Por Jorge García Hombrados y Lindsey Novak
En esta entrada les vamos a pedir que nos acompañen a una remota frontera del cuerno de África para hablarles del matrimonio por rapto y de cómo la economía (y sus herramientas) puede ayudarnos a entender por qué a día de hoy sigue existiendo esta práctica en muchos países del mundo.
El matrimonio por rapto se produce cuando un hombre, con la intención de hacer de una mujer su esposa, la rapta. Aunque las mujeres cuyos matrimonios comienzan a través de un rapto se cuentan por millones en países Africanos y Asiáticos como Kazajistán, Etiopía, o Kirguistán, el estudio de esta práctica ha recibido poca atención y son muchas las preguntas abiertas: ¿qué pasa entre el rapto y el matrimonio? ¿es común que las raptadas cooperen activamente en el secuestro? ¿por qué existe esta práctica?
Estas son las preguntas principales que Lindsey Novak y yo abordamos en un reciente estudio que analiza esta práctica en Etiopía, donde más del 10% de las mujeres casadas declaran que sus matrimonios se iniciaron mediante rapto. En dicho estudio, combinamos métodos cualitativos con análisis econométrico. En primer lugar, con la ayuda de un traductor local que me dio entrada a las comunidades Nuer y Anuak en el oeste de Etiopía, cerca de la frontera con Sudán del Sur, pude entrevistar a líderes comunitarios, hombres y mujeres casados por rapto, y también a familiares de mujeres que se encontraban raptadas en el momento de la entrevista. Dichas entrevistas nos permitieron caracterizar bien esta práctica. La primera sorpresa que nos llevamos es que raptor y raptada suelen ser pareja, la raptada está de acuerdo, y además participa activamente en el rapto.
¿Qué sentido tiene entonces el rapto? Déjennos primero situarles en contexto. En estas comunidades, cuando se produce un matrimonio, la familia del novio debe abonar a la familia de la novia un pago en ganado de aproximadamente 15 vacas, lo que resulta prohibitivo para muchas familias de la comunidad. Aunque el precio del pago apenas depende de las características personales del novio, de la novia, o de sus familias, sí hay una característica específica que hace variar el precio: la castidad de la novia. En estas comunidades el sexo pre-matrimonial está muy estigmatizado, y para las mujeres que lo han mantenido es difícil que puedan casarse con otra pareja. Y cuando se casan, sus familias reciben un pago más bajo. Y es este estigma del sexo prematrimonial lo que motiva el rapto, que se inicia con la mujer pasando la noche en la casa de la familia del novio. Lo primero que hace la familia del novio cuando se produce un rapto es avisar al ayuntamiento (allí conocido como Kebele) de que la pareja de su hijo ha pasado la noche en su casa. Comunicar este hecho al ayuntamiento tiene una doble intención. Por un lado, sirve para anunciar a la propia comunidad que la novia de su hijo ya no es virgen, reduciendo el poder de negociación de la familia de la novia en las negociaciones matrimoniales. Por otro lado, el ayuntamiento realiza un papel de mediación en las negociaciones matrimoniales que siguen al rapto para evitar que estalle la violencia entre las familias. Aunque la decisión última es de los padres de la novia, la mayor parte de las veces el secuestro termina en matrimonio formal aceptado a regañadientes por los padres de la novia, que suelen aceptar una reducción en el pago por el matrimonio de su hija de aproximadamente un 30%.
En línea con lo apuntado en el análisis cualitativo, los resultados de la encuesta Etíope Demográfica y de Salud muestran que las mujeres raptadas provienen de entornos más desfavorecidos y se casan también con personas con menos educación. Sin embargo, no son diferentes del resto de mujeres en términos de salud, poder de negociación dentro del matrimonio, fertilidad, o participación laboral.
Finalmente, utilizamos herramientas econométricas para examinar empíricamente una hipótesis que surgió de forma recurrente durante las entrevistas cualitativas: los novios en estas comunidades utilizan el rapto para mejorar su posición en las negociaciones matrimoniales y poder pagar a las familias de las novias un precio menor. Para testear esta hipótesis, evaluamos el impacto de las sequías, que afectan negativamente los ingresos en estas comunidades, en la prevalencia de los matrimonios por rapto. Utilizando datos de la Encuesta Demográfica y de Salud Etíope y datos geolocalizados de lluvia, estimamos el efecto de un año adicional de sequía durante la adolescencia de la mujer (cuando la inmensa mayoría de los secuestros se producen) en la probabilidad de que su matrimonio se iniciara con un rapto. Este análisis lo realizamos además de forma separada para las etnias donde el pago en el matrimonio es común y para las etnias donde no lo es. Un efecto mayor de las sequías en etnias en las que existe pago en el matrimonio es consistente con la utilización del secuestro para reducir dicho pago. En etnias en las que no existe el pago por matrimonio, el aspecto económico es probablemente una razón menos relevante para el rapto y, por tanto, shocks económicos como las sequías deberían afectar su prevalencia en menor medida. Los resultados que muestra la siguiente tabla son consistentes con esta hipótesis.
La columna 1 muestra efectos no significativos de las sequías sobre el matrimonio por rapto en nuestra muestra de mujeres Etíopes. Sin embargo, los resultados reportados en las columnas 2 y 3 enmascaran impactos muy diversos para mujeres de grupos étnicos donde existe el pago por matrimonio y donde no: Mientras que las sequías aumentan de manera significativa los raptos en los grupos étnicos con pago por matrimonio, estas apenas tienen efecto sobre los raptos en los grupos étnicos en los que no hay pago por matrimonio. Estos resultados son consistentes con la hipótesis de que el rapto se utiliza principalmente para reducir el pago por matrimonio, vinculando además la práctica del matrimonio por rapto con la pobreza.
Termino la entrada reflexionando sobre cómo el trabajo cualitativo puede enriquecer, guiar, y complementar el análisis cuantitativo. Nos sirvió además para entender cómo una práctica que a priori veíamos de forma tan negativa es a menudo la única salida para evitar matrimonios concertados en comunidades muy tradicionales. Como nos indicó una líder comunitaria Oromo en un pueblo cerca de la frontera con Somalia donde esta práctica ha desaparecido, “cuando las mujeres jóvenes empezaron a tener el poder de decisión sobre con quién casarse, el rapto dejó de tener sentido y desapareció en poco tiempo”.