La ciudad sí es para mí. Una mirada al pasado del emigrante interno en España

Estación de Atocha, Madrid
Estación de Atocha, Madrid

Buena parte de la literatura sobre inmigración analiza el efecto de la misma en los mercados de trabajo que la reciben. Este blog ha dedicado varias entradas a estos temas (aquí). La cualificación de los inmigrantes es fundamental porque determina no sólo el capital humano que esas economías incorporan, sino también el tipo de trabajadores nativos que se verán afectados por la competición foránea. Así, estos trabajos suelen fijarse en los perfiles de los inmigrantes en relación a los de los trabajadores locales. Una pregunta relacionada tiene que ver con lo que ocurre en los lugares de origen: ¿están los emigrantes más cualificados que los que deciden no moverse? En un trabajo reciente que analiza datos de migraciones internas en España entre 2004 y 2011, Jorge de la Roca muestra que los trabajadores que se desplazaron a ciudades grandes tenían más educación, mejores cualificaciones laborales y, en definitiva, eran más productivos que los que permanecían en sus lugares de origen.

Aquí queremos echar la vista atrás y ver cuál era la situación en la España de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los niveles de migraciones internas empezaros a reflejar cifras significativas (un período que ha sido estudiado por Javier Silvestre). Para ello, en este trabajo que he realizado con Santiago de Miguel Salanova analizamos los niveles de alfabetización de los inmigrantes que estaban viviendo en Madrid en 1880, 1905 y 1930. La base de datos de partida es espectacular. El grupo de investigación Espacio, sociedad y cultura en la edad contemporánea, dirigido por Luis Enrique Otero Carvajal y Gutmaro Gómez Bravo, ha hecho un trabajo excelente y ha digitalizado los correspondientes Padrones municipales de habitantes de la capital. El resultado es una base de datos de cientos de miles de individuos de todas las edades que, entre otra información, indica si sabían leer y escribir y su lugar de nacimiento. Esta fuente permite por tanto calcular los niveles de alfabetización de esos inmigrantes, clasificarlos según la provincia de origen y compararlos con los niveles de alfabetización de esas mismas provincias tomados de los Censos de Población.

Los datos hablan por sí solos. Los niveles de alfabetización de los inmigrantes eran más elevados que los de sus paisanos que no emigraban, lo que confirma que en general, existía una selección positiva, al menos de aquellos que elegían Madrid como destino. Si vamos un poco más allá vemos que esa diferencia variaba entre provincias y también en el tiempo, como se puede ver en el siguiente mapa. Mientras que en algunas provincias la brecha entre los niveles de alfabetización de los que se movieron respecto a los que se quedaban en sus provincias de origen era relativamente pequeña, en otras esta diferencia era superior a los 60 puntos porcentuales. En términos generales, estos mapas revierten la imagen regional de los niveles de alfabetización, lo que confirma la importancia de la educación en la decisión de emigrar.

Diferencia en los niveles de alfabetización entre emigrantes y población en origen (en puntos porcentuales), individuos entre 16 y 30 años
Diferencia en los niveles de alfabetización entre emigrantes y población en origen (en puntos porcentuales), individuos entre 16 y 30 años

El análisis de la variación regional muestra que la brecha era menor en aquellas provincias en las que los niveles de inmigración previa habían sido más elevados, lo que sugiere que la presencia de cadenas migratorias facilitó que los individuos menos educados también se unieran al proceso migratorio. Hay abundante evidencia de cómo la presencia de familiares y amigos en el destino proporciona información sobre las oportunidades existentes y contribuye a reducir el coste de la migración, tanto el económico (ayudando al pago del desplazamiento o alojando temporalmente al inmigrante), como el psicológico. Este análisis confirma para los desplazamientos internos lo que ya mostraban los trabajos de Blanca Sánchez Alonso para los dirigidos a ultramar: que la pobreza en España actuó como un freno a la emigración (aquí o aquí).

Otro aspecto interesante de los datos es que la distancia a Madrid apenas afectó al perfil de los inmigrantes masculinos pero sí lo hizo en el caso de las mujeres. Cuanta mayor es la distancia entre la provincia de origen y Madrid, mayor es la brecha entre los niveles de alfabetización de las inmigrantes y de sus anteriores vecinas. La influencia de la distancia se redujo con el paso del tiempo y la mejora de las infraestructuras de transporte (especialmente el ferrocarril). Tanto es así que su efecto desaparece hacia 1905 e incluso se revierte hacia 1930.

Hay que decir también que el tipo de inmigrante viviendo en Madrid era distinto del que pudo emigrar a otros lugares. Así, la inmigración intra-provincial, aquella que mayoritariamente se dirigía a la capital de la provincia o a ciudades cercanas, poseía unos niveles de alfabetización mucho menores. Esta situación en ocasiones implicaba que la selección fuera incluso negativa, en el sentido que esos inmigrantes tenían menor cualificación que los paisanos que se quedaban en los lugares de origen.

Por último, estos resultados muestran cómo los flujos migratorios se adaptaban a las oportunidades existentes. Una ciudad como Madrid era capaz de atraer un volumen importante de emigrantes cualificados, algo que la estructura productiva de otras ciudades de provincia de la época no permitía. Dado que los efectos positivos de la llegada de inmigrantes en la capacidad productiva a largo plazo de la economía de destino suelen superar con creces los desajustes que pueden ocurrir en el corto plazo (aquí o aquí), este tipo de estudios ofrece una perspectiva de la otra cara de la moneda y la consiguiente pérdida de capital humano que se produce en las economías de origen. Aunque a nivel agregado la distribución del talento allí donde más se necesita contribuye a una mejor asignación global de los recursos disponibles, eso no evita que esta “fuga de cerebros” supusiera un lastre adicional para esas regiones.

Hay 3 comentarios
  • Interesante. Siempre había pensado que la pobreza fue un acicate y no un freno a la emigración!

    • Tienes razón que la pobreza está detrás de la decisión de emigrar pero no hay que olvidar que emigrar requiere no sólo sufragar el coste del desplazamiento sino también el de mantenerse durante el tiempo necesario hasta encontrar un empleo en el destino. La pobreza en este sentido limita los movimientos migratorios hasta que se alcanza el umbral mínimo que permita cubrir esos costes.

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