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Alemania 2 - España 0

Por José E. Boscá y Javier Ferri

Según los principales indicadores económicos, Alemania se encuentra a las puertas de una inminente recesión. Numerosas voces reclaman aprovechar la coyuntura para demandar al gobierno germano un cambio en la política fiscal que sirva además de estímulo a la adormecida economía europea. En España esta reclamación tiene muchos defensores. A partir de la base de datos de AMECO hemos construido algunos gráficos que comparan Alemania con España. En el día después de las elecciones les dejamos esta información, visual y básica.

¡Pero si esto de pobre no nos va a sacar…!

Eso decían nuestras abuelas cuando en su hogar había algún ingreso extra. En el Gráfico 1 se compara la evolución de la productividad aparente (Valor Añadido Bruto a precios de 2010 por empleado) en España y Alemania. En 1995 la brecha en productividad entre Alemania y España era de 3.000 euros. En el año 2018 la diferencia se ha ampliado a más de 6.000 euros. Por sectores, el gap en la industria es de 10.500 euros. En cambio, hemos vencido a los alemanes en productividad del sector servicios (también en agricultura) y, pese a una pájara provocada por una década de farra, en nuestro bien hallado sector de la construcción.

Una primera consecuencia es que, si tuviéramos que intercambiar cromos con Alemania, les entregaríamos ingenieros industriales y nos enviarían alicatadores. Un segundo mensaje es que la última crisis nos ha sentado bien, en lo que a productividad se refiere (sin echar tracas, porque su impulso parece agotarse). Un tercer mensaje es que no está claro cómo los estímulos fiscales en Alemania nos van a sacar de ‘poco’ productivos (o de ‘pobres’). Gracias, abuelas.

Gráfico 1. Valor Añadido Bruto a precios de 2010 por empleado. Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO (2019 y 2020 son previsiones)

Antes muerta que sencilla…

El Gráfico 2 compara dos correlaciones: entre tasa de desempleo y crecimiento de la productividad, y entre desempleo y saldo de la balanza por cuenta corriente. La tasa de desempleo en España (Gráfico 2) se sitúa actualmente en cifras cercanas al 14%, todavía 6 puntos por encima de la cifra del mejor momento del anterior ciclo económico, una mala noticia ante una futura (esperemos que más tarde que pronto) inflexión en el ciclo actual.

Hasta muy recientemente, nuestra productividad sólo ha crecido a tasas relevantes en periodos de aumento del desempleo y caídas de la producción. A su vez hasta 2013 la creación de empleo siempre ha estado asociada a importantes déficits del sector exterior. Cuando nos ha ido bien, hemos gastado. Como dirían nuestras abuelas: ‘que parezca que se tiene’. De nuevo, en esta dimensión la crisis nos ha favorecido, y desde entonces hemos sido capaces de simultanear crecimiento del PIB, crecimiento de la productividad, caída del desempleo y superávits moderados de la cuenta corriente.

En Alemania la tasa de desempleo no ha hecho más que disminuir desde 2005, hasta los niveles actuales cercanos al 3%. A diferencia de España, existe un claro desacoplamiento entre crecimiento de la productividad, saldo de la balanza por cuenta corriente y tasa de desempleo. La productividad en Alemania se mueve por aspectos distintos a los despidos y contrataciones. Alemania acumula una posición de inversión internacional neta acreedora del 62% de su PIB. Por el contrario, España presenta una posición de inversión internacional neta deudora que en 2018 se situó alrededor del 77% del PIB.

Gráfico 2. Tasa de desempleo, crecimiento de la productividad y balanza por cuenta corriente. Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO (2019 y 2020 son previsiones)

Yo te presto y tú inviertes (mal)…

En el panel superior izquierdo del Gráfico 3 se han representado las tasas agregadas de ahorro e inversión y su diferencia, el saldo exterior en términos de PIB. En España, son las grandes oscilaciones en la tasa de inversión las que sobretodo guían la dinámica de la balanza por cuenta corriente. En Alemania (derecha) la variable que más fluctúa es la tasa de ahorro, mientras que la tasa de inversión se ha mantenido muy estable en el entorno del 20%.

Fuera de una unión monetaria, y con tipos de cambios no intervenidos, sería difícil de mantener desequilibrios en las cuentas del sector exterior como los observados entre Alemania y España. La pertenencia a la Unión Monetaria Europea ha permitido un importante trasvase de flujos de capital entre los países integrantes sin los ajustes en la competitividad a través de los tipos de cambio. Eso lo ha aprovechado Alemania para ahorrar y España para endeudarse, aunque dicho endeudamiento no se ha canalizado hacia actividades de elevada productividad.

Gráfico 3. Tasas de ahorro e inversión agregadas y saldo exterior en España y Alemania. Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO (2019 y 2020 son previsiones)

Tú Ricardiano, yo más Keynesiano…

El Gráfico 4 ofrece información sobre el comportamiento del consumo de los hogares, distinguiendo la parte del crecimiento debida a cambios de la renta y la parte debida a las variaciones de la tasa de consumo. En el panel izquierdo se observa que, en España, entre el periodo de boom anterior a la crisis y la fase más dura de la misma, el crecimiento del consumo anual se desaceleró en casi 6 puntos porcentuales, de los que 4 puntos se debieron a la caída en la renta disponible y 2 al aumento en la tasa de ahorro (caída en la tasa de consumo). Según el gráfico de la derecha, entre la fase más aguda de la crisis y la recuperación, el crecimiento medio del consumo aumentó más de 4 puntos, apoyado por un aumento de 3 puntos en el crecimiento de la renta disponible y una caída de 1,5 puntos en la tasa de ahorro.

Los hogares alemanes, sin embargo, cuando ven reducirse su renta disminuyen sus tasas de ahorro, mientras que en las épocas de expansión aumentan su tasa de ahorro. Dicho de otra forma, los alemanes suavizan intertemporalmente el consumo, mientras que los españoles ahorramos más cuando nos va mal y nos lanzamos a consumir cuando nos va bien. El distinto comportamiento en las tasas de consumo entre las dos economías seguro que tiene efectos en la efectividad de la política fiscal.

Gráfico 4. Descomposición del crecimiento del consumo entre periodos. Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO

Disciplina (indisciplina) a nivel individual y colectivo …

La consecuencia de la disciplina presupuestaria alemana se puede apreciar en el Gráfico 5. Tras más de una década de incrementos en la ratio deuda pública sobre PIB, que la situaron por encima del 80%, el último decenio ha devuelto la misma a valores por debajo del 60%. La situación de las cuentas públicas españolas es prácticamente la opuesta. Desde mínimos pre-crisis del 35% del PIB, la economía española ha situado su deuda pública en el entorno del 100% sin, de momento, mostrar visos de corrección.

Gráfico 5. Evolución de la ratio Deuda Pública sobre PIB en España y Alemania. Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO (2019 y 2020 son previsiones)

A modo de resumen….

El Global Competitiveness Index 2019 Ranking que elabora el WEF mide la competitividad de un conjunto de 141 países, definida como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan sus niveles de productividad. Alemania ocupa en el índice global (una media de 12 subíndices) la posición séptima a escala mundial, mientras que España no pasa del puesto veintitrés. En el subíndice de “estabilidad macroeconómica” (uno de los deberes fundamentales de los políticos) Alemania es el primer país del mundo, mientras que España ocupa un grisáceo puesto cuarentaitrés.

¿Tiene Alemania margen para emprender un estímulo fiscal considerable en la actualidad? La respuesta es que sí. 2018 se cerró con un superávit presupuestario del 1,7% del PIB. Un estímulo de una magnitud algo inferior a esa implicaría meter unos 50.000 millones de euros de gasto en su economía. De hecho, en algunos momentos se ha especulado en la propia Alemania con cifras como ésta. ¿Decidirán hacerlo las autoridades alemanas? Es difícil responder a la pregunta. En nuestra opinión la clave estará en cuál sea su percepción de la magnitud y transitoriedad de la desaceleración. No debemos olvidar que son los buques insignia de la economía alemana, el sector manufacturero y el del automóvil, los principales causantes del parón. Si las autoridades alemanas perciben que la crisis es corta y pasajera es muy probable que continúe predominando su idiosincrasia ahorradora, y deje actuar a los estabilizadores automáticos.

¿Deberían hacerlo por tirar del carro europeo? Se arguye en ocasiones que Alemania tiene una deuda moral adquirida con el resto de los países de la zona euro, ya que ésta le ha permitido disfrutar de un tipo de cambio real que no habría tenido si no hubiera formado parte del club, y acumular una cifra considerable de activos exteriores. Otros países (como España) también se han aprovechado de esta circunstancia, al acceder a financiación barata, no necesariamente bien dirigida (de lo que hemos de asumir nuestra parte de responsabilidad).

En España, con una deuda pública del 100% del PIB, con un déficit estructural todavía hoy en el entorno del 2,5-3,0%, con una tasa de desempleo del 14%, con un déficit creciente del sistema de pensiones, con salarios revalorizándose por encima de la productividad, con un crecimiento de la misma casi nulo y con ninguna reforma estructural en marcha o prevista en el futuro inmediato (la fragmentación política del parlamento no casa bien con las reformas), parece poco probable que nuestros socios europeos nos permitan muchas alegrías en el gasto. Y si nos las permiten, es muy probable que nos obliguen a aumentar la recaudación y esto, normalmente, tampoco es muy expansivo que digamos. Ante este panorama, la probable recesión alemana es una simple anécdota.