- Nada es Gratis - https://nadaesgratis.es -

Reforma Laboral: Las verdaderas “Líneas Rojas”

Con la economía española al borde del precipicio, parece que por fin se va a producir la reforma laboral: o bien hay acuerdo este viernes, o bien el gobierno la aprueba el viernes que viene por decreto (supongo que debemos agradecérselo a Obama, Merkel y Sarkozy).  Durante la negociación, hemos oído mucho sobre “líneas rojas” de unos y otros. Pero la reforma, para servir para algo, también tiene que cumplir unos mínimos de eficiencia. Creo que los economistas españoles, los analistas internacionales, y los organismos clave como el Banco de España, OECD y FMI, no van a dar, a estas alturas, su visto bueno a una reformilla chapucera de esas a las que nos ha acostumbrado el gobierno. Y si el mercado no ve una senda de crecimiento clara para el futuro, los problemas financieros actuales se pueden agudizar y nos pueden llevar a una crisis de deuda a la Argentina- el riesgo es grande. Por eso, ahora no vamos a decir más, como hemos dicho en otras ocasiones (por ejemplo, cuando la LES fue propuesta), que es un buen comienzo, que apuntan buenas intenciones, etc. El momento es ahora: el mundo está mirando, y siente que España está poniendo a la economía mundial en su conjunto (empezando por los bancos alemanes y terminando por el Euro)  en peligro.  Inspirar confianza requiere cerrar, antes del verano, la reestructuración del sistema financiero y del mercado laboral. Una reforma laboral suficiente debe cumplir cuatro mínimos indispensables.

1. La reforma debe descentralizar, al ámbito de la empresa, la negociación colectiva.

Todos los analistas de la situación en España han observado que los acuerdos salariales no responden  en absoluto a la realidad de los mercados laborales. Como observaba el manifiesto de los 100, los salarios en España no corresponden a la productividad, ni reflejan al oferta y demanda de empleo. El gráfico que acompañaba a la propuesta era bastante claro al respecto: los salarios son mucho menos desiguales que la productividad- "to er mundo es gueno."

salarios y productividad
salarios y productividad

El paro se crea cuando el valor de lo que los trabajadores pueden producir es inferior a lo que estos convenios reflejan que los trabajadores pueden cobrar.  Y este desfase, desgraciadamente, es la norma en los acuerdos salariales en España. El gráfico del martes pasado de Bentolila y Felgueroso es clarísimo al respecto.

Pues bien, tanto la CEOE como los sindicatos, cuyas burocracias se benefician de las negociaciones sectoriales provinciales, se han opuesto firmemente  en el pasado a este cambio y nos hacen temer que no se lleve a cabo. Dejemos esto bien claro: no podemos llamar, ni la prensa, ni nosotros, ni nadie, reforma laboral a una reforma que no incluya una descentralización de la negociación colectiva.

2. La reforma debe reducir sustancialmente los costes de despido de los contratos indefinidos

Últimamente escuchamos que se habla de posibles reformas  que dejarían los 45 días por despido improcedente sin tocar, pero cambiarían las condiciones de los otros y facilitarían despidos procedentes. Se trata de “clarificar más” nos dicen las condiciones del despido procedente para que se pueda usar más. Este tipo de cambios  ya se han intentado, con el contrato de fomento del empleo  introducido por el gobierno Aznar, y que no ha funcionado. Como  hemos explicado desde NeG (ver este artículo de Samuel Bentolila)  los empresarios, racionalmente, pagan los 45 días para evitar los costes judiciales y legales de los otros despidos. Incluso en una situación de crisis económica como la actual, el 89% de los despidos de indefinidos se llevan a cabo como despidos improcedentes de 45 días por año.

Una posibilidad que hemos valorado (aquí, aquí y aquí) positivamente es utilizar un sistema similar al modelo austriaco para permitir a los trabajadores recuperar parte de esta bajada en forma de ahorro. En este modelo, que avanza ahora en la negociación, los trabajadores  recibirían 20 días de despido por año trabajado del empresario. Además, cada trabajador acumularía 8 días de “ahorro” por año trabajado en un fondo portable que cobraría también de ser despedido. De no ser despedido, este ahorro formaría parte de la pensión y se cobraría al final de la vida laboral. Este modelo es un avance importante, con tal de que, y esto es clave, se iguale, como avanzó el gobierno en su última propuesta, el coste de la indemnización del despido improcedente por causas económicas y por causas disciplinarias. Si no sucede, seguiremos con pleitos y con empresarios que usan los mecanismos más costosos para evitar problemas.

Por tanto, sea con un acuerdo de pensión portable “austriaca” o con otro acuerdo, no existe reforma laborar “seria” que no iguale el coste de la indemnización del despido improcedente por causas económicas y por causas disciplinaria y que no disminuya esta indemnización sustancialmente.

3. La reforma no puede bajo ninguna circunstancia incrementar el coste de contratar trabajadores

En una situación en la que el paro es el problema clave de la economía española, aumentar aún más el coste del trabajo sería una locura. Y sin embargo, esto es de lo que hablan algunas propuestas, que proponen encarecer el empleo temporal. Eliminar la dualidad es un objetivo, pero no puede hacerse a costa de incrementar el paro. ¿Como cuadrar el círculo? Una medida muy sencilla: permitir que los trabajadores temporales prolonguen su contrato (es decir, eliminar la obligación de despedirlos o hacerlos fijos) con un pequeño incremento del coste de despido en el segundo, y tercer tramo- el contrato de “prolongación temporal” o algo así. Así iríamos al contrato único poco a poco, por escalones, haciendo a los temporales más fijos y a los fijos menos blindados sin tener que repentinamente  cambiar todo el  mercado. Todos los temporales ganan, al no forzarse al empresario a despedirlos, y los fijos no pierden.

Por tanto, reducir la temporalidad es un objetivo de la reforma, pero no a base de incrementar el coste de contratar a ciertos trabajadores. Ninguna reforma laboral puede incrementar el coste de contratar trabajadores.

4. La reforma debe cambiar sustancialmente las políticas activas de empleo y en particular la formación

En la actualidad, la formación continua de los trabajadores y de los parados está, salvo contadas excepciones, en manos de sindicatos y empresarios. Los cursos de formación son patéticos, nadie aprende nada, y los trabajadores pasan la mayor parte de  sus años de paro mano sobre mano, y terminan sin ningún horizonte para encontrar empleo. Pues bien, esto debe cambiar, ahora o nunca. Si los trabajadores en paro no se forman y no se reciclan, no podrán encontrar un nuevo empleo.

Los negociadores deben inspirarse en el languaje con el que Samuel Bentolila describe el actual sistema de Dinamarca (desempleo: 4%( y mover el modelo del mercado de trabajo  a un modelo de corresponsabilidad, en el que el trabajador en paro también tiene deberes. Como dijo en NeG Samuel Bentolila describiendo el modelo danés:

Desde 1995, Dinamarca sigue el principio de “derecho y deber”: las personas tienen derecho a que el Estado les mantenga un determinado nivel de renta pero también tienen la obligación de buscar activamente empleo y de estar dispuestos a trabajar. Por tanto, casi desde el momento en que el trabajador se queda parado, la oficina de empleo hace un seguimiento de su proceso de búsqueda y le ayuda a mejorarla, le ofrece cursos de formación y puede retirarle las prestaciones por desempleo si no los sigue o si rechaza varias ofertas de empleo adecuadas para su cualificación.

Un posible sistema sería que la formación, tanto la continua como la de los desempleados, fuera  elegida libremente por los trabajadores. El .70% del salario de contribución a la seguridad social destinado a la formación revertiría al trabajador, que lo utilizaría para elegir la formación que deseara. Habría una serie de proveedores competitivos de cursos de formación, y los trabajadores elegirían el que les conviniera. Este sencillo  mecanismo de “cheque” de formación  asegura que los cursos sirven (los trabajadores no van a elegir cursos fantasma) y que los recursos, gracias a la competencia, son empleados de la mejor forma posible.

Conclusión

El gobierno tiene una oportunidad única de acabar con la dualidad y moverse hacia un mercado de trabajo más eficiente y capaz de generar empleo y sobre todo, de formar a los jóvenes que ahora mismo van, de tumbo en tumbo, de un empleo a otro sin posibilidades de avanzar, profundizar, aprender y permanecer. No debe desaprovecharla.