¿Cómo se centrifugan los aranceles?

En las últimas décadas hemos asistido a un desmantelamiento progresivo de los aranceles. Bien a través de áreas de libre comercio o de acuerdos entre países o grupos de países, el comercio internacional ha fluido con menores obstáculos hasta el punto que el foco de la política comercial últimamente se había orientado hacia la homogeneización de la regulación entre estados. Ahora, sin embargo, esta tendencia está cambiando, sobre todo en el caso de Estados Unidos. Es por ello que debemos recordar qué efectos tienen estos aranceles y quién los termina pagando.

Tal y como Dani Rodrik explicaba hace un par de años, el uso de aranceles ha sido habitual en el pasado, sobre todo por gobiernos populistas. La razón es simple. Sabemos que la disminución de los aranceles tiene un impacto positivo y que se reparte entre toda la sociedad. Este impacto es menor cuanto más bajos son los aranceles que se reducen, mientras que el coste afecta a unos pocos y es prácticamente igual, independientemente del nivel inicial. Esto hace que cuanto menores sean los aranceles que se quieran eliminar, más difícil resulta que la gran mayoría de pequeños ganadores pueda compensar a los pocos grandes perdedores. Y esto explica, por supuesto, por qué en un momento como el actual donde los aranceles son bajos, subirlos pueda generar réditos políticos.

Un argumento que se ha utilizado últimamente para justificar la subida de los aranceles es que los pagan los productores del país de origen y no tienen, por tanto, efecto sobre los consumidores. Esto es, sin embargo, una cuestión empírica y, como nos recordaba José Luis Ferreira aquí hablando de impuestos, la incidencia depende de las características de la oferta y la demanda y no de quién está legalmente obligado a pagar impuestos o aranceles. Como veremos más adelante la analogía con los impuestos no es total porque los aranceles solo los pagan los productores foráneos.

Un trabajo reciente, Flaaen, Hortaçsu y Tintelnot (2019), estudia los efectos de los aranceles impuestos por Estados Unidos a las lavadoras de importación en 2018. Ya se impusieron aranceles en 2012 con el objetivo de reducir la importación de lavadoras de Korea (básicamente de Samsung y LG). Sin embargo, esto no tuvo el efecto “esperado” y estas empresas trasladaron la producción a China, con lo que en 2016 se impusieron aranceles a las lavadoras provenientes de este país. De nuevo, la producción se trasladó, esta vez a Tailandia y Vietnam. El arancel de 2018 es de otra naturaleza (desde el punto de vista jurídico) y aplica a todas las importaciones de lavadoras, independientemente del país de origen.

Los autores analizan la evolución del precio de los grandes electrodomésticos (neveras, lavadoras, secadoras y lavavajillas) como resultado de los aranceles de 2016 y 2018. El siguiente gráfico muestra que mientras que el efecto del arancel de 2016 fue muy pequeño, el de 2018 incrementó los precios sustancialmente en el caso de las lavadoras y, sorprendentemente, de las secadoras, que no estaban afectadas por el arancel (como tampoco lo estaban el resto de los electrodomésticos). El efecto del arancel sobre lavadoras y secadoras se estima en un incremento de sus precios del 11%, entre $86 y $92 por unidad.

Efecto de los aranceles de 2016 y 2018 sobre el precio de los electrodomésticos. Fuente: Flaaen y otros (2019).

Calcular la incidencia de un impuesto habitualmente implica comparar el incremento del precio con el incremento del impuesto. En este caso esto no es posible por dos motivos. El primero es que, como mencionaba anteriormente, solo las lavadoras importadas lo pagan. Segundo, el arancel no es constante: las primeras 1,2 millones de lavadoras pagan un arancel del 20% mientras que el resto paga un 50%.

Esto obliga a los autores a calcular un arancel medio y que dependiendo de los supuestos les permite estimar una incidencia de entre el 107% y el 226%. Es decir, un incremento del arancel de 1% se traslada en un incremento del precio final de entre 1.07% y el 2.26%. Para entender este importe y la gran diferencia entre las estimaciones es importante discutir dos aspectos.

El primero es que todos los fabricantes suben el precio de las lavadoras como resultado del arancel. Este es un mercado muy concentrado, donde junto con las dos empresas coreanas, tres americanas, Whirpool, GE y Maytag, controlan el 80% del mercado. Así, cuando el precio de las importaciones crece, los fabricantes nacionales pueden también suben su precio, tal y cómo se muestra en la siguiente tabla y donde el incremento oscila entre el 7 y el 18%. Por tanto, el arancel solo aplica a una parte de las lavadoras incidiendo directamente en el precio de las mismas pero también afecta indirectamente el precio de las nacionales. El efecto total del 107% mide ambos incrementos.

Efecto de los aranceles de 2016 y 2018 sobre el precio de los electrodomésticos para diferentes fabricantes. Fuente: Flaaen y otros (2019:

El segundo aspecto interesante es el efecto sobre las secadoras. Habitualmente, uno esperaría que si el precio de un producto crece, los productos complementarios deberían reducir su precio. Sin embargo, aquí sucede lo contrario y el precio de ambos electrodomésticos crece básicamente en el mismo importe. Los autores muestran que esto se debe al hecho que en Estados Unidos ambos electrodomésticos se compran conjuntamente. De hecho, el 85% de las lavadoras tienen una secadora con la misma estética y con exactamente el mismo importe. Esto es así a pesar de que el coste de fabricación de una secadora es mucho más bajo. Así, podemos interpretar que de alguna manera los aranceles están subiendo el precio del combo lavadora-secadora y ese incremento se reparte a partes iguales entre ambos electrodomésticos. Bajo este punto de vista la incidencia del arancel es más del doble, del 226%, en lugar del 107% que aplicaría si solo nos concentráramos en las lavadoras.

En términos de efectos sobre el bienestar los autores calculan que el incremento en el precio de las lavadoras y secadoras aumenta los gastos de los consumidores en cerca de 1,500 millones de dólares al año mientras que la recaudación del Estado a través del arancel crece en solo 82 millones. En la medida en que se estima que este arancel dará lugar a inversiones en la producción nacional que ocuparán a 1,800 trabajadores, el coste de cada empleo sería de unos 815.000 dólares.

Hay 2 comentarios
  • El articulo me ha dejado una sensación agridulce que no se como suavizar.

    El articulo parece demostrar que hay un problema de practica monopolista en el mercado de las lavadoras de EEUU. Pero no esta claro que la subida del arancel hubiese subido el precio de las lavadoras en caso contrario.

    ¿Pueden ser bueno proteger la industria interna de la competencia extranjera cuando no hay un monopolio en el sector, o cuando la competencia extranjera esta subvencionada de mil manera posibles por su propio gobierno?

    (Creo que el trabajo se cierra en falso sin llegar a responder a ninguna de estas preguntas.)

    T

  • "Sabemos que la disminución de los aranceles tiene un impacto positivo y que se reparte entre toda la sociedad." (...) "que la gran mayoría de pequeños ganadores pueda compensar a los pocos grandes perdedores."

    ¿En qué quedamos? ¿Hay perdedores o no hay perdedores?

    Cuando los economistas ortodoxos explican la bondad de reducir los aranceles, olvidan decir que esto es a condición de que dicha reducción sea multilateral.

    Si un país sin derechos civiles compite con otros que sí los tienen, en la práctica está aplicando un proteccionismo político a su producción, aunque no aplique aranceles a sus importaciones.

    El librecambismo unilateral es lo más parecido al pacifismo unilateral: un disparate. Por eso Trump está beneficiando la economía de su país, aunque nos fastidie.

    Hay que contar todo y no solo la parte que nos interesa.

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