Una adivinanza: ¿Qué tienen en común AngloAmerican, SABMiller, Billton (ahora parte de BHP Biliton) y Old Mutual ?
Son empresas gigantescas Sudafricanas. Lo que tienen en común es que todas ellas se mudaron, a finales de los 90, a Londres, para escapar la presión negativa sobre su capacidad de financiación que suponía su localización en Sudáfrica una vez llegado al poder el ANC. La mudanza a Londres de su cuartel general les permitió acceder a financiación considerablemente más barata.
La reciente decisión de Telefónica de mudar una parte importante de su centro de decisiones, la parte tecnológicamente más avanzada, a Londres, nos debe alertar de que la complicada situación de la economía española hace peligrar una de las conquistas más importantes que ha realizado en los últimos años: la aparición, por primera vez en nuestra historia, de un grupo importante de empresas multinacionales, que incluyen a Repsol, Iberdrola, BBVA, Santander, Zara, Telefónica, Endesa, FCC etc. Estas empresas, en la actualidad, están enfrentándose a costes financieros muy elevados simplemente por tener su base en Madrid. En otras palabras, es probable que, con la misma estructura de ingresos y de gastos, simplemente el estar basados en Londres les diera acceso más favorable a la financiación.
Obviamente, estas compañías se deben a sus dueños, los accionistas, y los accionistas lo que quieren es revalorizar sus acciones. Es de imaginar, por ello, que a muchos gestores se les estará pasando por la cabeza mudar su cuartel general al extranjero. Comprensible, completamente.
Lo que no sería comprensible es que el Gobierno de turno no hiciera lo imposible por evitar tal decisión. ¿Qué le importa a España donde se tomen las decisiones? Creo que importa, y mucho. El tener los cuarteles generales en Madrid, en Arteixo, o en Barcelona hace que los abogados, los banqueros de inversión, los consultores, y muchos otros trabajadores y suministradores se localicen en España. Todos sabemos cómo de importante es la comunicación casual, interpersonal, las relaciones personales. Si vamos al mismo restaurante, nos vemos, y nos conocemos, a lo mejor se nos ocurren formas de colaborar que de otra manera no se nos ocurrirían.
El gobierno no debe pecar de buenismo en este asunto- el ejemplo aquí deben ser los franceses. El gobierno de España tiene instrumentos para convencer a estas empresas de que moverse al extranjero no debe ser de interés para ellas, y debe usarlos.