El papel de los medios de comunicación está cambiando rápidamente. Por un lado, tenemos la decadencia secular de los periódicos tradicionales en papel y el auge de medios digitales que cubren un muy amplio espectro ideológico. Trabajos como los de Gentzkow y Shapiro (2011) son consistentes con resultados como los que muestran Mullainathan y Shleifer (2005), sugiriendo que una mayor competencia conlleva una mayor polarización de los medios de comunicación. Tal y como comentaba Anxo ayer, los medios se dedican cada vez menos a informar y más a proyectar los escándalos de los adversario politicos. Por el otro, o quizás relacionado con ello, estamos presenciando una gran expansión de las noticias falsas (fake news) principalmente mediante redes sociales y grupos de Whatsapp. Hoy en día cualquiera puede creer lo que le parezca y recibirá abundante información que reafirmará sus convicciones.
Este mecanismo de refuerzo de las creencias de cada uno está presente, por ejemplo, en campañas electorales como en la que nos encontramos actualmente en Cataluña. Partidos en tendencia hacia la polarización y alineados con medios de comunicación cada vez más afines proporcionan sus hechos alternativos que votantes cautivos consumen ansiosamente como verdad evidente. Trabajos recientes como Barrera y otros (2017) muestran cómo funciona este mecanismo. Utilizando una muestra de 2840 ciudadanos franceses, analizan el efecto de los hechos alternativos en la propensión a votar por Marine Le Pen en las últimas elecciones presidenciales francesas. Sus resultados indican que cómo era de esperar, presentar sus hechos alternativos (en su caso alrededor del efecto de la inmigración) aumenta la propensión a votar por ella. Sin embargo, sus resultados indican que el “fact checking”, entendido como presentar no solo estos hechos alternativos sino también información oficial que rebate sus afirmaciones, no altera esta propensión a votar. De manera mucho más sorprendente, proporcionar sólo la información oficial también aumenta la propensión a votar por Marine Le Pen.
Por otro lado, la televisión también está cambiando, no sólo en su posicionamiento sino también en el tipo de información que cubre. Los informativos que antaño proporcionaban una información muy variada en la actualidad reducen su cobertura a unos pocos temas, habitualmente de carácter político. En los últimos meses, los telediarios se han convertido en monográficos sobre la situación en Cataluña (incluso en los días en que no había nada que contar) que solo se han visto mínimamente alterados por el seguimiento del juicio a “La Manada”. Y es que la crónica judicial es otro contenido que ocupa un papel preeminente en los informativos. El español medio probablemente no es consciente de la terrible tragedia humanitaria que se vive en Yemen pero sí que tiene infinitos detalles sobre ese juicio. Por supuesto, esta selección de noticias es la respuesta de los medios de comunicación a las preferencias de los televidentes y no es ni mucho menos algo específico de España. Sin embargo, debemos ser conscientes de que la cobertura que hacen los medios de comunicación de estos juicios aún en el caso de que no comportará los sesgos que discutía anteriormente puede tener efectos prácticos más allá de la percepción de los ciudadanos.
Esto es lo que muestran en su trabajo Philippe y Ouss (2017), de próxima aparición en el Journal of Political Economy. Utilizando datos franceses para el periodo 2004 a 2010, en este trabajo los autores se preguntan si la cobertura mediática de los juicios puede tener efectos en el resultado de los mismos. Para ello, relacionan el resultado de juicios penales y las penas impuestas a los culpables con la cobertura que se hizo en las noticias de televisión de este tipo de casos el día anterior. Es importante dejar claro que no se trata de relacionar la sentencia en un caso como el de “La Manada” con la cobertura que se hizo el día anterior, dado que la mayor parte de los casos pasan inadvertidos en los medios de comunicación. Se trata de ver si la información sobre un caso puede tener efecto sobre otros casos que se juzgan durante las mismas fechas. Además, los autores no establecen una relación entre cada caso y su posible cobertura.
Su estudio, distingue el efecto que la cobertura tiene sobre el resultado en función de si la decisión la toma un jurado, lo que en Francia sucede en la mayor parte de los casos, o un juez, cuyo papel es importante sobre todo en casos de menores. Sus resultados indican que la crónica judicial en la televisión el día anterior de la sentencia no altera el veredicto. Sin embargo, sí afecta a la dureza de la sentencia. En particular, los jurados imponen una sentencia hasta 3 meses más larga cuando los medios han cubierto algún caso en sus informativos del día anterior. Esta diferencia no aparece en el caso de los jueces. Sus sentencias no dependen de esta cobertura. Asimismo, la cobertura dos o más días antes tampoco tiene efectos sobre el resultado.
De manera significativa, los autores también estudian la relación entre las sentencias y la cobertura que los errores judiciales tuvieron el día anterior en los medios de comunicación. Los jurados reaccionan a esta cobertura con una disminución de la sentencia de unos 40 días. De nuevo, este efecto no aparece en el caso de los jueces.
Una explicación es que, a diferencia de lo que sucede con los jueces que están acostumbrados a tomar decisiones de manera regular y tienen mucha información sobre la que basar sus decisiones, los miembros de un jurado raramente han participado en más de un caso y, por tanto, son altamente influenciables por los medios de comunicación, que pueden alterar su percepción sobre qué se considera una sentencia justa. Esta variación es problemática si creemos que el resultado de un caso debe depender únicamente de sus méritos y no de cosas que son totalmente accidentales al mismo. Es decir, el mismo caso programado en dos fechas distintas y con el mismo jurado puede dar lugar a sentencias diferentes. Afortunadamente, este problema no tiene efectos en España, dado el papel tan limitado que se reserva al jurado y que se concentra en determinar la culpabilidad o inocencia, mientras que la pena la impone el juez.
De manera más general, ambos trabajos ponen de manifiesto un canal sobre el que los medios de comunicación pueden influir en los ciudadanos. Los autores en ambos casos atribuyen los resultados a la visibilidad que las noticias (verdaderas o falsas) dan a un tema en particular ("saliency" en inglés). Esto explicaría por ejemplo, porque votantes franceses a los que se proporciona información fehaciente sobre la inmigración y contraria a las afirmación de Marine Le Pen voten más por ella, al aumentar la percepción de la importancia de un tema que asocian con ella. El segundo trabajo muestra que simplemente aumentar la visibilidad de un tema altera nuestra percepción sobre la importancia del mismo y con ello afecta nuestras decisiones. En momentos de gran polarización de la población como el actual este tipo de sesgos cobran una mayor importancia y es, por ello, necesario apelar a la responsabilidad de los medios de comunicación para cumplan con su mandato y no intenten sacar rédito de las creencias de sus lectores.
Hay 13 comentarios
Tanto el post de Anxo reclamando a los medios un cambio de foco como el suyo reclamando mayor responsabilidad a los medios fallan porque la larga argumentación previa no explica por qué los medios se centran en determinados temas e ignoran otros y por qué la información sobre los temas elegidos es “mala”. Ambos problemas son viejos aunque hoy día se nos presentan con mayor intensidad. Explicarlos requeriría un análisis profundo de la historia de los medios, pero la explicación de esa especialización (tanto en el número de productos como en el tipo de calidad de cada producto) pasa por precisar bien la demanda. Sabemos que cuando se trata de información la demanda “final" es “muy baja”: normalmente cada demandante está dispuesto a pagar poco, muy poco, por cada pieza de información. Pero por suerte para los medios hay otra demanda que sí puede ser “muy alta” —cada demandante está dispuesto a pagar bien por informar algo que le interesa que la población sepa. Esta demanda es “derivada" de otras actividades, en particular de la búsqueda de poder y riqueza. En otras palabras, los medios no satisfacen las demandas de sus lectores sino las demandas de sus financistas. Me parece que el reconocimiento de esta situación debe ser el punto de partida del análisis (hoy gracias a las nuevas tecnologías, muchos predicadores y analistas de buena posición económica ofrecen “gratis" sus productos pero no son competencia para los medios).
Cuesta entender esta "teoría de la conspiración": las "demandas de los financistas" y las "demandas de los lectores" son la misma cosa. Solo dando a los lectores lo que buscan se consiguen buenas tiradas y solo con buenas tiradas se consiguen resultados económicos. No me parece que el caso de "prensa que financia su recurrente falta de tirada para diseminar contenidos interesados" responda a ningún medio privado real, la verdad. Se agradecerían ejemplos.
Donde, por cierto, sí puede encontrarse ese caso es en los medios públicos donde el resultado económico es irrelevante y quienes los controlan si pueden permitirse el "lujo" (gratuito) de disparar consignas (o, igualmente, contenidos sesudos) sin preocuparles su seguimiento por el público.
No hacen falta teorías conspiratorias para explicar la "radicalización" de los medios. Se especializan en "nichos de mercado". Eso tiene más sentido que competir por una "demanda de verdad objetiva" que, en realidad no existe.
Porque lo que los humanos valoran en las noticias no es la "verdad" (que suponiendo que exista está claramente sobrevalorada) lo que buscan es "sentirse bien" y para eso nada mejor que reforzar nuestras creencias y hacernos sentir parte de un grupo.
No sé que sorprende de esto: las religiones y los nacionalismos (poco aficionados ambos a La Verdad) han venido basando su atractivo en eso por siglos ... y siguen en plena forma. Y cualquier intento "top down" de racionalizarlos ha fracasado estrepitosamente.
Jose Pablo, consulte este Handbook of Media Economics
https://www.amazon.com/1A-1B-Handbook-Media-Economics/dp/0444636919/ref=mt_hardcover?_encoding=UTF8&me=
y podrá ver que se analiza un "Advertising-Financed Business Model". Por razones de espacio no puedo aquí detallar los tres modelos "puros" que a mi juicio uno puede y debe distinguir en el análisis de muchos bienes y servicios: financiamiento comercial (el que suponemos válido en los textos de microeconomía), financiamiento promocional (donde voluntariamente otros distintos de los demandantes del producto financian la producción, como sería el caso de la publicidad en los medios), y financiamiento coercitivo (donde los pagadores de impuestos subsidian la producción). Por supuesto, los incentivos son muy distintos en los tres modelos "puros". Y también por supuesto, dos o los tres modelos son combinables, como lo podemos observar en muchos mercados y en particular en los mercados de las noticias.
Por cierto, lo anterior es sólo IO aplicado a los medios y nada tiene que ver con conspiraciones ni con la verdad (ni tampoco con el tema falso de las fake news). Lea con calma y quizás hasta se sienta bien si concluye que lo que yo digo podría reforzar sus creencias (y por extensión las creencias de su tribu).
Enrique, no veo en que altera su reflexion la idea de que "no existen intereses económicos o políticos financiando pérdidas en medios sin lectores" (excepto, quizás, en el ámbito de los medios públicos).
La financiación mediante publicidad también requiere "lectores", cuantos más mejor (y mejor cuanto más "segmentados" lo que seguramente explica en parte la polarización de los medios que se cita en la entrada, si es que es así, que no conozco "índices de polarización" y uno tiende siempre a ver lo contemporaneo como excepcional).
La tesis principal "que es la necesidad de conseguir lectores la que prescribe los contenidos de los medios" y no "los medios los que imponen contenidos a los lectores" no se ve afectada porque se financien mediante publicidad (al contrario).
Como profesional de la prensa (y marido de una inmigrante), me llama la atención el ejemplo elegido, de Marine Le Pen. Creo que hace un flaco favor al argumento, que es válido. El Sr. Llobet escribe: "De manera mucho más sorprendente, proporcionar sólo la información oficial también aumenta la propensión a votar por Marine Le Pen." Cualquiera que haya escrito en un periódico en los últimos 30 años sabe que la consigna de escribir sólo de forma positiva sobre inmigración y esconder las consecuencias negativas (¿cuándo es la última vez que alguien vio un estudio estadístico sobre la criminalidad entre refugiados en un gran medio?) es el pan nuestro de cada día. No tener en cuenta esto, tan básico, es viciar el texto para empezar. Por supuesto que los votantes tienen derecho a estar preocupados.
David,
Creo que has malentendido mi explicación. Yo no he puesto el apoyo a Marine Le Pen como ejemplo de nada. Esto proviene directamente del artículo que cito. Los autores son los que utilizan las preguntas sobre immigración para su experimento. Yo solo he relatado su trabajo y cuáles eran sus conclusiones.
Buena puntualización, Gerard. Para ser precisos: Barrera y otros eligieron un ejemplo que vicia sus conclusiones (no las de tu artículo!). El refuerzo de las creencias se podría haber estudiado mejor con otro ejemplo más obvio como, pongamos, los horóscopos o los titulares de la prensa deportiva, que no aciertan ni dos veces al día como los relojes estropeados.
Para mi, la prensa distribuida por Internet de forma gratuita, es dificilmente compatible con una sociedad bien informada, si tenemos en cuenta lo tribales que somos por naturaleza.
La dependencia total de impresiones y clics a banners como forma de ingreso, incentiva a que estos medios nos provean de contenidos que confirmen nuestra visión del mundo (o critiquen duramente la visión opuesta a la nuestra). Si puede ser, contenidos relacionados con situaciones en las que se puedan establecer dos bandos (politica, deporte, políticas de género, inmigración, etc).
Un medio con contenidos neutrales está destinado a desaparecer al no captar suficientemente nuestra atención.
Todo esto deja como subproducto una sociedad hiperpolarizada.
Creo que el principio de la solución pasa por contenidos de pago y ausentes de anuncios.
Si la conclusión es que los jurados públicos y los votantes son influenciables con "mentiras" es difícil estar más de acuerdo.
Sin embargo el "sistema" donde sucede eso es más un punto de llegada que de partida. El diseño de soluciones es muy complicado. Eliminar el jurado publico y el voto de los idiotas, aunque deseable en teoría suele conducir, casi siempre, ha resultados aún peores que los que trata de arreglar.
Me temo que no quede más remedio que vivir con nuestra afición evolutiva por las mentiras que incluye realizaciones tan queridas para nosotros, como la religión, las narrativas históricas de nuestras "patrias", los "te quiero" de nuestras parejas y las cenas en familia de las navidades.
Las cosas que más nos gustan no se parecen a La Verdad, se parecen mucho más a la "prensa libre y polarizada" que "desenmascara" la entrada.
En una visión "económica" (seguramente más divertida que útil) no hay nada de sorprendente en que la demanda por "confirmaciones de nuestras creencias" sea mucho más alta que la "demanda de la verdad" ya que las primeras nos producen bienestar (refuerzo y pertenencia) y la segunda solamente desasosiego.
Una posible traducción de la entrada es que existen externalidades ya que la "polarización" que optimiza las utilidades individuales perjudica a la sociedad en su conjunto; por ejemplo, con peores conclusiones de los jurados o la elección de "peores" gobernantes, respecto a un sistema donde los medios ofreciesen La Verdad (obsérvese que entonces solo existiria UN medio ya que varios medios con el mismo contenido, La Verdad, no tendría mucho sentido).
En mi opinión esa externalidad (1) no existe: los ciudadanos ya "sufren" el resultado de un peor sistema judicial y de peores gobernantes y pueden internalizarlo junto a su placer individual mejor que a través de cualquier sistema que diseñemos al efecto y (2) no es una externalidad esencialmente distinta a aquella en la que incurrimos al dejar votar a todo el mundo (o ser jurado). En democracia elegimos que que no gobiernen los mejores y es un precio justo a pagar por el placer que a los individuos les produce pensar que deciden su destino (via voto). Y yo creo que es, efectivamente, un buen sistema (incluso si , ocasionalmente, lleva al gobierno de Le Pens, Trumps o Maduros)
Por cierto, la "oferta" de "contenidos sesgados" también debería ser más alta que la de "contenidos serios"; después de todo la recopilación de hechos y su análisis con sentido es mucho más costoso que "vomitar prejuicios".
Ningún misterio "micro" en todo esto ....
La dicotomía establecida por el autor en un momento del artículo (juicio de Pamplona versus crisis humanitaria en Yemen) revela uno de los problemas que yo suelo detectar en este tipo de estudios: no los hacen periodistas o, cuando menos, ex periodistas en activo.
El simple planteamiento de esta dicotomía revela que se está analizando una esfera como si fuese un cubo; y, claro, así no hay manera. Apelar a la voluntad de los medios de informar sobre Yemen es apelar a su supuesta función como informadores. Pero es que esa función es falsa. Los medios de comunicación son, por encima de todo, un producto industrial. Y su prioridad no es ser bueno; es que lo compren. Luego están los medios públicos, que tienen el ciclo invertido porque aquí el comprador ha comprado antes de que se fabrique; pero ésa es otra historia.
El medio de comunicación no hace que el lector le siga; sigue al lector. La máxima del periodismo, desde el siglo XIX, es la del mejor disco de los Kinks: give the people what they want. Un buen periodista no es el que hace que el público se interese por algo, sino aquél que sabe adivinar lo que le interesa al público.
Todos estos estudios, como digo, se basan en el modelo A provoca B. Pero siempre se equivocarán porque, en realidad, es B quien provoca A. Una cosa es lo que el periodismo es, y otra lo que dice que es.
No creo que la aproximación económica que se hace en estos dos artículos de Anxo y Gerard sea la correcta para analizar los efectos de los medios. La mera noticia por si misma no influye sino es a través de la consolidación de marcos de interpretación. El siguiente artículo que enlazo lo explica muy bien en relación con el process
https://goo.gl/ZXZ68s
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