca del coste o de la valoración, así se beneficiará más el comprador o el productor. En el ejemplo anterior, todos los agentes menos F, G, T y U encuentran con quien comerciar y el excedente total del mercado es de 10 €.

El lector puede probar distintos emparejamientos y obtener distintos resultados. La teoría de mercados competitivos dice que los intercambios serán los siguientes, con un excedente total de 12 €:

Gráficamente se ve mejor y se ilustra el significado de las típicas curvas de oferta y demanda usadas en el análisis económico. La oferta, en negro, es creciente y la demanda, en rojo, decreciente:

El análisis económico dice más. El precio de intercambio entre A y Z que, en principio, puede ser cualquiera entre 1 y 7 € euros, será de 4 €. Lo mismo ocurrirá en el resto de intercambios. Hay muchas razones para que esto sea así. Quienes tengan un coste menor y una valoración mayor serán quienes más fácilmente encuentren con quién intercambiar y serán los primeros en entrar en el mercado. Además, en un mercado competitivo se conocen los precios, por lo que, en cuanto haya algo de experiencia en este mercado y habiendo intercambios a precio 4 €, nadie querrá vender por debajo y nadie querrá comprar por encima. Esta teoría se adecua muy bien a las observaciones empíricas y experimentales.

Las propiedades del mercado competitivo

El mercado competitivo es marginalista: todas las unidades se intercambian al precio que marca la última unidad que entra en el mercado. Esta es una manera de expresar el hecho de que, dado un precio en un mercado, entrarán empresas hasta que nos encontremos con que la última que ha entrado es la menos eficiente, de manera que el precio será el coste de esta empresa. Como vemos, esto no tiene nada que ver con que ella decida el precio. También podríamos decir que entrarán compradores hasta que el precio sea la valoración del último consumidor. De igual manera que hay productores que se benefician de un precio alto en comparación con sus costes, también hay consumidores que se benefician de un precio bajo en comparación con sus valoraciones.

El mercado así formado tiene unas cuantas propiedades de interés:

1. El excedente es máximo. No hay otra manera de realizar intercambios que genere un excedente mayor.
2. Da un incentivo para que quienes tienen ventaja en la producción aumenten su capacidad, echando del mercado a los más ineficientes.
3. Da un incentivo para mejorar la tecnología y producir con menores costes.

Es cierto que el máximo excedente se da a costa de que algunos productores y compradores se queden fuera del mercado. Si este es el único bien de la economía o es un bien absolutamente necesario, será un problema. En otros casos, los compradores que no valoran mucho este bien podrán dedicar sus recursos a comprar en otros mercados otros bienes que valoran más. Algo parecido podemos decir de los productores. De esta manera tenemos otra propiedad de interés:

4. El mercado da un incentivo para que cada quien consuma lo que más prefiere cuando se tienen en cuenta los costes reales y para que los productores se especialicen en aquello en lo que son más eficientes.

Nada de lo anterior se altera si los compradores desean más de una unidad y tienen valoraciones decrecientes de las distintas unidades a medida que las adquieren, o si los productores producen a distintas unidades a distinto coste. Tampoco depende de que el intercambio sea primero entre los agentes con mayor diferencia entre valoración y coste; basta con que los que producen a menor coste que el precio de mercado intercambien con cualquiera que tenga una valoración mayor.

Alternativas

La anterior no es la única manera de organizar un mercado con todas esas propiedades. Otra estructura de mercado en la que las primeras unidades se intercambien a un precio distinto que el marcado por la intersección entre las funciones de oferta y demanda (aquí un ejemplo) tendrá las mismas propiedades siempre y cuando:

1. Las últimas unidades sí se intercambien al precio que marcan las curvas de oferta y demanda.
2. No haya posibilidad de reventa y haya alguna regulación que obligue a no cobrar más (o menos) por esas primeras unidades.
3. Los productores con menores costes reciban una compensación mayor que los productores con mayores costes. Esto es necesario para mantener el incentivo a introducir mejores tecnologías.
4. Los consumidores con mayores valoraciones reciban un excedente mayor que los consumidores que menos valoran el bien. De esta forma se mantiene que el consumo sea acorde con las preferencias.

El mercado eléctrico

El mercado eléctrico, con su sistema de subastas diario, intenta emular un mercado competitivo para aprovechar sus buenas propiedades. En la subasta un productor no dice su coste, sino el precio mínimo al que se compromete a vender cierta cantidad. Si la subasta es competitiva, estos precios coincidirán con sus costes o serán, incluso, menores. Así, algunas tecnologías se ofrecen a precio cero para asegurarse que entrarán en el mercado sabiendo que se remunerarán a un precio positivo. Esto ocurre, p. ej., con la nuclear, que no puede parar fácilmente y debe asegurarse que toda su producción entra en el sistema.

Sin embargo, como vimos en su día, la remuneración a precio de mercado de las hidroeléctricas y las nucleares no generan ningún incentivo para mejorar la tecnología o aumentar la capacidad. Se programaron con otra financiación y la orografía por una parte y la decisión política por otra impiden ampliar la capacidad de estas tecnologías. Cabría, por tanto, sacarlas del mercado y favorecer una reducción de la tarifa de la luz en su parte fija o en las primeras unidades consumidas, dejando las últimas al precio marginal para mantener los incentivos adecuados a desviar el consumo de las horas pico y a abaratar las tecnologías que sí se pueden expandir. Por otra parte, si políticamente se decide eliminar la moratoria nuclear, las nuevas centrales sí deben poderse remunerar según el precio de mercado. Si a ese precio son rentables, adelante. Si no lo son, no deben entrar. No debería hacer falta decir que la rentabilidad debe incluir todos los costes, el de las emisiones de CO2 incluido, y todos los beneficios.

Aclarando algunas confusiones

1. La analogía de que tener un mercado marginalista es como pagar sardinas al precio de percebes no tiene sentido. Un kWh en la red puesto por una central de carbón es igual que uno puesto por una planta fotovoltaica.
2. La idea de que distintas tecnologías no deben competir entre sí no se sostiene. Precisamente una de las bondades del mercado es incentivar el uso de las mejores tecnologías. Para ello deben competir entre sí. Esto no se contradice con lo que hemos dicho sobre las tecnologías que no pueden expandirse (hidráulica y nuclear).
3. Abaratar el recibo de la luz bajando el precio de todas las unidades no es una buena idea: impide la racionalización del consumo. Se pueden abaratar las primeras unidades, sacar la nuclear y la hidroeléctrica del mercado, dar un bono eléctrico a las familias pobres, vigilar la colusión de las empresas, etc. Se puede hacer todo eso, menos impedir que las últimas unidades se paguen según su coste.