De J. Ignacio Conde-Ruiz (@conderuiz) y Clara I. González (@GlezClarisa)
A lo largo de los últimos meses hemos conocido las nuevas proyecciones demográficas para el largo plazo del INE (2020-2070), AIReF (2020-2050) y Eurostat (2020-2100). Se trata de los ejercicios regulares que realizan cada dos años dichas instituciones donde se obtiene la evolución de la estructura de la población en las próximas décadas bajo los supuestos de las tres principales variables demográficas: fecundidad, migración y mortalidad. En el anterior post analizábamos las diferencias del último escenario del INE para 2020-2070 con el publicado en 2018. En esta ocasión vamos a comparar los supuestos y resultados de las tres instituciones mencionadas para las próximas décadas poniendo énfasis como punto de comparación en el año 2050 del que se dispone resultados para los tres. Ser capaces de entender los cambios demográficos del futuro es fundamental para anticipar los principales retos a los que se va a enfrentar la economía española en las próximas décadas.
En primer lugar, hay que mencionar que las metodologías utilizadas por INE y AIReF son diferentes como señalábamos aquí, de ahí también las posibles diferencias. Y, en segundo lugar, tanto INE como AIReF han tenido en cuenta el impacto coyuntural de la COVID-19, en el caso de Eurostat se publicó en abril por lo que no estaría incorporado en el ejercicio de proyección. En cuanto a las variables en concreto, a continuación, mostramos las principales hipótesis.
Fecundidad. En términos de tasa de fecundidad, o número medio de niños por mujer en edad fértil, se puede ver en el gráfico 1 que los tres suponen una tendencia creciente hasta el año 2050 alcanzando alrededor de los 1,4 niños por mujer en 2047 en todos los escenarios. En perspectiva histórica esto supondría recuperar el pico alcanzado en 2008, pero sigue estando lejos del valor referencia de remplazo que suele considerarse como 2,1 niños por mujer en promedio (sin tener en cuenta migraciones). Es importante tener en cuenta que, respecto a las proyecciones anteriores, tanto AIReF como Eurostat han reducido muy significativamente sus perspectivas dado que en sus previsiones realizadas en 2018 estimaban que el número de hijos por mujer en España alcanzaba en 2050 un número entre 1,8 y 2 hijos por mujer. En cuanto al impacto de la COVID-19, tanto INE como AIReF consideran un impacto nulo en esta variable.
Esperanza de vida y mortalidad. En términos de esperanza de vida al nacer, se produciría el aumento continuado tanto en hombres como en mujeres. La AIReF supone una esperanza de vida ligeramente menor que las otras dos instituciones para hombres (gráfico 2a), mientras que ocurre lo contrario para las mujeres (gráfico 2b). En los tres ejercicios, ellas seguirían siendo campeonas en longevidad y alcanzarían casi los 90 años en el año 2050 según AIRef y Eurostat, habiendo una diferencia alrededor de cinco años con la de los hombres.
Flujos migratorios netos. En esta variable es donde encontramos las mayores diferencias entre los tres escenarios, como se puede ver en el gráfico 3. El INE y la AIReF suponen un descenso del flujo migratorio neto (inmigración menos emigración) en el año 2020 debido a la situación actual y se recuperaría en los siguientes años, siendo más rápido según la AIReF. La proyección de Eurostat, realizada antes de la COVID-19, sorprende dado que estima una reducción de los flujos migratorios hasta 2023 para después mantenerse en una banda entre 190 mil y 150 mil en el largo plazo. En concreto el flujo neto acumulado hasta el año 2050 sería de: i) 6,8 millones según el INE; ii) 10,2 millones según la AIReF y iii) 6,1 millones según Eurostat.
Población y envejecimiento. La aplicación estos tres supuestos a la dinámica demográfica da lugar a la obtención de la población total de España que según INE y Eurostat, en el año 2050 será de 49,9 millones y 49,3 millones respectivamente, mientras que según AIReF sería de 53,9 millones. El crecimiento de la población en estas décadas sería en cualquiera de los tres casos debido a los flujos migratorios dado que el saldo vegetativo (nacimientos menos fallecimientos) sería negativo en todo el período de proyección.
Es muy interesante analizar la evolución en términos de composición de la población por grupos de edad (ver en el gráfico 4). Las tres coinciden que el número de personas mayores de 60 años será mayor en el año 2050, aunque aumentan más en los escenarios de la AIReF y de Eurostat. También coinciden en una menor población de entre 40 y 50. Sin embargo, hay diferencias entre los menores de 40 años dado que AIReF supone un aumento de población de 667 mil personas, mientras que para INE y Eurostat disminuiría. Esto daría el resultado en forma de pirámide de población que hemos mostrado al principio del post.
Finalmente, para analizar el proceso de envejecimiento, vemos la evolución de la tasa de dependencia a los 67 años (cociente de la población mayor de 67 años y la población de 16 a 66 años, en tanto por ciento). Esta tasa aumentaría alcanzando los valores máximos alrededor del año 2050 en las tres proyecciones (ver el post anterior para la evolución según INE). De hecho, esta tasa sería mayor en el caso de la AIReF y Eurostat alcanzando el 53% frente a la del INE con un 50,3% en 2050. En este caso supondría el punto de inflexión a partir del cual comenzaría a descender. Sin embargo, para Eurostat esta tasa, aunque descendería ligeramente, volvería a subir manteniéndose por encima del 50%. A través de las proyecciones de Eurostat podemos comparar en qué situación se situaría España respecto a otros países. Incluimos la tasa de dependencia a los 65 años en el gráfico 5 para el año 2050, donde se puede ver que España sería el cuarto país con mayor tasa de dependencia después de Portugal, Grecia e Italia. Sin embargo, en términos de aumento de dicha tasa España sería el país que presentaría la mayor diferencia respecto a 2019 bajo las proyecciones de AIReF y Eurostat.
En definitiva, los tres escenarios nos dan un proceso continuado de envejecimiento hasta el año 2050 en España, donde la tasa de dependencia prácticamente se va a multiplicar por dos. Esto va a tener importantes implicaciones en múltiples dimensiones, entre otras: i) sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas con el inevitablemente aumento del gasto asociado al envejecimiento: pensiones, sanidad y dependencia; ii) sobre la productividad, con una fuerza laboral más envejecida; y iii) sobre las tasas de ahorro, presumiblemente menores al aumentar significativamente el porcentaje de jubilados. Por último, no podemos olvidar que este inmenso reto demográfico vendrá en paralelo a otros dos grandes retos a los que también habrá que hacer frente como son el cambio tecnológico y el cambio climático.