Ya he hablado otras veces en el blog de la importancia del contexto social en las diferencias de género, de las diferencias de género en participación política, y en conocimiento financiero; ver aquí, aquí y aquí. También se ha hablado en el blog de diferencias de género en la infancia y en el mercado laboral; ver por ejemplo aquí y aquí. Los experimentos pueden ser muy útiles para entender estas diferencias, y para entender si son causadas por discriminación, diferencias en productividad, o por diferencias en preferencias entre hombres y mujeres.
En la entrada de hoy voy a hablar de un artículo muy reciente que me ha sorprendido, aunque sus resultados sean un poco decepcionantes, y que demuestra que estas diferencias en “preferencias” pueden venir dadas por el contexto social y por características de los mercados matrimoniales, lo que hace el problema de las diferencias de género en el mercado laboral, que ya hemos visto que puede tener costes económicos importantes, mucho más complicado y difícil de solucionar.
Los autores del artículo realizan dos experimentos con estudiantes de un programa MBA de élite en Estados Unidos. Esta es una muestra de hombres y mujeres no representativa de la población en general, pero también una muestra en la que ex ante no se esperaría encontrar muchas diferencias de género o preferencias y actitudes muy distintas entre hombres y mujeres. Algo importante a tener en cuenta es que parece que muchos de los estudiantes encuentran pareja durante el MBA, pero también forman redes y contactos que les van a ser muy útiles posteriormente en el mercado laboral.
En el primer experimento dan un cuestionario a los estudiantes de nueva entrada en el que les preguntan sobre sus preferencias en el mercado laboral: lo que les gustaría ganar, horas de trabajo, disponibilidad para viajar, etc., pero también que valoraran su capacidad de liderazgo y ambiciones profesionales. Se dijo a los estudiantes que estos cuestionarios se utilizarían para darles prácticas de trabajo, así que tenían incentivos para decir la verdad. Utilizaron dos versiones del cuestionario que asignaron aleatoriamente a los estudiantes. En una les decían que sus respuestas se discutirían en clase y en la otra que en las discusiones las respuestas serían anónimas.
En el tratamiento en que las respuestas a los cuestionarios serían tratadas con confidencialidad, estudiantes solteras y casadas respondieron de la misma forma. En cambio, en el tratamiento en el que las respuestas serían discutidas en clase sin confidencialidad las estudiantes solteras se presentaron de peor forma al mercado laboral: pidiendo una compensación anual inferior (una diferencia de 18000 $ anuales), 7 días menos de viaje al mes y 4 horas menos de trabajo a la semana. En cambio, hombres y mujeres casadas no cambiaron sus respuestas según la confidencialidad del cuestionario.
En las figuras siguientes, que he copiado del artículo, se pueden ver estas diferencias muy claramente.
Parece ser que el hecho que sus preferencias profesionales puedan ser observadas por sus “posibles parejas” hace que las mujeres solteras contesten escondiendo sus ambiciones profesionales, lo que puede indicar que el valor que asignan al matrimonio es mayor al valor que asignan a unas mejores prácticas profesionales, y estamos hablando de mujeres que deben valorar mucho su carrera profesional, mucho más que la mujer “media”. Los resultados también implican que estas mujeres esperan que los hombres prefieran mujeres con menos ambiciones profesionales a la hora de elegir pareja.
En un segundo experimento en el que los estudiantes tenían que elegir entre distintos trabajos con y sin confidencialidad los resultados van en la misma dirección, y parece que las mujeres también contestan de forma distinta si no hay hombres en la sala.
Por cierto, parece que hay muy pocas diferencias en las notas obtenidas por mujeres solteras y casadas, y por hombres y mujeres, pero las diferencias aparecen otra vez si observamos su participación en clase, algo que también podría utilizarse como señal de sus ambiciones profesionales. Las siguientes figuras lo muestran muy claramente:
En fin, el artículo muestra que las normas sociales pueden afectar comportamientos que a su vez van a desencadenar en diferencias de género en el mercado laboral. ¿Cómo lo solucionamos? Supongo que podríamos pensar en intervenciones cuando los niños son muy pequeños, por ejemplo, ¿deberíamos evitar todos estos cuentos de princesas que se casan? Food for thought.
Hay 10 comentarios
Dos cosas.
Las "preferencias inducidas" expresadas en forma de renuncia a las preferencias «reales» son importantes. A las mujeres se les enseña a renunciar a sus preferencias para atender a otras personas, a sacrificarse por los demás, levantarse para fregar, para acunar, a preparar la sopa de pollo para la persona enferma, etc. Sin embargo aquí parece que nos encontramos con otro fenómeno: aquí las no casadas, en contextos de espacios públicos, son las que manifiestan una preferencia a no manifestar sus preferencias. Se señalizan como poco ambiciosas. Da que pensar.
Cuando dices "sus posibles parejas" creo que no defines bien el conjunto de mujeres "observadas". No creo que sea un efecto debido a las parejas posibles. Seguro, segurísimo, que existen mujeres que contestando en público lo harán ante parejas reales a las que quieren agradar.
Hola, muchas gracias por tu comentario, tienes razón, y las mujeres casadas del experimento no tenían a sus parejas delante (supongo..).
Muy interesante, Irma. Me hace pensar que hace falta más difusión (¡incluso entre estudiantes de MBA, o sobretodo entre ellos!) de los resultados de Andrew Newman y Claudia Olivetti en "Career Women and the Durability of Marriage":
http://people.bu.edu/afnewman/papers/irony.pdf
Encuentran que los matrimonios en hogares donde ambas parejas tienen una carrera profesional tienen menos propensión al divorcio.
Muchas gracias Rosa por recordarme este artículo tan interesante, y tienes razón, aunque cambiar las expectativas de estas estudiantes puede ser difícil...
Irma, me ha gustado mucho el resumen del trabajo y la pregunta propuesta al final. Está clarisimo que hay un cambio de comportamento para "agradar" o simplemente comportarse como se espera de una.
Sin embargo no está claro que en solicitudes de trabajo reales las mujeres vayan a comportarse como se comportan las mujeres del experimento delante de su clase. Sería muy interesante que hubiese evidencia en estos casos también.
Muchas gracias por tu comentario, Matilde. Si lo he entendido bien, en el "experimento", las respuestas a este cuestionario sirven para después darles "internships" para el verano, que pueden ser útiles para crear contactos..., así que el coste de contestar como se espera de una no es cero, y puede ser grande!
¿Hay algún tipo de control por edad?
No controlan por edad, pero muestran que las edades de los grupos de tratamiento y control son muy similares.
Entiendo que la cuestión sería si la diferencia de "ambición en público" entre mujeres casadas y solteras pudiera deberse a la diferencia de edad entre unas y otras.
Sí, y si miras la Tabla 3 del artículo, no parece que las diferencias sean importantes.
http://scholar.harvard.edu/files/pallais/files/acting_wife.pdf
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