La crisis que España sufrió hasta muy recientemente se llevó por delante a miles de empresas y, con ellas, millones de puestos de trabajo. Según datos del INE, entre 2008 y 2014 el número de empresas se redujo en España en más de 300 mil. Siendo este un mal número el único consuelo que nos queda a los economistas es pensar que la crisis habrá permitido que las empresas más productivas se mantengan en el mercado y las menos eficientes hayan sido las primeras en salir. Como resultado, con la recuperación entrarán nuevas empresas, más eficientes, que ocuparán el sitio de las que han salido del mercado.
Esta transición es la idea de creación-destructiva que debemos a Schumpeter. Las fuerzas de la competencia permiten seleccionar a las empresas por sus méritos cumpliendo un papel que podríamos llamar darwinista. Este tipo de selección natural funcionará mejor cuanto mayor sea la competencia. Sin embargo, sabemos que España no va precisamente sobrada de competencia.
Un reciente trabajo de Landini (2016) permite, precisamente intentar evaluar hasta que punto la selección natural ha operado en España durante la crisis. Es decir, intenta averiguar si las empresas que han permanecido en el mercado lo han hecho porque eran las más productivas o porque tenían otras ventajas que las protegían de la competencia, permitiendo acumular beneficios con los que aguantar el chaparrón de la crisis. A estas últimas las llama, empresas que obtienen rentas de la (falta de) competencia.
Para llevar a cabo este análisis, Landini parte de datos contables de empresas españolas, italianas y francesas del periodo 2001-2008. Por otro lado, tiene información sobre si estas empresas aún se encuentran en el mercado en el año 2015 o si han desaparecido. Con los primeros datos elabora indicadores de beneficios y productividad del trabajo. Con estos indicadores puede clasificar a las empresas en función de si obtienen sus rentas de la (falta de) competencia. Estas serían empresas con grandes beneficios pero baja productividad del trabajo (las llama “HPROFIT-LLABPROD”). Por supuesto, uno podría pensar que este tipo de empresas incluirían también a las empresas de “bajo coste”, que obtienen grandes beneficios porque rebajan los costes incluso si eso implica una disminución de su productividad. Para ello, hace también una segunda distinción e identifica a las empresas LOW COST como aquellas que siendo HPROFIT-LLABPROD pagan sueldos inferiores a la media de su sector. El resto, formarían parte de la definición más estricta de empresas con rentas de la competencia (las llama “COMP-RENT”).
El siguiente gráfico muestra la incidencia de las empresas con rentas de la competencia en las diferentes regiones españolas. El rojo más oscuro corresponde a una mayor proporción de empresas con rentas de la falta de competencia. El mapa de la izquierda se refiere al indicador HPROFIT-LLABPROD mientras que el de la derecha es para el indicador más estricto COMP-RENT. Lo primero que podemos observar es que no hay diferencias (y no, no se por qué no aparece Canarias). Esto no es cierto en Italia y Francia donde los indicadores dan diferentes resultados. La segunda observación es que la mayor proporción de empresas con rentas de la competencia se encuentra en Baleares, Cantabria, Galicia, Aragón, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana. Las rentas son menores en Extremadura, Cataluña, Navarra y La Rioja. Landini también muestra que las Comunidades Autónomas con mayor proporción de empresas con rentas de la competencia se relacionan con aquellas que tienen una menor calidad institucional o con una peor dotación de carreteras.
Cuando relacionamos estos indicadores para los años 2001-2008 con la presencia de la empresa en el mercado en 2015 observamos varios efectos. El primero es que, como esperaríamos, empresas más rentables y con mayor productividad es menos probable que terminen abandonando el mercado. Es decir, la selección natural funcionaría. Sin embargo, también se observa que aquellas cuyas rentas de la competencia (utilizando cualquiera de los indicadores) son mayores también es menos probable que tengan que salir (la probabilidad se reduce un 7%). Es decir, la selección no se realiza solo por méritos. Finalmente, las empresas que identificamos como modelo de bajo coste también es menos probable que deban salir (un 5% menos).
El segundo aspecto interesante es la comparación internacional. De los tres países estudiados, España es el caso en que las rentas de la competencia permiten obtener una mayor probabilidad de supervivencia. El efecto es mucho menor en Italia y en Francia directamente no es significativo. El autor lo interpreta diciendo que las rentas de la competencia son más útiles en países donde la recesión ha sido mayor, aunque esto es una conclusión bastante aventurada, dado que las diferencias entre países son suficientemente importantes como para pensar que la intensidad de la crisis no es lo único que distingue a estos tres países.
Con lo que sí podemos quedarnos es con la idea de que la creación-destructiva no funciona en España tan bien como sería deseable. Puestos a que haya empresas que salgan lo mejor sería que fueran aquellas que son menos eficientes y no las que han conseguido protegerse de las fuerzas del mercado bien por estar favorecidas por regulaciones que restringen la competencia o, en muchos casos y tal y como vemos cada día en los periódicos, debido a su cercanía al poder político.
Hay 6 comentarios
Interesante paper, trataré de leerlo al completo. Gracias por la recomendación! Por cierto, totalmente de acuerdo: la conclusión sobre la crisis (afalta de leer el paper) me parece muy poco acertada.
cn la bajada d sueldos ha decrecido el consumo
cn ello han cerrado pymes - etc
y el mercado a ido a ls grandes qe controlan tbn la creacion d empleo y pueden chantajear cn deslocalizarse si no reciben subenciones publicas
Muy interesante, pero no comparto la conclusión. Me parece lógico que las empresas con menos competencia y beneficios más altos sobrevivan, mientras que las que tienen más competencia desaparezcan. No es que la selección natural funcione mal, ni veo que sea necesariamente malo. Piensen que si un oligopolio de Albacete (por poner un ejemplo) se muere, toda su demanda queda desatendida. En cambio en Barcelona quedarán menos empresas pero la demanda sigue atendida (pero no igual ya lo sé). No comprendo lo de Schumpeter, no soy experto pero lo que él decía se aplica al mercado de un producto, no a toda la economía, me explico: en el mercado de coches una innovación por parte de una empresa afecta al resto de forma negativa (destrucción creadora) pero no al mercado de manzanas. Aplicado a este artículo, que cierre un taller en Barcelona y no un melonar de Albacete por la concentración del mercado de cada lugar me parece que no es comparable, que si, el taller es más productivo pero me parece mezclar churras con merinas. No obstante es interesante, solo que no estaba de acuerdo con la conclusión. Saludos.
Hola Guille,
Entiendo tu punto. Pero precisamente para controlar estos efectos el autor incluye efectos fijos de industria y región y así evitar comparar melonares en Murcia con un taller en Barcelona. En principio, eso debería bastar...
No estoy seguro de que los "datos contables" públicos de empresas españolas sean de una gran calidad. Al menos en lo que se refiere a pymes. Vale que te vale la línea de ingresos (que tampoco, para nada en el caso de servicios profesionales) pero la línea de costes incluye, ciertamente, un poco de todo (gastos personales, por ejemplo ....)
Es posible que el estudio mida, sobre todo, las diferencias en la "honestidad" (o en el control) de las cuentas públicas de las empresas pequeñas y medianas en distintos países.
Observando a las empresas "de verdad" creo que, en gran medida , la causalidad actua justo al contrario: No es que las empresas más "competitivas" (o eficientes) sobreviven las que tienen mejores comerciales, que se vuelven más eficientes.
Lo que yo he visto numerosas veces en pymes es que tu, si puedes, vendes toda tu producción al lado de casa, en esa posición cómoda estás y, salvo que te compre alguien o tu hijo herede la empresa después de su master en USA crecer no entra en tus prioridades.
Cuando los de al lado de casa dejan de comprarte es cuando te planteas empezar a visitar las ferias internacionales a las que no ibas. Que lo hagas o no, NO depende de cuanto de eficiente eres, si no de si te gusta viajar o te molesta la gota, de si hablas idiomas, de tu edad ... Si finalmente viajas y vas a la feria, (o el "canal" que sea en tu industria), consigues clientes (seguramente a pérdidas en términos de costes variables), es después sirviendo esos clientes cuando empiezas a afinar costes y ganas en eficiencia: primero es el "incentivo" para reducir costes, que no existe hasta que no tienes cliente "a perdidas" o pierdes contratos por precio, y luego las "acciones".
No sé como afecta al estudio, pero, en el discurso parece que las empresas "crecen" (o aguantan) porque el "jefe de producción" le hace la vida fácil al "director comercial". La realidad es que lo hacen porque el "director comercial" se convierte en la pesadilla del "jefe de producción", que es distinto.
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