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La competitividad como estrategia de gobierno

El reciente Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial (WEF) es muy preocupante para España. En el  ranking elaborado por el WEF, España ha perdido 9 posiciones, bajando de un mediocre puesto 33 a un francamente malo 44 del mundo. Algunos de los países que tienen mayor “competitividad” que España:  Qatar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Malasia, Chile, Islandia, Túnez, Kuwait,  República Checa, Barhain, Tailandia…  Cierto, estos rankings hay que leerlos y usarlos en general con precaución, dado que a veces es la percepción la que determina el ranking más que factores objetivos (y algo de eso obviamente hay en el deterioro de España),  pero en este caso que el informe tiene bastante credibilidad, no sólo por estar dirigido por Xavier Sala-i-Martin, sino también por la información que ofrece en varias sub-áreas. ¿Y si es cierto que somos   menos competitivos que Túnez y Tailandia? ¿Aceptamos estar en vias de subdesarrollo?¿Qué hacer si no?

Para poner a España una senda de crecimiento sostenible, los futuros gobiernos de  España deberían anunciar su compromiso público con esta herramienta (u otra similar) como métrica de su progreso a corto plazo hacia el cacareado “nuevo modelo productivo”. No valen los atajos tipo “haremos el primer coche eléctrico”, que van a crear una isla de desarrollo en un desierto. Se trata de ver que falta en cada área concreta (más abajo más), y ponerse como objetivo el alcanzar un nivel de competitividad similar al de los países a los que aspiramos a parecernos: los primeros 10 de la lista (Suiza, Suecia, Singapur, EEUU,  Alemania, Japón, Finlandia, Holanda,  Dinamarca y Canadá). Usar una métrica así permitiría evaluar con sencillez a los diferentes ministerios y departamentos- las notas simplemente consistirían en medir el progreso en cada una de estas áreas hacia los modelos elegidos.

El informe trata (de acuerdo con el artículo de Sala-i-Martin et al. en la p.3  y ss del libro) de “medir los factores que permiten crecimiento económico y prosperidad sostenible.”  Y para ello definen competitividad como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país” (p4 del informe). Las instituciones, políticas y factores se clasifican en  Instituciones, Infraestructura, Situación Macroeconómica, Salud y Educación Primaria, Educación Superior, Mercado de bienes, de trabajo y financiero, Tecnología, Tamaño del mercado, Sofisticación de los negocios E Innovación. Parece razonable y completo, en el sentido de que recoge  todos los factores que el trabajo de los expertos en crecimiento economico (Sala-i-Martin entre ellos, resumidas por ejemplo en este famoso trabajo) ha puesto en relieve.  Los autores consideran que los primeros cinco factores son la base del desarrollo; los mercados (6-10) determinan la eficiencia, y los dos últimos determinan la capacidad innovadora.

España falla en mucho. El análisis está en las páginas 304 y 305 y reitera muchas de las cosas de las que hemos hablado aquí a menudo. Instituciones es desastroso (puesto 53); ¿por qué?: el peso de la regulación (110 del mundo, que se dice pronto), la eficiacia del sistema judicial, etc. Un punto favorable: una excelente policía; en cuanto a educación primaria: puesto 93 del mundo – completamente inaceptable; calidad del sistema educativo: 107 del mundo; mercado de trabajo, 115 del mundo… Con números así, España es un país en vías de subdesarrollo, así de claro. Y si, discutiréis, con razón, en los comentarios, la metodología etc. Pero creo que se mire como se mire, hay unas lacras enormes que hay que remediar urgentemente en varias áreas, y sobre todo en dos áreas: el sistema regulatorio y el sistema educativo.

¿Como salir del agujero? Creo que no se puede hacer estrategia de ningún tipo sin un sistema de métricas que permita evaluar si uno avanza o retrocede; y  creo que estos informes de Competitividad Global ofrecen una solución al respecto.

En el mundo empresarial no se duda de que hacer  estrategia requiere traducir las grandes ideas en objetivos concretos y medibles. Dejadme por favor que me extienda con un ejemplo.  Southwest Airlines quiere ser una línea área con un excelente servicio al cliente y de bajo costo. Esta es su estrategia; si no hubiera formas de cuantificar esto y bajarlo a ras de suelo, no serviría de nada. ¿Cuáles son los objetivos operativos que se ha impuesto para ejecutar su estrategia?  (1) alta frecuencia de vuelos y (2) alta utilización de la capacidad de cada avión (aviones llenos). Si se consiguen estas dos cosas, clientes contentos y coste bajo (alta utilización, en un negocio que es puro capital, equivale a bajo coste). ¿Cómo conseguimos estos objetivos?  Tres cosas (1) seleccionar rutas donde se pueda al menos hacer 5 viajes al día de ida y vuelta; (2) conseguir repostar y preparar un avión para volver a volar 20 minutos después de que aterrice; y (3) evitar los retrasos en aterrizajes y despegues asegurando que el aterrizaje es en 10 minutos de la llegada (approach) (o sea ni hablar de volar a Heathrow vamos).

Es decir, SWA ha transformado algo vago y poco creíble (servicio y bajo coste) en una estrategia concreta a base de elaborar un objetivo intermedio y de luego concretarlo en métricas operativas. Y otra cosa: SWA no intenta ser todo para todos los clientes. Para que os hagáis una idea, SWA es como EasyJet, o sea que te tratan bien pero es todo espartano (no como Ryan Air que te tratan a patadas). Han elegido no hacer muchas rutas apetecibles para preservar los elementos clave que les permiten dar la vuelta al avión en 20 minutos.

Para España, esto quiere decir ser concretos sobre lo que queremos ser (¿Finlandia? ¿Singapur?) Anunciarlo en alto, para comprometer a todos los segmentos de la sociedad en estos objetivos. Y luego, y esto es lo importante, traducir esta idea abstracta en una métrica concreta. Y aquí es donde creo que indicadores como los del WEF, o los del WB o de la OECD pueden ser muy útiles. Se trata de elaborar unos objetivos de gobierno para cada área centrados en conseguir mejorar en las dimensiones clave, y mejorar deprisa,.  ¿Se puede hacer? Si. Finlandia, tras una crisis muy severa a fines de los 80, se puso las pilas y lo consiguió; también Chile, por ejemplo, que se ha separado de sus mucho menos exitosos vecions hispanos.

Si España quiere recuperar la senda del crecimiento, sus gobiernos deben decidir que la competitividad es un objetivo estratégico, apoyarlo  con un amplio consenso social, y determinar una serie de métricas desagregadas para medir el progreso hacia los puestos de cabeza del WEF.