Cuidados prenatales, preferencia por el varón y tasa de masculinidad al nacer

De Rebeca Echavarri y Francisco J. Beltrán Tapia

La tasa de masculinidad al nacimiento (sex ratio at birth) se sitúa en torno a los 105-106 niños por cada 100 niñas en países con sistemas de salud avanzados. Durante la época de la transición a la democracia en España, finales de los años 70 y principio de los 80, experimentó un dramático aumento de la tasa de masculinidad que alcanzó valores por encima de 109 niños por cada 100 niñas antes de retornar al nivel biológicamente esperado a finales de la década (ver gráfico debajo). Este hecho no solamente ha pasado desapercibido durante décadas, sino que constituye un auténtico rompecabezas, ya que no puede ser explicado por razones puramente biológicas (sobrepasa claramente los límites que serían de esperar), ni tampoco puede ser explicado por la existencia de abortos selectivos por sexo ya que apenas hay evidencia en este sentido.  El hecho de que el pronunciado aumento y descenso de la tasa de masculinidad tenga lugar es un espacio de tiempo tan corto complica el rompecabezas todavía más.

En un estudio reciente (aquí) argumentamos que la combinación de factores biológicos y de comportamiento pueden explicar los cambios que llevaron a esta forma de U-invertida en la evolución de la masculinidad al nacimiento en los años 80s en España. Este fue un período especialmente interesante ya que no sólo fue testigo de mejoras en los niveles de vida y la salud materna (incluida la introducción de técnicas de detección del sexo fetal), sino que coincide con el final de una larga dictadura y la transición a la democracia, un proceso que trajo consigo un progresivo cambio en los valores de género.

Vayamos por partes. Por un lado, hay una extensa literatura sobre los condicionantes biológicos que pueden influir en la tasa de masculinidad al nacer (aquí o aquí). El principal mecanismo está ligado a las condiciones de salud y sanitarias: una menor mortalidad fetal y alrededor del parto beneficia especialmente a los fetos varones que son biológicamente más débiles. Se ha demostrado también que el estrés (tanto físico como psicológico) inducido por hambrunas, terremotos, ataques terroristas, resultados electorales, etc. conlleva aumentos en abortos espontáneos de fetos masculinos (aquí, aquí, o aquí), lo que sin duda subraya su especial vulnerabilidad.

Los microdatos asociados a todos los nacimientos ocurridos en España entre 1975 y 1995 (más de 10 millones de observaciones) muestran que las inversiones en el sistema de salud mejoraron significativamente la salud materna, lo que redujo la incidencia de abortos espontáneos. Los avances en la monitorización de las madres y sus futuros bebés son claramente visibles en el aumento en la proporción de nacimientos que dependían del acceso a servicios medicalizados como los nacimientos prematuros o aquellos en condiciones difíciles debido al tamaño o la posición del bebé durante el parto (distocia). Muchos de estos no hubieran llegado a buen término de no ser por los avances médicos, lo que mejoró la supervivencia relativa de los fetos varones dada su especial vulnerabilidad e incrementó las tasas de masculinidad al nacimiento.

Estas mejoras, sin embargo, no pueden explicar que se llegara a valores por encima de 108-109 niños por cada 100 niñas, por lo que otros factores debían estar jugando un papel relevante. Como es bien sabido, el régimen franquista promovió una sociedad patriarcal con una elevada desigualdad de género (las mujeres necesitaban permiso paternal o de sus maridos para ejercer actividades fuera del hogar, los métodos anticonceptivos y el divorcio estaban prohibidos, etc.). La transición a la democracia cuestionó estos valores e inició un rápido proceso de cambios socio-culturales. Las encuestas de fertilidad realizadas en 1977 y 1985 documentan que la preferencia por tener hijos varones disminuyó radicalmente entre ambos periodos, no sólo en términos de “preferencias expresadas” (tener un hijo varón como razón para desear tener otro descendiente), sino también en el comportamiento de las familias: las mujeres que habían tenido un varón esperaban más tiempo antes de tener otro bebé y, además, eran más propensas a dejar de trabajar. El descenso hasta prácticamente desaparecer tanto en la preferencia expresada como en el comportamiento con sesgo de género confirma la preferencia por el varón existente a finales de los 70 y subraya cómo los cambios económicos y sociales asociados a la transición a la democracia socavaron una preferencia hacia los hijos en detrimento de las hijas que el régimen franquista había promovido, lo que trajo consigo una mayor igualdad de género.

Con el objetivo de ligar los cambios en preferencias con la tasa de masculinidad, nuestro trabajo compara la historia vital (en términos del sexo de sus bebés) de dos grupos de mujeres dependiendo de la edad que tenían cuando murió Franco en 1975. Así, consideramos que, en relación con las que ya eran mayores de edad (18-23 años) y habían estado más expuestas a los valores del régimen franquista, las mujeres entre 13 y 18 años eran más sensibles a las nuevas posibilidades que se abrían con la transición a la democracia. El análisis empírico muestra que este último grupo de mujeres tuvieron una menor probabilidad de dar a luz a hijos varones entre 1975 y 1985. Nuestro estudio descarta que este patrón ocurriera de forma natural al utilizar otros momentos como placebo.

Los resultados de este estudio implican por tanto la existencia de comportamientos prenatales diferenciados dependiendo del sexo del futuro bebé. Aunque la llegada de las técnicas de identificación del sexo a finales de los años 70s hizo del aborto selectivo una práctica muy común en la mayoría de los países con elevadas tasas de masculinidad (por ejemplo en China, India o Taiwan; aquí, aquí o aquí), no hemos encontrado evidencia de que este fuera también el caso en la España de la época. Aunque no podemos descartar completamente esa posibilidad, nuestros resultados pueden explicarse mediante otro mecanismo que la literatura previa ha pasado por alto. En concreto, nuestros resultados sugieren que, una vez conocían el sexo del feto, las familias actuaban de forma distinta si este era un varón (mayor probabilidad de dejar de trabajar, cuidarse especialmente, etc.). Estos comportamientos habrían facilitado que esos embarazos llegaran a término y por tanto presionarían la tasa de masculinidad al alza. Los grandes cambios que vivió la sociedad española durante este período promovieron la eliminación de estos comportamientos discriminatorios y la tasa de masculinidad descendió hasta alcanzar valores biológicamente normales a finales de los 80.

Es importante resaltar que este trabajo proporciona evidencia indirecta de la existencia de estas prácticas. Necesitamos documentar más claramente las conductas específicas y las motivaciones que llevaron a tantas familias a adaptar su comportamiento dependiendo del sexo del bebé que estaban esperando. Asimismo, aunque el régimen franquista promovió una preferencia por el varón que tenía profundas raíces históricas (aquí o aquí), es también fascinante cómo los cambios económicos, sociales y culturales que la transición a la democracia trajo consigo hicieron que estas conductas desaparecieron en menos de una generación. Entender bien las condiciones que facilitaron este rápido cambio cultural supone también una apasionante agenda de investigación (aquí).

Gracias por leer nuestro blog. Nada es Gratis se financia en parte con las cuotas de los socios de la asociación homónima, pero para llevar a cabo sus actividades necesita la aportación desinteresada de todos aquellos que deseen apoyar su labor.
Dona aquí.