Esta entrada es conjunta con David López-Salido.
El futuro de España dependerá de cómo afrontemos nuestros dos problemas económicos fundamentales: la falta de crecimiento de la productividad y la sostenibilidad de las cuentas públicas. Una solución satisfactoria a estos dos problemas será el fundamento del encauzamiento de los restantes retos de nuestra nación, desde los objetivos de empleo al incremento del bienestar, desde el balance intergeneracional de impuestos y prestaciones sociales a las transferencias interregionales. Sin crecimiento de la productividad y sin cuentas públicas sostenibles, todas las demás aspiraciones de la sociedad se disolverán en un mar de complicaciones cada vez mayores.
En muchas ocasiones ya hemos hablado de los problemas de productividad de España, así que hoy nos centraremos en los problemas fiscales, que han recobrado su relevancia en la discusión después del decepcionante dato de déficit en 2015 y de la constatación, una vez más, de la frivolidad del equipo económico de Rajoy.
El objetivo de esta entrada es explicar, de manera sucinta pero firme, las restricciones creadas por nuestra situación presupuestaria y nivel de deuda. En concreto, queremos argumentar que España se encuentra, hoy por hoy, muy alejada de la sostenibilidad fiscal. Para ello no vamos a emplear (prácticamente) teoría económica alguna y nos limitaremos a explotar los resultados que se derivan de las identidades contables.
Sostenibilidad vs. solvencia
Los economistas manejamos el concepto de sostenibilidad fiscal para referirnos a la habilidad del estado para mantener, a lo largo del tiempo, un conjunto dado de políticas fiscales, tanto de gasto como impositivas (sean estas las que sean y sin entrar en la valoración de si estas políticas son o no las adecuadas dada las circunstancias), a la vez que permanece solvente. Es importante no confundir sostenibilidad con solvencia, por mucho que ambas estén relacionadas. La solvencia es la capacidad de un estado de hacer frente a los pagos de intereses de su deuda (y su capacidad de refinanciarla). La sostenibilidad es la capacidad de continuar las políticas existentes. Se puede ser solvente sin ser sostenible, al menos por un tiempo, pero no al revés.
Formalmente, el análisis de la sostenibilidad fiscal, se basa en la restricción presupuestaria del gobierno. Esta identidad, a grandes trazos, puede describirse como:
Emisión Neta de Deuda Pública = Intereses -Saldo Presupuestario Primario
Saldo Presupuestario Primario = Ingresos - Gastos
Esta identidad es sencilla. La nueva emisión de deuda pública es igual al superávit primario (los ingresos menos los gastos sin el pago de intereses). Existen detalles adicionales (por ejemplo, el Tesoro puede emitir deuda pública adicional para mantener un colchón de efectivo), pero en una entrada de un blog podemos saltárnoslos.
Pensemos, por un segundo, sobre los ingresos y gastos. Los ingresos provienen, casi en su totalidad de los impuestos. El gasto se lo comen cinco partidas: pensiones, sueldos de funcionarios, sanidad, educación (estas dos últimas netas del gasto de funcionarios) y prestaciones de desempleo. En un estado moderno, sobre todo como en el caso de España con unas fuerzas armadas muy reducidas, los demás gastos son de importancia secundaria.
Tanto los ingresos como los gastos están sujetos a variación a lo largo del ciclo económico. Cuando la economía está en expansión se recauda más y se gasta menos, por ejemplo, en desempleo. Al revés ocurre en una recesión. Nuestra estructura presupuestaria es tal que en España los gastos varían poco con el ciclo pero los impuestos fluctúan mucho. Esto nos lleva a grandes y rápidos cambios en la situación fiscal que ayudaron a esconder detrás de un superávit cíclico lo que incluso durante los años del boom seguía siendo un déficit estructural importante. Por ello ahora preferimos fijarnos en cómo la deuda pública impone serias restricciones en la política fiscal en el largo plazo.
La restricción intertemporal de la deuda pública
Para afrontar nuestro objetivo resulta conveniente expresar la anterior identidad contable de emisión de nueva deuda pública como una proporción del producto interior bruto (PIB). Matemáticamente, la restricción presupuestaria del gobierno entre el periodo y el periodo puede escribirse como:
\begin{equation*}
b_{t+1}=(1+\overline{r})b_{t}-x_{t+1}
\end{equation*}
donde representa el valor de la deuda en términos de PIB, () es el superávit (déficit) primario y representa el coste efectivo de la deuda ajustado por la tasa de crecimiento del PIB. Es fácil derivar que este coste efectivo puede escribirse como: \begin{equation*} \overline{r}=\frac{r-g}{1+g}, \end{equation*} donde es el tipo de interés real promedio de la deuda (el tipo nominal menos la inflación) y es la tasa de crecimiento real del PIB. La intuición de este resultado es sencilla: según la economía crece, la deuda disminuye como razón del PIB y por ello ajustamos el coste efectivo de la misma. Pero esta fórmula nos dice también que aumentos en el tipo de interés real o reducciones en la tasa de crecimiento aumentan el coste efectivo de la deuda y, por tanto, dificultan la reducción neta de la misma para un nivel dado de superávit primario. Para simplificar la exposición, estamos asumiendo que tales valores son constantes a lo largo del tiempo. Es fácil conceptualmente, pero notacionalmente costoso, eliminar esta simplificación. De hecho, volveremos a este punto en unos párrafos, pues la importancia económica de relajar este supuesto es importante. Igualmente, el caso más relevante empíricamente y en el que nos centraremos hoy es , que como veremos en un momento elimina la posibilidad de ir acumulando deuda sin límite.
La restricción presupuestaria anterior se emplea para caracterizar no solo la relación entre el saldo presupuestario y la variación de la deuda en un periodo (por ejemplo, un año), sino también para describir la relación entre la evolución de la deuda y el saldo presupuestario entre dos momentos más distantes en el tiempo. Para entender este razonamiento, solo tenemos que convertir la anterior restricción presupuestaria de un periodo en una restricción intertemporal a través de sustituciones progresivas. En concreto:
\begin{eqnarray*}
b_{t} &=&\frac{b_{t+1}}{1+\overline{r}}+\frac{x_{t+1}}{1+\overline{r}} \\
&=&\frac{b_{t+2}}{\left( 1+\overline{r}\right) ^{2}}+\frac{x_{t+2}}{\left( 1+%
\overline{r}\right) ^{2}}+\frac{x_{t+1}}{1+\overline{r}}
\end{eqnarray*}
e iterando
\begin{equation*}
b_{t}=\frac{b_{t+J}}{\left( 1+\overline{r}\right) ^{J}}+\sum_{i=1}^{J}\frac{%
x_{t+i}}{\left( 1+\overline{r}\right) ^{i}}
\end{equation*}
Esta expresión indica que la deuda hoy puede escribirse en términos de la deuda en el futuro, apropiadamente descontada, y los superávits primarios futuros. De nuevo, la interpretación de este resultado es obvia: si en este momento tenemos deuda vida, no nos queda más remedio que generar en algún momento superávits primarios en el futuro más deuda futura ().
Algún lector, llegado a este momento, podrá pensar que la posibilidad de emitir esta deuda futura transforma la restricción presupuestaria en inocua. Tristemente no es así. Existe una condición adicional, llamada normalmente de no transversalidad, que te impone que:
\begin{equation*}
\lim_{J\rightarrow \infty }\frac{b_{t+J}}{\left( 1+\overline{r}\right) ^{J}}=0
\end{equation*}
La interpretación de esta condición es que el valor descontado de la deuda futura, según nos alejamos en el futuro, ha de ser cero. Según el tiempo avanza, y dado que , el descuento es mayor () y un gobierno no puede ir emitiendo cada vez deuda en términos de PIB a una velocidad más rápida que . De manera contraria, la razón de deuda/PIB se dispararía a infinito y los mercados no podrían absorber, aunque quisieran, tal cantidad de deuda.
Por tanto, la deuda hoy puede también escribirse de la siguiente forma:
\begin{equation*}
b_{t}=\sum_{i=1}^{\infty}\frac{x_{t+i}}{\left( 1+\overline{r}\right) ^{i}}
\end{equation*}
Esta es la representación más popular de la restricción presupuestaria intertemporal y que simplemente expresa de manera formal la intuitiva idea de que la deuda actual tiene que ser igual al flujo esperado de superávits primarios.
Aplicando la restricción en la práctica
Lo verdaderamente interesante de nuestro resultado anterior es la claridad de las limitaciones a la política fiscal que tal restricción presupuestaria intertemporal nos descubre. Por ejemplo, si queremos mantener (que no reducir) la deuda pública como una proporción constante del PIB a lo largo del tiempo, necesitamos que el superávits primario, también a lo largo del tiempo, sea:
\begin{equation*}
x = \overline{r}b
\end{equation*}
Este resultado es el que dibujamos en el gráfico debajo, donde vemos los diferentes superávits medios necesario para sostener distintos niveles de deuda pública dadas diferentes combinaciones de tipos de interés y de crecimiento del PIB. Además, dibujamos una línea vertical en 100%, que es, redondeando, el nivel actual de deuda pública en España sobre PIB. Con este aproximadamente 100% de deuda () y pequeño, los números son fáciles de computar: el superávit medio necesario es simplemente el coste medio de la deuda menos la tasa de crecimiento del PIB.
Fijémonos, solo por seleccionar un caso, en la línea azul. Esta línea es un escenario base razonablemente optimista donde el tipo medio de la deuda es el 3.5% y el crecimiento del PIB es el 2%. Es un escenario optimista por dos motivos.
Primero, porque el 3.5% es el coste medio de la deuda. A menudo se confunde el coste de la deuda con el coste de la deuda a corto y los costes medios de la deuda viva con los costes de nueva emisión; España, como todos los estados, emite a diferente madurez y tiene una deuda viva muy importante que solo va incorporando, de manera paulatina, los tipos más bajos de emisión de los dos últimos años. Por ello, nuestro coste de financiación medio nominal en 2015 fue aproximadamente del 3.4% (aquí los datos concretos mensuales para la deuda del estado, las deudas de las comunidades autónomas y administraciones locales es ligeramente más cara). Con un IPC clavado en el cero en crecimiento, este coste nominal es igual al real (aunque sea magro consuelo: con una deuda del 100% del PIB y un crecimiento del IPC del cero, hacer números presupuestarios para España en la cabeza ahora es realmente sencillo). Y aunque es previsible que este coste medio siga cayendo por un tiempo, los tipos de interés probablemente volverán, en el medio/largo plazo, a unos niveles más altos.
Segundo, porque, como hemos argumentado en otras ocasiones, un crecimiento medio del PIB del 2% con una población envejeciéndose muy deprisa y con casi nula mejora de la productividad desde principios de los 90 del siglo pasado va a ser meta compleja de alcanzar. Solo por apuntar un dato: el crecimiento medio de la economía española de 1980 a 2015 fue del 2.2% anual. Y teníamos las ventajas de i) venir de más atrás, ii) incorporarnos a Europa, iii) una economía mundial que lo hizo bastante bien entre 1982 y 2005 y iv) una población joven. Por todas estas razones, nos resultará muy, muy complejo como nación sostener un crecimiento del PIB mucho más alto del 2% de media por un número suficientemente largo de años.
En este escenario de tipos del 3.5% y crecimiento del 2%, con una deuda del 100%, necesitamos un superávit primario del 1.5%. Es decir, que de media, España se verá obligada a recaudar en impuestos 1.5% más de PIB que lo que nos gastemos en bienes y servicios públicos o transferencias sociales solo para dejar la deuda al nivel en el que está en Abril de 2016.
¿Cómo de lejos estamos de ese objetivo?
En 2015, la necesidad de financiación de las administraciones públicas fue del 5.1% del PIB (en este caso tiene sentido incluir el saldo neto de las ayudas a las instituciones financieras, en todo caso sin ellas la necesidad de financiación fue casi idéntica: el 5.0%). El pago de intereses fue el 3.1%. Es decir, que en 2015, a pesar de haber crecido al 3.2%, que parece será un pico de crecimiento por un tiempo vistos ciertos signos de debilidad de nuestra economía en los últimos meses, hemos tenido un déficit primario del 2.0%. La diferencia entre ese déficit y el objetivo del superávit de 1.5% es la desalentadora cifra de 3.5% de PIB, o unos 38,000 millones de euros de ajuste adicional. Estos 38,000 millones tienen que ser, además, consistentes con los efectos de cambios fiscales (de ingresos y gastos) en la economía, como explicamos en detalle en esta entrada sobre los multiplicadores fiscales, y no son sencillamente 38,000 millones “contables”. Y no vemos, en estos momentos, medidas algunas encaminadas a reducir esta brecha de manera significativa.
Nótese que en ningún momento estamos defendiendo una combinación concreta de cambios de gastos e impuestos para alcanzar tal sostenibilidad: eso es una discusión para otro día. Y tampoco estamos defendiendo en qué momento tales cambios tengan que introducirse: la velocidad del ajuste es una decisión llena de sutilezas, pues se ha de equilibrar el coste de la deuda adicional con las posibles consecuencias negativas a corto plazo de la consolidación. Incluso un análisis somero de la velocidad óptima de consolidación se aleja de lo que podemos elucidar en esta entrada.[1]
En resumen y sin andarnos con rodeos: en un escenario base relativamente optmista España no tiene una cuentas públicas sostenibles. Y cuanto más nos retrasemos en volver a esa sostenibilidad, más costoso será conseguirla.
Escenarios alternativos
La líneas rojas y negras del gráfico anterior nos perfilan escenarios más pesimistas y más optimistas. Con un coste del 5% y un crecimiento del 2%, necesitaremos un superávit primario del 3% y con un tipo del 2.5% y un crecimiento del 2%, necesitaremos un superávit primario del 0.5%. En estos escenarios preferimos centrarnos en cambios de los tipos que en cambios de la tasa de crecimiento, ya que nos parece que los primeros son más inciertos que los segundos, pero en realidad lo único que importa es la diferencia entre las dos cifras. Sin ir más lejos, uno puede reinterpretar nuestro escenario base de tipos del 3.5% y crecimiento del 2% por un escenario equivalente (con un mínimo ajuste por ), desde el punto de vista de sostenibilidad de la deuda, de tipos del 3% y crecimiento del 1.5% y el escenario pesimista de tipos al 5% y crecimiento al 2% por un escenario de tipos al 4% y crecimiento al 1%. De hecho, ayudar a la sostenibilidad fiscal es una razón más, por si faltara alguna, para luchar por incrementar la productividad de España. Como casi siempre en economía, los mismos temas terminan saliendo en diferentes sitios con aspectos ligeramente distintos.
El lector es libre de seleccionar su combinación favorita de tipos medios y crecimiento del PIB y decidir por el mismo el esfuerzo fiscal que España requiere. La única frontera que no puede cruzar es el asumir costes de la deuda o crecimiento de PIB que históricamente sean inverosímiles y que tiene que recordar que estos son costes o crecimientos medios, que han de compensar por expansiones y recesiones, que siempre han ocurrido y seguirán ocurriendo.
Trabajo para las próximas semanas
Nuestro último comentario nos devuelve a un aspecto que apuntábamos antes. En un mundo con fluctuaciones temporales en los tipos de interés y de crecimiento, las expresiones de sostenibilidad de la deuda pública son un poco más complejas. El tipo de ejercicio que hemos presentado con valores ilustra una primera aproximación a la evaluación de la relación entre déficit y deuda. Los economistas nos referimos a este tipo de análisis como de equivalencia cierta pues se realiza bajo los supuestos de certeza en la senda de cada una de las variables estudiadas en el análisis, y por ello resulta atractivo para discutir las relaciones entre los valores medios de tipos de interés, crecimiento y niveles de déficit y deuda.
Este tipo de análisis se puede complementar de diferentes direcciones. Resaltaremos dos. Primero, es necesario reconocer explícitamente el papel de la incertidumbre respecto a la senda conjunto de las variables (descontar flujos futuros no con tipos constantes sino con un factor estocástico de descuento que ajusta por el riesgo). Y el efecto de esta incertidumbre vendrá determinado, de manera crucial, por las condiciones iniciales. Segundo, las variables anteriores (crecimiento, tipos de interés, impuestos, gastos) no debe considerarse como independientes sino que se determinan conjuntamente (en la terminología de los economistas, son variables endógenas).
Pero una explicación detallada de estos dos elementos debe de esperar a dos post adicionales, el primero de los cuales saldrá la semana que viene sobre las consecuencias de la incertidumbre. Y, como descubriremos con preocupación, considerar los efectos de la incertidumbre ensombrecerá el escenario presupuestario español de una manera incluso más acusada. En particular, intentaremos argumentar que, una vez considerada la incertidumbre, España debería de trabajar en reducir su razón de deuda sobre PIB constante, no en mantenerla constante. Y para ello entraremos, en unas semanas, en cierta granularidad sobre la estructura de impuestos y gastos de nuestra economía.
1. Existe una alternativa adicional para el lector: preferir que España no sea solvente en el medio plazo. A nosotros, y nos imaginamos a la inmensa mayoría de los seguidores de este blog, tales preferencias nos parecen una locura que ignora las enseñanzas básicas de la historia económica.
Hay 20 comentarios
Buenos días Jesús,
el Gobierno está usando el argumento de la deflación como uno de las razones para explicar la desviación de déficit producida (inflación esperada vs deflación real).
Creo que es un elemento relevante tanto para el ratio de déficit y deuda (que se miden respecto al PIB nominal), como respecto a la propia recaudación (la inflación como impuesto).
Todo indica que en 2016 este problema persistirá. Como crees que puede influir en los próximos ejercicios? Una inflación en el entorno del 2% contribuiría significativamente en el proceso de consolidación presupuestaria?
Gracias
"el argumento de la deflación como uno de las razones para explicar la desviación de déficit producida "
Me parece una excusa endeble. Por ejemplo, los ingresos presupuestados de la seguridad social eran absurdos. Lo dijo todo el mundo mil veces cuando salieron los presupuestos y la realidad lo ha confirmado.
"Una inflación en el entorno del 2% contribuiría significativamente en el proceso de consolidación presupuestaria?"
No. Un 2% no te genera mucha mas recaudacion a menos que no actualizes las tablas del IRPF por 10 años y eso es equivalente a subir los impuestos.
Yo diría que la inflación sí puede contribuir al equilibrio presupuestario. Dado que la mayor parte del gasto está ya desindexado, a más inflación (y más ingresos nominales) mayores facilidades para equilibrar las cuentas. Si además tienes "progresividad en frío" sería todavía mejor (para Hacienda), pero incluso sin aumentos de progresividad, la inflación debería ayudar mucho sólo por su efectos asimétrico sobre gastos e ingresos.
(evidentemente, aunque no haya indexación formal, la inflación aumentará las presiones por el lado del gasto -pero ya hemos confirmado en los últimos años que reducir gasto en términos reales es mucho más fácil si hay inflación que si hay que reducir gasto nominal con inflación cero)
Pero, independientemente del grado de indiciacion de nuestros gastos e ingresos, si la inflacion ayuda es porque estas reduciendo gastos reales e incrementado los ingresos reales. Es una subida de impuestos y una reduccion de gasto que en vez de hacerse a cara descubierta se hace de escondidas. Al final del dia estas en el mismo dilema de nuestra entrada: tienes que encontrar 38.000 millones (reales). La inflacion puede hacer que encontrar ese dinero sea mas facil politicamente, pero no te evita tener que encontrarlo.
Claro, pero sería una forma bastante más indolora de lograrlo.
Por otra parte tengo una curiosidad que no sé si estará en condiciones de contestar. Aplicando los mismos criterios que en su entrada, ¿cuántos países estarían realmente libres de problemas?
Gracias por ser tan didactico y traernos un poco de necesaria matemática.
Es evidente que si uno pide prestado en algún mometo tiene que devolverlo o.... "que lo parezca", cuando mi deuda se convierte en un porcentaje bajo de mis ingresos, la reducción del riesgo abarata (Cuando existe tanto dinero ocioso) el precio. ¿Tanto como para que la deuda baje ahún cuando tengas deficit? Posible, es ¿Verdad? Improbable también con el escenario de crecimiento actual.
Pero hay un factor sobre el que no comentas nada. La variable "r" incluye el tipo nominal y la inflacción. En una situación en que la politica monetaria controla la subida del tipo de interes, una inflacción en el 2% (valor objetivo) o un poco superior, puede situarnos en un escenario de r<0 (transitorio seguro) Nada raro que con un crecimiento alto (por el momento poco esperable a corto plazo) lleve la inflacción a valores superiores a los deseados. ¿Que sucede entonces?
Comparto que reducir deuda (no solo el deficit) es la mejor forma de recuperar el control. Y seguro que la más rapida.
Un esfuerzo, fiscal, mejor repartido ayudaría. Austeridad de gasto: Priorizando (lo social, o la inversión -más infraestructuras hoy no, por favor, hagamos mantenimietos-, o educación-formación o....) y aumentando la recaudación, donde luchar contra el fraude no resuelve todo.
"En una situación en que la politica monetaria controla la subida del tipo de interes"
No. La politica monetaria controla el tipo de interes nominal a corto plazo. En el largo plazo, la curva de tipos a mayor madurez es la que es y la determina el mercado.
En todo caso, el post enfatiza que estamos hablando de valores medios a largo plazo. Uno puede tener r menor que g un año o dos, pero no lo va a tener de media.
Nada impide a la "política monetaria" controlar los tipos de interés a cualquier plazo interviniendo en los mercados. El Banco Central de Japón ES ya el "mercado" de bonos.
No, eso no es verdad. Un Banco central puede controlar tipos nominales pero tiene una capacidad muy limitada de controlar tipos reales, que son los que importan en nuestras expresiones. Y con respecto al Banco de Japon y que sea el "mercado" de bonos. Esto lo escribi en su dia
https://nadaesgratis.es/fernandez-villaverde/mas-politica-monetaria-no-convencional-la-flexibilizacion-cuantitativa
pero nadie parece haberlo asimilado (bueno, al menos un amigo me reconocio el otro dia que en 2010 esto le parecio una locura y que ahora lo ve....).
Excelente post. Aunque creo que hay algunos matices que suavizan la grave situación de nuestras cuentas públicas.
Si asumimos poco crecimiento a largo plazo en términos reales (principalmente por demografía y poco crecimiento en TFP), también debemos asumir tipos reales a largo plazo bajos (japonización). Es decir, lo malo por un lado se alivia por el bajo coste de la deuda por el otro.
Habría que analizar si las cuentas son sostenibles en un entorno "normalizado" de desempleo. Es decir, cuánto PIB tiene España en un NAIRU, cuánto se gastaría el estado en ese caso en prestaciones de desempleo, cuanto tardaríamos en llegar ahí, y si una vez hemos llegado ahí si las cuentas siguen siendo sostenibles.
La partida de pensiones se puede ajustar a la baja si nos tomamos en serio lo de aumentar la edad de jubilación. Pero para eso tendremos que esperar a que nos obliguen desde Europa porque no veo yo a ningún político metiéndose en ese bernjenal.
La diferencia de España con Japon es que el tipo de interes real de nuestra deuda es el determinado por los mercados internacionales (tipo de interes real comun al area Euro mas una prima de riesgo) mientras que en Japon, por una serie de motivos, su deuda esta mucho mas aislada. Por ello no importa mucho para el tipo que pagamos si nuestra PTF es baja o alta o nuestra demografia buena o mala (excepto en la prima de riesgo): importan los factores internacionales . Y gente como Charlie Bean
http://voxeu.org/article/causes-and-consequences-persistently-low-interest-rates
piensa que los tipos de interes mundiales terminaran subiendo de nuevo, incluso con una poblacion envejecida.
Ademas, como deciamos, uno puede reinterpretar nuestro escenario base 3.5%-2% como, por ejemplo, 2.5%-1% y veo muy dificil que los tipos en el medio plazo no lleguen al menos al 2.5% y si probable que nuestro crecimiento medio se nos vaya al 1%.
Finalmente: el componente estructural del gasto/ingreso. En 2015 año YA hemos crecido al 3.2% y en el 2014 un 1.0%. De 2014 a 2105 el deficit bajo 0.7% con un incremento del crecimiento del 2.2, lo que te da una elasticidad de 0.32. En 2014, con respecto a 2013, te da una elasticidad de 0.38. Estos dos datos nos dicen que la posicion ciclica de la economia puede ayudar un tanto, pero menos de lo que parece. No nos gastamos tanto en desempleo (20.609,76 millones en 2015) y nos seguiremos gastando mucho en una expansion prolongada por la estructura de nuestro mercado de trabajo, con mucha rotacion y precariedad. En 2007, en pleno boom, nos gastamos 15.000 millones.
Hay también otro enfoque , al menos desde mi punto de vista. La economía Española está en un fuerte proceso de desapalancamiento del sector familias y empresas. Que está siendo parcialmente compensado por endeudamiento del estado.
Si mañana de golpe finalizará este desapalancamiento implicaría aumentar la demanda interna alrededor de un 6 o 7% del PIB. Esta demanda privada adicional generaría , de golpe, unos ingresos adicionales de alrededor del 3% del PIB en ingresos impositivos.
Supongamos que además de finalizar el desapalancamiento en términos absolutos también lo hace en términos relativos. Eso considerando una inflación media del 1,5 % y un crecimiento conservador del 1,5 %, nos permite aumentar anualmente la deuda privada en un 3% de manera estable, sobre un endeudamiento privado total de un 150% del PIB, añadiendo a la demanda interna otro 4,5% del PIB, de manera estable y sostenible. Esto podría dar en ingresos al estado otro 2% sobre el PIB de ingresos adicionales.
Según esta visión, la finalización del proceso de desapalancamiento de familias y empresas, traería automáticamente la estabilidad presupuestaria del Estado.
Si en vez de hacerse esta inversión del desapalancamiento de golpe , se hace progresivamente en 5 años, manteniendo a la vez un sano crecimiento de las exportaciones, quizás se consiga cuadrar el círculo de obtener unas finanzas estatales sin déficit y sostenibles sin subir impuestos y bajando el paro con rapidez.
Creo que la trayectoria de los últimos dos años apunta a este camino.
No explica como llega, quantitativamente, a esa conclusion de que demanda interna subiria alrededor de un 6 o 7% del PIB si finalizase el proceso de desapalancamiento (o el adicional 4.5%), ni como interactuaria tal demanda adicional con la oferta de la economia (subiria el PIB un 11%? O se nos iria un buen porcentaje a deficit exterior? O simplemente tendriamos mas inflacion?). Por tanto es muy dificil responder a las premisas del comentario.
Grosso modo el sector privado español se esta desapalancando, reduciendo el ratio de deuda alrededor de un 13% de PIB, si no recuerdo mal los datos del BdE. Este proceso no es eterno, y en algún momento de frenará y revertirá. Viendo los datos del ritmo de desapalancamiento y en nivel típico de los países de la zona euro, parece razonable que el proceso se termine progresivamente en los próximos años, 3, 4 o 5 años.
Si en vez de desendeudarnos familias y empresas en 70.000 mill anuales, nos endeudamos en 50.000 mill , me sale a mi 120.000 mill más de demanda interna a consumo e inversión. No es cosa pequeña.
Yo no dije en mi post que el PIB subiría el 11%. Subiría la demanda.
Esta demanda adicional ira parte a producción interna, en su mayoría seguramente de servicios y construcción, y parte a consumo de bienes importados, pero de estos también saca el estado impuestos, y dan márgenes comerciales y puestos de trabajo en el sector servicios que pagan otros impuestos y cotizaciones sociales. O sea toda la demanda adicional da ingresos en impuestos y cotizaciones a la S.S. que es de lo que trataba el post.
Se suele considerar como un déficit exterior aceptable hasta un 2 o 3% del PIB. España tiene un 2% de superávit. Tenemos casi 50.000 mill de margen para aumentar importaciones sin salir de parámetros normales en el comercio exterior. Pero la realidad es mejor que esa, porque el sector exportador está demostrando una gran fortaleza, y no parece que sea necesario recurrir a ese margen.
La premisa fundamental del argumento es incorrecta. El desapalancamiento del sector privado genera una reducción de efectivo disponible por parte de aquellos que reducen sus deudas pero un incremento por parte de aquellos que ven pagados sus prestamos. En un mundo sin restricciones financieras es trivial demostrar que ambos efectos se cancelan exactamente. En un mundo con restricciones financieras, ambos efectos no se cancelan pero el dato a mirar no es a la reducción bruta del apalancamiento, sino al diferencial efecto entre los dos grupos (deudores y prestamistas). Dados las primas de riesgo observadas en estos momentos, la mejor estimación es que tal efecto diferencial es, a Abril de 2016, pequeño (al contrario, por ejemplo, de lo que era en 2009-2012) y se irá haciendo más pequeño en cuanto avancemos en el desapalancamiento y las deudas amortizadas sean de deudores más inframarginales (el comentario, de hecho, tiene que reconocer este punto implícitamente, al tener que partir de una situación más boyante de la economía que la de 2015 para que las cuentas públicas le “cuadren”).
Un caso diferente es que se refiere al endeudamiento neto de España con el extranjero, pero esto no se esta reduciendo a mucha velocidad y por tanto no parece que este tirando en exceso de la demanda hacia abajo.
Como la premisa fundamental es incorrecta, el resto del comentario se cae como un castillo de naipes.
Finalmente, y solo a fortiori:
1) Toda la evidencia que hemos visto en el último año y medio es de la importancia de las restricciones de oferta en nuestra economía, que poco tienen que ver con el proceso de desapalanciemto.
2) Incluso en 2007, en medio del mayor boom que jamás hemos tenido, las AA.PP. probablemente tenían un déficit estructural, escondido detrás de unos ingresos extraordinarios asociados a la burbuja. España no era sostenible fiscalmente en 2007. Esperar a que el final del desapalanciento nos ponga en una situacion mejor que la que estabamos en 2007 es una quimera.
¿Por qué nunca se trabaja con deuda neta?. El Estado (y las CCAA, Ayuntamientos y Seg. Social) siguen teniendo importantes patrimonios mobiliarios (y, más discutible en valoración , inmobiliarios).
Porque entonces tambien tendria que considerar las promesas de las AA.PP. en terminos de pensiones y coberturas sanitarias futuras. O haces contabilidad con ingresos y pagos presentes o, si quieres contar el valor de los activos, tambien tienes que contar el de los pasivos.
La mayoria de la gente que ha mirado con detalle estas cosas suele encontrar que las promesas futuras de pagos son un orden de magnitud mas grande que el valor de lo que se podria vender de manera sensata (no vamos a vender Las Meninas, no?). Con lo cual, en realidad estoy tomando el escenario mas optimista.
La cuantificación exacta de cuanto serían los ingresos adicionales es difícil. Se sale de lo que es un mero comentario a un post, pero si los ingresos fiscales están actualmente alrededor del 37% del PIB, pues demos un margen y digamos que solo obtendríamos un 30%, y ya nos acercamos lo que indicaba en el primer comentario.
También es cierto como indicabas que subiría la inflación. Parece que margen tenemos. La inflación también ayuda a desapalancarse y daría mas margen de endeudamiento y provoca aumento de ingresos por diferentes vías.
En todo caso el fin del desapalancamiento es un proceso que ocurrirá. No puede ser de otro modo. Y sus efectos tienen que ser muy importantes en los ingresos del estado via impuedtos y cotizaciones sociales.
Ya he respondido antes porque este argumento no funciona.
Voy a estar viajando y lejos mi ordenador por bastantes dias (de hecho este comentario esta escrito desde el aeropuerto). Como es mi costumbre en estos casos, cierro los comentarios. En las siguientes entradas habra mas ocasion de retomar algunas de las ideas.
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