El martes organizamos en FEDEA una reunión con políticos de CiU, PP, PSOE, y PNV , representantes de la administración, juristas independientes (incluyendo algunos de los mejores expertos de derecho laboral del país) y algunos miembros del grupo de promotores de la propuesta de reactivación laboral con el objetivo de acercar posiciones a la hora de tratar de mejorar el RD de reforma laboral en el trámite parlamentario. Hicimos tres presentaciones: primero hice yo una justificación empírica de la reforma que planteamos (presentación en PDF, que os recomiendo especialmente a los que insistís con el tema de construcción como la explicación de los muchos problemas del mercado de trabajo); luego Samuel Bentolila presentó una ponencia con un análisis de las modificaciones necesarias en el RD en el tema de contratos (presentación y ponencia), y finalmente Juan Francisco Jimeno presentó una ponencia con un análisis de los aspectos relativos a los convenios colectivos y las mejoras propuestas al RD (presentación y ponencia). Tras cada presentación hubo un debate, del que no puedo revelar nada más que aspectos generales (prometimos no citar ninguna intervención concreta).
La reunión fue fructífera en el sentido de que todo el mundo dialogó con corrección, y todos aprendimos, creo, mucho. Creo que la calidad del diálogo fue alta, con pocos slogans y mucho análisis como corresponde a este tipo de debate. Y creo también que reuniones de este tipo muestran la necesidad del debate de policy, y no de politics. Pero por otro lado, yo terminé, y creo que los otros economistas también, decepcionado ante la falta de horizonte de mejoras del Real Decreto Ley. Básicamente, nos tememos que, a pesar de la buena voluntad de algunos en el gobierno, en la oposición y en los partidos nacionalistas, la reforma laboral se vaya a quedar, especialmente en el tema de contratación, en una más de las muchas que, como Juanjo Dolado siempre nos recuerda, cambian lo que haga falta para que todo siga igual.
¿La razón de mi pesimismo? En realidad, ni a empresarios ni a sindicatos y sus aliados les interesa eliminar la bolsa de temporalidad y la dualidad laboral consiguiente, a pesar de las externalidades sociales gigantes que esta tiene (si más del 40% de los de más de 40 años son temporales, ¿qué perspectivas de conseguir hipotecas, de tener hijos, de conseguir formación, de resolver su vida en una palabra, tienen estos? ). Los sindicatos consideran que estos temporales conceden una bolsa de ajuste a la empresa que permite que los insiders puedan tener condiciones de otro modo imposibles; los empresarios se temen que sin los temporales, vayan a estar sujetos a mucha rigidez, a pesar que el contrato con indemnizaciones crecientes que proponemos empieza con indemnizaciones similares a los contratos temporales.
Los partidos políticos, conscientes de estas posiciones, no se deciden a adoptar una posición que sería muy positiva para un segmento enorme de la sociedad, formados por temporales, jóvenes y menos jóvenes, y carentes de perspectivas. El gráfico siguiente, elaborado por Nacho García Pérez (y con muchas gracias por el trabajo espectacular) con motivo de esta reunión, creo que recoge muy bien el enorme problema planteado. El gráfico permite seguir a una cohorte concreta en el tiempo. Muestra que la tasa de temporalidad de los que empezaron a trabajar a los 20 baja durante un tiempo, pero luego se estanca, de forma que el 40% de esta cohorte está aún con contratos temporales ¡a los 40 años!
Creo que la disfuncionalidad del mercado laboral español, protagonista tantas veces en este blog, no admite discusión: el elevadísimo desempleo, la rapidísima destrucción de empleo en todas las recesiones, con mayor caída del empleo por punto de PIB que en ningún país de la OCDE (incluso si excluimos la construcción), la altísima rotación, la elevadísima temporalidad, no debida a hostelería o construcción (hay mayor temporalidad en todos y cada uno de los sectores económicos que en la UE), la dualidad, la falta de ajuste de salarios que hace que estos hayan visto su mayor crecimiento en una década precisamente en el momento de la crisis, etc. son muestras inequívocas de un modelo de relaciones laborales que simplemente no sirve a nadie, más que a los funcionarios de los sindicatos y a los funcionarios de la patronal. Si, la patronal, que asombrosamente no es una fuerza favorable al cambio en este tema sino una fuerza más de conservadurismo miope y de resistencia, como los sindicatos. Un ejemplo: no he conocido a nadie que justifique, más allá del conservadurismo de los agentes sociales, por qué el 54% de los trabajadores están en convenio colectivo de ámbito provincial. ¿A qué responde esto? ¿Necesita Teruel su propio convenio de hostelería o de construcción? Este ámbito es muy dañino, ya que no permite que las empresas se adapten a las realidades económicas en sus mercados, ni internalizan las consecuencias para el país de sus actos. Pero sindicatos y patronal se agarran desesperadamente a él.
Los promotores del manifiesto de los 100 creemos que hay una buena alternativa sobre la mesa que puede resolver el problema de la dualidad y la excesiva rotación de una forma sencilla: la propuesta, hecha originalmente por Olivier Blanchard (ahora economista jefe del FMI, antes de MIT) y Jean Tirole (el mejor economista europeo) de un contrato único con indemnizaciones crecientes .
En esta reunión, presentamos, entre otras cosas, una propuesta de enmienda del RD Ley muy sencilla, de claro acomodo en el marco legal (todo el mundo estuvo de acuerdo en su constitucionalidad) que no es exactamente la original del Manifiesto de los 100: se trata de que haya una indemnización para el despido procedente en el nuevo contrato de fomento que empiece en 8 días y suba poco a poco a 20 días, y otra para el improcedente que suba de 12 a 33 días. Esto, junto con la eliminación de la mayoría de los contratos temporales consigue tres cosas: (1) elimina la enorme brecha entre temporales y fijos; (2) da un horizonte de inserción en el mercado laboral a la gran masa de trabajadores que rotan de un trabajo a otro; (3) y permite que permanezca una cierta flexibilidad al principio de la relación laboral equivalente a contratos temporales, ya que el coste de despido en el primer año es similar al de los contratos temporales. Aquí está la enmienda.
Donde decía, en artículo 53.1 (despido procedente)
"b) Poner a disposición del trabajador (…) la indemnización de veinte días de salario por año de servicio, prorrateándose por meses los períodos de tiempo inferiores a un año y con un máximo de doce mensualidades."
Debería decir
"b) Poner a disposición del trabajador (…) la indemnización de ocho días de salario por año de servicio el primer año, aumentada en dos días de salario por cada año de servicio adicional hasta el sexto año y de veinte días de salario por año de servicio del séptimo año de servicio en adelante,
prorrateándose por meses los períodos de tiempo inferiores a un año y con un máximo de doce mensualidades."
Y donde dice, en el 56. 2 a) (despido improcedente)
"Una indemnización de treinta y tres días de salario por año de servicio, prorrateándose por meses los períodos de tiempo inferiores a un año y hasta un máximo de veinticuatro mensualidades."
Nueva redacción propuesta:
"a) Una indemnización de doce días de salario por año de servicio el primer año, aumentada en tres días de salario por cada año de servicio adicional hasta el séptimo año, y de treinta y tres días de salario por año de servicio del octavo año de servicio en adelante, prorrateándose por meses los períodos de tiempo inferiores a un año y hasta un máximo de veinticuatro mensualidades."hasta un máximo deveinticuatro mensualidades
Sinceramente, creo que esta es una propuesta razonable, no es bolchevique o neo-liberal o neo-con neo-nada. Se apoya en la investigación académica. Y claramente, altera sustancialmente la situación existente y la reforma en profundidad. Mientras que la propuesta de RD ahora debatida no va a cambiar sustancialmente la proporción de contratos temporales, la de contrato con indemnizaciones crecientes si lo hace, de raíz. Todos los contratos son, en principio, indefinidos.
Creo que proponer un contrato con indemnizaciones crecientes junto con la eliminación de la mayor parte de los contratos temporales no sólo sería muy positivo para el país, desde el punto de vista de productividad, formación, equidad, natalidad, inserción de los jóvenes, etc.; también podría ser una propuesta ganadora para el gobierno que lo propusiera (este o uno futuro). Sería una propuesta nueva, valiente y prometedora, que miraría para adelante, eliminando fetiches y mostrando que el gobierno gobierna. Carlos Solchaga cuando le entrevisté para el libro de FEDEA y le pregunté sobre cómo había mantenido el apoyo del Presidente durante las duras reformas y del país me respondió:
"Pero había, primero, un cemento de unión que era el liderazgo fuerte de Felipe González; y, por otro lado, esa confianza ilimitada que en el partido también se daba, como en la sociedad, a “a ver si ésto le sale”. El resultado fue, de alguna manera, sorprendente porque cuando el partido se presentó a las elecciones de 1986 el lema era: “Un Gobierno para que gobierne”. Y estaba basado en la experiencia de la reconversión industrial: “nosotros somos capaces de hacer las cosas aunque no sean las que más nos gusten, ni las que más nos convengan políticamente”."
Ahora, como entonces, la gente quiere ver cómo el gobierno resuelve problemas, cómo se enfrenta a grupos de presión en la sociedad por el bien de todos. El contrato de indemnizaciones crecientes sería una medida que podría cambiar mucho de lo que está mal en el mercado laboral español. Quedan 10 días en la ventana de oportunidad para cambiarlo. Hagámoslo ya.