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Salida del Euro ¿Una solución o una locura?

A medida que se acentúan los costes del ajuste a la enorme pérdida de riqueza que se ha producido en algunos países (incluida España), oiremos más y más voces acusando al Euro y clamando por la posibilidad de recuperar la autonomía monetaria y poder devaluar. Hemos perdido competitividad y, se dirá, (ya se dice en algunos círculos) que la única forma de recuperarla sin costes excesivos internos esta competitividad es la salida del Euro.  Por ejemplo, Nouriel Roubini  declaró en Davos “En un tiempo, no en un año o en dos, podríamos ver la rotura de la unión monetaria europea.”

Normalmente, cuando esta opción se discute en círculos “educados” es rechazada automáticamente como una locura. Antes de llegar a esa conclusión, me ha parecido útil considerar los costes y beneficios de la retirada- primero, los legales, y luego, los económicos. Os cuento lo que he aprendido—aunque anticipo que, en mi opinión, la sabiduría convencional es correcta en este caso. Pero en todo caso, vale la pena repasar los argumentos. Esto nos ayudará, con un poco de suerte, a limitar algunas de las posiciones más absurdas que se han adoptado en este debate.

1. No es posible abandonar el Euro sin abandonar la UE

Un miembro del equipo jurídico del BCE ha realizado un interesante estudio sobre el mecanismo jurídico para abandonar el Euro. (Nota: es posible que este análisis sea partisano, escucho vuestros comentarios al respecto)  A partir del tratado de Lisboa (pero no antes, ver la p. 9 del artículo) existe oficialmente una forma para abandonar la Unión (pongo el texto del Tratado del diario oficial C306/10 del 17.12.2007, artículo I.58, aunque la numeración ha cambiado con posterioridad)

“1. Todo Estado miembro podrá decidir, de conformidad con sus normas constitucionales, retirarse de la Unión.

2. El Estado miembro que decida retirarse notificará su intención al Consejo Europeo. A la luz de las orientaciones del Consejo Europeo, la Unión negociará y celebrará con ese Estado un acuerdo que establecerá la forma de su retirada, teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión. Este acuerdo se negociará con arreglo al apartado 3 del artículo 188 N del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. El Consejo lo celebrará en nombre de la Unión por mayoría cualificada, previa aprobación del Parlamento Europeo.

3. Los Tratados dejarán de aplicarse al Estado de que se trate a partir de la fecha de entrada en vigor del acuerdo de retirada o, en su defecto, a los dos años de la notificación a que se refiere el apartado 2, salvo si el Consejo Europeo, de acuerdo con dicho Estado, decide por unanimidad prorrogar dicho plazo. »

Es decir, hablando claro, (1) los países pueden acordar la salida de un país que así lo desee; y (2) si no lo negocian, el tratado reconoce el derecho de un país a retirarse unilateralmente, con tal de que hayan pasado dos años desde que realizó la solicitud. Es importante y positivo que el tratado haya reconocido, por primera vez, que un Estado pueda preferir no seguir en la Unión, aunque el derecho unilateral puede ser explotado oportunísticamente.

Los tratados no contienen una discusión similar del derecho a retirarse de la Unión Monetaria. De hecho esta es declarada por los tratados “irrevocable”  e “irreversible” (p.28 del papel del abogado del ECB) y la participación en ella es considerada como una obligación de los miembros de la UE (p.14). Sin embargo, de acuerdo con el estudio del Gabinete Jurídico del Banco Central Europeo, es posible retirarse de la Unión monetaria si un país se retira de la UE. La cuestión de si la retirada unilateral del Euro es posible es más complicada, pero parece seguirse del hecho de que exista el derecho a una retirada unilateral de la UE.

Por otro lado no existe en los tratados ningún procedimiento para expulsar a un país miembro del Euro o de la Unión Europea, aunque quizás se podría forzar a que el país pidiera su salida con otro tipo de presiones.

2. La implementación de una decisión de salida llevaría bastante tiempo y sería extremadamente complicada

El tiempo es un factor que complica las cosas- se tarda dos años desde que un país pide salir hasta que tiene el derecho a hacerlo unilateralmente. Otras dificultades prácticas incluyen la inexistencia de una moneda física (por ejemplo el drachma) que usar.  Este  problema puede ser fácilmente remediable: cuando se produjo la disolución de la unión monetaria Checoslovaca, la transición se realizó poniendo en circulación billetes Checoslovacos con un sello checo o eslovaco durante el período transitorio .  También habrá problemas jurídicos derivados de la redenominación de todos los contratos en Euro- en particular, ¿serán reconocidas las obligaciones internacionales como debidas en la nueva moneda? Finalmente, está la transición del uso por los ciudadanos-- ¿usarán los ciudadanos la nueva moneda, o seguirán haciendo sus transacciones en Euros? Claramente, la nueva moneda debería, como argumenta  Credit Suisse en una nota del 4 de Febrero del 2010 (no en Internet), venir acompañada de estrictos controles de capital para evitar la salida de capitales hacia el Euro

3. Los beneficios económicos son dudosos

Mi coautor William Fuchs (ahora en Berkeley, antes en Chicago) plantea un modelo dinámico macroeconómico en el que se recogen los posibles beneficios de la ruptura de una unión monetaria:  la ruptura ocurre óptimamente si un shock asimétrico hace muy costoso para un país seguir las políticas de los otros países. En este modelo, el beneficio de una unión monetaria es que restringe la devaluación unilateral por sorpresa, el coste la falta de flexibilidad. Sin embargo, los beneficios de la independencia en términos de flexibilidad deben ser cualificados por varias razones ausentes en este modelo y argumentos informales similares:

  1. Competitividad: No es obvio, contrariamente a los argumentos de Krugman, que tener nuestra propia moneda aumentara la competitividad. Los salarios subirían  inmediatamente para recuperar el pode adquisitivo perdido; como Tano argumentaba en un excelente post hace unos días, los beneficios en este sentido de las devaluaciones pasadas han sido temporales. Los problemas estructurales no se van a solucionar de esta manera.
  2. Tipos de interés: los tipos de interés en la deuda deberían incrementar mucho, dado el riesgo que los tenedores de deuda incurren por el tipo de cambio flexible.
  3. Cierto, la gran ventaja de la salida del Euro es, en principio, que permite hacer pagar las deudas de los residentes en una moneda más débil. Pero no es obvio que los tribunales reconocerían un cambio forzoso.
  4. La salida hacia la devaluación supone una pérdida definitiva del compromiso de reforma económico, y la deriva definitiva de la economía política hacia el peronismo- el mayor peligro en este momento para Grecia o Portugal o España- sería el comienzo de un declive secular.
  5. Contrariamente a lo que plantean muchos comentaristas, si un estado no puede hacer frente a sus deudas no tiene por que salir del Euro. Puede hacer suspensión de pagos, renegociar sus deudas y volver a empezar, como hizo  (por cierto, lo hablaremos en otro momento, pero lo del paquete de rescate a Grecia me parece un error  político(¿los alemenes dictando política económica a los griegos? ¿se imaginan la reacción en unos meses, cuando la urgencia haya pasado?), económico (cuáles son los incentivos para hacer las reformas adecuadas?) y financiero (¿se pueden permitir Alemania adoptar estas obligaciones con su sector financiero en tan mal estado?))

En Conclusión

Una salida del Euro conllevaria probablemente la salida de la Unión Europea, con posible pérdida de acceso al mercado único; sería de costosísima y lenta implementación (quizás dos años) y en el período transitorio llevaría al caos. Y tendría pequeños beneficios económicos más allá de la nueva flexibilidad lograda, ya que la los salarios reales aumentarían inmediatamente, los tipos de interés también, y habría problemas jurídicos enormes por la  redenominación de todas las deudas y activos internacionales (que podrían no ser reconocidos internacionalmente). Por todas esta razones creo que la salida del Euro no ayudaría en absoluto a ninguno de los llamados PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, Spain) a salir de la complicada situación económica actual.