José E. Boscá, José Cano y Javier Ferri
Afortunadamente para la salud mental y económica de la población española, la Covid-19 parece haber pasado a un segundo plano en el ranking de sus preocupaciones, en el interés informativo, y en las declaraciones del gobierno, sin que esté claro si la evolución de estos tres aspectos ha ido en paralelo o ha habido alguno que haya liderado a los restantes. Si el CIS de abril de 2021 reflejaba que a un 38 por cien de la población le preocupaba más el efecto de la pandemia sobre la salud (frente al 24,3 por cien que declaraba que le importaba más su efecto sobre la economía), en el avance del CIS de abril de 2022 los peligros sanitarios para la salud de la Covid son considerados el principal problema sólo para el 1,3 por cien de la población, frente al 24 por cien que se siente especialmente preocupada por la crisis económica y los problemas de índole económico.
En cualquier caso, es muy probable que, en este proceso multidimensional de relajación coronavírica, las vacunas hayan representado un papel importante. Sin embargo, al margen de los estudios muestrales preliminares de las compañías farmacéuticas, no existen todavía muchos trabajos que hayan tratado de ofrecer evidencia del efecto a gran escala de la vacunación masiva de la población sobre los resultados sanitarios. Robert Barro en este trabajo encuentra un efecto significativo de las vacunas en Estados Unidos (aunque no en todas las olas), mayor para los fallecimientos que para las hospitalizaciones, y mayor para las hospitalizaciones que para los casos de contagios. En Israel, Arbel et al ofrecen evidencia de un efecto negativo de la segunda dosis de refuerzo sobre los fallecimientos, mayor cuanto mayor es el segmento de edad de la población.
En una nota reciente sobre la evolución de la Covid-19 durante 2021 en España utilizamos un enfoque contable para aproximar la evolución de la incidencia de la enfermedad sobre el número de contagios (z), las hospitalizaciones (h), los ingresos en UCIs (u) y los fallecimientos (f) por 100.000 habitantes, distinguiendo por grupos de edad, y dependiendo de si la población está plenamente vacunada (vc), tiene sólo alguna vacuna (vi), o si no se ha inyectado ninguna dosis (vn). Para ello, usamos la información aislada publicada en un momento concreto del tiempo en la Tabla 10 de la actualización número 529 del Boletín del 23 de diciembre de 2021, por el Centro para la Coordinación de Alertas Sanitarias y Emergencias del Ministerio de Sanidad. Esta tabla ofrece el número de infecciones, hospitalizaciones y muertes, por grupos de edad y de acuerdo con la situación respecto a la vacunación, proporcionando una media de estas variables para una ventana temporal de 8 semanas que van desde el 18 de octubre al 12 de diciembre.
Tomando como punto de partida esta información puede obtenerse la incidencia relativa media de los vacunados con respecto a los no vacunados (x) o a los vacunados sin la pauta completa (y)
donde el índice e divide a la población en cuatro grupos que van de 12 a 29 años; de 30 a 59; de 60 a 79; y más de 80 años.
Bajo el supuesto de que estas tasas relativas permanecen constantes desde el inicio de la vacunación, se puede estimar la incidencia inobservable de la enfermedad en cualquier semana del año entre la población plenamente vacunada como
donde el subíndice j hace referencia a una semana concreta del año 2021, y r puede referirse a z (contagios), h (hospitalizaciones), u (ingresos en UCI) o f (defunciones).
La expresión anterior nos dice que para estimar, por ejemplo, la incidencia de la enfermedad sobre las hospitalizaciones entre la población plenamente vacunada de 60 a 79 años en la primera semana de septiembre de 2021, necesitamos información sobre la incidencia agregada observada sobre las hospitalizaciones en ese grupo de población en esa semana (numerador), sobre los porcentajes de la población en ese grupo de edad plenamente vacunada, no vacunada y vacunada con pauta incompleta , además de las incidencias relativas que hemos presentado anteriormente. Con la incidencia del virus sobre la población plenamente vacunada, puede obtenerse la incidencia entre la población no vacunada utilizando las ratios de incidencias relativas entre los plenamente vacunados y los no vacunados.
Toda la información anterior se puede encontrar en distintas fuentes. El tamaño de la población por edad y estado de vacunación procede de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE, datos semanales desde el 1 de abril). La incidencia agregada por grupo de edad procede de esta misma fuente para los contagios, ingresos hospitalarios y en UCI, y del Centro para la Coordinación de Alertas Sanitarias y Emergencias para las defunciones. Finalmente, el tamaño de la población por edad se ha obtenido del INE.
Una vez tenemos la estimación de la evolución por grupos de edad de la incidencia de la enfermedad, desde el 1 de abril, entre la población plenamente vacunada y la no vacunada, podemos realizar una serie de ejercicios contrafactuales. En un primer ejercicio estudiamos el efecto de la vacunación durante 2021. Más en particular, la pregunta a la que tratamos de dar respuesta es a la siguiente: con el mismo comportamiento social que el observado, y en ausencia de límites a la capacidad hospitalaria ¿cómo habrían evolucionado los indicadores sanitarios si las vacunas no hubieran estado disponibles durante todo el 2021? Para ello asignamos a la población española por grupo de edad nuestra incidencia estimada a lo largo del tiempo correspondiente a la población no vacunada. Los resultados agregados para todas las edades pueden encontrarse en el Gráfico 1, mientras que la desagregación por edades se presenta en el Cuadro 1.
Gráfico 1: Efecto de las vacunas sobre las series sanitarias (línea azul, serie observada, línea naranja, serie contrafactual)
Cuadro 1. Efecto de las vacunas sobre las series sanitarias por edad (número de personas, % de desviación con respecto a lo observado y % sobre el total)
El impacto positivo de la vacunación en los indicadores de salud ha sido extraordinario. En efecto, la no disponibilidad de vacunas habría aumentado las muertes de Covid-19 en 571% en comparación con las muertes observadas, aunque los menores de 60 años sólo habrían representado el 2,1% del aumento total, mientras que los mayores de 80 años habrían sido los más beneficiados por la aparición de las vacunas. Además, el beneficio relativo de la vacunación aumenta con la gravedad del indicador: mayor para las muertes y los ingresos en la UCI, menor para las infecciones y hospitalizaciones.
En un segundo ejercicio contrafactual nos preguntamos por la importancia que han podido tener los antivacunas en el desarrollo de la sexta ola que empezó en noviembre y en la que se juntaron las variedades delta y ómicron. Bajo el supuesto de que, en la primera semana de noviembre, a toda la población mayor de 12 años se le había ofrecido todas las dosis de las vacunas y que los no vacunados podían ser considerados ‘reacios a vacunarse’, nos preguntamos qué habría pasado si el 100% de la población mayor de 12 años hubiera estado vacunada cuando comenzó la sexta oleada. Para ello, a la población le asignamos nuestra estimación de la incidencia para la población plenamente vacunada a partir de noviembre y le restamos las series realmente observadas. El resultado puede encontrarse en el Cuadro 2.
Cuadro 2. Reducción simulada en las series sanitarias por vacunación completa de la población desde el principio de la sexta ola (número de personas, % de desviación con respecto a lo observado y % sobre el total)
La reticencia a la vacunación es responsable de un aumento del 44% en las hospitalizaciones durante la sexta oleada (79% para el grupo de edad de 30 a 59 años), un aumento del 78% en los ingresos en la UCI (143% para el grupo de edad de 30 a 59 años) y un aumento del 32% en las muertes (53% en el grupo de edad de 30 a 59 años).
En un último ejercicio tratamos de establecer cómo habría sido un año en el que toda la población estuviera plenamente vacunada, que probablemente es lo que se aproxime a lo que pueda suceder en los próximos años. Por ello aplicamos a toda la población nuestra estimación de las series de la incidencia de la enfermedad en la población plenamente vacunada desde principios de abril. El Cuadro 3 hace una comparación de las cifras agregadas para el año, desde abril, con las que publica RENAVE sobre tres temporadas de gripe.
Cuadro 3. Agregados observados y simulados bajo el supuesto de vacunación completa de toda la población desde 1 de abril, y comparación con temporadas de gripe.
Bajo el supuesto de que toda la población hubiera estado plenamente vacunada desde la primera semana de abril, el impacto de la enfermedad en términos de hospitalizaciones y muertes durante 2021 habría estado por encima de una temporada de gripe de baja actividad (2019/20), en línea con una temporada de gripe de actividad moderada (2018/19), y por debajo de una temporada de gripe de actividad moderada/alta (2017/2018).
Hay 5 comentarios
Habrá que esperar algunos años para ver los efectos secundarios a largo plazo de las vacunas. Pfizer está acostumbrada a pagar importantes indemnizaciones a pacientes que han venido tomando fármacos que al cabo de años se han demostrado no solo que no mejoraban su salud sino que eran contraproducentes.
No digo que tenga que ocurrir pero entre esta experiencia y que Pfizer ha reportado en su informa unos efectos secundarios que ocupan 8 páginas, esto es esperable.
No por esperados los resultados dejan de ser interesantes. Lo que me sorprende es que en los estudios de Barro y sobre todo, Arbel, la vacunación no parece haber sido tan beneficiosa. ¿Las metodologías empleadas en los tres artículos son muy diferentes?
Gracias Pablo,
nuestros resultados están basados en dos supuestos: (a) las cifras oficiales ofrecidas sobre la incidencia de la enfermedad por grupo de edad y estado de vacunación durante una ventana de 8 semanas entre octubre y diciembre son correctas; (b) la ratio de la incidencia de la enfermedad entre los vacunados y los no vacunados (o aquéllos con pauta incompleta) permanece constante e igual a la de final de año desde abril. No es un enfoque estadístico como en los otros dos trabajos citados. Le hemos llamado un enfoque contable porque la información en (a) procede de un conteo de casos.
Me parece que falta una variable de enorme importancia para este análisis: el volumen de población que ha superado la enfermedad en distintos momentos de tiempo. Con este análisis se atribuye cualquier mejora de los indicadores a las vacunas, sin considerar que hay personas que han superado la enfermedad hasta en varias ocasiones.
Gracias Ana,
no estamos de acuerdo contigo. La personas que han pasado la enfermedad y no están plenamente vacunadas aparecen en el denominador de las x y las y en las expresiones mostradas en el texto, y por lo tanto sí están tenidas en cuenta.
Los comentarios están cerrados.