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Portugal, Brexit y Negociación Colectiva

Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.

(José Saramago. Ensayo sobre la ceguera)

 

 

Me gusta mucho Portugal. Es un país que me hace sentir cómodo y tranquilo. Por eso he disfrutado especialmente el primer congreso al que he asistido de forma presencial desde enero de 2020. El 14th Annual Meeting of the Portuguese Economic Journal ha sido fantástico no sólo porque me gusta el carácter portugués, porque Oporto tiene un encanto especial en esta época del año, y porque me moría de ganas de viajar sino, sobre todo, por la gran calidad de los trabajos presentados y de las muy relevantes dos sesiones plenarias.

Me gusta viajar con Uber. Las conversaciones con los conductores suelen proporcionarte información jugosa. Entre Oporto y Lisboa hay un evidente pique cuyas aristas se iban perfilando en cada viaje. En uno de ellos le planteé al conductor la cuestión de si en Portugal existían fuerzas territoriales centrífugas. Su ‘No’ sonó rotundo. ‘En todo caso Évora’, matizó. ‘¿Évora?’ ‘Sí, tienen una comida muy rara’. Realmente daba que pensar. Desde mi condición de observador externo no recuerdo haber notado nada especialmente malo en la comida de la región de Alentejo. Y, en cualquier caso, si eso fuera suficiente excusa para crear tensiones territoriales, los valencianos habríamos declarado la república independiente de la paella desde hace mucho tiempo. Me gusta Portugal porque los portugueses se quieren, y eso se nota. España es otra historia.

Me gustan los hoteles. Supongo que haber cambiado cinco veces de ciudad antes de los doce años me ha predispuesto a ello. Me sucede una cosa curiosa en los hoteles, suelo tener sueños inquietantes. En Oporto soñé que Cristiano Ronaldo se coronaba emperador de Évora en la Capilla de los Huesos. Luego sacaba la recaudación del cepillo y compraba un televisor gigante que colocaba en la plaza mayor con una imagen de su famoso gol de chilena que se repetía en bucle. Todo el pueblo estaba congregado en la plaza. La mitad aplaudía y aplaudía y aplaudía, con entusiasmo y algarabía. A los de la otra mitad muda se les había aplicado unas pinzas en los ojos para mantenerlos abiertos, mirando la pantalla. De repente cruzaba la plaza corriendo un señor vestido de negro. Era el párroco de la Iglesia de San Francisco reclamando el ingreso del cepillo. Gritaba, y a sus gritos acudían millares de franciscanos que rodeaban la plaza y cantaban en gregoriano, ‘Noos llevaamos la teleé’. La imagen en el televisor cambió. Messi hablaba. Estaba diciendo que Cristiano era un jugador excelente y que no merecía tamaño expolio. Ahora leía un manifiesto firmado por futbolistas que ya habitaban el Olimpo. Maradona había escrito al final: 'Mi hermano Garrincha, resiste'. Los sin-pinzas sabían que Maradona andaba algo despistado, pero no importaba, porque era el mejor jugador de todos los tiempos, y su apoyo incondicional, a lo que fuera, era suficiente. La Asociación de Futbolistas de Madeira se adhirió al manifiesto. También la UEFA. Tassotti llegaba, calle arriba con la colecta semanal de la Iglesia de San Juan Evangelista: ‘¡Que se lleven la tele!’ reía. Desperté. Qué sueño tan absurdo. Estaba en Portugal, en Portugal no pasan esas cosas, y yo había ido a Oporto para asistir a un Congreso de Economía. Los economistas sabemos que el corporativismo gremial, el capitalismo de amiguetes y sus derivaciones son enemigos del progreso, impartimos lecciones sobre la calidad de las instituciones, advertimos de que las élites pueden generar instituciones extractivas y defendemos la fortaleza del estado de derecho. Los portugueses lo saben. España es otra historia.

En Portugal no existe estrictamente una Asociación Portuguesa de Economía, su papel lo desempeña la Portuguese Economic Network. Ésta reúne economistas portugueses y de otras nacionalidades, aunque la principal diferencia con lo que sería una asociación de economía al uso es que tiene una estructura no jerárquica. Para formar parte de esta red simplemente se debe de cumplimentar un formulario. No hay cuotas de inscripción, no hay jerarquía, y no existen restricciones de nacionalidad o residencia. La agrupación tiene una participación activa en las redes sociales y dispone de un canal de Youtube que emite Talks (ejemplo). Otra ventaja de unirse a la red es que da derecho a participar en los dos blogs de discusión sobre la economía portuguesa: papers y datos. Unirse a la red es también un buen modo de estrechar relaciones profesionales con los economistas portugueses que, me consta, nos tienen mucho cariño. El elemento aglutinador de la red es el Port Econ J. En 2020 su índice de impacto fue de 0.722, algo inferior al de SERIEs (1.088). En cualquier caso, como SERIEs, Port Econ J puede ser un buen target para publicar en una revista que prima la calidad sobre el factor de impacto (sobre los incentivos perversos de adoptar el IF como métrica de evaluación ver este post de Alonso Rodríguez Navarro).

El encuentro del Port Econ J (PEJ 2021) ha tenido un formato mixto y ha estado perfectamente organizado. Las tres salas donde se celebraban las sesiones paralelas estaban provistas con pantallas y cámaras para que se pudieran seguir las presentaciones que se hacían online, a la vez que los investigadores conectados online podían seguir las presentaciones en las salas. Probablemente esta tecnología será la que predominará en el futuro en la mayoría de los congresos.

Las dos conferencias plenarias han corrido a cargo de dos excelentes economistas: Beata Javorcik y Ana Rute Cardoso. Los temas que ambas abordaron son de una relevancia económica absoluta. Como las principales ideas de sus presentaciones pueden encontrarse en sendos working papers aquí y aquí, voy a resumir a continuación sus principales resultados.

La charla de Beata versó sobre los efectos en el mercado de trabajo de la amenaza de una reversión de la política comercial a una escala sin precedentes, con el potencial desmoronamiento de décadas de profunda integración entre el Reino Unido y Europa que tuvo lugar tras el inesperado resultado del referéndum del Brexit. A partir de un laborioso trabajo construyen una base de datos para estimar primero la intensidad de las amenazas sobre los mercados de trabajo locales de futuras barreras a las exportaciones de bienes y servicios destinados a la Unión Europea. Luego utilizan una aproximación diff-in-diff para identificar el efecto sobre los anuncios de vacantes en las localidades más expuestas. Uno de los principales resultados es que encuentran un efecto muy acusado, pero sólo en aquellas localidades más expuestas a sufrir barreras a la exportación de servicios profesionales (no en cambio a la exportación de bienes). La caída provocada sobre las vacantes sería especialmente importante sobre los puestos de trabajo de elevada cualificación y en el sector financiero, de la información y de la ingeniería. De este modo, entre junio de 2016 y noviembre de 2019 se habría dejado de crear 1.5 millones de vacantes, con respecto a un contrafactual sin Brexit.

La conferencia de Ana Rute aportó una gran cantidad de evidencia y resultados, que no voy a tener la oportunidad de mencionar en su totalidad. La cuestión central versaba sobre la relación entre los salarios y la negociación colectiva ‘a la europea’, y el punto de partida es que la negociación colectiva en muchos países europeos (como Portugal o España) tiene una serie de peculiaridades que la diferencian de la forma en la que se negocian los salarios de los países anglosajones, y que es la que se estudia en los libros de texto. En Estados Unidos, los sindicatos negocian salarios para puestos de trabajo que se trasladan completamente a todos los asalariados que se mantienen en esos puestos. En la negociación colectiva europea se negocian en cambio ‘salarios suelo’ por grupos de ocupación. Las empresas pueden posteriormente pagar una prima salarial por encima de este salario suelo creando un ‘colchón salarial’ que tiene su propia dinámica.

Para su análisis empírico los autores enlazan información individual sobre trabajadores en el censo de empleados de Portugal, con los acuerdos de negociación colectiva y los salarios suelo que corresponden a sus puestos de trabajo. Muestran que el logaritmo del salario efectivamente percibido por un trabajador se puede descomponer en cuatro componentes: (a) un salario mínimo nacional; (b) la brecha entre el salario suelo establecido en la negociación colectiva y el salario mínimo; (c) un colchón salarial sobre el salario suelo; (d) otros suplementos regulares. Los autores estudian entonces la contribución de estos componentes a la variación intra y entre grupos salariales. Obsérvese que la evolución del salario agregado dependerá de la evolución de estos componentes y de la reasignación a lo largo del tiempo de los trabajadores entre puestos de trabajo.

Algunos de los resultados que nos mostró Ana Rute se pueden resumir como sigue: (1) Los colchones salariales juegan un papel principal en la flexibilidad salarial intra convenio; (2) Cuando se renegocian los salarios suelo se tiene en cuenta la evolución de la productividad de la empresa media entre las empresas cubiertas, más que la productividad en las colas superiores o inferiores de la distribución de productividad; (3) aumentos en el salario base reducen en media los colchones salariales un 50% del aumento, aunque esta reducción es menor para los trabajadores con colchones más bajos; (4) el empleo no se ve afectado cuando aumenta el salario suelo, aunque los autores no pueden descartar un ligero efecto negativo; (5) entre 2010 y 2016, los ajustes en el salario suelo habrían contribuido a una reducción de 2.5pp en el salario real agregado; (6) sin embargo, el importante aumento en el número de trabajadores con mayor educación, en ausencia de otras fuerzas compensatorias, habría aumentado el salario agregado 7.4pp.; (7) la reasignación de trabajadores por grupos salariales habría reducido el salario medio 4.8pp; (8) la evolución de los colchones salariales por grupos de categorías de salarios suelo habría contribuido a una reducción adicional del salario agregado en 2.5pp. El estudio muestra, además, que uno de los grupos más damnificado de la Gran Recesión en términos relativos, fue el de los trabajadores con estudios universitarios, debido, sobre todo, a una reasignación de los mismos hacia sectores con salarios suelo inferiores.

A los lectores que han llegado hasta aquí, y después de los dos posts publicados en el día, decirles que este es el último artículo que escribo en NeG como editor. Este y otros cambios editoriales se comunicarán oficialmente en septiembre, así como las nuevas incorporaciones. Conservemos hasta entonces el placer de la espera.

Muchas gracias a todos, y que disfruten de un buen verano.