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Muy malos tiempos para los menos educados

(Florentino Felgueroso y Luis Garicano)

Desde el inicio de esta crisis el número de personas empleadas ha caído en 2,7 millones. Pero no todos los grupos de educación han sufrido igual la caída. El  80% de esta caída se concentró en personas con un bajo nivel educativo, equivalente a la Enseñanza Secundaria Obligatoria o menos. Por el contrario, el empleo de las personas con estudios superiores (FP de grado superior y titulados universitarios) ha sido más resistente a la crisis, aumentando incluso en unas 107 mil. El resultado es que, como muestra el Gráfico 1, por primera vez en nuestra historia, desde el último trimestre de 2011, el número de ocupados con estudios superiores supera al de ocupados con estudios de nivel bajo.

¿Sólo en la construcción? No, en la mayoría de las actividades económicas

Como se puede observar en el siguiente gráfico, de las 82 actividades de la Clasificación Nacional de Actividades a dos dígitos (CNAE-2009) con un empleo superior a 5000 personas en el año 2008 (primer año para el que se tienen datos con esta nueva clasificación), el número de personas menos educadas ha caído en 66 de ellas, mientras que el de personas más educadas lo ha hecho en 40. De las 36 actividades en las que cae el empleo de ambos niveles educativos, en 30 la caída porcentual del empleo menos educado ha sido mayor que la del más educado.  Entre las 11 actividades en las que aumentó el empleo de ambos niveles educativos, en 8 aumentó porcentualmente más el de las más educadas.

En todas las Comunidades Autónomas

La caída de la ocupación de los menos educados se reproduce en todas las Comunidades Autónomas. En la práctica totalidad está caída se sitúa entre el 20 y el 30% de los empleos iniciales ocupados por personas con este nivel educativo.

A mayor empleo de nivel educativo bajo, mayor impacto de la crisis

Las actividades económicas que partían con un empleo más intensivo de personas menos educadas también son, en general, las que más empleo han destruido en los últimos cuatro años. Todo lo contrario que aquellas actividades económicas que partían con una mayor proporción de ocupados con nivel educativo superior (véase gráfico aquí). Y un fenómeno similar se reproduce cuando nos fijamos en lo ocurrido por Comunidades Autónomas (aquí).

Esto no quiere decir que los más educados no tengan problemas. Todo lo contrario, el número de parados con educación superior se ha multiplicado por dos desde el inicio de la crisis, al seguir creciendo el número de activos con este nivel de educativo y caer la contratación en especial en el sector público. Por el contrario, el aumento del paro de los menos educados, se debe casi exclusivamente a la destrucción de empleo.

Casi tres millones de nuestros parados tienen un nivel educativo bajo (el 56%), y de estos sólo algo más de la mitad (el 55%) tiene el título de ESO. Esta es la realidad a la que nos tenemos que enfrentar. Nos encontramos hoy con casi unos 10 millones de personas activas con un escaso bagaje educativo para enfrentarnos a un cambio de modelo productivo, fruto de nuestro retraso educativo y de tan altas tasas de abandono escolar durante tantos años.

Este magnífico gráfico extraído de un artículo de Luis Garrido (UNED) y Rodolfo Gutiérrez (Universidad de Oviedo) nos muestra a las claras lo que ocurre cuando le damos la espalda a la realidad.

Tracemos visualmente la tendencia de la línea verde  que representa la tasa de empleo de los varones de35 a54 años de edad españoles nacidos en España y que sólo tienen estudios de primaria. El gráfico ilustra mejor que ninguno cómo esta tasa ha ido cayendo en cada recesión, sin recuperarse, y la enorme resaca del último período de bonanza.

Las tendencias a largo plazo

En todos los países desarrollados  crece la desigualdad salarial entre personas de diferentes niveles educativos. El cambio tecnológico  y la deslocalización reducen la demanda en las ocupaciones con un contenido más rutinario y incrementan la demanda de los servicios domésticos y de las actividades con mayor contenido intelectual. Durante los años del boom, España estuvo anestesiada, aislada de estos efectos. Los salarios en las ocupaciones menos especializadas subieron a altos ritmos, y dieron señales erróneas a los jóvenes, que abandonaron sus estudios. Ahora se ceba en ellos el fin del boom que supone, hasta cierto punto, una vuelta a la normalidad de otros países avanzados de nuestro entorno.

¿Cómo revertimos esta situación? Primero, cortando el grifo con una reforma educativa que erradique definitivamente el abandono escolar temprano (manaña escribiremos sobre este tema). Segundo, dándole el revolcón que necesitan nuestras políticas activas, en especial, las de formación tanto a los parados como a los empleados.