de Florentino Felgueroso, Luis Garicano y Sergi Jiménez
Hemos descrito en varias entradas recientes en NadaEsGratis varios aspectos del panorama de la educación secundaria y terciaria en España. En particular, hemos mostrado que (1) España tiene unos niveles de fracaso escolar extraordinariamente altos, mayores que en el resto de Europa; además muchos de estos jóvenes ni estudian ni trabajan; (2) España tiene niveles muy elevados, los mayores de Europa, de subocupación de licenciados; (3) que a pesar de todo la educación parece ser beneficiosa, como Samuel Bentolila mostró la semana pasada, y que los beneficios de los que estudian se manifiestan de tres maneras: menos temporalidad, menor tasa de desempleo, mayor salario. De hecho, como ha mostrado el Education at a Glance de la OCDE, la inversión en educación es rentable tanto para el nivel de enseñanza post-obligatoria, como para la enseñanza de nivel superior, para todos los países analizados, incluido el nuestro.
Desde el punto de vista de cantidades, España tiene una distribución con forma de reloj de arena: demasiadas personas sin formar (sin enseñanza postsecundaria), y demasiadas licenciados universitarios (si pensamos en la subocupación). Desde la perspectiva de los precios y retornos, que son los que guían las decisiones, parece que estudiar sigue siendo rentable, lo que nos lleva a plantear la siguiente pregunta: ¿por qué entonces tanto abandono escolar? En las próximas entradas, incluido ésta, empezamos a estudiar las respuestas. Hoy nos centraremos en los costes y en un aspecto que puede explicar esta polarización y el subempleo: la asignación de recursos a los diferentes niveles del sistema educativo.
1. Los costes directos privados no explican el puzle: el coste directo de la postsecundaria es bajo, el de la terciaria (incluyendo la universidad) es alto
Si considerásemos sólo los costes directos de estudiar incurridos por los estudiantes, no deberíamos observar este tipo de polarización educativa. Primero, desde el puro punto de vista del coste directo, la secundaria post-obligatoria es barata. Comparando con los demás países de la OCDE, los costes privados del bachillerato y la FP de grado medio (secundaria post-obligatoria), que vemos en la parte azul de la barrita en la figura siguiente, en España son alrededor de la mitad de la media de la OCDE y muy inferiores a los de Alemania, Holanda o Reino Unido, por ejemplo. Es decir, este coste directo privado no explica la alta tasa de abandono escolar. Segundo, la educación terciaria es relativamente cara– los costes privados de la educación terciaria son similares a la media de la OCDE y entre tres y seis veces más elevados que en los países escandinavos y Bélgica, por ejemplo. El coste que asumimos en este nivel es del 50% del coste público, cuando en los países antes mencionados no alcanza ni el 10% (3% en Suecia). Visto así, nuestros jóvenes deberían ir sustancialmente menos a la universidad que en estos países. En otras palabras, a igualdad de sistema y de salidas, el coste directo NO nos proporciona una explicación directa ni de la baja escolarización post secundaria ni de la alta tasa de matriculación en la enseñanza terciaria.
2. El gasto total en educación secundaria postobligatoria es el menor de la OCDE; el gasto total en terciaria está en la media de la OCDE
Ahora bien, estos datos también nos revelan que el gasto total por persona (sumando gastos privados y públicos y en US$ en términos paridad de poder adquisitivo) en la educación secundaria post-obligatoria es el menor de la OCDE, justo después de Turquía. Estamos en un 57% de la media de la OCDE en gasto por alumno. No siempre habrá relación directa entre gasto y calidad, pero sin gastar es difícil obtener resultados. Seguro que existen diferentes motivos adicionales para explicar un nivel tan bajo de gasto en la post-secundaria obligatoria, y uno que debe ser relevante es el menor peso de la FP e incluso el tipo de FP. Gastamos, 3,5 veces menos por alumno que en Austria por ejemplo, donde se privilegia la formación profesional dual. Por otro lado, el gasto total en educación terciaria NO ES BAJO: el coste directo total por estudiante de los estudios terciarios en España está en la media de la OCDE.
3. Una explicación parcial: la asignación de subsidios públicos favorece a la terciaria
Existe por tanto una diferencia en la asignación de recursos a la secundaria post-obligatoria muy importante. Los recursos totales asignados a la educación de un estudiante de educación terciaria, sumando el gasto privado y el público, son 2,29 veces mayores que los asignados a la el de la educación secundaria post-obligatoria, el mayor ratio de la OCDE. El gasto en universidades y en secundaria post obligatoria apunta de esta manera a una explicación parcial del puzzle: mientras que la secundaria post-obligatoria está muy descuidada, la inversión en terciaria, particularmente en Universidades, ha sido sustancial.
Además, la forma en que se ha producido el fuerte incremento del gasto en universidades, la expansión del número de universidades, supone una reducción del gasto privado de acudir a la universidad para los estudiantes. Entre 1970 y 2010, el número de universidades aumentó de 19 a 74, habiendo ya casi una en cada provincia. Este es un factor que ha aumentado la demanda de estudios universitarios al reducir su coste, ya que facilita el estudiar sin moverse de casa.
Si pensamos que el nivel la inversión pública y privada explica en parte el nivel de calidad, está claro que la configuración de los presupuestos educativos favorece claramente a la educación terciaria y desfavorece a la postsecundaria. Esto explicaría (1) por qué no vale la pena estudiar FP de grado medio y (2) por que demasiados estudiantes prolongan sus estudios hasta la enseñanaza de nivel superior. Si la calidad del nivel intermedio es muy baja, adquirir un título universitario o de FP de grado superior, es la única alternativa. En cierto modo, el nivel superior puede estar impartiendo los conocimientos no recibidos en el intermedio, reduciendo a su vez la calidad de lo impartido en el nivel superior.
4. Efectos indirectos: señalización y calidad
Claramente, el que una proporción mayor de la población vaya a la universidad tiene efectos indirectos. Primero, la calidad debe descender ya que los contenidos deben ser accesibles a muchos estudiantes que de otro modo se hubieran contentando con una titulación de FP de grado medio. Además, para mantener esta gran maquinaria educativa, se ha ido relajando el acceso suprimiendo el númerus cláusus o rebajando las notas de acceso.
Segundo, Kelly Bedard ha mostrado que el incremento del acceso a la universidad indirectamente explica la polarización, al incrementar la tasa de abandono escolar como resultado de la pérdida de valor de los diplomas intermedios: en los estados de EEUU con más universidades, ha aumentado la tasa de abandono escolar, a la par que lo hizo la matriculación en las universidades. Esto es consistente con la idea de que el valor que antes tenía el diploma de bachillerato (High School, graduación a los 18) ahora no la tiene, porque cualquiera medianamente bueno va a la universidad. Aquellos que no tendrían capacidad suficiente para ir a la universidad, abandonarían la escuela antes de completar la enseñanza post-obligatoria, dado que ya no se pueden “confundir” con los de capacidad intermedia, que ahora acuden a la universidad. A cambio, el nivel medio de capacidad en la educación superior habrá disminuido, reduciendo el valor de las señales de los que obtienen una titulación a este nivel.
5. Conclusión
Concluimos que los datos son consistentes con la hipótesis de una asignación de recursos públicos que favorece a la educación terciaria y desfavorece a la secundaria. ¿Encaja esta asignación de recursos con el modelo productivo futuro? Y si no es así, ¿que reformas hacen falta? Los siguientes posts de la serie tratarán de responder a estas preguntas. Para los que no podáis esperar, os recordamos el completísimo catálogo de reformas que Juan José Dolado ya ha escrito una magnífica entrada en este blog.