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Los Tests de Estrés: Cuidado con los aprobados raspados

(Publiqué este análisis de los tests de estrés en El País de ayer, domingo 25 de julio y como solemos hacer habitualmente, lo reproduzco aquí para vuestra comodidad. Gracias por vuestra ayuda con los misterios.)

No hay nada más importante ni urgente para la enferma economía española  que recuperar el acceso a los mercados internacionales de capitales. En este momento, ni las empresas ni el sector financiero tienen acceso a la financiación exterior. Y sin capital exterior, una economía fuertemente endeudada como la española no puede sobrevivir. Las previsiones de crecimiento para los próximos años, ya en si preocupantes (el gobierno prevé desempleo por encima del 16% hasta el 2013) no tienen en cuenta esta parálisis crediticia; de continuar, tendrían que ser empeoradas sustancialmente.

¿Por qué la parálisis? El problema es que nadie se fía de los riesgos que pueden estar escondidos en los balances de bancos y cajas. Esto aumenta sustancialmente el precio de endeudarse y crea un problema de selección adversa: como en la broma de Groucho (que no querría ir a ningún club tan poco selectivo como para admitirle a él) nadie querría prestar a ningún banco o empresa dispuesta a endeudarse en condiciones tan duras. Y de ahí también, la solución propuesta: incrementar la transparencia a través de los tests de estrés, para ayudar al mercado a diferenciar los bancos y cajas buenos de los malos. De esta manera, podrá empezar a circular la financiación a precios razonables hacia los buenos. La clave por tanto es separar los buenos de los malos, para permitir que los buenos  se salven, y luego cerrar o recapitalizar los malos.

Los recientes tests de estrés que acaba de pasar el sistema financiero español han conseguido gran parte de este objetivo.  Contrariamente a los de otros países de la zona Euro  los tests han sido serios, su cobertura general, los parámetros duros (el supuesto más negativo supone que el sistema sufre impagos antes de provisiones del 20% del PIB), y han revelado mucha información sobre el sistema. De esta manera se ha establecido con claridad que no todas las Cajas son el problema (ver BBK, con una capitalización elevadísima, del 14%, incluso en el caso más adverso), que los bancos grandes son sólidos, y que el sistema es viable. Al establecer que no todos son iguales, se ha dado al mercado la información necesaria para eliminar el problema de “selección adversa” que provocaba la congelación del mercado.

Lo que falla, de momento, es la segunda parte del ejercicio: establecer un camino hacia adelante para las entidades que han resultado ser vulnerables. Tras revelar la información, y establecer la solvencia del corazón del sistema (BBVA, Santander, Caixa), los tests confirman que hay una serie de Bancos y Cajas descapitalizados y expuestos al desplome inmobiliario. No se trata sólo de los cinco suspensos (los que han quedado por debajo del 6% de capital requerido), sino sobre todo de los aprobados raspados (por debajo de 6.5), que ha habido varios. Quizás el más significativo sea la fusión liderada por Caja Madrid y Bancaja (con 6.3% de capital en el escenario adverso), pero también están en este grupo el Banco Pastor, CajaSol, Caja3, Guipuzcuano y Pollença)

El regulador argumenta que el ejercicio de estrés era tan extremo que no hay que preocuparse. En realidad los tests, tras hacer duros supuestos de impagos, hacen supuestos bastante generosos por el lado de la cobertura y la evolución de los beneficios que permiten tapar los agujeros creados. Es necesario reconocer que, se hagan los cálculos como se hagan, estas entidades son vulnerables y deben ser recapitalizadas. De no hacerlo, se crea el riesgo de que estas entidades se conviertan en “zombies” que en vez de ejercer su papel de circular la financiación a la economía real, la extraen para sus propias necesidades, imposibilitando además el ajuste inmobiliario a base de no vender para no reconocer contablemente las pérdidas.

Para recapitalizar estas entidades, la solución preferible pasa por forzarlas a conseguir capital privado adicional. Esto puede suceder sin garantía estatal, como en el reciente caso de la entrada de JC Flowers en Banca Cívica o con garantía parcial sobre parte de las pérdidas, como en el caso de la adquisición de CajaSur por BBK. Se trata en cualquier caso de conseguir sanearlas sin hacer responsables a los contribuyentes de nada más que lo estrictamente necesario de las pérdidas incurridas por sus incompetentes gestores.

Las noticias son, en todo caso, buenas. En los últimos dos meses, por fin y después de muchas dilaciones incompresibles, el Banco de España y el gobierno han conseguido un notable impulso reformista que empieza a dar sus frutos. Queda terminar de sanear el sistema financiero; dar un empujón final con CiU en esta semana a una reforma laboral que se está quedando descafeinada; y no abandonar (y aquí la responsabilidad clave es del Partido Popular) el anunciado incremento de la edad de jubilación y reforma del sistema de cálculo de las pensiones. España  se está alejando del precipicio. Pero si el impulso reformista desaparece, nos enfrentamos a años sin crecimiento y sin empleo.