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¿Necesitan los bancos tus depósitos para poder prestar?*

Antes de contestar a la pregunta, permitidme incluir algunos preliminares que ayudan a fijar la cuestión. Entre julio de 2022 y hoy, el Banco Central Europeo ha subido sus tipos de interés oficiales desde el 0 por ciento hasta el 4.5 por ciento como medida para combatir la inflación que la zona euro sufría desde finales de 2021. ¿Hacía falta subirlos más? ¿Ha sido una subida excesiva? ¿Ha sido demasiado rápida?

Muchos de estos bancos centrales, incluido el Banco Central Europeo, han comenzado proyectos para introducir monedas digitales de forma que vayan sustituyendo paulatinamente al efectivo. Para muchos analistas la introducción de una moneda digital puede afectar negativamente a la estabilidad financiera aumentando el riesgo de pánicos bancarios especialmente en periodos de crisis. Al mismo tiempo, también se argumenta que una moneda digital puede favorecer la inclusión financiera. ¿Cuáles son las bondades y problemas que puede generar una moneda digital? ¿Qué diseño han de tener para explotar sus bondades y minimizar sus problemas?

Tras años de una expansión cuantitativa sin precedentes, los bancos centrales de los países que sufrieron la crisis financiera de 2007-2009 están ahora buscando la forma de revertir esta situación y volver a los tamaños de balances que tenían antes de la crisis. ¿Qué efectos tiene para el sistema financiero y monetario un banco central sobredimensionado? ¿Cuál es la mejor estrategia de salida de esa expansión cuantitativa?

Como respuesta a esa crisis financiera de 2007-2009, el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea del Banco de Pagos Internacionales propuso a finales de 2010 un conjunto de cambios en la regulación que han de cumplir los bancos de manera que tengamos un sector bancario más resistente. ¿Qué efectos tienen esta regulación sobre el crédito y la probabilidad de que se genere otra crisis? ¿Hay alguna relación entre los riesgos de liquidez y solvencia a que se enfrentan los bancos y que esa regulación quiere minimizar? ¿Cómo se han de diseñar las pruebas de esfuerzo que han de pasar los bancos para garantizar que no tendrán problemas en el futuro?

¿Qué tienen en común todas estas preguntas?

Para dar respuesta a estas y muchas otras preguntas, es necesario contar con un marco analítico que nos permita entender el proceso de intermediación bancaria, esto es, cómo los bancos intermedian entre los agentes que proveen fondos y los agentes que piden prestado, cómo esos bancos asumen riesgos cuando gestionan su modelo de negocio y cómo la política monetaria y la regulación afectan a todo este proceso.

La descripción más frecuente que podemos encontrar del proceso de intermediación bancaria sería la siguiente. Para poder prestar, los bancos necesitan primero captar depósitos. Esto es, la única forma que tiene un banco para dar un préstamo es convencer a un ahorrador que deposite esos fondos primero. Dicho de otra forma, según esta narrativa, la causalidad en el proceso de generación de crédito por parte de las instituciones depositarias va desde los depósitos a los préstamos. A este proceso se le suele añadir una capa más por la que es la base monetaria la que causa a los depósitos. Cuando hacemos un depósito, depositamos efectivo, o base monetaria en general, producido por el banco central. Sin ese dinero primigenio no se puede comenzar el proceso de intermediación. Por lo tanto, juntando estas dos ideas, la causalidad iría desde la base monetaria a los depósitos y de los depósitos a los préstamos.

La descripción del párrafo anterior es lo que en Economía denominamos el multiplicador monetario del proceso de intermediación. Como he mencionado, ésta es la descripción más frecuente porque impregna nuestra comprensión del negocio bancario tanto en conversaciones informales de no economistas, como en las noticias de los medios de comunicación que consumimos. También impregna espacios de la teoría económica y se usa, en una versión u otra, en los modelos especializados de banca o se incorpora en los modelos macroeconómicos que incluyen un sector bancario. De esta manera, forma parte de la ortodoxia en Economía y así aparece a menudo en los libros de texto y en los cursos que enseñamos a nuestros estudiantes de grado y posgrado.

Esta descripción del proceso de intermediación bancaria no coincide con lo que, en realidad, hacen los bancos. De hecho, la causalidad va exactamente en la dirección opuesta. Para explicar esta causalidad permitidme poner un ejemplo. En 2021, pedí una hipoteca a un banco. Ese banco evaluó que yo era una oportunidad interesante de negocio y decidió concederme la hipoteca. En el momento de otorgarme la hipoteca, no buscó en su balance por si tenía depósitos no prestados, o intentó captar nuevos fondos para dármelos a mí. Lo que hizo fue anotar ese préstamo en el activo de su balance contra otro asiento en su pasivo correspondiente a los depósitos que creó. Así, de la nada. Inicialmente, y por un período muy corto de tiempo, esos dos asientos estuvieron a mi nombre en el banco. Sin embargo, yo no pedí la hipoteca para mantener esa liquidez en el banco sino para pagar una vivienda que costaba una cantidad de dinero que, antes del préstamo, yo no tenía. En el momento de la firma ante notario, esos fondos se transfirieron a la cuenta del vendedor y yo me fui con el título de propiedad de la vivienda y la hipoteca bajo el brazo. El vendedor se fue sin una casa, pero con una cantidad mayor de depósitos en su cuenta.

La historia de este ejemplo no acaba aquí. Como suele pasar en este tipo de intercambios, la cuenta del vendedor a la que se había de transferir los depósitos como pago de la compra estaba en otro banco. Por lo tanto, mi orden de pago supuso que los depósitos que mi banco había creado al darme el préstamo se debían transferir a otra entidad. Para que la entidad destinataria aceptase ese nuevo pasivo, mi banco tuvo que movilizar un activo que la otra institución depositaria estuviera dispuesta a aceptar como pago. Ese activo líquido son las reservas, esto es, los fondos que los bancos tienen depositados en el banco central y que, junto al efectivo, forman la base monetaria. El sector bancario obtiene estas reservas a partir de préstamos que concede el banco central y cuyo interés constituye el tipo de interés oficial de la autoridad monetaria. De esta forma, si aislamos solo esa operación, al decidir darme el préstamo, mi banco anota primero el montante del mismo en su activo y los depósitos que crea en su pasivo. Seguidamente anota en su activo las reservas que necesita para hacer el pago cuando se formalice la compra del inmueble y en su pasivo el préstamo del banco central. Por último, las reservas y los depósitos se transfieren al banco del vendedor y mi banco se queda con el préstamo que me ha concedido en su activo y el préstamo del banco central en su pasivo.

Por cierto, las reservas que concede el banco central mediante un préstamo a los bancos comerciales salen del mismo sitio que los depósitos que crean los bancos comerciales mediante préstamos a sus clientes, de la nada. Ésta es la esencia del dinero fiduciario. Las bondades o maldades de este sistema no es el objeto de esta entrada, sólo pretendo describirlo.

Este ejemplo nos muestra varias ideas. En primer lugar, nos muestra la prerrogativa que tienen las instituciones depositarias respecto a otras empresas. Estas instituciones depositarias pueden crear su pasivo, en forma de depósitos, de la nada. Y esos depósitos se crean, principalmente, a través de la provisión de crédito. Según Thakor y Yu (2023), aproximadamente el 92 por ciento de los depósitos existentes surgen de los préstamos que conceden los bancos.

En segundo lugar, al conceder un crédito, los bancos comerciales se enfrentan a dos riesgos fundamentales. Por un lado, el banco se enfrenta a la posibilidad que el cliente no devuelva el préstamo, lo que tiene implicaciones sobre la solvencia de la entidad financiera. Para minimizar este riesgo, los bancos han de mantener capital, un tipo de pasivo que es costoso de obtener. Por otro lado, el banco ha de valorar que el hecho de dar un préstamo crea un pasivo, los depósitos, susceptible que cambie de manos cuando se hace el pago por el cual se ha pedido el préstamo. Este riesgo de pago, o de liquidez, obliga al banco a mantener activos líquidos, reservas. Estos activos líquidos tienen un coste porque se han de obtener mediante un préstamo del banco central.

En tercer lugar, este ejemplo nos muestra que la demanda de base monetaria viene al final, una vez que esos depósitos se han creado. En un sistema donde el banco central tiene objetivos sobre los tipos de interés de mercado, ese banco central proporcionará tantas reservas como el mercado demande, al tipo de interés oficial, que se ha de ajustar para mantener ese objetivo de tipos de interés de mercado. En palabras de Alan Holmes, vicepresidente de la Reserva Federal de Nueva York, “en el mundo real, los bancos proporcionan crédito, creando depósitos en el proceso, y buscan reservas después” (Alan Holmes (1969), p. 73). De esta forma, de acuerdo con este ejemplo, la causalidad va exactamente al revés que la descripción del modelo tradicional de intermediación. Primero aparece el préstamo, luego los depósitos y luego la demanda de base monetaria.

Entonces, ¿los bancos no necesitan mis depósitos para prestar?

Que sea el crédito el que crea los depósitos, no significa que los bancos no necesiten depósitos cuando prestan. Dar un préstamo implica la creación de un activo con un vencimiento a medio o largo plazo. También implica la necesidad de mantener el correspondiente pasivo que financie esas posiciones de activo hasta su vencimiento o hasta que se venda ese activo en el mercado. Entre todos los tipos de pasivos que los bancos pueden tener, los depósitos son, en general, unos pasivos deseados al ser baratos y normalmente estables. Es en este sentido, los bancos necesitan depósitos una vez que han prestado igual que necesitan otro tipo de pasivos como la deuda o los préstamos de otras entidades financieras. Pero no necesariamente los necesitan para comenzar el proceso de prestar. De hecho, como se ha descrito arriba, tienen la prerrogativa de poder crear esos depósitos de la nada.

Esa capacidad de crear su propio pasivo podría inducir a pensar que los bancos pueden expandir su balance ad infinitum dado que el coste de añadir estos asientos en el balance es básicamente cero y dado que la remuneración del activo es, en general, mayor que el coste del pasivo. Se podrían generar, de esta forma, beneficios ilimitados. Sin embargo, la regulación bancaria, la existencia de proyectos rentables a financiar, junto a los riesgos de solvencia y liquidez, riesgos que aumentan con el tamaño del balance como se ha mencionado arriba, ponen límites efectivos a esa expansión del balance (esto da para otra entrada en este blog). Esto implica que los límites a la expansión del balance de un banco, o del sistema bancario en su conjunto, no son los recursos ya existentes en la economía en forma de nuevo ahorro. Estos límites, por el contrario, son endógenos y dependen de los costes y de los riesgos percibidos por las instituciones depositarias.

En toda esta discusión metodológica es sorprendente que no haya, o, al menos, no tengo constancia de que haya, ninguna evidencia empírica directa que apoye la visión tradicional de la banca, es decir, que las reservas causan a los depósitos y los depósitos a los préstamos. En cambio, existe numerosa evidencia en favor de la creación endógena de depósitos. Comienza con la descripción que banqueros centrales (además de la de Alan Holmes, mencionada arriba, se pueden encontrar aquí, aquí o aquí, entre muchas otras) o que agentes del sistema financiero (aquí) hacen del proceso de intermediación bancaria. También se encuentra en la descripción de la contabilidad que llevan los bancos cuando proporcionan crédito (aquí); en la causalidad entre préstamos y depósitos o entre depósitos y base monetaria (aquí); en qué parte de los depósitos se originan a partir de base monetaria (mencionada anteriormente aquí); o en la respuesta del préstamo bancario a perturbaciones y su impacto sobre la economía (aquí). A pesar de toda esta evidencia la profesión en su conjunto sigue usando la versión tradicional de la intermediación bancaria.

La descripción que incluyo aquí por la que los depósitos son una consecuencia de la provisión de crédito en una economía, aplica a las instituciones depositarias, lo que en la zona euro se denominan las instituciones financieras monetarias o IFM. No aplicaría a otro tipo de instituciones como los fondos de pensiones, los brokers o la banca de inversión, por señalar unos cuantos, las llamadas instituciones financieras no monetarias o IFNM. Estas instituciones funcionarían mediante el modelo tradicional por el que necesitan captar fondos para poder hacer inversiones. Sin embargo, la liquidez que gestionan en sus relaciones con el sector no financiero de la economía es la producida endógenamente por las IFM. Así, cuando hablamos de la relación entre los sectores financiero, entendido globalmente como IFM e IFNM, y no financiero, esa es la liquidez última que se estaría analizando, la creada por las IFM.

Toda esta discusión sobre qué modelo usar para analizar las interacciones entre el sector financiero y el real no tendría importancia si, independientemente del modelo que usemos, obtuviésemos las mismas conclusiones sobre los fenómenos que queremos estudiar. Sin embargo, desde mi punto de vista, cambiar el paradigma sobre el funcionamiento de los bancos tiene implicaciones muy fundamentales sobre el estudio de los diferentes fenómenos monetarios y crediticios. Uno de ellos es el ciclo vital de un depósito. Como he descrito arriba, básicamente la totalidad de depósitos que usamos se crean a partir de la provisión de crédito. Estos depósitos, a nivel agregado, no se extinguen cuando un depositante decide comprar un bien o servicio o adquirir un activo como un bono o la acción de una empresa. En estos ejemplos, la compra de bienes, servicios o activos implica la transferencia de esos depósitos a otro agente sin que cambie la cantidad de depósitos agregados de la economía. Por el contrario, a nivel agregado, los depósitos sólo desaparecen cuando (1) los prestatarios los usan para devolver sus préstamos, (2) cuando se intercambian por un activo de una IFM, bien sea efectivo o un título de deuda, o (3) cuando se intercambian por un pasivo de una IFM, ya sea deuda o acciones emitidas por ese banco. Construir teorías sobre el mecanismo de transmisión de la política monetaria basadas en descripciones sobre cómo se crean y destruyen los depósitos diferentes a este ciclo vital, puede generar conclusiones erróneas sobre ese mecanismo de transmisión.

Un ejemplo ilustrativo de como las dos teorías pueden diferir lo encontramos en la explicación de la formación de burbujas de activos. Para que se forme una burbuja, esa burbuja se tiene que financiar. Según la teoría tradicional, la única forma de financiar una burbuja es que la economía genere el ahorro suficiente para que quienes quieran comprar esos activos a precios cada vez mayores tengan recursos para hacerlo o que alguien pueda pedirlos prestado para adquirir esos activos. Dado que el ahorro se mueve muy lentamente, es difícil para estos modelos explicar la rapidez y magnitud del cambio de precios que observamos en una burbuja de activos. Con la teoría que describo aquí, es relativamente sencillo, una vez que la creación de depósitos aparece en ese mismo proceso de provisión de crédito y no está ligada a la acumulación previa de ahorro desde el punto de vista de la contabilidad nacional. Además de la generación de burbujas, este argumento también aplicaría a las preguntas del comienzo de esta entrada y a muchas otras, es decir, a los efectos de las regulaciones de liquidez y de capital, al diseño de las pruebas de esfuerzo que han de pasar los bancos, al impacto de los esquemas de colateral de los bancos centrales, a los efectos de la expansión cuantitativa de los bancos centrales y su reversión, o a las conexiones entre los riesgos de liquidez y solvencia. En todos estos ejemplos y, posiblemente en otros, aplicar la ortodoxia en banca puede potencialmente producir conclusiones erróneas.

Volviendo a la pregunta del título de esta entrada, los bancos no necesitan depósitos para proveer de crédito. De hecho, los depósitos se crean en el momento que los bancos prestan al sector no financiero. Al mismo tiempo, lo que sí necesitan los bancos son fondos del mercado que les permitan financiar el mantenimiento de sus activos, incluidos los préstamos. Pero, en este sentido, los depósitos son, con todas sus peculiaridades, otra categoría de pasivo con la que financiar el activo. El objetivo de esta entrada es plantear la importancia de entender la contribución de estas dos dimensiones si queremos explicar las dinámicas de los balances bancarios y su conexión con la financiación del sector real de la economía. Sin una teoría que incluya y separe esas dos dimensiones, es probable que nuestros modelos no proporcionen respuestas totalmente adecuadas a muchos de los fenómenos monetarios y financieros que observamos.

* Agradezco los comentarios de Luis Puch a una versión anterior de este artículo.