- Nada es Gratis - https://nadaesgratis.es -

Somos Malos Estudiantes

No, hoy no voy a hablar de PISA, que ya hemos dado mucho la tabarra con el tema. El título de este artículo viene de una analogía que voy a utilizar para explicar porqué me temo que este 2011 que hoy empieza nos va a traer a los españoles muy pocas alegrías y, con alta probabilidad, más de un disgusto muy serio.

Escribir en este blog es para todos los editores y colaboradores un hobby como otro cualquiera. A unos les gusta jugar al tenis y a mí, escribir, pero todos tenemos que hacer algo más de substancia para ganarnos la vida. En mi caso lo que me paga las facturas y los libros, que son mi principal gasto, es la Universidad de Pennsylvania (Penn) a la cual este blog le importa bastante poco (por no decir nada o negativo). Lo que Penn quiere es que yo publique en revistas científicas, que de clase y que supervise estudiantes de doctorado. Y ahí es donde me viene el título.

Mis estudiantes de doctorado vienen a hablar conmigo una vez por semana o así y me cuentan lo que han hecho (o en muchos casos, no han hecho) durante la semana anterior. Una de las cosas más curiosas es que, sobre todo cuando están en su tercer año (que es cuando empiezan a escribir la tesis) y les dices que su última idea no sirve para nada o que la han implementado mal, los estudiantes más flojos suelen querer “negociar” contigo igual que como cuando los estudiantes de grado quieren “negociar” contigo una mejor nota en un examen. Me cuesta siempre un horror explicarles que esa idea de “negociar” con los profesores para ganar medio puntillo aquí o allí ya no se aplica a su vida. Cuando uno coge, por ejemplo, macro intermedia y se equivoca en un ejercicio del examen, el discutir en las horas de oficina puede hacer convencer al profesor, aunque solo sea por aburrimiento, que le regale la diferencia entre el aprobado o el notable. Pero cuando uno está escribiendo su tesis, yo, como profesor no estoy en condiciones de regalarles nada por mucho que quieran discutir conmigo. La calidad de la tesis y por tanto su futuro académico será determinada por la profesión en su conjunto. Lo único que yo puedo hacer es darle mi opinión, que será más o menos certera, de cómo funcionara su trabajo cuando lo presente por ahí. Por eso cuando me dicen “¿y de verdad qué esto no es suficiente?” solo les puedo decir, “mira, haz lo que quieras, ya eres mayorcito, yo solo te digo que a la gente eso no les convencerá.”

Bueno, pues España se está comportando como esos malos estudiantes de doctorado, intentando discutir, como si viviésemos en el pasado, por medio punto que no cambia la realidad subyacente de las cosas, haciendo reformas sin poner el corazón en ello y pensando, que de una manera u otra, saldremos adelante.

El caso más claro está siendo el del retraso de la edad de jubilación. España padece de un problema muy grave de sostenibilidad de su sistema público de pensiones causado por la evolución de nuestra demografía. Esto es un dato objetivo que nadie que sea sensato niega. Intentar resolver este problema ahora tiene mucho sentido ya que mejora la solvencia de nuestras cuentas públicas en el futuro sin hacer sufrir en demasía la demanda agregada presente, lo que nos da un crédito del que ahora andamos tan escasos.

El gobierno se dio cuenta de ello en Mayo pasado pero hasta ahora, por cada paso que da hacia adelante, parece retroceder otro, como si dijese que “esto ya debe ser suficiente.” El último titubeo parece ser que, aunque la edad de jubilación se retrasará hasta los 67 años, esto no afectará a los que hayan cotizado 36 años o más. Resulta que más de la mitad de los nuevos jubilados llegan a esta cota (y aunque no tengo datos, sospecho que estos serán además los jubilados con pensiones más altas, piense en un licenciado universitario que empezó a trabajar a los 26 y que solo ha dejado de cotizar un par de años por estar en el paro), con lo cual resulta que, en vez del ahorro que buscábamos vamos a tener uno mucho menor. Parece que al final no importa la realidad objetiva, el ahorro o no del sistema, sino el poder ir al profesor (en este caso los mercados financieros) y proclamar que a fin de cuentas no hemos respondido tan mal el examen. Y claro, los mercados financieros nos dirán lo mismo que les digo yo a mis estudiantes del doctorado, esto no es cuestión de si te doy la nota o no, sino de si aquí hay un proceso concreto y real de consolidación fiscal. No es una problema de comunicación, como algunas veces erróneamente se argumenta, es un problema de actuación.

Hay una interpretación alternativa, que es que el gobierno piense que de esta manera es más vendible la reforma y que luego se puede ir incrementando los años de cotización mínimos para jubilarse a los 65 de manera más subrepticia, así sin que nos demos cuenta. Quizás este sea el caso.

Yo soy escéptico acerca de esta interpretación más optimista porque mi sensación es que estas dudas sobre la edad de jubilación vienen de nuestra falta de convencimiento de que el mundo ha cambiado, de que tenemos que responder a ello, y de que estos cambios requieren un esfuerzo colectivo muy importante y mucho más profundo. Y esta falta de convencimiento no es solo del gobierno sino de la mayoría de los españoles, que creen que esto es culpa o de unos banqueros desalmados (los de un lado) o de unos políticos ladrones y despilfarradores (los del otro) y que por tanto no hay que cambiar nada de verdad.

Afronto, en consecuencia, el 2011 mucho, mucho más pesimista que como me encontraba, por ejemplo, en Mayo cuando me hicieron bastantes entrevistas y afirme (tomando cierto riesgo) que creía que sobreviviríamos el verano sin disgustos mayores y mucho, mucho más pesimista que en el 2009, cuando ingenuamente pensaba que los gobiernos reaccionarían con contundencia antes de que la sangre llegase al río. Ahora miro a los próximos meses, en especial Febrero con una lánguida desazón. Hemos malgastado el capital de credibilidad que acumulamos en mejores tiempos haciendo promesas que no hemos sabido cumplir. No solo son las pensiones, ahí tenemos las aguadas SIPs, una reforma tonta del mercado de trabajo (si te hacen una huelga general, pues de perdidos y al rio, ya hace uno la reforma que tiene que hacer) y muchas otras que denotan una falta total de liderazgo y que nos han puesto de nuevo, y ya quizás sin remedio, al borde del abismo.

Sinceramente espero estar equivocado. Nada me gustaría más que volver la cabeza atrás de aquí a doce meses y percatarme que mi pesimismo carecía de buen fundamento. Pero lo que no puedo es no contar cómo, a día de hoy, veo las cosas y estas las veo mal. Desde este blog intentaremos durante todo el 2011 hacer lo que podamos para remediar lo remediable.

Os dejo con una música que resume bien todo esta visión, la última escena de Das Rheinhold, en la famosa producción de Bayreuth con Pierre Boulez. Además, no deja de ser la historia de un boom inmobiliario y su colapso terriblemente mal gestionado por Wotan: