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Limitaciones a la atracción de talento joven en las universidades públicas españolas

La universidad juega un papel clave en el desarrollo de un país, tanto por su función de formación de capital humano como de producción de investigación (ver por ejemplo este estudio o este otro). Es por ello fundamental que, en un mercado global, las universidades españolas sean capaces de atraer a buenos investigadores.

En esta entrada vamos a hablar de dos de los problemas que dificultan la atracción de talento joven en muchas universidades públicas españolas: los salarios no competitivos y el requerimiento de la acreditación ANECA para la contratación de economistas jóvenes.

Antes de entrar en sustancia y a modo de disclaimer, me gustaría aclarar que, aunque algunas de estas limitaciones son comunes a otros campos de investigación, la entrada se refiere únicamente a la atracción de talento joven en el campo de la economía, es decir, a investigadores que acaban de terminar un doctorado en economía.

En un mundo globalizado como es el académico, las universidades compiten por atraer a los mejores investigadores con independencia de su nacionalidad. El resultado es que en la mayoría de los departamentos de economía de universidades americanas y europeas encontramos investigadores de muchos países.

La forma más común de acceso a la universidad pública en España es a través de la figura de ayudante doctor. Con algunas excepciones, el salario anual antes de impuestos de un ayudante doctor en las universidades públicas (incluyendo lugares como Madrid o Barcelona) es de poco más de 26.000 euros. El salario es muy inferior al salario mediano para posiciones equivalentes en universidades británicas (53.900 euros, aunque bastante mayor en universidades londinenses), americanas (99.700 euros, también mayor en las grandes urbes), holandesas (79.500 euros) o suecas (80.400 euros). Las universidades latinoamericanas de élite también pagan sueldos más cercanos a los de estos países que a los de España. Aunque los precios en algunas ciudades españolas pueden ser notablemente inferiores a los de otros países, ciudades como Madrid y Barcelona no son particularmente baratas y la diferencia en términos reales del salario sigue siendo muy notable con todos ellos.

Por supuesto, las condiciones laborales son más que el salario. Y la verdad es que en muchas de estas condiciones adicionales tampoco las universidades españolas son competitivas. El día a día del investigador en España está marcado por la necesidad de interacción con una burocracia que a menudo resulta insufrible, como nos cuentan entradas previas (ver por ejemplo ésta o ésta). Además, las universidades apenas ofrecen fondos para acudir a conferencias o enviar artículos a revistas e incluso cuando el investigador ha conseguido fondos de instituciones externas, los organismos universitarios exigen que los pagos sean adelantados y hacen que el proceso de reembolso se alargue muchos meses y resulte ridículamente tedioso. En economía, los requisitos impuestos por la ANECA y los sexenios para el progreso en la carrera investigadora generan además incentivos hacia el desarrollo de una carrera académica mediocre, sesgada hacia la producción de muchos artículos de investigación de mediana (o baja) calidad, y que genera frustración a muchos economistas formados en instituciones internacionales.

Naturalmente, cuando uno tiene que decidir el país en el que trabajar las condiciones laborales no son lo único que importa y nuestro país ofrece muchas ventajas en términos de calidad de vida que estoy seguro no hace falta mencionar. Por tanto, ¿podrían ser las condiciones ofrecidas por la mayoría de nuestros departamentos suficientes para atraer a los mejores investigadores? Pensemos en un caso bastante común: Investigador español empezando la treintena, con una posición de investigador junior en una universidad europea, pareja extranjera que trabaja y quizás un hijo pequeño. Aceptar una oferta de una universidad madrileña como ayudante doctor -la figura más utilizada para comenzar en España la carrera académica - que le ofrece 26.000 euros brutos al año implicaría una reducción muy sustancial de los ingresos familiares. No sólo el investigador contratado tendría que asumir una reducción muy importante de su salario, su pareja posiblemente tendría que abandonar también su trabajo para comenzar a buscar uno en nuestro país. Con estas condiciones, parece lógico pensar que sólo terminarán viniendo a nuestras universidades investigadores sin muchas otras opciones laborales o con familias con un fuerte arraigo en España que estén dispuestas a asumir una merma muy importante en la capacidad adquisitiva de su familia.

 

En las universidades de prestigio, la contratación de economistas jóvenes se realiza a través de un proceso centralizado que es conocido como job market. El funcionamiento del job market ha sido descrito previamente en este blog (ver esta, esta o esta otra entrada) y a él acuden a buscar trabajo los mejores investigadores jóvenes durante su último año de doctorado, así como las universidades que quieren contratarlos. Las contrataciones se producen en los primeros meses del año, cuando la mayoría de los investigadores aún no han entregado las tesis doctorales, que por lo general completan antes de su incorporación a la nueva universidad, que sucede en septiembre de ese mismo año.

La mayor parte de las universidades españolas contrata a investigadores jóvenes utilizando la figura de ayudante doctor. Uno de los problemas de la utilización de esta figura es que a estas posiciones sólo pueden optar los investigadores que hayan obtenido una acreditación ANECA, que funciona como barrera de entrada pues requiere no sólo haber completado el doctorado y haber publicado, sino además haber completado un proceso burocrático muy engorroso y que puede llegar a tomar hasta 6 meses. Aunque las acreditaciones fueron introducidas con el noble objetivo de luchar contra la endogamia y pueden tener su sentido en niveles superiores de la carrera investigadora, este requisito impide que la inmensa mayoría de economistas jóvenes de calidad puedan optar a estas plazas en el momento de acudir al job market. En primer lugar, en el momento de celebrarse el job market, la mayor parte de los economistas buscando trabajo aún no han completado el doctorado. En segundo lugar, publicar un artículo en una revista de economía buena requiere a menudo varios años y no es raro que hasta 2-3 años después de terminar el doctorado los investigadores no cuenten con ninguna publicación. La alternativa para obtener la acreditación ANECA es publicar en revistas de baja calidad, que toma mucho menos tiempo. Contratar utilizando la figura de ayudante doctor, que requiere la obtención de la acreditación de la ANECA, hace muy difícil que los investigadores formados en las mejores universidades nacionales o internacionales que buscan trabajo durante su último año del doctorado en el job market puedan acceder a estos puestos, que a menudo terminan cubiertos por investigadores locales que centran sus esfuerzos en producir artículos de ínfima calidad durante el doctorado para poder acceder a estas posiciones.

¿Cómo se podría mejorar la atracción de talento?

Es fundamental que las universidades dejen de reclutar economistas jóvenes a través de la figura de ayudante doctor, que requiere acreditación ANECA e impide contratar de forma efectiva en el job market. Las universidades españolas que contratan con regularidad a través del job market – Carlos III, Pompeu Fabra, Universidad de Barcelona, o Alicante, entre otras- utilizan otras figuras de contratación con notables resultados en la contratación. Lamentablemente, en la mayor parte de universidades, los sindicatos y la propia universidad impiden el uso de estas figuras alternativas como la de profesor visitante. El anteproyecto de la Ley Orgánica del Sistema Universitario promete avances en la dirección correcta.

Sin embargo, la utilización de figuras de contratación que no requieran acreditación ANECA es probablemente condición necesaria pero no suficiente para poder atraer talento joven. Para que la supresión de esta condición no termine generando todavía más endogamia, es importante que se cumplan dos condiciones más.

La primera, que la financiación de los departamentos y el salario de sus integrantes dependa de la investigación de sus compañeros. Es fundamental que los departamentos tengan incentivos fuertes para la selección de los mejores investigadores. Si no, con o sin acreditación, muchas universidades continuarán contratando a sus propios estudiantes y redes. Esto se podría conseguir, entre otras formas, con una acreditación institucional (a nivel de departamento) como la que se propone aquí. No obstante, para que esta acreditación institucional funcione sería fundamental que los criterios de evaluación para la acreditación se correspondieran con los utilizados por las mejores universidades internacionales, donde se prefiere poca producción académica de alta calidad sobre mucha de baja calidad. Si este fuera el caso, además, la acreditación institucional haría innecesaria la acreditación individual, con el consiguiente ahorro de tiempo y recursos para todas las partes. La segunda condición es que las universidades empiecen a ofrecer salarios y condiciones laborales competitivas que puedan atraer a los mejores investigadores. El camino es conocido: Lo hacen algunas universidades públicas españolas como la Carlos III o la Pompeu Fabra que utilizan figuras de contratación que no requieren acreditación y permiten pagar salarios competitivos con resultados espectaculares y gran reconocimiento internacional en la atracción de talento.

Mención aparte requieren los programas de atracción de talento del Ministerio y las comunidades autónomas. Estos programas permiten pagar salarios competitivos durante un período de tiempo determinado y además no requieren acreditación. Sin embargo, en la mayor parte de comunidades autónomas son escasos y muchos de ellos –sobre todo los orientados a investigadores jóvenes- no contemplan la estabilización en condiciones competitivas por lo que muchos de estos investigadores terminan abandonando las universidades tras concluir dichos programas. La reforma de los programas de atracción de talento y su expansión podrían ser otro instrumento interesante para la atracción y retención de talento investigador.