El pasado 7 de mayo tuvo lugar en la UNED un seminario titulado “Philosophy of Economics: 20 years is nothing”, con la excusa de los veinte años cumplidos desde que Uskali Mäki se unió al grupo de investigación liderado por Jesús Zamora y David Teira. Tuvieron la amabilidad de invitarme a presentar una charla en la que intenté hacer una lista de los temas en los que la Economía ha podido y puede influir en la Filosofía. Presento en esta entrada un resumen, pero antes convienen unos avisos para evitar malentendidos. La lista no es exhaustiva, solo contiene los temas que me resultan más familiares. No sostengo que esas influencias vengan exclusivamente de la Economía, aunque yo sí las haya filtrado desde ella. Tampoco digo que la Economía haya solucionado esos temas (aunque creo que alguno, sí), solo que ayuda a plantear mejor las preguntas y a orientar la discusión.
Altruismo vs egoísmo.
¿Cómo distinguir el altruismo del egoísmo? Si yo ayudo a una persona, lo hago porque quiero. Pero entonces, ¿no estoy actuando según mis propias preferencias y, por tanto, siendo egoísta? En Filosofía, estas cuestiones son conocidas como Egoísmo Psicológico. Uno de los primeros economistas que más ha influido sobre el uso de preferencias sociales, Gary Becker, usa modelos en los que la utilidad de un individuo (p.e., un padre) depende de la utilidad de otro (p.e., una hija). En el rigor de la Teoría Económica, las preferencias pueden escribirse como Upadre=Upadre(Xpadre,Uhija(Xhija)), es decir, como una función que depende de una serie de variables recogidas en Xpadre y que afectan directamente la utilidad del padre y de otras recogidas en Xhija que afectan indirectamente a través de Uhija(Xhija), la utilidad que reportan a la hija. De esta manera el padre tiene incentivos a dedicar recursos a la hija. Podemos discutir o no si eso es altruismo, pero lo que más importa es que es posible hacer esa distinción de manera operativa definiendo como egoístas las acciones para aumentar los valores de Xpadre y como altruistas las que aumentan Xhija.
Argumentos circulares
Podemos ir más lejos y decir que la utilidad de la hija depende también de la utilidad del padre: Uhija=Uhija(Xhija, Upadre), con lo que hay una circularidad en las definiciones. La utilidad del padre depende de la de la hija, que depende de la del padre,… ¿Es posible definir utilidades de esta manera? La respuesta es afirmativa en muchos casos. El modelo permite que la circularidad sea solo aparente, y que muy a menudo no sea distinta de la de un sistema de n ecuaciones con n incógnitas o de encontrar un punto fijo en una correspondencia. Esta idea cobra nuevas dimensiones en la Teoría de los Juegos para encontrar puntos de equilibrio en las decisiones estratégicas, tal como propuso John Nash. Las especulaciones filosóficas sin el rigor de un modelo formal puede llevar a pensar que hay efectivamente una circularidad en la definición de un problema cuando esta es solo aparente.
Superracionalidad
La primera reacción ante el juego del dilema del prisionero suele ser de incredulidad. No puede ser que ambos presos confiesen sabiendo que eso los lleva a varios años de cárcel, cuando no confesar los deja libres tras solo unos meses. Es cierto que si uno confiesa y el otro no, el que confiesa sale libre por ayuda a la justicia y el que no confiesa se queda todavía más tiempo en la cárcel, pero si ambos razonan igual parece que deberían concluir que, estando en la misma situación, lo que es mejor para uno también es lo que es mejor para el otro (esto sería la superracionalidad que proponía Douglas Hofstadter). La Teoría de Juegos, sin embargo, deja claro que en ese razonamiento hay un error lógico equivalente al igualar dos variables antes de realizar los cálculos en un problema de optimización en lugar de observar que las dos variables simplemente se igualan después de realizarlos en dos problemas de optimización independientes, y que el resultado de estos segundos problemas no tiene por qué ser igual que el del primero. Es decir, que el equilibrio de Nash muestra que el argumento “si todos pensaran como tú” no es tal.
El imperativo categórico
“Obra solo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal” es el imperativo categórico que Kant cree poder deducir de la razón. Presenta cuatro problemas: (i) es demasiado impreciso como para ser operativo, (ii) no está deducido de la razón, (iii) distintas personas pueden tener distintas preferencias sobre cómo deben ser las leyes universales y (iv) seguir el principio puede no constituir un equilibrio (véanse aquí varias referencias sobre el dilema del prisionero y la moral). A pesar de que, con su idealismo, Kant concluía una moral contraria a los derechos de las mujeres, homosexuales, bastardos y sirvientes, y en contra de ciertas prácticas sexuales, se tiene en gran estima su intento de buscar una moral universal basada en máximas categóricas. Véase el contraste con la poca simpatía que suelen generar los utilitaristas. Estos deducían posiciones contrarias a la esclavitud y a favor de los derechos de las mujeres y los homosexuales; pero como la deducción podía no ser tal si nuestras preferencias fueran las de las hormigas o los psicópatas, su método parece inferior por no ser absoluto. En otras palabras, su método no gusta por ser falsable, como debe ser todo en ciencia, es decir, en pensamiento ordenado.
¿Homo homini lupus o buen salvaje?
Serán los estudios sobre cómo nos condicionan los factores sociales, genéticos o ambientales los que nos darán pistas acerca de por qué somos como somos y cómo de maleable es esta manera de ser. La Economía muestra, además, cómo un mismo tipo de comportamiento puede dar lugar a resultados muy distintos según el contexto. Así, el egoísmo puede ser domado y dar buenos resultados en mercados competitivos y llegar a resultados nefastos en el dilema del prisionero. Una aproximación descuidada a estos y otros casos puede dar lugar a conclusiones equívocas sobre la naturaleza y la conducta humanas.
La lista sigue, pero el espacio para esta entrada, no. Quedan temas como el velo de la ignorancia (del que hablé aquí), los teoremas de caracterización y de imposibilidad (aquí), la libertad y el libre albedrío, las ideologías y el papel de las preferencias y las restricciones, la distinción entre fines y medios o entre consecuencias y principios, el debate entre naturaleza vs crianza (aquí), el problema de la causalidad, la utopía frente al second best, los errores tipo I y tipo II en las políticas sociales y las paradojas lógicas que se resuelven bien con un poco de Teoría de Juegos o de probabilidad bayesiana. Quedan para otro momento.
Disfruten del verano.